Conferencia Magistral del Dr. Juan Ramón de la Fuente

Transcripción realizada por el Psic. Fernando Reyes Baños

El viernes 13 de junio de 2008 se llevó a cabo en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Internacional Acapulco una conferencia magistral, organizada por la Secretaría de la Juventud, que tuvo como ponente al Dr. Juan Ramón de la Fuente.

“Ante un auditorio vacío...” empieza la nota que la Jornada Guerrero publicó en línea sobre tal evento[1]. ¿Vacío? Con una escasa concurrencia si, pero quienes estuvimos ahí y esperamos hasta las once y minutos de la mañana (cuando la conferencia estaba programada para las diez en punto) diríamos, quiero suponer, que no estaba vacía.

Estuvieron presentes, entre la concurrencia, un aspirante del PRI a la alcaldía y un diputado del PRD. Sin pretender ser insidioso, me pregunto: ¿Habrán sacado provecho de la presentación del Dr. De la Fuente o será, como suele pasar con algunos miembros de la “la crème de la crème” de nuestra sociedad, que sólo acudieron para salir en la foto?

¿Quién es el doctor Juan Ramón de la Fuente? Veamos: “… tiene una reconocida trayectoria, tanto en el sector público como en el sector académico. Fue secretario de Salud de México (1994-99) y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (1999-2007). Ha sido también presidente de la Academia Nacional de Medicina (2002) y de la Academia Mexicana de Ciencias (1996-97). En 2006 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Merecedor de numerosos reconocimientos internacionales en prestigiadas universidades de diversos países, el doctor De la Fuente ha participado también en los consejos de la Organización Mundial de la Salud y de la UNESCO."[2]

A continuación y haciendo una excepción a la regla de publicar siempre en este blog trabajos originales, presentaré la transcripción íntegra de esta conferencia[3] no sin antes aclarar algunos aspectos básicos sobre la misma:

1) Como transcripción, esta versión de la conferencia del Dr. De la Fuente intenta apegarse, lo más posible, a sus palabras no obstante que, por cuestiones técnicas (ruido ambiental y comentarios de los asistentes durante la grabación), hubo necesidad de omitir, en tres ocasiones únicamente, o algunas palabras que no pudieron registrarse o comentarios que hacían referencia a cuestiones referidas al contexto particular donde se hizo la conferencia: nombre de la persona que acompaño al ponente en el estrado, saludo de bienvenida, etc. y

2) Tal y como dice el Dr. De la Fuente en su conferencia: en algunas cosas discreparemos y en algunas otras coincidiremos e, independientemente de la opinión o de lo mucho o poco que sepamos acerca de su trayectoria o de su ideología, me pareció muy importante compartir aquí las ideas que escuche por espacio de dos horas acerca de temas tan relevantes para todos, seamos mexicanos o tengamos cualquier otra nacionalidad, como son: la responsabilidad social, la sociedad civil, la democracia, el laicismo, etc.

En un punto de su conferencia, el Dr. De la Fuente dice: “Tendríamos que hablar más de democracia en las escuelas, tendríamos que hablar más de democracia en las empresas, tendríamos que hablar más de democracia en los medios…”, con esta aportación al blog yo agregaría también: “Tendríamos que hablar más de democracia en Internet y en el Internet tendríamos que hablar más de democracia en los blogs, en las páginas web, en los foros, en los chats, etc.”. Publicar aquí la transcripción de esta conferencia es mi pequeña aportación en este sentido.


La conferencia


François Mitterrand fue quizá el presidente socialista francés más emblemático de los últimos tiempos. Mitterrand impulsó un socialismo en aquel entonces ya muy moderno en Francia, que tenía como oponente ni más ni menos que a Charles de Gaulle, el gran líder de los franceses desde la resistencia de la 2° Guerra Mundial y que fue un hombre también muy interesante sin duda, pero un hombre más bien de un esquema conservador y Mitterrand tuvo, entre otras virtudes, rodearse cuando llegó a la presidencia de gente muy joven. Fíjense ustedes, una de sus ministras más jóvenes en aquel entonces fue Segolène Royal, que acaba de perder precisamente la elección hace unos cuantos meses ante Sarkozy.

