Por Zaidena
No entendía nada: ¿qué hacía Samuel ahí?, ¿quién le dio la dirección?
Pensaba todo esto mientras apretaba el portero eléctrico para darle paso. Automáticamente, se acomodó el cabello y corrió a la pieza a cambiarse los zapatos, todo lo hizo en un segundo. Cuando Samuel golpeó en su puerta estaba lista y agitada por el rally recorrido.
__ ¡Hola!, ¿llego en mal momento?
__ No, sólo que no sé por qué viniste, ¡sabés que necesito descansar, tuvimos un día terrible y mañana será peor!
__ Lu, sólo pasé a charlar un ratito, no hemos hablado lo suficiente y creo que nos debemos una charla más profunda, ¿o vos no pensás lo mismo?
__ Estás equivocado, ¡no nos debemos nada!, y te vuelvo a decir que por favor no me digas Lu.
__ No tuve tiempo de decirte lo hermosa que estás esta noche, no te lo había dicho, ¿verdad?
__ No, no me lo dijiste, ¡gracias!
Y sin siquiera quererlo o pensarlo, se escuchó diciéndole:
__ ¿Querés tomar algo?
__ ¡Claro!, es una muy buena idea… acepto.
Luisa tenía que admitir que le había gustado que le dijera que estaba hermosa. Un hombre como él podía darse el lujo de estar con quien quisiera y en lugar de eso vino a verla a ella.
Pensaba esto cuando llegó con los dos tragos de whisky, puso uno sobre la mesita y cuando le dio el de él sus dedos se rozaron sin quererlo, ella notó la calidez de la piel de Samuel. Tuvo que asegurar el vaso con ambas manos para que no se le cayera, la situación duró un instante, pero ella notó cómo su corazón latía aceleradamente.
Samuel dio un paso hacia ella y sus cuerpos se juntaron. Sin decir palabra alguna la besó, la tomó tan de sorpresa que el olor del whisky le inundó su olfato. Él comenzó a acariciarle el cabello siguiendo hasta la nuca, le cortaba el aliento con ese beso profundo, fuerte. Ella no podía dejar de corresponder a ese beso tan generoso y cuidado.
Luisa parecía derretirse allí mismo y no pudo evitar un suspiro de satisfacción y un jadeo de placer.
Sintió los dedos de él en su espalda y notó cómo el beso se hacía cada vez más intenso, cómo él la iba saboreando mientras de a poco la apretaba más contra sí, sintiendo como cada vez se endurecía contra ella.
Ya no daba más, su mente apenas alcanzó a razonar que ahora vendría su entrega, el momento de placer más sublime, y de golpe, un mundo de recuerdos y malas sensaciones golpeó su mente, la hizo reaccionar.
Se apartó de él, respirando entrecortadamente. Sus manos, su cuerpo, su alma… todo le temblaba.
Era esto una complicación y un dolor que ella no podía permitirse más.
Samuel se sentó en el sillón y sólo atinó a decir:
__ ¿Por qué Lu?
__ ¿Por qué?... ¡Ya vos te olvidaste que hace dos años, en Buenos Aires, cuando trabajábamos juntos, cuando yo creía en tu amor, cuando creía que era todo aquello que me decías, te despediste después de una noche de amor con un …”hasta mañana”… y no volviste nunca más! No sólo eso. A los dos días me llegó un traslado interprovincial que ni siquiera había solicitado y me tuve que venir a Santa Fe, ¡vos tuviste algo que ver en eso!, ¡vos quisiste sacarme de tu lado!, ¿qué querés entonces ahora?, ¿repetir la despedida?, no Samuel, ya está, ya pasó, ya fue.
__ Si, tenés razón, pero el motivo por el cual me fui sin volver fue muy importante. Aún hoy no puedo decírtelo, veo que no estás preparada ni para oírlo ni para entenderlo… algún día lo sabrás y entenderás… sólo tendrías que creerme. Yo sigo amándote como el primer día… ¡Te lo juro!
