De lo ruidoso...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz



Todos tenemos la noción de lo que es el sonido, así como también lo que significa el ruido, que Larousse nos lo define como sonido o fenómeno acústico, mas o menos irregular, confuso y no armonioso, pero cuando esto se magnifica estamos en la presencia de lo ruidoso, o sea, que causa mucho ruido, es decir, algo desagradable, molesto, incómodo y, en su caso, verdaderamente insoportable e, incluso, productor de daños en la salud ya que causa trastornos auditivos, sociales y nerviosos cuando supera los niveles soportables de los oídos, siendo causante, también, de estrés, insomnio, faltas de atención, irritabilidad nerviosa, así como alteración en la audición.

Este fenómeno que estamos padeciendo en la actualidad nos afecta especialmente a quienes vivimos en las zonas urbanas, habida cuenta de que estamos inmersos en un mundo cubierto por la tecnología con la cual se producen artefactos de toda índole a cual mas ruidoso, díganlo, si no, los electrodomésticos (licuadoras, lavadoras, etc.), sin perjuicio de los automotores y los aviones, así como toda clase de maquinaria industrial y los que recuerde o conozca.

Solo por curiosidad científica recordemos que el oído capta el sonido y lo transmite en una señal nerviosa que capta el cerebro. Y los niveles de presión sonora se miden en decibeles (dB) y otro parámetro es la frecuencia (No de vibraciones por segundo, en el aire a través del cual se propaga y se mide en hertz, Hz). Cuando mayor es la potencia de un sonido, menor es el tiempo que se puede soportar.

De esta suerte, la O.M.S. dice que los sonidos soportables son los que no superan los 80 dB, y los sonidos ambientales no deben superar los 55 dB en el día y 45 en la noche. De esta guisa, sepamos que, por ejemplo, un taladro neumático produce 100 dB; un claxon 120 dB; un concierto de rock de 90 a 130 dB y que respecto a los auriculares no deben superar los 85 dB por mas de una hora ininterrumpida de audición.

Con estos parámetros dígame si es válido que en nuestro entorno vivamos en medio de un ruido ensordecedor producido por todos los taxistas y operarios de vehículos del servicio público, quienes en busca de pasaje tocan el claxon para llamar la atención de sus posibles clientes, ya no digamos lo infernal de esta execrable práctica de los operadores de los colectivos amarillos y por los particulares; que los expendedores del gas en tanques circulen por las calles tocando las cornetas de aire, intermitentemente (como si fueran la llorona gimiendo por sus hijos) y si alguien quisiera comprarles, no es posible pues siguen su camino y no voltean ni oyen los llamados de sus clientes; lo mismo pasa con, ahora, los vendedores de tortillas que lo hacen en motocicletas, a cual mas ruidosas y tocando el agudo claxon, también intermitentemente por todo su recorrido, sin escuchar a alguien que los haya llamado; y como cerezota del pastel, el ruido infernal que producen los aparatos de sonido que “amenizan” las fiestas de todo jaez, con bocinas inmensas y que los operadores ( me imagino son sordos) las ponen A TODO VOLUMEN, a pesar de algunos conscientes que ruegan por que les bajen el volumen, pero no hacen el menor caso y ante ello lo suben mas; ya no digamos en los restaurantes y en especial los jueves pozoleros en donde el escándalo es verdaderamente demencial y es que imaginan que si en las discotecas los decibeles son altísimos, ellos también pueden hacerlo, solo que la diferencia es que en los antros corre la especie de que a mayor sonido, mayores son las ganas de bailar y a mayor baile, la sed es mayor y, por ende, el consumo de bebidas se agranda, pero en los restaurantes en donde la gente se reúne para platicar y entrar en comunicación verbal, simplemente no puede porque a uno o varios babosos crónicos se les ocurre poner sus sonidos a todo lo que dan y lo grave es que los parroquianos no solo no se quejan, sino que piden mas volumen. Me doy.

Estamos en un mundo en donde la sordera y las consecuencias del ruido, son palpables. Los jóvenes que son la mayoría de los que abusan de los sonidos muy altos, cada vez requieren mas volumen porque, en serio, están perdiendo su capacidad auditiva y quienes tienen una audición normal deben de pagar las consecuencias de la galopante sordera de los mas, lo cual se traduce en que vivimos en ciudades totalmente invadidas por la contaminación no solo del aire, sino del agua, la lumínica, y ahora la del sonido.

Seamos conscientes del deterioro ambiental que estamos produciendo por nuestra insensatez, a pesar de las normas que protegen a nuestro entorno, pero lo importante es respetarlas y que nuestros “próceres” las hagan respetar. Urge. O usted, ecologista lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



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