Por Rodrigo Juárez Ortiz
Ya sabemos que la preocupación es la idea o el pensamiento que preocupa y el preocupar no es otra cosa que ocupar predominante e insistentemente el pensamiento alguna cosa que causa inquietud.
El ser humano no está exento de la preocupación, habida cuenta que las múltiples actividades que desarrolla implica ciertos grados de dificultad el superarlas, si fueran obstáculos, o esfuerzo y capacidad en tratándose de logros en los objetivos propuestos, pero en todos los casos siempre el caminar hacia adelante, en la lucha perenne, constante y dirigida hacia el logro de los valores que nos dan sustento como seres humanos, proviene de una estructura emocional, mental y afectiva muy bien cimentada y desarrollada que, lamentablemente no siempre se tiene en mayor o menor medida, por la deficiencia adquirida por la falta de múltiples elementos en nuestra formación.
Sin embargo, cuando se nos forma en la proposición de la responsabilidad, del respeto hacia las personas mayores o con capacidades diferentes, del desprendimiento a favor de las personas que nos necesitan, de la conciencia y solidaridad sociales, del cumplimiento de nuestras obligaciones morales, éticas, jurídicas y sociales, del respaldo con hechos para cumplir con la palabra dada y en el ejercicio de unas de las grandes virtudes del ser humano que son la dignidad y el honor, entonces no estamos exentos de sentir, de vivir intensamente la preocupación.
Esa inquietud que nos pone a tratar y a solucionar los problemas que nos aquejan, que no nos deja conciliar el sueño hasta que encontramos la solución lo cual nos permite actuar en consecuencia.
El momento actual se nos está presentando de una manera que implica varios grados de dificultad, en todos los órdenes de nuestra existencia como humanos y especialmente como mexicanos.
En efecto, si observamos con detenimiento todos los eventos ante los cuales como pueblo estamos reaccionando resultan, grosso modo, de una desmesurada talla, tal es el caso del llamado gasolinazo, el que a pesar de las explicaciones tardías del gobierno federal, no convence a nadie de los destinatarios de esos aumentos en el costo de los combustibles lo cual, obviamente, repercutirán en los sufridos consumidores, toda vez que los empresarios no los van a absorber y los van a derivar hacia aquéllos; es evidente que esto necesariamente traerá consecuencias en el costo de los servicios y bienes básicos que aumentarán en la medida que los transportistas aumenten sus costos de traslado, a pesar de los pactos que se tengan con los comerciantes, quienes ya pusieron condiciones para firmar este acuerdo, entre otros la reducción del presupuesto para varias secretarías de estado, el INE y otras canonjías de los servidores públicos.
No menos importante y creo que es de previo y especial pronunciamiento la violencia galopante que padecemos, según reportan los medios, a pesar de las declaraciones en ellos de los tres órdenes de gobierno en el sentido de entrar en una disminución de los delitos dolosos. La verdad es que si vemos que en el año de 2010 fueron detectadas 9,384 pandillas en 28 de nuestras 31 entidades federativas, y en cuanto a Guerrero las bandas juveniles ( ojo) se diseminan por todo Acapulco, especialmente en su zona conurbada como Ciudad Renacimiento, La Zapata y Coloso; copiando a las pandillas gringas, repartiéndose el territorio y defendiéndolo a sangre y fuego, marcando su territorio con pintas que se van sobreponiendo unas a otras en demostración de supremacía, dándose en 2017 la participación delincuencial en Chilpancingo, Acapulco y Tierra Colorada, nos dice la nota.
Aunado a todo esto que ya es muy preocupante, la falta de oportunidades para nuestros jóvenes se hace muy patente, sin embargo hay que reconocer que los deficientes sistemas de “enseñanza” que padecemos en el país, hace que su preparación sea muy precaria y no cumple los requerimientos de nuestra planta de servicios técnicos ni profesionales, salvo las excepciones de siempre.
Bajos salarios (a pesar del simbólico aumento), violencia galopante, desempleo, falta de oportunidades ( algunos las salvan con el comercio informal), así como capacitación técnica y profesional con muy bajos rendimientos, (con las excepciones de excelentes operarios, técnicos y profesionistas de muy alto nivel y que ya también están emigrando, la mayoría a EUA),los altos grados de corrupción que invaden al país y su consabida impunidad y como cerecita del pastel el advenimiento del nuevo presidente racista y xenófobo de los EUA, son algunos de los motivos muy serios de nuestra preocupación. Pero todo ello lo podemos resolver en la unidad consciente y responsable de nuestro pueblo que ha demostrado en situaciones anteriores que sí se puede. O usted, optimista lector, ¿qué opina?