Uno de los ideólogos de Mitterrand era un joven universitario, Jacques Attali. Yo les recomiendo haber si podemos hacer alguna discusión con cosas de Attali porque vale la pena leerlo, sobretodo, en el momento en que Attali estaba asesorando a uno de los presidentes que en su momento, reitero, creó más expectativa en todo el mundo y que da entrada a lo que después se fue decantando como el eurocomunismo, que es el antecedente inmediato de este socialismo moderno que hoy, quizá en Europa representa, sobretodo, el gobierno del partido socialista obrero español con José Luis Rodríguez Zapatero. Y Attali decía sobre el tema de la responsabilidad social y la democracia: “En una democracia a cada uno se le considera cociente de sus propios intereses, beneficiario de sus éxitos y responsable de sus fracasos.” Desde el punto de vista jurídico, decía Attali, la responsabilidad social va a ser cada vez más individual. El ser responsable de sus propios hijos, por ejemplo, lleva implícito el deber de la paternidad y de la maternidad, el ser responsable de la naturaleza lleva consigo un deber de protección a la misma, etc., es decir, Attali decía que la responsabilidad social dejará de ser, en los próximos años, menos colectiva y más individual. Y yo creo que no le faltaba razón a Attali porque, para que haya responsabilidad social tiene que haber primero una responsabilidad individual. Si no hay responsabilidad individual es utópico pensar que pueda haber responsabilidad social. Entonces estaba bien planteado en un gobierno socialista: donde se quería la gran participación responsable de la sociedad había que empezar por poner el acento en la responsabilidad individual, para poder después configurar la responsabilidad social.

Ahora, la idea de la responsabilidad social como expresión de la responsabilidad individual generalizada no puede entenderse desde el punto de vista político sin tocar, evidentemente, los temas de la responsabilidad y la democracia. Habría también que decir que la responsabilidad social tiene, básicamente, 2 vertientes: la que es propia del estado y la que es propia de la sociedad civil… ¿Cuáles son los principales elementos de la responsabilidad social del estado y cuáles son aquellos que corresponden, mas bien, a la responsabilidad de la sociedad civil? Porque si bien es cierto que se complementan, también lo es que es necesario diferenciarlos en ciertos aspectos, para entenderlos y para poder después ejercer los derechos que es la responsabilidad que nos concierne. Lo que sí es un hecho es que en una democracia, y creo que en México no hay la menor duda de que se está moviendo a una democracia, todavía inmadura, todavía imperfecta, todavía muy joven, pero ese es un camino por el cual los mexicanos hemos optado y espero que sea un camino irreversible y espero que en los próximos años ustedes acaben de confeccionarla, contribuyan a su madurez, en una democracia la sociedad civil asume cada vez mayores espacios dentro de la responsabilidad, cada vez queremos participar más, cada vez debemos participar más, pero eso no excluye al estado de cumplir sus propias responsabilidades.

La responsabilidad social del estado puede enmarcarse en 3 grandes vertientes: la primera en materia de seguridad. ¿Para qué queremos un estado? Lo primero es para que nos proteja. Esa es la primera, no la única, pero en términos del sentir popular, es la razón fundamental de un estado. Si un estado no nos protege, es un estado que no está cumpliendo cabalmente con su responsabilidad. Yo creo que el concepto de seguridad debe ser mucho más amplio del que habitualmente tenemos y que escuchamos o leemos en los diversos medios de comunicación. Hoy la seguridad tiene que ser un concepto integral, es decir, que parta de la seguridad individual, la seguridad familiar, la seguridad pública, la seguridad social y la seguridad nacional. Toda una cadena para entender la función del estado en materia de seguridad. Muy compleja tarea, difícil tarea, pero tarea finalmente del estado como una de sus acciones sustantivas.

