Por Fernando Reyes Baños



El propósito del presente escrito es comentar, de manera fundamentada, dos aspectos en torno a la contabilidad de costos: en primer lugar, qué impacto tiene para la empresa, sobre todo si ésta se trata de una pyme, llevar una mala contabilidad de costos; y en segundo lugar, qué relación tiene la contabilidad de costos con las estrategias fiscales utilizadas por las empresas en lo que respecta, obviamente, al pago de impuestos.


Gracias a los procedimientos contables, las empresas, grandes medianas y pequeñas, pueden detectar los gastos en los que incurren a la hora de producir los productos o desarrollar los servicios que ofrecen. Lo anterior, obviamente, resulta tan importante para cualquier empresa que se encuentre en pleno ejercicio de su actividad económica como para todo proyecto que un emprendedor quiera impulsar para lanzar al mercado determinado producto o servicio; tal es así en este último caso, que los “tiburones” en la ya famosa serie de Sony Entertainment (“Shark Tank”), casi invariablemente preguntan a quienes desean conseguir su inversión cuánto les cuesta producir el producto o desarrollar el servicio que ofrecen y en cuánto lo venden, porque saben que tales datos son imprescindibles para aproximarse a un conocimiento más certero que les permita determinar, entre otras cosas, si el negocio que se les está proponiendo será rentable, cuántos productos o servicios necesitarían vender sus posibles socios para lograr un punto de equilibrio y en cuánto tiempo lograrán recuperar su inversión.

Por lo anterior, que una pyme tenga como herramienta un sistema de contabilidad de costos, con el cual registre la acumulación de éstos en lo que concierne a la producción o servicios que ofrece, le será sumamente ventajoso, ya que podrá contar con información valiosa que podrá ser aprovechada por diferentes personas en la empresa para fines específicos, por ejemplo, por los gerentes, quienes podrán establecer los precios del producto o servicio, llevar un control de cada una de las operaciones que se lleven a cabo en la empresa y desarrollar (los siempre “infaltables”) estados financieros que corresponda para el caso; además de que les será posible determinar también, los costos en los que incurre cada una de las áreas relacionadas directamente con el proceso de producción o prestación del servicio, lo cual les permitirá a su vez controlar y eliminar los costos innecesarios, lo que será muy útil a la hora de considerar los presupuestos que se establezcan para cierto periodo (UnADM, 2017).

Considerándose que la empresa, por el registro de sus procedimientos contables, puede determinar cuánto requiere invertir para producir una sola de las unidades que busca poner a disposición de sus clientes, gracias a lo cual puede tomar decisiones futuras en cuanto al aumento de los niveles de producción, pudiendo visualizar en términos financieros, la aportación monetaria necesaria para alcanzar el nivel de producción propuesto, ¿qué pasaría si no tomara tales registros o, situación análoga, que llevara una mala contabilidad de costos? En términos coloquiales, no sabría cuánto le cuesta producir o brindar, tanto de manera conjunta como individualmente, los productos y servicios respectivamente, que pretende poner a disposición de sus clientes, por lo que tarde o temprano se percataría de que no tiene un punto de equilibrio, es decir, ¿cuánto está gastando?, ¿en qué está gastando más?, ¿cuán rentable está resultándole todo lo que hace?, ¿con cuánto capital cuenta?, etcétera.

Lo anterior hace evidente el por qué la contabilidad de costos, antes de ser concebida solamente como un mero registro de actividades financieras, se identifica ahora como una herramienta informativa utilizada para facilitar el proceso administrativo, así como la toma de decisiones internas y externas por parte de los diferentes departamentos de la empresa que pueden hacer uso de ella (UnADM, 2017).


Ahora, con relación al segundo punto, ¿cómo se relacionan, en el ámbito empresarial, la contabilidad de costos y las estrategias fiscales? Antes que nada, conviene precisar que las estrategias fiscales no son solamente una alternativa para hacer más eficiente el pago de impuestos, sino que representan un derecho del contribuyente cuyo aplicación se encuentra dentro de la legalidad; esto último viene a cuento porque, con cierta frecuencia, la planeación fiscal es conciba como una actividad clandestina que implica prácticas evasivas y fraudulentas, y no es que pueda descartarse la intervención de asesores que promuevan prácticas ilegales, pero, en sentido estricto, implementar estrategias fiscales, de manera transparente y responsable, representa para la empresa utilizar una herramienta que la volverá más eficiente en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales (Rizo, 2015).

