Por Sergio A. Amaya S.

Capítulo 16

Fray Michel llegó a su gabinete después del Oficio de Completas, como siempre, la liturgia del Oficio Divino le dejaba una sensación de paz y satisfacción. Quedaba con una paz interior que le permitía ver con mayor objetividad el desarrollo de su trabajo; en esa ocasión, su preocupación principal era la solución del asunto del crimen del novicio Luis, se sentía lúcido y con el mejor ánimo para resolver el problema, bien sabía que el resultado no era cuestión de una sola persona, sino del consenso de sus propios hermanos.

HISTORIA DE FRAY MICHEL

Sin saber por qué, los pensamientos de Michel lo llevaron hasta un pasado lejano. Tal vez el conocimiento de las vidas de los novicios lo había enviado, mentalmente, a su ya lejana niñez. Realmente fue feliz entre aquellos campos sembrados de viñedos, correteando entre los viñadores en tiempos de cosecha. Las divertidas fiestas de la vendimia y las deliciosas comidas que su madre preparaba. Cuando se recogía el fruto, también fructificaban las mesas de los trabajadores, pues entonces tenían la oportunidad de ganar unos duros mas, además de que los patrones eran buenos cristianos que se preocupaban por el bienestar de sus siervos, a quienes trataban con consideración; jamás se había sabido que aplicaran la vara a ningún siervo, tampoco que el señor feudal anduviese tomando mujeres a su gusto, dejando una cauda de hijos bastardos en su propiedad. Todo ello hacía que la gente viviera mas feliz, cuidara la propiedad y realizara sus labores con celo y entrega.

El padre de Michel, Gaspar Larrea y su madre, Leonor Elizalde, procrearon una familia de cuatro hijos, dos hombres, Michel y André y dos mujeres, Leonor y Reneé. Desde pequeños fueron puestos en la ecuela parroquial, donde el dominico August Delanee, anciano sacerdote, les enseñó a escribir, a amar los libros y servirse de ellos para aumentar sus conocimientos. Hombre bondadoso por naturaleza, cuidaba de los infantes como pudiese hacerlo un abuelo; viendo las cualidades y dedicación de Michel, el sacerdote le dedicó tiempo extraordinario para ilustrarlo y despertar en el chico la vocación sacerdotal. Por las tardes, cuando sus padres se encontraban terminando sus labores del día, Michel corría al lado del Padre August a rezar con él el Oficio Divino, eran los mejores momentos para el chamaco. Tanto le gustaba que aprendió de memoria un himno que le recordaba a su madre y a su familia toda:

Era su amor de madre
como una rosa:
pétalos de fragancia
y espinas rojas.
Y era su seno
un arrullo de lirios
y de silencios.

Olor a roja viña
y a tierna hogaza:
y su mano prudente
acariciaba.
Sus dedos limpios
iban tejiendo lana
para sus hijos.

Desde luego que él sabía que era un himno a la Santísima Madre de Dios, a quien desde su tierna infancia aprendió a amar, pero esas tiernas frases siempre le llevaban el recuerdo de sus días de infancia. En su momento y por recomendación del Padre August, Michel fue aceptado en la Universidad de Poitiers, donde sobresalió por su aguda inteligencia, siendo el primero de su clase. Posteriormente y siempre bajo la guía del anciano Preceptor, ingresó a la Orden de los Hermanos de la Cruz en Madrid. Pasarían catorce años en su preparación religiosa, finalmente fue ordenado Sacerdote. Luego de ordenarse ingresó a la Universidad de Salamanca a estudiar medicina, encaminándose al estudio de la farmacopea bajo la dirección de famosos maestros mozárabes. Luego de tres años se graduó en la Universidad, coincidiendo con la necesidad que la Orden tenía en su recién abierta casa de México, en Nueva España.

Michel volvió a su tiempo al momento de escuchar que alguien llamaba a la puerta de su gabinete, reaccionando pronto. Se dio cuenta que se había quedado dormido en su silla, recargado en la mesa de trabajo.

_Pasad, la puerta está abierta, dijo desperezándose y alisándose el hábito. Era temprano, pues aún no llamaban para el Oficio de Laudes.

