Por el Ing. Sergio Amaya S.
Llegó como brisa, con paso silente,
Su gracia matiza y ocupa mi mente.
Las aves le cantan con bulla insolente,
Y yo lo disfruto de forma indolente.
Después fue más franca su grata presencia,
Mil aromas tiene, mi atención arranca.
Las flores revientan con suaves aromas,
El corazón grita, lleno de su esencia.
Otra vez vuela cual grácil gaviota,
Su presencia etérea mi alma consuela.
Vivo días felices, de dicha absoluta,
Pienso que es eterno, sin embargo, vuela.
Y luego, de pronto, con rudo clamor,
Se va de mi vida ese dulce amor.
El sol no calienta, las nubes lo ocultan,
Mi alma que sangra de tanto dolor.
Ahora vago triste sin rumbo encontrar,
Como viento helado que mi alma reviste.
Veo flores marchitas, muertas sin brotar,
Las aves no cantan, parecen llorar.
Por qué, me pregunto, ¿el amor subsiste?
Si al final nos deja solos en el mundo,
Vagando entre vientos de helado soplar.
El alma no muere, el cuerpo resiste.
Cuan frágil, entiendo, que es el amor,
Como leve flama de suave fulgor;
Una leve brisa, y su llama se extingue,
Necesita siempre un vivo calor.
Busquemos entonces el amor perenne,
No por ser distinto, distinto será,
Pero es mas maduro, no perecerá;
Dale tu confianza, dale tu calor,
Ya verás entonces que el amor retiene.
Pasados los días de aquel desencanto,
Vuelve a revivirnos un alegre canto.
El sol brilla alto con su tibio manto,
Ya vuelve el Amor que he esperado tanto.
Su gracia matiza y ocupa mi mente.
Las aves le cantan con bulla insolente,
Y yo lo disfruto de forma indolente.
Después fue más franca su grata presencia,
Mil aromas tiene, mi atención arranca.
Las flores revientan con suaves aromas,
El corazón grita, lleno de su esencia.
Otra vez vuela cual grácil gaviota,
Su presencia etérea mi alma consuela.
Vivo días felices, de dicha absoluta,
Pienso que es eterno, sin embargo, vuela.
Y luego, de pronto, con rudo clamor,
Se va de mi vida ese dulce amor.
El sol no calienta, las nubes lo ocultan,
Mi alma que sangra de tanto dolor.
Ahora vago triste sin rumbo encontrar,
Como viento helado que mi alma reviste.
Veo flores marchitas, muertas sin brotar,
Las aves no cantan, parecen llorar.
Por qué, me pregunto, ¿el amor subsiste?
Si al final nos deja solos en el mundo,
Vagando entre vientos de helado soplar.
El alma no muere, el cuerpo resiste.
Cuan frágil, entiendo, que es el amor,
Como leve flama de suave fulgor;
Una leve brisa, y su llama se extingue,
Necesita siempre un vivo calor.
Busquemos entonces el amor perenne,
No por ser distinto, distinto será,
Pero es mas maduro, no perecerá;
Dale tu confianza, dale tu calor,
Ya verás entonces que el amor retiene.
Pasados los días de aquel desencanto,
Vuelve a revivirnos un alegre canto.
El sol brilla alto con su tibio manto,
Ya vuelve el Amor que he esperado tanto.
Mayo, 2007 - Acapulco, Guerrero, México.
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