Por Zaidena
__ No jefe, ¡está muerto!, lo encontré tirado al lado del cadáver de Saúl Larroux; aparentemente, y por la marca en el cuello, lo ahorcaron con una tanza.
Villamil se sentó de golpe. Su cara palideció… ¡Esto sí que se había complicado! Aunque ya estaba acostumbrado a estos casos, ahora se trataba de un amigo. Hacía 18 años que trabajaban juntos; un dolor muy fuerte le apretaba el pecho. Se aflojó la corbata, se reclinó para atrás en su asiento y con una voz que sonaba como de otro planeta dijo:
__ Esto no se queda así, aunque me vaya la vida en el intento voy a descubrir estos crímenes… lo juro…. ¡aunque me vaya la vida!
Villamil llamó al jefe de policía departamental y lo puso al tanto de lo sucedido. El comisario general Rainero le dijo que le mandaría a la Brigada Especial de Investigaciones con sede en Vera y jurisdicción en toda la provincia y que además irían dos de los mejores médicos forenses de la provincia.
El comisario agradeció sus atenciones, aunque ya sabía que cuando la víctima era uno de ellos todos los esfuerzos eran poco. Le informó todo inmediatamente al jefe de zona y éste también le ofreció mandar un grupo especializado en criminología.
Debido a la corta distancia, éstos fueron los primeros en llegar, traían al médico forense Dr. Gustavo Luis Mancini quien inmediatamente se fue a la morgue.
El Comisario le explicó a los familiares de Saúl que se seguiría dilatando la entrega del cadáver y los puso al tanto de lo sucedido. Luego llamó a Costa y ambos fueron al encuentro del Forense.
Habían encontrado el informe comenzado por Roque. No lo había podido terminar, pero la causa de la muerte era clara y concisa: envenenamiento.
Los estudios preliminares decían que el veneno utilizado era el cuaima (veneno de una serpiente muy venenosa de Venezuela); esto le produjo, al principio, fuertes dolores de estómago, luego una agnosio, considerada como una alteración patológica de la percepción que consiste en la incapacidad de identificar las sensaciones recibidas.
La vena basilica del brazo estaba destrozada debido a la gran inflamación producida por el veneno. Las conclusiones eran: muerte por envenenamiento, la caída de la escalera no fue el detonante. Ya estaba muerto cuando cayó.
Como no estaba terminado el informe, el forense propuso una nueva autopsia, cosa que es aceptada por toda la plana mayor. Ambas demorarían aproximadamente tres horas; luego de ello, posiblemente, el panorama estaría más claro.
Empezarían con la de Saúl y luego harían la del doctor.
La autopsia de Saúl no presentó variable alguna. El motivo fue la indigesta de cuaima, veneno muy fuerte que le destruyó todos los órganos, el hígado estaba pulverizado; el doctor Manzini nunca había visto nada parecido. Por supuesto que el paro cardiorrespiratorio era también una consecuencia del veneno. La hora de la muerte fue estipulada entre las tres y las cuatro de la mañana, tal como había dicho Roque.
En cuanto a la autopsia realizada al médico forense Roque Talbo, se dictaminó: muerte por extrangulamiento mecánico. Con los rayos ultravioleta, se detectaron marcas de dedos en el cuello y, sólo para disimular dejaron un trozo de tanza cerca del cadáver, pero ésta no provocó su muerte. Su tráquea estaba rota.
Aparentemente, el agresor no le dio mucho tiempo para defenderse. Sólo de abajo de una uña pudieron sacarse restos de tejido epitelial que, en esos momentos, estaban procesando ya para obtener el ADN y cotejarlo con la base de datos. La hora de la muerte fue fijada entre las 9.30 y las 10.30 horas.
El Comisario Villamil, junto con su ayudante Cuevas, fue al despacho principal con los informes médicos. En el trayecto ordenó a todos los detectives de la sección criminalística que fueran a su oficina, a una reunión que comenzaría en diez minutos.
Eran las seis de la tarde y ya estaban reunidos, impresionaba ver a todas esas mentes brillantes juntas. Todos tenían una copia del informe en la mano y un cuaderno de apuntes en la otra.
__Revisemos los detalles __dijo Villamil__ Mario, poné a todos al tanto de lo que observamos en la mansión.
__Se hizo un rastrillaje muy minucioso y todo estaba en su lugar. No había puertas ni ventanas forzadas, sólo dos ventanas del piso superior estaban abiertas, pero no había ningún rastro de que alguien hubiera subido por ahí. Cerca del cadáver pudimos juntar dos o tres cabellos que estaban en la alfombra. El laboratorio lo está investigando, pero pueden ser de cualquiera, hay que esperar. Si resolvemos quién mató a Saúl, éste nos llevará al asesino del doctor. Lo importante también es saber el móvil de este asesinato.
__Se agruparán de a dos __dijo el comisario__ y cada grupo investigará a los que estaban en la casa el día del asesinato. ¡Todo! Investigarán todo. Mañana a las 8 nos encontramos acá a desayunar y, mientras lo hacemos, leeremos los informes. Cada uno tiene en la mesa el cronograma de actividades y con quién trabajarán. ¡A trabajar! … ¡Nos vemos mañana!
Eran las 8 de la mañana del siguiente día cuando ya todos estaban sentados y degustando un rico y caliente café con leche; las medialunas desaparecieron como por arte de magia; tenían los rostros cansados; comentaban lo poco que habían dormido, sus voces eran suaves y bajas, con una cadencia muy especial, esa que sólo da las horas de insomnio o de mucho trabajo…. o de ambas cosas.