_Padre Michel, perdonad que os interrumpa, dijo el novicio Marcelo, su ayudante, pero en la Portería os busca un enviado de Don Antonio Garcidueñas, parece ser urgente.

_Os agradezco, Marcelo, iré en seguida a ver al enviado del doctor Garcidueñas.

Fray Michel se dirigió a la Portería, donde le aguardaba un indígena de calzón blanco y un mugriento sombrero calado hasta los ojos, mismo que se quitó cuando vio llegar al religioso.

_Usté perdone, Padrecito, dijo en tanto besaba la mano del religioso, pero mi patroncito Don Antonio le pide la mercé de que vaya usté a su casa, quesque tiene algo que le va a interesar a usté, si usté quiere, me traje a la Remigia pa que lo lleve.

_Pero hombre de Dios, como piensas que me va a llevar una mujer, si yo puedo caminar.

_Ji, ji. ji., rio el natural, no Padrecito, la Remigia es una mula prieta que me recuerda a mi mujer, por eso le digo ansina.

_A que hombre este, dijo Michel sonriendo, espérame un momento, voy por mi maleta y vuelvo.

Michel se dirigió al despacho del Señor Abad, a quien encontró concentrado en la lista de nombres que la noche anteror habían preparado.

_Perdonadme, amado Padre, pero necesito ausentarme por unas horas de la Abadía, si vos no ordenái lo contrario. Un enviado del Doctor Garcidueñas vino a buscarme y creo que se trata de aliviar el dolor a algún cristiano.

_Id, querido hijo, id sin demora, en cuanto volváis reanudaremos nuestro negocio pendiente. Ve con dios, hijo mío.

Con la bendición de su Superior, Fray Michel tomó su maleta con medicamentos y montado en la Remigia, a quien el indígena llevaba del ronzal. Cruzaron la calzada de Tacuba y penetraron en la joven Alameda y salieron hacia la Fuente de la Mariscala, continuaron por San Francisco y penetraron en una suntuosa casona, donde fueron recibidos por don Antonio Garcidueñas, quien condujo a Fray Michel a una habitación, donde lo puso al corriente.

_Gracias por venir, Fray Michel, espero no haberos molestado, pero un amigo mío, dueño de esta casa, hombre de absoluta confianza, me ha conseguido, por unas horas, el cadáver de un indígena muerto al caerle unas vigas encima. Quiero saber si aún estáis interesado en tus estudios.

_Desde luego que sí, Doctor, ¿en qué lugar lo tenéis?

_Por la seguridad de ambos, Padre, permitidme no decíroslo, pero no os preocupéis, yo os llevaré al sitio hoy por la noche, si vos estáis dispuesto.

_Desde luego que sí, Doctor Garcidueñas, decidme donde os veré y a qué hora, por favor.

_Yo pasaré por vos, Padre, estad preparado a la hora de Completas, yo pasaré a buscaros. Ahora, deberé darme prisa para tener todo dispuesto. Si me disculpáis, el sirviente os regresará a vuestra casa.

Fray Michel salió de la casa y, agradeciendo el ofrecimiento de volverlo a su casa, prefirió caminar, a fin de poner en orden sus ideas. Tomó rumbo al Templo de San Francisco y entró en él con la intención de rezar, pues había faltado al Oficio de Laudes. La nave estaba casi vacía, unas cuantas beatas rezaban hincadas en las primeras bancas. Michel caminó hasta uno de los altares laterales, el dedicado a la Virgen de la Soledad, a quien se encomendó con toda devoción, extrajo el rosario que llevaba atado al cíngulo, se persignó y empezó a rezar las jaculatorias del acto de contrición:

Per Signum Crucis, de inimicis nostris
liberanos, Deus noster. In nomine Patris
et Filii et Spiritus Sancti. Amen.

Señor mío, Jesucristo,
me pesa de todo corazón
haber pecado......