La segunda gran vertiente en las tareas del estado tiene que ver con la promulgación y aplicación de las leyes: el estado de derecho, es decir, el estado es quien tiene que ayudarle a la sociedad a que podamos tener un mecanismo de convivencia sobre reglas, reglas que podemos cambiar, reglas que muchas veces no gustan a todos, pero finalmente reglas, necesarias para una convivencia razonable por lo menos. Entonces el estado de derecho, la aplicación de las leyes es la segunda gran vertiente de las responsabilidades del estado. Y la tercera responsabilidad del estado (igual de intransferible) es lo que se ha llamado el estado social, es decir, la solución de servicios básicos, de los bienes públicos: la salud, la educación, el medio ambiente. Si un estado no va a proveernos de bienes básicos y de servicios públicos, entonces la pregunta es para qué queremos un estado y cuando un gobernante se confunde, no digo nombres, y se va pareciendo más a un gerente que a un estadista porque se olvida de la producción de servicios básicos y dice “vamos a privatizar la salud, vamos a privatizar la educación y vamos a privatizar todos los energéticos del medio ambiente”, bueno, no está entendiendo la función del estado. Bienvenida la educación privada y la medicina privada como complemento a las tareas del estado, que son tareas públicas, porque son servicios públicos, porque son bienes públicos, porque el estado debe proveer estos servicios, en principio y por principio. De manera que podríamos decir, aunque en términos generales, que el estado democrático tiene que ser un estado sustentado en las leyes y en los principios fundamentales de proveer a todos nosotros los servicios básicos, empezando con nuestra seguridad y desde luego, incluyendo entre otros, estos servicios a los que me he referido, como son la salud y la educación.

Al hablar de estado democrático conviene tratar de definir también con claridad qué entendemos por estado democrático. Yo veo que con enorme frecuencia y en muchísimos ámbitos de nuestra vida cotidiana, tanto platicando con los estudiantes, con jóvenes, pero inclusive con profesionistas, con otros colegas y a veces también los medios de comunicación, no queda muy claro qué es lo que entendemos por estado democrático. Yo creo que hay que tenerlo muy claro, precisamente, para no caer en la retórica o en la demagogia que tanto daño nos hace y, a mi juicio, una manera de entenderlo muy claro es tratando de recordar las 3 preguntas fundamentales de la democracia. La democracia, que es un asunto muy complejo (no voy a dar aquí una clase o una disquisición), implica 3 preguntas fundamentales que, a mi juicio, en buena medida la definen: ¿Qué es lo que pretende la democracia? Primero, cómo conseguir cambios sin violencia. Esto, que parece medio obvio no lo es ya que ustedes todavía, aquí en Guerrero y en muchas entidades de la república, hay quien piensa que pueden conseguirse los cambios en el gobierno a través de la violencia. Esto es ir absolutamente en contra de la democracia. La primera pregunta de la democracia es, pues, cómo conseguir cambios sin violencia. Segunda pregunta de la democracia: cómo controlar a los gobernantes e impedir sus abusos. Esto también es fundamental. Lo único que nos permite ir controlando el impacto de los abusos de los gobernantes es la democracia. En un país con régimen autoritario no hay esta posibilidad. Interpreto que es, quizá, el punto que más nos compete en este momento: cómo lograr que los ciudadanos hagan escuchar su voto en el debate público, cómo le hacemos nosotros los ciudadanos para que nuestro punto de vista se escuche y no solamente se haga como si se escuchara, sino que de veras se escuche en el debate público.