__ No jefe, ¡está muerto!, lo encontré tirado al lado del cadáver de Saúl Larroux; aparentemente, y por la marca en el cuello, lo ahorcaron con una tanza.
Villamil se sentó de golpe. Su cara palideció… ¡Esto sí que se había complicado! Aunque ya estaba acostumbrado a estos casos, ahora se trataba de un amigo. Hacía 18 años que trabajaban juntos; un dolor muy fuerte le apretaba el pecho. Se aflojó la corbata, se reclinó para atrás en su asiento y con una voz que sonaba como de otro planeta dijo:
__ Esto no se queda así, aunque me vaya la vida en el intento voy a descubrir estos crímenes… lo juro…. ¡aunque me vaya la vida!
Villamil llamó al jefe de policía departamental y lo puso al tanto de lo sucedido. El comisario general Rainero le dijo que le mandaría a la Brigada Especial de Investigaciones con sede en Vera y jurisdicción en toda la provincia y que además irían dos de los mejores médicos forenses de la provincia.
El comisario agradeció sus atenciones, aunque ya sabía que cuando la víctima era uno de ellos todos los esfuerzos eran poco. Le informó todo inmediatamente al jefe de zona y éste también le ofreció mandar un grupo especializado en criminología.
Debido a la corta distancia, éstos fueron los primeros en llegar, traían al médico forense Dr. Gustavo Luis Mancini quien inmediatamente se fue a la morgue.
El Comisario le explicó a los familiares de Saúl que se seguiría dilatando la entrega del cadáver y los puso al tanto de lo sucedido. Luego llamó a Costa y ambos fueron al encuentro del Forense.
Habían encontrado el informe comenzado por Roque. No lo había podido terminar, pero la causa de la muerte era clara y concisa: envenenamiento.
Los estudios preliminares decían que el veneno utilizado era el cuaima (veneno de una serpiente muy venenosa de Venezuela); esto le produjo, al principio, fuertes dolores de estómago, luego una agnosio, considerada como una alteración patológica de la percepción que consiste en la incapacidad de identificar las sensaciones recibidas.
La vena basilica del brazo estaba destrozada debido a la gran inflamación producida por el veneno. Las conclusiones eran: muerte por envenenamiento, la caída de la escalera no fue el detonante. Ya estaba muerto cuando cayó.
Como no estaba terminado el informe, el forense propuso una nueva autopsia, cosa que es aceptada por toda la plana mayor. Ambas demorarían aproximadamente tres horas; luego de ello, posiblemente, el panorama estaría más claro.
Empezarían con la de Saúl y luego harían la del doctor.
La autopsia de Saúl no presentó variable alguna. El motivo fue la indigesta de cuaima, veneno muy fuerte que le destruyó todos los órganos, el hígado estaba pulverizado; el doctor Manzini nunca había visto nada parecido. Por supuesto que el paro cardiorrespiratorio era también una consecuencia del veneno. La hora de la muerte fue estipulada entre las tres y las cuatro de la mañana, tal como había dicho Roque.
En cuanto a la autopsia realizada al médico forense Roque Talbo, se dictaminó: muerte por extrangulamiento mecánico. Con los rayos ultravioleta, se detectaron marcas de dedos en el cuello y, sólo para disimular dejaron un trozo de tanza cerca del cadáver, pero ésta no provocó su muerte. Su tráquea estaba rota.
Aparentemente, el agresor no le dio mucho tiempo para defenderse. Sólo de abajo de una uña pudieron sacarse restos de tejido epitelial que, en esos momentos, estaban procesando ya para obtener el ADN y cotejarlo con la base de datos. La hora de la muerte fue fijada entre las 9.30 y las 10.30 horas.
El Comisario Villamil, junto con su ayudante Cuevas, fue al despacho principal con los informes médicos. En el trayecto ordenó a todos los detectives de la sección criminalística que fueran a su oficina, a una reunión que comenzaría en diez minutos.
Eran las seis de la tarde y ya estaban reunidos, impresionaba ver a todas esas mentes brillantes juntas. Todos tenían una copia del informe en la mano y un cuaderno de apuntes en la otra.
__Revisemos los detalles __dijo Villamil__ Mario, poné a todos al tanto de lo que observamos en la mansión.
__Se hizo un rastrillaje muy minucioso y todo estaba en su lugar. No había puertas ni ventanas forzadas, sólo dos ventanas del piso superior estaban abiertas, pero no había ningún rastro de que alguien hubiera subido por ahí. Cerca del cadáver pudimos juntar dos o tres cabellos que estaban en la alfombra. El laboratorio lo está investigando, pero pueden ser de cualquiera, hay que esperar. Si resolvemos quién mató a Saúl, éste nos llevará al asesino del doctor. Lo importante también es saber el móvil de este asesinato.
__Se agruparán de a dos __dijo el comisario__ y cada grupo investigará a los que estaban en la casa el día del asesinato. ¡Todo! Investigarán todo. Mañana a las 8 nos encontramos acá a desayunar y, mientras lo hacemos, leeremos los informes. Cada uno tiene en la mesa el cronograma de actividades y con quién trabajarán. ¡A trabajar! … ¡Nos vemos mañana!
Eran las 8 de la mañana del siguiente día cuando ya todos estaban sentados y degustando un rico y caliente café con leche; las medialunas desaparecieron como por arte de magia; tenían los rostros cansados; comentaban lo poco que habían dormido, sus voces eran suaves y bajas, con una cadencia muy especial, esa que sólo da las horas de insomnio o de mucho trabajo…. o de ambas cosas.
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