Del reivindicar...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


No ignoramos que reivindicar significa reclamar, exigir o defender alguien aquello a que tiene derecho en la acepción que pretendemos darle en este espacio.

Hemos estado inmersos, todos estos últimos tiempos, en las efemérides patrias, en donde hemos sido testigos de promesas incumplidas (similares a las de los candidatos a puestos de elección popular que ofrecen el oro y el moro, pero no dicen cómo lo pretenden lograr), de eventos superfluos, pasajeros, u obras de relumbrón, sólo para tratar de acreditar que se hizo algo para las celebraciones correspondientes.

Nos tocó ver desfiles militares en donde se mostró el gran poderío de nuestras fuerzas armadas, su orden, disciplina, marcialidad tales que se despierta el orgullo y la solidaridad por ellas, de tal suerte que a nadie se le podría ocurrir atentar en su contra. Sin embargo la triste realidad es que sí hay quien se ha atrevido y esa es la delincuencia organizada, la cual tiene siempre la ventaja de actuar basándose en el factor sorpresa, en el día, en la hora y en el lugar que quieren y escogen, dándose de inmediato a la fuga, haciéndose perdedizos para las fuerzas del orden.

Claro que también sabemos que esto se ira minimizando en la medida en que las policías desarrollen, a plenitud, con eficiencia y eficacia, las labores de inteligencia, menester para este tipo de casos.

Se han elaborado, también, sesudos trabajos de investigación, televisados, escritos o simplemente narrados acerca de ambos movimientos, el de la Independencia y el de la Revolución, desde luego que algunos con su carga mal intencionada de tratar de desprestigiar a los héroes patrios, con la peregrina tesis de acentuar su característica humana, sin que ello mengüe un ápice sus actos de heroicidad, entrega y/o patriotismo, así como se ha pretendido, infructuosamente, ensalzar a las figuras que se opusieron a los caminos de libertad, pero que ayudaron o participaron con las fuerzas conservadoras y retardatarias en contra de las huestes patrias.

Sin embargo, a pesar de que es un hecho incontrovertible que no se ha consumado del todo el caudal de propósitos que animó a quienes lucharon en ambos movimientos y quienes ofrendaron su vida por esas causas, seguimos con una deuda con nuestras etnias indígenas, la gran mayoría inmersos en la miseria, en la ignorancia, en la desnutrición crónica, en el analfabetismo, carentes de posibilidades para reivindicar las actividades agropecuarias, viéndose obligados a la emigración, como hemos ya comentado, sin tierras por las retardatarias reformas constitucionales que terminó prácticamente con el ejido, dejando totalmente desprotegidos a los trabajadores del campo, de quienes en este espacio comentamos porque recordando bien, un día como el próximo domingo 28 pero de 1911, Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur, revolucionario idealista proclamó el Plan de Ayala, quien en este Plan reivindicaba los derechos de los campesinos, acreditados en pergaminos y amates que databan desde tiempos inmemoriales al mismo tiempo que desconocía a Don Francisco Indalecio Madero, el Apóstol de la Democracia, como presidente y afirmaba que el “ Apóstol” había defraudado a la Revolución, ello porque Madero, al triunfo de su causa y con el advenimiento al poder, no tomó en cuenta las reivindicaciones exigidas por los zapatistas y que fueron las causa por las que lucharon en contra del régimen porfiriano, y ello en virtud de que el mismo Madero era miembro de una familia acaudalada, de hacendados, de terratenientes, que no tenían en cuestión el reparto de tierras y su reivindicación por sus legítimos dueños.

Recordemos que la Revolución se hizo sin una ideología específica, ni unitaria y sin el consenso de quienes la propalaron. Sí existió el pensamiento anarco- sindicalista de los Flores Magón, del cual participó Don Antonio Díaz Soto y Gama, el ideólogo de Zapata, pero la participación de los demás protagonistas se debió, en términos generales, a condiciones meramente circunstanciales y estrictamente personales, de ahí que al recordar esta fecha y el objeto de la misma, nos obliga a la reflexión sobre la deuda histórica que como país tenemos con esta parte de nuestra población que sigue luchando por la reivindicación de sus derechos, en todo el país y por eso reconocemos un atraso en la impartición de justicia la cual les corresponde. Nuestro pueblo se la sigue debiendo. O usted, justiciero lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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