Por eso me parece que es muy importante tener claro el concepto de la democracia y, por otro lado, no pedirle a la democracia más de lo que la democracia puede dar. Democracia no es sinónimo de buen gobierno... De hecho, hay muchos ejemplos de gobiernos democráticos que no necesariamente son un buen ejemplo de lo que se conoce como buen gobierno, pero, ciertamente, la democracia es el marco inevitable de la legitimidad del estado. Por eso, aunque la democracia a veces no funciona tan bien, no debemos caer en la tentación que quieren muchas veces algunas fuerzas, digamos, más oscuras como se les conoce a veces de la sociedad, para llevarnos de nueva cuenta hacía los regímenes autoritarios. Cuidado. Es una grave tentación. A pesar de las tentaciones hay que seguirle apostando a la democracia. Los problemas de la democracia sólo se resuelven con más democracia.

Lo que pasa es que la democracia no se agota en las urnas. La democracia no puede ser nada más un proceso de relaciones públicas electorales sino que tiene que ver con toda una cultura. Por eso me parece muy oportuno que estemos hablando de democracia. Tendríamos que hablar más de democracia en las escuelas, tendríamos que hablar más de democracia en las empresas, tendríamos que hablar más de democracia en los medios, tendríamos que hablar más de democracia en las fábricas, en el campo. Hay que entender lo que es la democracia para poder madurar en la democracia, para poder apuntar en la democracia, inclusive para entender nuestro desencanto por la democracia. De hecho, hay un pensador italiano, Giuliano Amato, que tiene un libro que se llama “Democracia sin demócratas” y que es todo un análisis de lo que pasa en los estados democráticamente electos cuando la sociedad se retrae y no participa ya en la vida pública y es un fenómeno muy complejo. A veces yo tengo la impresión de que, por diversas razones, la sociedad mexicana se retrae un poco de la vida pública, claro, o porque siente que no tiene suficientes oportunidades o porque sus peticiones de cualquier manera no son escuchadas, en fin, pero no es bueno, no debemos de desanimarnos, al contrario, hay que tener claro este principio: en una democracia cabal y con metas tiene que escucharse cada vez más la voz de la sociedad civil en los asuntos públicos, la voz de todos ustedes, la voz de todos los que no somos, en un momento dado, parte ni de los poderes públicos ni de los partidos públicos, porque la democracia tampoco es propiedad exclusiva de los partidos, con todo respeto para los partidos.

Ahora bien yo creo que, quedando claro que lo público no es exclusivo del gobierno ni es exclusivo de los partidos políticos, lo que conviene entonces es incorporar la idea de que lo público es parte de lo social y que, precisamente por ser parte de lo social, necesitamos ir encontrando nuevos mecanismos donde la sociedad pase a fortalecer la democracia. Y aquí hay otro concepto que no quiero dejar de mencionar, aunque no me detendré en él: el concepto de la ciudadanía. La ciudadanía es muy importante para entender la forma de participación de la sociedad en la consolidación de la democracia. Yo estoy convencido de que, sin una ciudadanía fuerte, una democracia es poco probable que funcione bien y que parte del problema de la democracia mexicana, aparte de su inmadurez, de su relativa juventud y de sus repercusiones, es que la ciudadanía mexicana no está todavía asumiendo esa participación mexicana, la que la misma sociedad quiere y requiere. Pero además, la ciudadanía fuerte, activa y organizada es la única que, verdaderamente, nos puede proteger de los fenómenos sociales, no necesariamente gubernamentales, que aparecen periódicamente en los países y México no ha sido la excepción: la discriminación, los fundamentalismos religiosos o económicos, que son una suerte de acechanza constante en nuestro esquema de libertad; la intolerancia, los que promueven el pensamiento único, los que dicen “o piensas como yo o estás equivocado” y que no pueden aceptar que, seguramente, en esa diversidad de pensamientos hay mucho más fortaleza que en el que él o ella misma defiende. Y esto también nos lleva a otro punto que me parece importante, sin pretender ser exhaustivo, que es parte de nuestras libertades y que la sociedad tiene la obligación de mantener: el espíritu laico.