__ ¡Basta! No hables más __dijo con los ojos humedecidos__ Ándate por favor, ándate y no vuelvas nunca más. Ya he agotado mi cuota de sufrimiento y, sinceramente, no quiero volver a sacar otro crédito. Seguiré trabajando con vos porque para eso has venido y no me queda otro remedio más que hacerlo, pero te pido por favor que “ni se te ocurra” volver a mi casa o a tratar de estar a solas conmigo porque, aunque me duela, te delataré por acoso a asuntos Internos.
Samuel la miró con una mirada tan intensa que la hizo parpadear. Cuando llegó a la puerta, se volvió y sólo le dijo:
__ Yo te amé y te amo como siempre… de eso no te olvides nunca.
Cerró la puerta y se fue.
Ella se sentó en el suelo contra la pared, flexionó sus piernas y las cerró con sus brazos, comenzó a llorar, primero suavemente, luego su llanto fue ganando en intensidad. ¡Sentía un dolor tan fuerte!, era como si una puntada le lacerara el pecho.
Después de mucho tiempo y así vestida, se tiró sobre su cama.
El amanecer la encontró vestida y con los ojos enrojecidos de tanto llorar. Eran las seis de la mañana cuando, molesta y enojada con ella misma, resolvió dejar de dar vueltas inútilmente en la cama y se levantó. Se duchó, desayunó y, faltando quince minutos para las siete, estaba entrando en la agencia.
Pese a haberse maquillado rigurosa y puntillosamente, un par de grandes lentes negros cubrían su cara. Fue directamente a su escritorio, estaba llegando cuando lo vio. Su corazón le dio un salto tan fuerte que sintió una sacudida en su interior.
Estaba sentado, impecablemente vestido, una humeante taza de café a su lado y muchos papeles con anotaciones desparramados sobre el escritorio.
Ella lo saludó tímidamente y él, mirándola de frente, le dijo con voz fuerte y segura:
__ Hola Luisa, buen día, revisemos estos detalles que estoy señalando, ¿querés?
Se le alborotó la sangre: “¡Gracias a Dios que anoche lo eché!, __pensó__ parece como si nada hubiera pasado, ¡hipócrita!”.
Pero sólo lo miró y, poniéndose a su misma altura, le dijo:
__ Si, si, dale, repasemos los detalles.
“¡Y yo después me ilusiono con esta mujer! __pensó Samuel__ ¡Una heladera es más cálida que ella!”.
Al rato llegó Mario. Los tres se enfrascaron en el expediente y en los apuntes.
Eran cerca de las 23 hrs. cuando sonó su celular. Instintivamente, Luisa apuró el paso: ¡Por favor que no sea trabajo!, pensó. Cuando atendió escuchó que, desde el otro lado una voz gruesa y cadenciosa (que reconoció inmediatamente), le decía:
__ Estoy en el hall de entrada…. ¿me abrís?No entendía nada: ¿qué hacía Samuel ahí?, ¿quién le dio la dirección?
Pensaba todo esto mientras apretaba el portero eléctrico para darle paso. Automáticamente, se acomodó el cabello y corrió a la pieza a cambiarse los zapatos, todo lo hizo en un segundo. Cuando Samuel golpeó en su puerta estaba lista y agitada por el rally recorrido.
__ ¡Hola!, ¿llego en mal momento?
__ No, sólo que no sé por qué viniste, ¡sabés que necesito descansar, tuvimos un día terrible y mañana será peor!
__ Lu, sólo pasé a charlar un ratito, no hemos hablado lo suficiente y creo que nos debemos una charla más profunda, ¿o vos no pensás lo mismo?
__ Estás equivocado, ¡no nos debemos nada!, y te vuelvo a decir que por favor no me digas Lu.
__ No tuve tiempo de decirte lo hermosa que estás esta noche, no te lo había dicho, ¿verdad?
__ No, no me lo dijiste, ¡gracias!
Y sin siquiera quererlo o pensarlo, se escuchó diciéndole:
__ ¿Querés tomar algo?
__ ¡Claro!, es una muy buena idea… acepto.
Luisa tenía que admitir que le había gustado que le dijera que estaba hermosa. Un hombre como él podía darse el lujo de estar con quien quisiera y en lugar de eso vino a verla a ella.