Había preferido entrar a rezar en el Templo de San Francisco, pues no quería estar mucho tiempo en su Abadía para no ir a comprometerse en otro asunto que le impidiera asistir a la cita con el Doctor Garcidueñas. Estaba muy emocionado, pues hacía algún tiempo que no tenían la oportunidad de hacer alguna disección, lo que él consideraba importante para su formación dentro de la medicina.

Casi una hora después, muy reconfortado por su recogimiento al rezar el Santo Rosario; siempre que lo hacía, que era dos veces al día, sentía esa paz interior. En ocasiones se emocionaba hasta las lágrimas al recorrer el Camino Doloroso de Jesús y pedía fervientemente ser él mismo el flajelado, en lugar de Jesucristo, entonces pensaba en los estigmas de San Francisco y se daba cuenta de su pequeñez al lado de esos santos hermanos

Salió del Templo y se encaminó a la Abadía, cruzó el Puente de la Mariscala y penetró a la alameda, a fin de evitarse el rodeo, cruzó el canal de Tacuba y la calzada y llegó a su casa. Casi era la hora de la comida, así que se dirigió directamente al refectorio, donde ya se encontraban algunas personas, entre ellas, el Fray Carlos, quien charlaba animadamente con Fray Serafín, al ver llegar a Fray Michel, Carlos le hizo señas para que los acompañara.

_En hora buena, Hermano, que te hemos extrañao por la mañana, ¿Donde os habéis metido?

_Perdonad, Hermano, pero me han venido a buscar muy de mañana de parte del Doctor Garcidueñas, pues tiene un paciente que requiere de mis pócimas, de hecho deberé salir hoy por la noche, para ir a atenderlo.

_Sois un buen hombre, Michel y mejor cristiano, pues no reparáis en la hora para atender a un doliente.

Michel no respondió al halago, pues le causaban algún malestar, pues él consideraba que se debía hacer lo que fuese necesario para servir al Señor y no esperaba agradecimiento por ello. Tenía muy presente la cita Evangélica “Lo que hagáis por el mas pequeño de mis hijos, lo estaréis haciendo por mi”

_Y vos, Fray Serafín, preguntó Fray Michel, ¿Cómo seguís de vuestras reumas?, ¿os han servido mis remedios?

_Claro que sí, hijo, repuso el anciano, especialmente con el uso del aceite que vos me disteis, ¿qué es, Michel?

_!Oh!, Padre Serafín, es un compuesto de cáñamo y alcohol, pero su proceso es complicado y delicado. Lo aprendí cuando estuve en la Unversidad de Salamanca, leyendo “Las virtudes terapéuticas del cáñamo”, en el importante libro árabe de medicina Makhzan-al-Adwiya. Por cierto, ahora que tocamos el tema, debo revisar cómo se encuentra nuestro plantío y preparar un poco mas, pues la temporada de fríos incrementa las dolencias reumáticas y debemos estar preparados.

_Vaya, me sorprendéis, Michel, dijo Fray Carlos, sois verdaderamente un erudito en farmacia, os felicito.

_Gracias, Hermano Carlos, pero es solamente dedicación al estudio y la necesidad de aplicar lo que uno va aprendiendo.

En esa charla estaban cuando llegaron los Novicios y los padres Formadores, encabezados por Fray Andrés. Hizo la oración y el Lector inició la lectura del día. La comida se desarrolló en silencio, como estaba indicado. Al término de la cual, Fray Michel se dirigió a hablar con el Abad.

_Padre, habló Michel, voy a tener qué salir por la tarde, volveré ya tarde, o tal vez por la mañana, pues deberé ir a atender a un enfermo del Doctor Garcidueñas.

_Está bien, Hijo, haced lo que en vuestro corazón sintáis, encomendaos a Dios, nuestro Señor y que Él, en su infinita sabiduría, os guíe. No creo que haya problema si posponemos un día mas nuestro dictamen pendiente.

Fray Michel abandonó el refectorio y apresurado se dirigió a la Botica, a fin de ver los pendientes con el novicio Marcelo, su ayudante; de paso se encontró con el Novicio Nicolás, encargado de cuidar las plantas de la Botica y ayudante también de Michel en labores menores en la Botica.