El laicismo, como el elemento fundamental en las cosas de gobierno y de convivencia. ¿Por qué? Porque el laicismo, que creo se ha malinterpretado una y otra vez, es lo único que nos garantiza que podamos creer en lo que nos de la gana. Si no hay laicismo, no hay libertad de credo. En el momento en que un gobierno asume una posición en favor de un credo o de otro, de una religión o de otra, está en ese momento atentando contra una libertad que los mexicanos hemos conseguido y que nos ha costado muy caro conseguir que es la libertad de credo: la libertad de creer, que incluye la no creencia, es decir, así como a nadie se le puede exigir que tenga un credo o una religión en particular, tampoco a nadie se le puede prohibir que no tenga interés. Y para encontrar ese equilibrio, la única fórmula que los seres humanos hemos sido capaces de generar es el laicismo. Por eso hay que insistir que el laicismo tiene que ser la manera en que podemos seguir avanzando porque, de entrada, una postura laica es una postura tolerante, es decir, yo respeto lo que tú pienses y lo que tú creas, incluido que no creas en nada y permito que cada quien crea en lo que sus condiciones, su conciencia le dicte, pero a nadie le impongo que crea lo que yo creo. Esa es, digamos, el gran valor del laicismo. Lo quiero enfatizar porque hemos visto, sobretodo en los últimos años, una mescolanza desgraciadamente preocupante de altos funcionarios, parece que están en la confusión brutal, en la que no entienden cabalmente lo que es el laicismo. El laicismo es, de verdad, uno de nuestros grandes baluartes.

Para ir concluyendo yo diría que la sociedad civil, la ciudadanía, es una fuerza real que depende de nosotros, empezando por la responsabilidad individual, hasta dónde queremos que participe en este proceso de consolidación de nuestra democracia. Ahí están las ONG's, las fundaciones, ahí están las instituciones de asistencia, ahí están las diversas agrupaciones de muchos símbolos, con muchos puntos de vista de lo que refleja esa diversidad, esa pluralidad, que corresponde a un país como el nuestro, un país pluricultural, en donde, claro, construir consensos cuesta mucho trabajo, bueno, si a alguien no le gusta construir consensos que no se meta de político, que ponga un negocio, son los dueños del negocio, ustedes ahí dicen como se hace lo que se tenga que hacer. Ahora, si les gusta la política y yo quisiera que a muchos de ustedes les gustara la política, porque necesitamos cada vez mejores políticos, más políticos, más profesionales, con las ideas frescas, con formaciones más sólidas, algo que tendrán que tomar muy en cuenta es que en una democracia la clave es la construcción de consensos y los consensos toman tiempo y los consensos cuestan trabajo y los consensos tienen que tomar en consideración muchas de estas cosas que hemos visto y mucho más.

Tenemos que aprender que discrepar no es ningún delito. Discrepar es un privilegio de la libertad y no pasa nada, a menos que alguien se sienta profundamente ofendido y agraviado porque discreparon de él o de ella. Discrepar es un privilegio de la libertad. Ahora, también en la misma línea, hay que tener cuidado que coincidir también es un privilegio de dar razones. En una sociedad plural, como la nuestra, en una democracia, quizá lo mejor es que alentemos esa cultura de discrepar y coincidir como formas naturales de interactuar entre nosotros y que, ni una es sinónimo de ilegalidad, de rebelión o de infracción, ni la otra es sinónimo de lambisconería ni de servilismo. Podemos y debemos avanzar en México discrepando y coincidiendo. En algunos puntos discreparemos, en otros puntos coincidiremos y reconozcamos, cuando hay discrepancia, que no hay mayor problema y que, cuando hay coincidencia, que tampoco lo hay.

