De la sinceridad...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

Una persona sincera es aquella que se expresa y actúa tal como piensa o siente, de ahí que la sinceridad sea el equivalente de franqueza, la cualidad de ser sincero.

Debemos admitir, sin embargo, que no siempre esta cualidad del ser humano es tomada, recibida, entendida, comprendida, explicada o justificada, en su caso.

Es cierto que podemos ver los grados que su ejercicio implica, toda vez que no nos manejamos en términos de lo absoluto, y además de ello no siempre el ser sincero, en términos de lo definido, nos lleva a una conducta necesariamente valiosa, es decir, hay personas cuya sinceridad es tan obvia, tan clara, que si lo expresado no es positivo, en términos de todo su significado, y se usa para molestar, zaherir, destruir, dañar o perjudicar, entonces el actuar como se piensa y como se siente, se convierte en una agresión que produce malestar, dolor, cuita o agobio, lo cual deja de ser una actitud positiva o valiosa, al margen de la sinceridad con que se actúe.

Estas reflexiones nacen como consecuencia de las fechas que en esta temporada del año se celebran y que al margen del impacto brutal que causa su comercialización, tiene un dejo de pretender lograr la armonía, la paz, la tranquilidad, el bienestar, vamos la felicidad de nuestros semejantes, de nuestros hermanos.

Esta noche se celebra, por ejemplo, la Noche Buena, en virtud de la cual el mundo cristiano se afana por llevar sentimientos de amor y de buenaventura para sí y para sus seres más queridos, sean familiares o amigos.

Y es aquí que si la intención de lograrlo es sincera, entonces se convierte en algo positivo y bienvenido, en aquello verdaderamente enriquecedor.

Es de recordar, sin embargo que antaño, tal vez porque la vida no era tan competitiva o tan ardua sí era mas gratificante, quizá porque éramos menos, el caso es que la gente parecía mas sincera y procuraba transmitir estos sentimientos con total o relativa sinceridad. Hogaño y esto es muy impactante, la gente ya no manifiesta estos sentimientos, ni siquiera como parte del trato social, se ha vuelto hosca, desilusionada, escéptica y ha ido perdiendo la espontaneidad para expresar este tipo de sentimientos y quizá sea auténtica, pero ello sería una actitud poco o nada valiosa que evidencia la pobreza espiritual y afectiva de nuestros congéneres.

Antaño se prodigaba el envío de tarjetas navideñas deseando siempre lo mejor, pero esa costumbre ya desapareció y solo quedan resabios que ahora han substituido, por la economía y por la tecnología, vía la internet y solo para el que tiene un ordenador.

Hogaño ni siquiera en estos días tan próximos a los eventos citados se aprecia esa actitud solidaria y de buena ventura en los encuentros ocasionales con los demás. La gente está agobiada, está triste, está muy golpeada por la crisis que nos afecta a todos, y le cuesta trabajo manifestar deseos y sentimientos que no le nacen y que no se ve la intención de cultivarlos.

Eso es grave y más todavía cuando no se sinceran consigo mismos, en un acto de verdadera conciencia y no se percatan que esa actitud negativa les arruina la existencia no solo a ellos sino a todas las personas que les rodean.

En nuestra opinión es tarea de los padres, de los educadores, de los ministros de cultos religiosos, cualquiera que sea la religión que se adopte, el enseñar y específicamente con el ejemplo, que los valores humanos, al menos en la escala axiológica de occidente, se inculquen a todo el mundo, en especial a los menores, quienes están todavía en la posibilidad de no contaminarse con algunas características del pesimismo o de lo negativo.

Hogaño existe una gran corriente de pensamiento, a partir de los adelantos en la química y en la física quánticas que nos permiten encontrar la génesis de los pensamientos y sentimientos y, además, están en boga múltiples doctrinas que nos hablan de la atracción en el sentido de que si se piensa positivo, se atrae positivo y si se piensa negativo, esto se atrae. También existe un curso llamado de “Milagros” el cual, llevado por quienes realmente saben de esto, están logrando verdaderas transformaciones positivas, sin perjuicio de otras corrientes cuyo denominador común es el pensar, y crear o inducir actitudes positivas en el género humano, partiendo de la idea de la hermandad universal y generando y propalando, actitudes positivas, de amor y de perdón, pero no de dientes para afuera, sino como consecuencia de una verdadera y auténtica convicción y sinceridad.

Por ello les deseo que se puedan prodigar y acepten recibir estos efluvios sinceros de positividad y hermandad merced al amor y el perdón. O usted, sincero lector, ¿qué opina?

2 Comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante su opinión, como siempre

Le envío un saludos a usted y a todos los lectores del blog.


Miguel Garay.

zaid dijo...

Es muy interesante lo que nos ha brindado a traves de su escritura. Es educativo y profundo como todo lo que usted escribe.
Felicitaciones por ello.
Zaidena



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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