_Hermano Nicolás, debemos preparar algo de la solución que usamos para tratar las dolencias reumáticas, por favor, escoged las mejores plantas de cáñamo y llevadlas al Hermano Marcelo, yo hablaré con él.

_En seguida, Padre, tengo algunas que son casi de dos varas de altura, tendréis suficiente cáñamos para vuestras pócimas.

En el despacho ya se encontraba el novicio Marcelo, quien se ocupaba de moler algunas plantas. Fray Michel se dirigió a él:

_Hermano Marcelo, el hermano Nicolás os traerá planta de cáñamo, para que preparemos aceite para fricciones; por favor tomad algunas hojas y ponedlas a secar, esto llevará unos cuantos días, recordad que no deben exponerse al sol, pues perderían parte de sus propiedades. Una vez secas, reducidlas a pequeños pedazos y añadid aceite de oliva, en tal cantidad, que la planta quede completamente cubierta por el aceite. Luego mantenedla en un sitio frío y oscuro durante tres semanas. Habrá que agitarla un poco cada día. Cuando veáis que tiene una consistencia espesa, filtradlo utilizando un colador. Este aceite debe utilizarse para uso externo, como fricciones para las reumas, o interno, tomado en pequeñas dosis, así es bueno para las dolencias de cabeza.

_Entiendo, Padre, deberé anotar vuestras indicaciones en el libro y me cuidaré de hacer las anotaciones respectivas durante el procedimiento. ¿Estaréis vos en la Abadía para alguna aclaración?

_No, Marcelo, saldré dentro de poco, tal vez vuelva por la noche o hasta mañana, pero en cuanto vuelva estaré con vos para revisarlo todo. Ahora, si me hacéis el favor, necesito llevar un poco de polvo de coca, una botella de vino, jugo de sábila y lo que tengamos de aceite de cannabis, de cáñamo, pero recuerda que el nombre es cannabis.

Una vez completos los remedios necesarios, cerca ya de la hora de Completas, Fray Michel se dirigió a la Portería, casi al mismo tiempo el Hermano Portero estaba abriendo la puerta y asomó la cabeza el enviado del Doctor Garcidueñas.

_!Ah!, por cierto, preguntan por vos, dijo el Portero a Michel.

_Gracias, Hermano, ya lo esperaba, volveré noche o tal vez por la mañana, vos me disculparéis si os despierto. Quedaos con Dios, Hermano.

_Que el Señor os acompañe y os guíe, Hermano Michel.

Fray Michel abordó el carro cerrado que lo esperaba, dentro aguardaba el Doctor Garcidueñas, quien dio la bienvenida a Fray Michel.

_Buenas noches, Padre Michel, vamos pues a una clase mas de anatomía.

_Gracias, Doctor, ansioso estoy de llegar, ¿Está lejos el sitio a donde vamos?

_Un poco, Fray Michel, pero no os preocupéis, que el cochero sabe la ruta.

Los viajeros continuaron por la Calzada de Tacuba, pasaron el Templo de San Hipólito y continuaron hacia la fuente de la Tlaxpana. La obscuridad era total, no había luna, solamente el débil alumbrar de las antorchas que portaban al cochero y su ayudante, daban cierta claridad; dejaron atrás la Tlaxpana y luego de casi una hora, llegaron al pueblo de Popotla, se internaron por algunas callejuelas y finalmente llegaron a una construcción grande, tal vez una hacienda, el cochero descendió del pescante y llamó a la puerta, la puerta se abrió un poco y cochero y portero cruzaron algunas palabras, luego abrieron el portón para que pasara la carreta; llegaron hasta lo que debía ser la casa, no se veía alma alguna, el portero permaneció en su lugar y el cochero abrió la puerta, luego descendieron el Doctor y Fray Michel y penetraron a una gran sala, el cochero encendió unos candelabros y luego salió en silencio.

_Seguidme, Padre, dijo el Doctor tomando uno de los candelabros y abriendo una puerta que comunicó a otra estancia, cerró la puerta con llave y avanzó un poco, para que la luz alumbrara una mesa donde había un cuerpo cubierto con una sábana.