Yo creo que México requiere de un estado fuerte, un estado democrático, un estado de derecho, un estado social. Subrayo lo de estado fuerte porque no creo que necesitemos un estado obeso, sino fuerte, un estado estético o musculoso, sin grasa, sin burocracia, sin lastres. Con fuerza para que cumpla con sus funciones porque no podemos dejarle todo a la cuenta del mercado. Sería un error gravísimo. Los mercados comerciales, financieros, generan riqueza (tampoco la que sería disponible), pero el único que puede distribuir la riqueza es el estado. Los mercados no distribuyen la riqueza y el problema principal de México es la desigualdad. ¿Por qué? Porque esa riqueza que se ha generado en México, a lo largo del tiempo, a tenido una concentración en unos cuantos y no a habido una mejor distribución. Por eso también estoy totalmente en contra de aquellos que se ponen a pelear porque si debe prevalecer el mercado o debe prevalecer el estado. No están, a mi juicio, entendiendo claramente lo que uno y otro hacen. Los mercados, que generen la riqueza que tienen que generar, que generen los dineros que tienen que generar, por supuesto que hay que entender cuál es su función en el desarrollo, pero también hay que entender la del estado. Sin un estado mucho más fuerte, mucho más musculoso, sin un estado de derecho, más comprometido, más articulado, sin un estado social, sin un estado democrático, sin un estado que funcione, por más que nos digan que este año vamos a crecer en lugar del 3.1 al 3.2 (me parece que esa es la gran discusión de siempre ¿no?, se pelean por décimas de más, que casi nunca son ciertas al final), pero ese me parece que no es el tema, el tema es, bueno, y con ese crecimiento al país en qué lo ha beneficiado y no hemos logrado resolver el problema de la desigualdad. Muchos otros países de América Latina están como nosotros, pero yo pienso que el hecho de que buena parte de Latino América tenga el mismo problema de la desigualdad no es ninguna excusa.

¿Cómo avanzar en estas áreas que he tratado, de alguna manera, de poner aquí más como temas de discusión que como verdades que no pretenden ser, en ningún caso, absolutas? Yo creo que tenemos algunas palancas que son muy importantes y que no estamos utilizando bien. Dos que me parecen fundamentales en estos tiempos: la información y el conocimiento. No son lo mismo. Se complementan pero, ciertamente, no son lo mismo.

La información es fundamental para poder enriquecer nuestros análisis y no sesgar nuestras conclusiones, información que nos haga crecer y que no nos haga empequeñecer, información que nos permita auscultar nuestro juicio sobre las cosas y no distorsionar nuestro juicio. Yo creo que aquí hemos avanzado algo. La ley de acceso a la información son pasos en la dirección correcta. Otra vez, hay asuntos con los que discrepo y hay asuntos con los que coincido. La ley de acceso a la información fue un paso en la dirección correcta y era muy necesaria y creo que ha abierto muchas posibilidades para la democracia en México.

El conocimiento, en cambio, es algo más complejo. El conocimiento es lo único que nos va a permitir, como individuos y como país, insertarnos con mayor autonomía en este fenómeno que es ineludible que es el de la globalización porque, podemos o no estar de acuerdo con muchos aspectos de la globalización, pero lo que es un hecho ineludible es que la globalización es un proceso que está en marcha. Entonces a mí me parece que es mucho más exacto preguntarnos cómo puedo yo como persona o cómo podemos nosotros como país incidir en el proceso de la interdependencia global con mejores posibilidades, con mayor autonomía, con menos dependencia, con más dignidad y la respuesta está en el conocimiento. Por eso, el sistema educativo se vuelve una gran palanca para el desarrollo en los próximos años. Yo no me puedo imaginar como alguien pudiera ser productivo en su entorno inmediato sin los conocimientos básicos fundamentales y, desde luego, no me puedo imaginar como alguien pueda competir en el entorno internacional sin los conocimientos necesarios. La sociedad del conocimiento, la economía del conocimiento es uno de los grandes retos de los próximos años y México, al igual que buena parte de América Latina, quizá con la excepción de Brasil (diría yo), estamos viviendo no en la sociedad del conocimiento, estamos viviendo en los suburbios de la sociedad del conocimiento, estamos viviendo en las afueras de la sociedad del conocimiento. No hemos podido entrar a la sociedad del conocimiento. Por eso es tan importante fortalecer al sistema educativo: ampliar la cobertura para los jóvenes y mejorar la calidad, porque tan importante es lo uno como lo otro. De nada nos sirve como país ampliar la cobertura si descuidamos la calidad del sistema educativo. Por eso son los dos elementos fundamentales de lo que tendría que ser, a mi juicio (y que no tenemos), una política de estado en materia de educación[4]. Hoy en día, desde mi perspectiva, en un país como México educar es gobernar. El gran gobernante hoy será el que mejor eduque a su pueblo... y, así como declaramos que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, también creo que los problemas de la educación se resuelven sólo con más educación. No hay que darle tantas vueltas al asunto.

