Notas al margen

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Por Fernando Reyes Baños



En artículos anteriores hemos revisado, sirviéndonos de ejemplos de diversa índole, "los cuatro imperativos que definen la masculinidad" propuestos por Brannon y David en 1976, a saber: “No tener nada de mujer” (no Sissy stuff), “Ser importante” (the big wheel), “Ser un varón duro” (the sturdy oak) y “Mandar a todos al demonio” (give'em hell).

Estos imperativos/creencias, de acuerdo a Bonino (2000), conllevan un grado de exigencia para sus destinatarios cuyo cumplimiento está subordinado a una lógica de todo o nada, es decir, o el destinatario cumple con el ideal que propone el mandato, impulsando a éste al lado de lo deseable e idealizado, o no se cumple con él, acción (u omisión) que arrastra al sujeto irremediablemente al extremo opuesto, al lado negativo del ideal propuesto por el imperativo, donde se encontrará con lo temido y lo persecutorio. En suma, la lógica subyacente a los imperativos que definen la masculinidad no admite términos medios: se es o no se es un hombre o, mejor dicho, se valida con un SÍ o un NO categóricos, la masculinidad de los destinatarios a tal asignación.

Además de estos cuatro mandatos, Bonino (2000) propone un quinto imperativo/creencia: “Respetar la jerarquía y la norma”. Al respecto, el citado autor explica:

"La masculinidad se sostiene en el no-cuestionamiento de sí, de las normas y de los ideales grupales (los de la masculinidad incluidos), en el estar contenido en una estructura y en la obediencia a la autoridad o a una causa, obligándose a sacrificar lo propio con la ilusión (casi siempre incumplida) de que algún día el varón será dueño de sí (o al menos de alguien/algo). Lo deseado/temido es, desde esta creencia pertenecer/no pertenecer a un grupo (de varones), ya que ellos (y no las mujeres) son los que avalan con su aplauso la masculinidad" (p. 4).

Según este imperativo, la masculinidad implica lealtad a los valores grupales (incluyendo _como lo menciona el autor_ los coincidentes con la masculinidad), misma que se traducirá en obediencia y sacrificio para con una autoridad o causa avalada por quienes se reconocen como sus legítimos representantes: los mismos hombres, pero… ¿ocurre así en la realidad? La siguiente cita nos hace sospechar, que las cosas son más complicadas de lo que parecen:

"Ninguna mujer y ningún hombre puede identificarse cien por ciento con todas las atribuciones que su propia cultura asigna a cada sexo. Así, algunas personas se resisten a aceptar que su identidad fue construida desde afuera y se aferran a la idea de que son como son, porque así nacieron. Si bien es cierto que nadie puede identificarse totalmente con su género, también lo es que nadie puede honestamente decir que no ha sido marcada/o por él" (Facio y Fries, 2005, p. 270).


Referencias:

Facio, A. y Fries, L. (2005). Feminismo, género y patriarcado. Academia. Revista sobre enseñanza del derecho de Buenos Aires, (6), pp. 259-294.
Bonino, L. (2000). varones, género y salud mental: desconstruyendo la "normalidad" masculina. En Segarra, M. y Carabí, A. (eds.). Nuevas masculinidades. Barcelona: Icaria.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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