_Este, Fray Michel, es un pobre cristiano que murió temprano esta mañana, le cayeron encima unos costales de maíz y murió por sofocación, no tiene parientes que reclamen el cuerpo, pues el hombre llegó de tierras del interior, así es que, con permiso de algunos amigos del Ayuntamiento, podemos hacer algunos estudios y luego darle cristiana sepultura. Todo lo he arreglado con el Cura de la Parroquia local. No temáis, no sois el único interesado en aprender un poco mas.

_Os agradezco, Doctor, que os halláis tomado tantas molestias, aunque vos me habéis dicho que había muerto al caerle unas vigas; esperaba hallar un cuerpo con fraturas. De cualquier forma, vamos pues a empezar, solo permitidme hacer una oración por el eterno descanso del alma de este hermano que nos permitirá conocer un poco mas.

Fray Michel se hincó y uniendo las manos hizo una oración en silencio, se persignó y se puso en pie, dispuesto a aprender los misterios del cuerpo.

_Muy bien, Padre Michel, empecemos, vamos a realizar una disección del tórax, esto nos permitirá estudiar partes muy importantes para la vida, como son los pulmones y el corazón, así como la disposición de las costillas, que son la protección de los órganos fundamentales del cuerpo.

_Primero colocaremos el cadáver de este desdichado con la cabeza colgando, a fin de que tengamos una mejor exposición del esternón, el hueso frontal del tórax y sitio de unión de las costillas.

En tanto el Doctor Garcidueñas iba explicando el procedimiento, Fray Michel hacía anotaciones en su cuaderno y observaba con cuidado todo lo que ocurría. Vió que el Doctor marcaba, con tintura de yodo, una línea vertical que partía del centro de la tráquea, hasta la punta del esternón; luego trazó dos líneas transversales, una superior, debajo de las clavículas y otra inferior, en el sitio donde terminan las costillas.

_Muy bien, Padre Michel, dijo el Médico tomando un escalpelo, vamos a hacer unos cortes sobre las líneas que he marcado, esto es con la finalidad de dejar al descubierto la zona torácica.

_En estos cortes debemos ser muy cuidadosos, continuó el Cirujano, pues aunque notáis que la piel es muy delgada, tenemos tres planos importantes: La piel, con sus propias capas, la aponeurosis superficial y la capa muscular; esta capa muscular varía en grosor, dependiendo del tono muscular que haya logrado la persona.

Al retirar la segunda capa, Fray Michel observó las distintas fibras musculares, mismas que reprodujo, dibujando en su cuaderno. Junto a los músculos pectorales, apreció las costillas, unidas al esternón.

_Con la finalidad de dejar al descubierto los órganos internos, cortaremos las costillas y las retiraremos junto con el esternón, lo que haremos utilizando una pequeña sierra.

En tanto hacįa su explicación, las hábiles manos del Cirujano trabajaban, logrando en poco tiempo levantar las costillas frontales, como si fuese una gruesa cota de malla. En ese momento, el monje tuvo a la vista los órganos principales que daban vida al ser humano, el llamado sistema cardio-respiratorio, apresurándose a dibujar lo que veía, guardando también la imagen en su memoria, casi fotográfica.

_Ahora tenemos a la vista la zona pleural, continuó el galeno, es una membrana que envuelve a los pulmones y que es una especie de última defensa de los pulmones; el corazón tiene su propia bolsa, que es el pericardio. Como podéis ver, Padre, tenemos a la vista la tráquea y la bifurcación bronquial. Debajo de los pulmones, separando la zona estomacal, tenemos una capa muscular, denominada diafragma.

Las horas pasaban y ambos estudiosos empezaban a notar el cansancio posicional, particularmente el Médico, quien estaba realizando el trabajo mas pesado, no obstante, acostumbrado a las cirugías, trabajaba febrilmente. Michel, por su parte, tomaba nota y dibujaba cuanto podía; hacía pocas preguntas, pues el doctor Garcidueñas era un Maestro claro y cuidadoso.

Haciendo los cortes necesarios, el Cirujano logra extraer los pulmones, junto con la tráquea, o cuerpo traqueobronquial y la bolsa estomacal, mostrando al aprendiz las derivaciones bronquiales.