Como ven pues, en este panorama que me he permitido compartir con ustedes a grandes rasgos, a discusión y a análisis, podemos encontrar grandes retos para México en los próximos años. Hay que asumirlos. No hay que darles la vuelta. Yo sigo pensando que tenemos un gran potencial, que podríamos ir mejor de lo que vamos, tampoco creo que se puedan cambiar las cosas a corto plazo, pero si creo que hay que empezar a hacer cosas ahora, con mucho más vigor, con mucha más convicción, con mucha más fuerza, para que precisamente en el curso de los próximos años la voz de México pueda empezar a tener la dinámica que todos anhelamos y que no tenemos. Una distribución de la riqueza mucho más equitativa, posibilidades como país de interactuar con otros países en el concierto internacional, dejar a un lado los suburbios y meternos de lleno a la sociedad del conocimiento, usar a la ciencia y a la tecnología como nuestras aliadas, como palancas del desarrollo... que los jóvenes no sólo le pierdan el miedo a la tecnología sino que se den cuenta que la tecnología es una herramienta formidable para muchísimos aspectos del desarrollo. México no podrá dejar los suburbios de la sociedad del conocimiento mientras no tenga una ciencia y una tecnología mucho más propia, mucho más robusta y para eso necesitamos abrir opciones para que los jóvenes también sientan que pueden tener un desarrollo en estas áreas y que puede ser un desarrollo no solamente local o nacional, sino también de impacto internacional.

En fin, son muchos los cambios que creo yo que tendremos que ir haciendo en los próximos años y la sociedad civil tiene un papel que jugar, ustedes tienen un papel que jugar, nosotros tenemos un papel que jugar y tenemos que hacerlo entre todos, tenemos que seguir hablando, organizando reuniones como ésta, intercambiando puntos de vista, generando conciencias más claras, proponer proyectos y alternativas, consolidarnos en la democracia, abrir nuestros espacios para la plena libertad, entender que podemos coincidir o no y que esto no necesariamente es motivo de engorro o de pleito irreductible, que de hecho de lo que se trata en una democracia es, precisamente, de eso (como lo decíamos): de coincidir y de discrepar, y que las dos cosas son válidas, que tenemos que ser tolerantes para aceptar, sin ninguna duda, que hay otros puntos de vista que son diferentes a los nuestros y que tenemos que aceptarlos para convivir con ellos en un régimen de libertades, de democracia, que debemos de pedir a nuestros políticos que construyan consensos porque esto es, hoy en día, parte de la tarea de un político: construir consensos, por difícil que sea y para eso hay que dialogar, hay que ser tolerantes y hay que tener la capacidad para enmendar nuestros puntos de vista en aras de construir esos consensos, debemos seguir fortaleciendo el laicismo como la mejor forma de convivencia en nuestra sociedad, para respetar la libertad de credo de todo mundo, pero no tratar de imponerle absolutamente a nadie una creencia que no sea la que él o ella disponga, que debemos de ser un país de leyes. Acuérdense ustedes de ese pasaje del Quijote cuando Sancho se iba a gobernar la isla, que le pedía al Quijote su consejo y el Quijote le decía: “Sancho: de leyes pocas, pragmáticas y que se cumplan”. México es un país que tenemos leyes, leyes y leyes, pocas se cumplen y muchas de ellas no las entendemos cabalmente. Creo que hay que volver en algunos aspectos a lo básico. Volvamos al Quijote: “De leyes, pocas, pragmáticas y que se cumplan”. Necesitamos un país de leyes, necesitamos un estado de derecho, porque no queremos avanzar en otro contexto.

