De lo bueno y lo malo...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Lo bueno y lo malo se deriva de conceptos universales como el bien y el mal. Al respecto hay infinidad de concepciones filosóficas cuya disertación profunda unas y otras no tantas, son origen de un concepto de dualidad que se da en todos los ámbitos del conocimiento humano.

En ese orden de ideas, en todas las épocas el ser humano ha tratado de encuadrar conductas desde el punto de vista teleológico, teológico y axiológico, entre otros; de esta dualidad, sin embargo, no existe un criterio objetivo que nos diga qué es lo bueno y qué es lo malo, habida cuenta de que lo que para un pueblo tempo espacialmente determinado puede ser bueno, en el mismo espacio y en otro tiempo este pueblo tendrá una concepción distinta de lo que previamente calificó como bueno o malo, v.gr. : en Roma, en la época del imperio, la esclavitud era una institución “buena” toda vez que a los prisioneros de guerra en vez de matarlos se les sometía a la esclavitud, por lo cual los hacían servidores perennes en donde el paterfamilias disponía del esclavo a plenitud, inclusive pudiendo gozar, en su caso, del perdón y ser convertido en liberto o matarlo si su deseo fuese en ese sentido, sin perjuicio de que si fuese un liberto podía inclusive ser parte de la familia por adopción o por matrimonio con alguien miembro de ella.

La historia nos da muchísimos ejemplos de cómo para una sociedad, una conducta, una acción, incluso cuestiones como la moda, la gastronomía, el arte y otras pueden ser considerados como buenos o malos lo cual nos lleva a considerar seriamente el hecho de que en realidad podríamos considerar como bueno aquello que la comunidad considera aceptable, valioso, enriquecedor o gratificante y malo seria todo lo contrario a estos conceptos, en general.

De esta guisa en la actualidad estamos viviendo procesos que ponen a prueba a la humanidad en tratándose de asuntos globales, como la ecología, la salud, la alimentación, la libertad, la paz, así como el hambre, la desnutrición, la trata de personas, el contrabando de armas, las guerras, la drogadicción, y por lo que hace a nuestro país aunado a todo ello, la pobreza, la miseria, la violencia, los secuestros, la extorsión, los desaparecidos, el contrabando, el analfabetismo, la execrable y rampante corrupción, así como su alma gemela la impunidad.

Sí es cierto que lo seres humanos han sido calificados de origen, como seres buenos, pero también como seres malos y en consecuencia cuando prevalece una de estas dos características es que se predica la bondad o la maldad de las personas y /o de sus actos. Actualmente estamos viviendo momentos difíciles en virtud de los cuales se necesitaría ser un topo (con mis respetos a tan simpáticos animalitos) para no darse cuenta de la grande encrucijada en que estamos metidos.

Por un lado tenemos una sociedad ahíta de los abusos, excesos, ineficiencia e ineficacia de los gobernantes, de los “políticos”, quienes, con sus honrosas excepciones, confunden la acción de gobernar para el beneficio de la comunidad con el propósito de su beneficio personal, de su familia, de su grupo, o de su partido, cometiendo actos evidentes de corrupción tales, que se han magnificado provocando la irritabilidad popular, así como su desprestigio como clase. Sin embargo, las acciones actuales por parte del estado, no han satisfecho los requerimientos de la ciudadanía y así se han dado como consecuencia actos a todas luces atentatorios en contra de la ley siendo esto consecuencia de privilegiar ante la proximidad de contiendas electorales, el impacto político de una decisión en lugar de un aplicación simple y llana de la ley.

En efecto, todo mundo está de acuerdo en la necesidad de resolver el problema de los desaparecidos en nuestro país y en especial los de Iguala; todo mundo está conforme en las facilidades que se dan para no conculcar el derecho de quienes se manifiestan en ese sentido, pero sí hay una reprobación unánime en contra de los encapuchados, violentos, sedicentes anarquistas, que de una forma brutal están provocando una reacción violenta de los organismos estaduales lo que lleva, al no detenerlos y, en su caso, sancionarlos, por temor a ser llamados represores.

En suma están tan manoseadas estas manifestaciones que surge el cuestionamiento de si la disyuntiva entre si es buena o es mala la acción u omisión de los gobiernos de los tres niveles por cuanto a los sucesos que nos impactan, ya que se necesita orden, dirección, contundencia, credibilidad, objetividad y sobretodo resultados que propicien metas tendentes a la consecución de la armonía, de la paz y del progreso que mucha y buena falta nos hace. La voluntad de hacerlo es perenne. O usted, responsable lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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