_Como os daréis cuenta, Fray Michel, el pulmón derecho es mas grande que el izquierdo y esto se debe a que el izquierdo cede parte de su espacio al músculo cardiaco; veréis que la cara externa de los pulmones es convexa, en tanto la interior es cóncava. La superficie diafragmática también es cóncava y forma la base pulmonar, la base pulmonar es mas profunda, pues se encuentra sobre el hígado. Tenemos grandes venas que entran en los pulmones y otras que salen y van al corazón. Hasta hoy, todo ello es un gran misterio, pues ignoramos que papel juega el aire que inhalamos, lo único cierto que sabemos, es que sin esta función, el organismo se muere.

_Pero veamos ahora el corazón, siguió explicando el Médico, como os dais cuenta, se notan cuatro partes claramente, en la parte superior, aurícula y ventrículo derechos y de la parte media hacia abajo, aurícula y ventrículo izquierdos; vemos en la parte superior, las cuatro venas pulmonares.

En tanto explicaba a Fray Michel, empezó a hacer unos cortes en el corazón, continuando con su exposición:

_Como os daréis cuenta, con todo y ser un músculo, el corazón es hueco y tiene divisiones internas, desafortunadamente aún no se ha logrado saber para qué son estos espacios, algunos estudiosos piensan que es donde se produce la sangre, aunque nada se ha podido demostrar. Me has de perdonar si lo digo, pero la Iglesia ha sido el principal obstáculo para la investigación, pues has de recordar que a mediados del Siglo pasado, Miguel Servet fue condenado a muerte por afirmar que el alma humana se encontraba en la sangre, aunque esto lo afirmó en un libro teológico, "Christianismi Restitutio" y no en un tratado científico. Miguel Servet apóstol de la libre creencia y martir del libre pensamiento, nacido el 29 de Septiembre de 1511 en Villanueva de Aragón, quemado en efigie por la Inquisición católica el 17 de Junio de 1551, y quemado vivo en Ginebra por instigación de Calvino el 27 de Octubre de 1553.

_Pero no dudéis, Fray Michel, que así como vos, que tenéis auténtico interés científico, debe haber muchos que en este momento estén haciendo estudios como los vuestros y que mas adelante, aún en contra del Santo Oficio, darán a conocer importantes descubrimientos, así se ha desarrollado la ciencia a través de la historia del hombre. No os fatiguéis al deseo de conocer, solamente os aconsejo cuidaros, veo que habéis tomado notas y hecho dibujos, pero si esos papeles caen en las manos equivocadas, vos tendréis problemas y podríais implicarnos a Sancho y a mi. Os lo suplico, memorizad lo visto y quemad vuestros apuntes.

_Lo haré, Maestro, os lo aseguro, pues tenéis razón, no solamente arriesgo mi vida, sino la vuestra y la de otras personas que me han ayudado en mi aprendizaje.

_Muy bien, Fray Michel, ahora debemos continuar con el trabajo, pues debemos volver los órganos al cuerpo de este desdichado y prepararlo para darle cristiana sepultura, el tiempo apremia.

Ambos estudiosos se pusieron en obra de inmediato, reintegraron los órganos al cuerpo y suturaron los cortes hechos para acceder al tórax, luego limpiaron la mesa de trabajo y con unas sábanas preparadas ex profeso, amortajaron el cuerpo para evitar que se notara que lo habían abierto, una vez hecho todo esto, lo colocaron en un rústico ataúd de madera burda y llamando a su ayudante, Fray Michel y el Doctor Garcidueñas lo condujeron al cementerio del Templo de Popotla, donde ya los esperaba el Párroco, que después de rociar el ataúd con agua bendita, encabezó el cortejo, donde dieron sepultura a este hermano que tanto había aportado a los conocimientos del fraile.

Cerca ya de las diez de la mañana, Fray Michel entró a la Abadía, su rostro demudado, mostraba los estragos de la noche sin sueño, se encaminó a su gabinete y, excusándose con su ayudante Marcelo, se tiró en su camastro y se quedó profundamente dormido.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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