Pensaba esto cuando llegó con los dos tragos de whisky, puso uno sobre la mesita y cuando le dio el de él sus dedos se rozaron sin quererlo, ella notó la calidez de la piel de Samuel. Tuvo que asegurar el vaso con ambas manos para que no se le cayera, la situación duró un instante, pero ella notó cómo su corazón latía aceleradamente.
Samuel dio un paso hacia ella y sus cuerpos se juntaron. Sin decir palabra alguna la besó, la tomó tan de sorpresa que el olor del whisky le inundó su olfato. Él comenzó a acariciarle el cabello siguiendo hasta la nuca, le cortaba el aliento con ese beso profundo, fuerte. Ella no podía dejar de corresponder a ese beso tan generoso y cuidado.
Luisa parecía derretirse allí mismo y no pudo evitar un suspiro de satisfacción y un jadeo de placer.
Sintió los dedos de él en su espalda y notó cómo el beso se hacía cada vez más intenso, cómo él la iba saboreando mientras de a poco la apretaba más contra sí, sintiendo como cada vez se endurecía contra ella.
Ya no daba más, su mente apenas alcanzó a razonar que ahora vendría su entrega, el momento de placer más sublime, y de golpe, un mundo de recuerdos y malas sensaciones golpeó su mente, la hizo reaccionar.
Se apartó de él, respirando entrecortadamente. Sus manos, su cuerpo, su alma… todo le temblaba.
Era esto una complicación y un dolor que ella no podía permitirse más.
Samuel se sentó en el sillón y sólo atinó a decir:
__ ¿Por qué Lu?
__ ¿Por qué?... ¡Ya vos te olvidaste que hace dos años, en Buenos Aires, cuando trabajábamos juntos, cuando yo creía en tu amor, cuando creía que era todo aquello que me decías, te despediste después de una noche de amor con un …”hasta mañana”… y no volviste nunca más! No sólo eso. A los dos días me llegó un traslado interprovincial que ni siquiera había solicitado y me tuve que venir a Santa Fe, ¡vos tuviste algo que ver en eso!, ¡vos quisiste sacarme de tu lado!, ¿qué querés entonces ahora?, ¿repetir la despedida?, no Samuel, ya está, ya pasó, ya fue.
__ Si, tenés razón, pero el motivo por el cual me fui sin volver fue muy importante. Aún hoy no puedo decírtelo, veo que no estás preparada ni para oírlo ni para entenderlo… algún día lo sabrás y entenderás… sólo tendrías que creerme. Yo sigo amándote como el primer día… ¡Te lo juro!
__ ¡Basta! No hables más __dijo con los ojos humedecidos__ Ándate por favor, ándate y no vuelvas nunca más. Ya he agotado mi cuota de sufrimiento y, sinceramente, no quiero volver a sacar otro crédito. Seguiré trabajando con vos porque para eso has venido y no me queda otro remedio más que hacerlo, pero te pido por favor que “ni se te ocurra” volver a mi casa o a tratar de estar a solas conmigo porque, aunque me duela, te delataré por acoso a asuntos Internos.
Samuel la miró con una mirada tan intensa que la hizo parpadear. Cuando llegó a la puerta, se volvió y sólo le dijo:
__ Yo te amé y te amo como siempre… de eso no te olvides nunca.
Cerró la puerta y se fue.
Ella se sentó en el suelo contra la pared, flexionó sus piernas y las cerró con sus brazos, comenzó a llorar, primero suavemente, luego su llanto fue ganando en intensidad. ¡Sentía un dolor tan fuerte!, era como si una puntada le lacerara el pecho.
Después de mucho tiempo y así vestida, se tiró sobre su cama.
El amanecer la encontró vestida y con los ojos enrojecidos de tanto llorar. Eran las seis de la mañana cuando, molesta y enojada con ella misma, resolvió dejar de dar vueltas inútilmente en la cama y se levantó. Se duchó, desayunó y, faltando quince minutos para las siete, estaba entrando en la agencia.