Así que, aunque los retos parecen ser muchos, vistos por una óptica objetiva, rigurosa, analítica, me parece que son alcanzables y por eso la última reflexión para los jóvenes sería: ¡Animo! Vean el futuro con ánimo, con entusiasmo. Si ustedes son capaces de contribuir a hacer alguno de estos cambios en la dinámica social de México, dentro de algunos años, vamos a tener un país mucho más cercano al que todos anhelamos. Gracias


Notas

[1] Reyes Maciel, laura (2008). “Juan Ramón de la Fuente se manifiesta a favor de la encuesta nacional sobre Pemex”. La Jornada Guerrero. Consultado el 16 de junio de 2008. En: http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2008/06/14/index.php?section=politica&article=005n1pol.
[2] Blog "La columna" de Leo Agusto, URL: http://lacolumna.wordpress.com/2008/01/21/se-une-juan-ramon-de-la-fuente-a-consejo-de-administracion-de-el-universal/.
[3] Como es bastante probable que algún lector cuestione el por qué si es la transcripción de una conferencia la publico con mi nombre, quisiera adelantarme y responder a esta interrogante: creo que el hecho de haber invertido dinero en una minigrabadora para grabar la conferencia, haber invertido tiempo en la transcripción (quien haya transcrito antes una conferencia, sabe, que no es cosa que se haga de una sola sentada) y haber invertido esfuerzo en la revisión final del texto generado, así como en la investigación colindante que, necesariamente, tuve que realizar para cubrir algunos aspectos inherentes al contenido tratado por el Dr. De la Fuente, me da mérito suficiente para presentar con mi nombre no el contenido de su conferencia (¡Ojo!), sino la transcripción de la misma.
[4] Hablando de discrepar en una democracia, sobre política de estado en materia de educación (tema ya recurrente en las presentaciones públicas del Dr. De la Fuente) hay una posición alternativa (o contrapuesta si se prefiere) de Andrés Oppenheimer (2006) que el lector puede consultar, con mayor detenimiento, en su libro Cuentos chinos (publicado, entre otras editoriales, por Plaza Janés), específicamente en el capítulo 10 donde Oppenheimer analiza, de manera global, la situación de América Latina y, abordando el tema de la educación, dedica algunas páginas al Dr. De la Fuente y a la UNAM; por otro lado, Agustín del Moral, refiriéndose al libro El régimen de autonomía (publicado por la Universidad Veracruzana en el año 2007) y, específicamente, al ensayo intitulado "La autonomía universitaria", comenta acerca del Dr. De la Fuente una idea que parece contradecir la crítica que Oppenheimer hace del ex rector de la UNAM: "Desde su punto de vista, 'el Estado tiene una responsabilidad ineludible con la educación pública'. 'Pero la responsabilidad —añade— también es de las universidades. (…) tienen que contribuir a complementar ese financiamiento'. Para ello, puntualiza, necesitan 'generar recursos adicionales (…) a través de convenios, contratos, etcétera, y entrar en esa enorme ventana de oportunidad que (…) son los mecanismos de incubación de empresas'." Fuente: Del Moral, Agustín (2007). "El régimen de autonomía." Suplemento Universitario Campus Milenio. Consultado en junio 23, 2008 en http://www.campusmilenio.com.mx/251/ensayos/regimen.php.

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