Ya sabemos que la preocupación es la idea o el pensamiento que preocupa y el preocupar no es otra cosa que ocupar predominante e insistentemente el pensamiento alguna cosa que causa inquietud.
El ser humano no está exento de la preocupación, habida cuenta que las múltiples actividades que desarrolla implica ciertos grados de dificultad el superarlas, si fueran obstáculos, o esfuerzo y capacidad en tratándose de logros en los objetivos propuestos, pero en todos los casos siempre el caminar hacia adelante, en la lucha perenne, constante y dirigida hacia el logro de los valores que nos dan sustento como seres humanos, proviene de una estructura emocional, mental y afectiva muy bien cimentada y desarrollada que, lamentablemente no siempre se tiene en mayor o menor medida, por la deficiencia adquirida por la falta de múltiples elementos en nuestra formación.
Sin embargo, cuando se nos forma en la proposición de la responsabilidad, del respeto hacia las personas mayores o con capacidades diferentes, del desprendimiento a favor de las personas que nos necesitan, de la conciencia y solidaridad sociales, del cumplimiento de nuestras obligaciones morales, éticas, jurídicas y sociales, del respaldo con hechos para cumplir con la palabra dada y en el ejercicio de unas de las grandes virtudes del ser humano que son la dignidad y el honor, entonces no estamos exentos de sentir, de vivir intensamente la preocupación.
Esa inquietud que nos pone a tratar y a solucionar los problemas que nos aquejan, que no nos deja conciliar el sueño hasta que encontramos la solución lo cual nos permite actuar en consecuencia.
El momento actual se nos está presentando de una manera que implica varios grados de dificultad, en todos los órdenes de nuestra existencia como humanos y especialmente como mexicanos.
En efecto, si observamos con detenimiento todos los eventos ante los cuales como pueblo estamos reaccionando resultan, grosso modo, de una desmesurada talla, tal es el caso del llamado gasolinazo, el que a pesar de las explicaciones tardías del gobierno federal, no convence a nadie de los destinatarios de esos aumentos en el costo de los combustibles lo cual, obviamente, repercutirán en los sufridos consumidores, toda vez que los empresarios no los van a absorber y los van a derivar hacia aquéllos; es evidente que esto necesariamente traerá consecuencias en el costo de los servicios y bienes básicos que aumentarán en la medida que los transportistas aumenten sus costos de traslado, a pesar de los pactos que se tengan con los comerciantes, quienes ya pusieron condiciones para firmar este acuerdo, entre otros la reducción del presupuesto para varias secretarías de estado, el INE y otras canonjías de los servidores públicos.
No menos importante y creo que es de previo y especial pronunciamiento la violencia galopante que padecemos, según reportan los medios, a pesar de las declaraciones en ellos de los tres órdenes de gobierno en el sentido de entrar en una disminución de los delitos dolosos. La verdad es que si vemos que en el año de 2010 fueron detectadas 9,384 pandillas en 28 de nuestras 31 entidades federativas, y en cuanto a Guerrero las bandas juveniles ( ojo) se diseminan por todo Acapulco, especialmente en su zona conurbada como Ciudad Renacimiento, La Zapata y Coloso; copiando a las pandillas gringas, repartiéndose el territorio y defendiéndolo a sangre y fuego, marcando su territorio con pintas que se van sobreponiendo unas a otras en demostración de supremacía, dándose en 2017 la participación delincuencial en Chilpancingo, Acapulco y Tierra Colorada, nos dice la nota.
Aunado a todo esto que ya es muy preocupante, la falta de oportunidades para nuestros jóvenes se hace muy patente, sin embargo hay que reconocer que los deficientes sistemas de “enseñanza” que padecemos en el país, hace que su preparación sea muy precaria y no cumple los requerimientos de nuestra planta de servicios técnicos ni profesionales, salvo las excepciones de siempre.
Bajos salarios (a pesar del simbólico aumento), violencia galopante, desempleo, falta de oportunidades ( algunos las salvan con el comercio informal), así como capacitación técnica y profesional con muy bajos rendimientos, (con las excepciones de excelentes operarios, técnicos y profesionistas de muy alto nivel y que ya también están emigrando, la mayoría a EUA),los altos grados de corrupción que invaden al país y su consabida impunidad y como cerecita del pastel el advenimiento del nuevo presidente racista y xenófobo de los EUA, son algunos de los motivos muy serios de nuestra preocupación. Pero todo ello lo podemos resolver en la unidad consciente y responsable de nuestro pueblo que ha demostrado en situaciones anteriores que sí se puede. O usted, optimista lector, ¿qué opina?
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