Por el Lic. José Cedano Galera

Analista y consultor turístico
ACATUR CONSULTORES


La industria de cruceros es, dentro del sector turístico, una de las más boyantes hoy en día. Prueba de ello es que los cruceros han duplicado, en años recientes, su capacidad de pasajeros. Los constructores ahora se lanzan a la tarea de construir barcos cada vez más grandes, con más y mejores servicios y enfocándose, en todo momento, a las necesidades de los viajeros. Los gustos y preferencias de estos juegan un papel muy importante para la decisión de cómo construir, diseñar y comercializar los espacios que puede ofrecer la embarcación. Los nichos de mercado se vuelven muy importantes ya que los nuevos trasatlánticos estarán dirigidos a ciertas clases de pasajero. Disney, por ejemplo, atiende con su flota recientemente adquirida al segmento de los niños y de sus familias, Princess al segmento de adultos mayores de alto nivel adquisitivo, Cunard al segmento de gente joven de clase media, en tanto que otras compañías atienden a clases de mercado diferentes: latinos, gays, solteros, viudos, divorciados, swingers, congresistas, etc. Es impresionante ver como estas compañías navieras se organizan para que sus cabinas tengan una alta ocupación en sus diferentes rutas, teniendo como premisa fundamental la alta calidad de sus instalaciones y servicios, siendo estos últimos ofrecidos por personal altamente especializado y proveniente de diversas nacionalidades, que generalmente se caracteriza por ser multilingüe, multicultural y por tener una gran capacidad de atención y servicio, lo cual ha sido clave para que los pasajeros, se sientan cómodos y vivan su recorrido como una experiencia única e inolvidable.

En la época del Titanic, según hemos visto en algunas películas, los pasajeros eran divididos por clases sociales. Los más pobres no podían acceder a las cubiertas superiores donde se encontraban los salones de baile, los casinos y las cubiertas donde se podía disfrutar de la brisa marina. En la actualidad no hay esa división, y aunque se adquiera el pasaje de la más económica de las cabinas, el pasajero tiene derecho a los shows tipo Las Vegas, a los salones de té y de juegos, a los comedores y restaurantes de lujo, a las tiendas, casinos y cualquier otra actividad dirigida hacia ellos; lo único que se paga aparte son las bebidas alcohólicas, un buen vino o los cocteles que se sirven en los distintos bares. Toda esta diversidad le otorga a la experiencia que se vive a bordo un glamour que provoca en mucha gente la inquietud de volverla a experimentar, especialmente, a los estadounidenses, quienes disfrutaron en la época de los ochenta de una serie de televisión llamada El crucero del amor (Love boat), agregándole un ingrediente poderoso a este servicio: el romance.

Estos pasajeros, deseosos de conocer y de vivir, viajan a distintos países para continuar con la experiencia positiva que han disfrutado a bordo del crucero, representando éste el momento en que los destinos turísticos receptores aprovechan para esforzarse y poder ofrecerles lo mejor que tienen: buen servicio, limpieza, seguridad y la diversidad de sus atractivos, tanto naturales como culturales; pero si, por ejemplo, en el recorrido de la Riviera mexicana, que sale de los Ángeles (San Pedro) para visitar Ensenada, los Cabos, Manzanillo, Puerto Vallarta, Zihuatanejo y Acapulco, se les ofrece casi lo mismo: mariachi al llegar, las mismas artesanías, la misma bebida (tequila), los mismos sombreros y similares lugares para el city tour (recorrido de ciudad), el cual suele incluir hoteles, casas de famosos, tiendas de souvenirs, playas, etc., los turistas terminan por aburrirse. Peor aún: si en los últimos destinos, además de que no hay diversidad, dejamos que se llenen de vendedores ambulantes, descuidamos las áreas en lugar de limpiarlas, renovarlas, embellecerlas y protegerlas, lo que hacemos es que se lleven una pésima imagen, y por supuesto, no volverán ni nos recomendarán porque lo que vieron no estuvo a la altura de lo que ellos esperaban.

En el caso de Acapulco, después de la tragedia del 11 de septiembre (11-S), se cancelaron las rutas del mediterráneo y muchos barcos fueron reubicados en las otras regiones del mundo: Caribe, Oceanía, Transcanal, norte de Europa, Alaska y Riviera mexicana, dándole a nuestro destino la oportunidad de recibir más cruceros; sin embargo, las condiciones del turismo cambian con el paso del tiempo, de tal suerte que en la actualidad hay nuevas rutas, como por ejemplo, las de Sudamérica y la India, y en vísperas de las olimpiadas en Beijín, las de China y Japón; además de que con la crisis internacional de energéticos y los altos costos del combustible, Acapulco queda ubicado en una posición muy desfavorable: es el destino más alejado de la base de la Riviera mexicana y no tiene un peso específico que haga que su visita sea obligada.

Desafortunadamente, no se ha trabajado para enriquecer los recorridos ni para aprovechar los vestigios arqueológicos culturales. A nuestros legisladores, diputados y senadores además, se les ocurrió crear un derecho de 5 dólares americanos que tienen que pagar cada uno de los cruceristas, noticia que para colmo de males, la dan a conocer justo cuando en Cozumel sesionaban los principales dueños y operadores de cruceros del mundo, autoridades y prestadores de servicios turísticos de destinos turísticos y funcionarios de la Secretaria de Turismo Federal, los cuales por cierto, no fueron consultados por los legisladores, causando un malestar general tan intenso que la presidenta de esta asociación declaró, que este impuesto les afectaba económicamente y que evaluarían la continuidad de las visitas de los cruceros a México.

¡Lo que es legislar sin conocimientos, sin sensibilidad, sin consultar a los que viven de esta actividad! Legislar así nos perjudica, nos afecta y provoca que se detenga el desarrollo de esta industria. Afortunadamente, las autoridades de Cozumel (que es el destino turístico que más cruceros recibe en el mundo) y el gobernador de Quintana Roo, están estudiando este asunto y propondrán medidas compensatorias fiscales y económicas para evitar una merma en el número de cruceros que les visitan, y por supuesto, evitar que se pierda la gran derrama económica que provocan los cruceristas, tripulantes y empresas que abastecen a los cruceros. Para Acapulco no se ha anunciado nada. Las tendencias parecen indicar que el número de cruceros que nos visiten disminuirá y que de los pocos que vengan, dado que las condiciones no son las mejores, los cruceristas preferirán bajar del barco cada vez menos. Esperemos que las autoridades del sector puedan llegar a un acuerdo y se pongan a trabajar para mejorar la imagen del destino, tener una ciudad más digna, ordenada, segura, limpia y con nuevos atractivos, que despierten en los cruceristas el deseo de conocer más de este maravilloso Acapulco, que por el momento, parece dormitar el sueño de los justos.


Correo del Autor: promoturistica@yahoo.com.mx

3 Comentarios:

Anónimo dijo...

genial articulo. Los cruceros la verdad es que son geniales.

Un saludo.

fernando reyes baños dijo...

Cruceros: ¡Gracias por tu comentario! Si deseas hacérselo saber al autor, de manera más personal, él pone a disposición, al final de su artículo, su correo electrónico. ¡Saludos!

Manuel dijo...

Su articulo de los cruceros en Acapulco muy bueno.
Me gustaria saber mas historia de Cruceros en Acapulco.
No se si ustedes recuerdan a "El Corsario" "el Acapulco" "La Bernita"
y otros qwue no recuerdo el nombre de momento.
he buscado inutilmente informacion y no he encontrado nada



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