Ahora bien, podría suponerse que el pago de impuestos en nuestro país representa un procedimiento sencillo, claro y poco gravoso para las empresas mexicanas, pero la triste realidad es que el pago de impuestos, hasta el momento, representa una tarea compleja y a veces injusta para la mayoría de las empresas en México, por lo que su obligación ya no puede limitarse únicamente al pago de impuestos, sino mantener el monto de lo que pagan dentro de un rango que les permita mantener y defender su competitividad en un entorno local, pero también globalizado.

¿Es deber de nuestro gobierno lograr que las tasas tributarias sean competitivas con relación a las de otros países? Sí, pero mientras eso no ocurra (que aun cuando ocurriera, lo que a continuación se dirá no convendría echarlo por la borda así nada más) las empresas deben lograr, como una obligación para sí mismas también, una imposición lo más exacta posible, porque de esa manera podrán destinar mayores recursos a la investigación, el crecimiento y la innovación. En suma, lograr la competitividad de las empresas en nuestro país, que la legislación actual no favorece del todo aun, implica utilizar estrategias fiscales “(…) que eviten al contribuyente llevar a cuestas gravámenes que legalmente no le corresponden pero que sin la planeación y asesoría adecuadas seguramente pagaría” (Rizo, 2015).

Si con la planeación fiscal se busca disminuir, para las empresas, el pago de impuestos de forma legal y eficiente, utilizando herramientas de planeación financiera para el adecuado manejo de flujo de efectivo, programa de compras, presupuesto de gastos etcétera, debido a que este monto afecta, directamente, la utilidad que la empresa pretende obtener a cambio de la producción de productos o la prestación de servicios que busca poner a disposición de sus clientes, resulta claro que la planeación fiscal debe ser parte de la planeación estratégica que la empresa establezca para alcanzar sus objetivos, en virtud de que el aspecto fiscal no puede concebirse como cosa aparte de los procedimientos contables que utilice al empresa para contabilizar sus costos, representando cualquier recurso que logre potenciar en su proceso comercial e industrial una fortaleza para lograr los objetivos que se haya establecido.

A manera de conclusión, me gustaría aportar una experiencia personal. Hace algunos días, como producto final de un diplomado en mercadotecnia digital, mi equipo de trabajo presentó un proyecto que busca impulsar un coworking como parte de una biblioteca universitaria. Para una de nuestras sesiones de trabajo, me pareció pertinente invitar a un experto que nos asesorara sobre asuntos referentes, justamente, a costos, presupuestos y punto de equilibrio (un auditor). Su intervención, breve, pero increíblemente cargada de información, enfrentó al equipo con datos duros acerca de lo que necesitaríamos para echar a andar el proyecto, y aunque para algunos no parecía ser una parte fundamental de éste, al final decidimos incluir en la presentación que se expondría frente al comité evaluador, un apartado completo acerca de este tema, lo cual _lo puedo decir ahora que ya pasó la experiencia_, fue una decisión acertada, ya que muchas de las preguntas que nos hicieron los evaluadores durante la sesión final, casi casi como los tiburones de “Shark Tank”, tuvieron que ver con aspectos contables.


Una experiencia como la anteriormente descrita, si la vínculo con lo visto en esta materia, me hace ver, claramente, que la contabilidad de costos, y el aspecto contable en general, representa aspectos fundamentales de cualquier proyecto empresarial que se desee impulsar o mantener en funcionamiento. Hacerlo mal implica poner entre la espada y la pared lo que se pretenda implementar. No aprovechar cualquier recurso lícito que se tenga a la mano para optimizar el proceso comercial e industrial de la empresa, como es el caso de la planeación fiscal, representa también un problema para el administrador que pretende explotar, en el buen sentido de la palabra, todo lo que tenga a su alcance para alcanzar los objetivos que la empresa se haya fijado. Estar al pendiente, pues, de tales aspectos es toda una responsabilidad para el administrador.


Referencias



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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