Pese a haberse maquillado rigurosa y puntillosamente, un par de grandes lentes negros cubrían su cara. Fue directamente a su escritorio, estaba llegando cuando lo vio. Su corazón le dio un salto tan fuerte que sintió una sacudida en su interior.
Estaba sentado, impecablemente vestido, una humeante taza de café a su lado y muchos papeles con anotaciones desparramados sobre el escritorio.
Ella lo saludó tímidamente y él, mirándola de frente, le dijo con voz fuerte y segura:
__ Hola Luisa, buen día, revisemos estos detalles que estoy señalando, ¿querés?
Se le alborotó la sangre: “¡Gracias a Dios que anoche lo eché!, __pensó__ parece como si nada hubiera pasado, ¡hipócrita!”.
Pero sólo lo miró y, poniéndose a su misma altura, le dijo:
__ Si, si, dale, repasemos los detalles.
“¡Y yo después me ilusiono con esta mujer! __pensó Samuel__ ¡Una heladera es más cálida que ella!”.
Al rato llegó Mario. Los tres se enfrascaron en el expediente y en los apuntes.
3 Comentarios:
Hola Zaid!!
Que lindo capítulo che.. cargado de una completa pasión amorosa de un pasado y un presente..
Aunque debo decir que no se habla nada acerca de Federico Aumé y todo aquel gran misterio..
En mi humilde opinión creo que esta historia amorsa deberías incluirla en paralelo como venías haciendo, porque (te repito, es mi humilde opinión) esto hace que uno se pierda en el hilo principal de la historia.. o bien que uno se pregunte.. cual es este hilo en realidad? la muerte de Federico Aumé o el amor perdido y oculto de Luisa?
O por que no..
Tendrá relación alguna esta situación pasional y amorosa con el caso que estan investigando? Pues creo que si le centras mucha información en aquel amor, bien podría pensarse que Samuel tuviera algo que ver con el asesinato de Federico Aumé..
Por ejemplo, el lo podría haber matado a Aumé para encontrarse con ella en ese caso y luego tratar de seducirla como lo había hecho antes..
Aun asi, creo deducir que el final más bien apunta a un final feliz en el que Luisa acepte la verdad de Samuel ya resuelto el caso, dando al lector las ultimas y apasionadas letras que le recordarán todo tu libro
Muy buen capitulo! =)
Cariños Zaid
Guillermo E.Tibaldo
Zaid: ya veo que tu comentarista más frecuente es también tu crítico más acérrimo :D
Guillermo: ¡Me encanta el análisis crítico que haces con los textos de Zaid o cualquier otro! Felicidades. En lo personal, espero que el final de Sin códigos sea la oportunidad para que Zaid pueda integrar cada uno de los elementos que menciona capítulo tras capítulo, que Samuel haya asesinado a Federico Aumé para tener un pretexto para regresar con Luisa se me hace un poquito exagerado y, por otra parte, sería un poco repetitivo si lo comparamos con lo que ocurrió en Las dos ramas del árbol, pero esperemos a ver qué nos tiene deparado Zaid (con quien me disculpo por unirme a ti en esta labor de comentar sus escritos :$). Ojalá que, y esta es mi opinión personalisísima, haya también ocasión para la tragedia en el desenlace de esta historia, es decir, las cosas no siempre tienen que salir bien, ¿no?, reconocer los dos aspectos en nuestra vida y en la literatura es lo que nos hace vernos todavía más humanos.
¡Saludos a todos!
Jejeje
Si tienes razón Fernando., quizás sea algo exagerado.. sinceramente yo tampoco veo que haya una posibilidad de considerar que todo se trate de un crimen pasional..
Solo lo mencioné por la forma en la que están descritas las cosas.. evidentemente que de a poco se desenvuelve una historia de amor y de misterio que nadie que la haya empezado a leer podría dejarla..!
jeje
Un abrazo y muy buena suerte
carrrrriños Zaid
Guillermo E. Tibaldo
Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.
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