Cómo Meditar

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Por el Lic. Francisco Reyes Baños
Consultor en Desarrollo Transpersonal

APUNTES PRIMER NIVEL DE DESARROLLO TRANSPERSONAL



"En el fondo del mar hay un tesoro…quien quiera seguridad que se quede en la playa."
RUMI


I. ¿Que es la meditación?

¿Quién no ha escuchado hablar de la meditación? Ciertamente se ha introducido en el vocabulario del hombre del siglo XXI que busca las bondades del “mundo alternativo”; en ese sentido, se ha vuelto habitual un glosario de términos tales como: “light”, “bioenergético”, “antioxidantes”, “antiestrés”, y un largo etcétera de palabras, productos y temas, todos ellos encaminados a ofrecernos de una u otra forma, un mejor nivel de vida en lo físico, mental o espiritual. Sin duda en un mundo donde actores y cantantes han puesto de moda la “espiritualidad” y lo “oriental”, no era de extrañar la creciente popularidad de la meditación como un medio natural para re-encontrarse con uno mismo.

Pero si queremos acceder a un plano más serio de comprensión vale la pena preguntarse, ¿qué es la meditación?, ¿cómo podemos definir un método concreto dirigido a alcanzar resultados abstractos?, ¿qué define a la meditación como tal?, ¿tiene acaso alguna utilidad práctica para el hombre del siglo XXI?

Tratando de encontrar respuestas efectivas a estas preguntas empecemos por establecer qué entendemos por meditación. Para ello, revisemos la siguiente definición:

“Meditar es como volver a casa. Meditamos para encontrar, para recuperar, para retornar a algo que alguna vez vaga e inconscientemente poseímos, pero que hemos perdido y no sabemos ya ni qué era ni cuándo o dónde lo perdimos... ( LeShan,1991,p. 9)”

Efectivamente, meditar es volver al hogar de la esencia, ya que el ser humano no es lo que de él vemos, en realidad es eso y más, mucho más. Dice el sabio axioma: “Polvo eres y al polvo regresaras...” y ciertamente, el cosmos mismo fue al principio no más que un gigantesco cúmulo de polvo estelar que con el paso del tiempo dio lugar a todo el universo conocido; así también, el hombre tiene su origen en el “polvo” simbólico al que ha de regresar algún día, este polvo no es más que la alegoría de nuestra conexión con la causa primera de la existencia, que al manifestarse de manera material da como resultado al hombre de carne y hueso: palpable y objetivo, pero cuyo fin es retornar a esa energía primera que le dio origen.

Esto significa meditar: la posibilidad concreta de retornar a la esencia (al principio); de recordar nuestra esencia y vivirla plenamente; de reconocer en nosotros mismos la presencia material e inmaterial del ser humano; de saber que en nuestro interior hay una conexión, olvidada pero presente, que nos une con la energía primordial que dio origen a todo lo que existe, visible o invisible; en otras palabras, meditar es voltear la mirada interior hacía el infinito y recordar nuestro origen divino; en fin, meditar es volver a casa.

Afortunadamente, contamos con los medios necesarios para tan complejo ideal. Con la meditación, en realidad, lo único que realizaremos es vernos a nosotros mismos con la desnudes total de la verdad. A través de ella alcanzaremos una visión de nuestra parte esencial libre de cualquier aditamento; sin embargo, llegar a ese punto es difícil después de haber almacenado tanta información errónea acerca de nosotros mismos (inducidos por la educación familiar, la influencia de la sociedad, la ciencia, los medios, la moda, el “deber ser”). Alcanzar a ver nuestra Realidad es como desgajar una cebolla, quitar capa tras capa de nuestras falsas “realidades” hasta llegar al centro, libre de toda falsedad, una visión de sí mismo libre y transparente. Llegar a la esencia es vernos a nosotros mismos libres del disfraz en que escondemos nuestra verdad.

En este sentido, nuestra estructura sensorial, emocional e intelectual son las herramientas necesarias para iniciar el trabajo meditativo. Bajo tales consideraciones resulta lógico suponer que no existe un programa “único” o “universal” para adentrarse al mundo de la meditación. En todo caso, existirá un programa ideal relacionado íntimamente con el desarrollo intelectual, emocional, sensorial y el resultado de la interrelación de esos sistemas en cada individuo.

Pero en todo caso, queda aún la pregunta inicial: si meditar es volver a casa, entonces ¿a cuál casa nos estamos refiriendo?; aunque la respuesta es difícil de explicar, podemos iniciar señalando que la casa es nuestra propio SER, pleno de serenidad y verdad, en donde no hay necesidad de defendernos porque hay autoaceptación, donde no hay miedo porque hay total serenidad, donde no hay prisa porque la sustancia es atemporal, donde no hay prejuicios porque nos unificamos en un ser consciente de sí mismo. En fin, meditar es llegar a ese remanso de agua clara y serena en donde se ha logrado aquietar el murmullo mental y se entra en una intimidad plena con uno mismo. Meditar, es por eso, regresar a casa, a nuestra casa original.

Meditar es alcanzar una disciplina mental de contemplación y serenidad en donde la mente se enfoca en un solo punto, dejando con ello dejar pasar todo el lastre de la vida cotidiana. Estos oasis de plenitud en el ser humano de nuestros días parecen inalcanzables, y si una metodología de autodescubrimiento es capaz de ofrecernos tal prodigo, me parece que bien valdría cualquier esfuerzo por dedicarle, seriamente, la atención debida.

II. Cómo se siente la meditacion

Santa Teresa de Ávila describía en una ocasión la mente humana como un "caballo sin domar que irá a cualquier lugar excepto allí donde queremos que vaya". También en la lejana India encontramos una versión similar de tal analogía en el Bhagavad-Gita, largo poema escrito entre los siglos V y II A. C. y que dedica especial atención a la meditación y al misticismo:

El viento desvía el barco
de su rumbo sobre las aguas.
Los vientos erráticos de los sentidos
llevan al hombre a la deriva
y desvían de su rumbo a su mejor capacidad de juicio.
Cuando un hombre es capaz de aquietar sus sentidos
se le puede considerar iluminado.

Hasta aquí podemos encontrar franca oposición a la creencia popular de que la meditación despertará místicos secretos y poderes ocultos de la mente. Nada más ajeno a la verdad. Y quizá ésta sea una de las mayores decepciones de buena parte de aquellos que sienten un legitimo deseo de meditar y es que cualquier programa de meditación busca, justamente, lo contrario: no resultara en cerrar los ojos y ver grandes luminiscencias de tonalidades verdes y azules, ni aparecerá una música divinal de trompetas y violines, ni se generarán grandes visiones de mundos desconocidos y profecías apocalípticas, ni aparecerán explosiones gigantescas como preludio a la ascensión de Kundalini…no, nada de eso. Al contrario, la disciplina de la concentración de la mente hacía un solo objetivo, alejándola de cualquier pensamiento ajeno a esa disciplina, busca como primer objetivo aquietar la mente, y con ello, proporcionar elevados estados de consciencia que otorguen en principio serenidad, más adelante, si el esfuerzo es sostenido, la reestructuración psíquica, otorgando al meditante una conexión profunda e intima con su ser. Dicen los científicos e investigadores, así como los místicos de todos los tiempos, que el nivel más alto en el desarrollo de la meditación proporciona paz y plenitud consigo mismo y con todo lo que nos rodea. ¿No es acaso esta experiencia gozosa un triunfo superior a cualquier alucinación plagada de efectos especiales?, ¿no es éste un alcance mayor en el plano de la salud mental?

Diversos autores del desarrollo humano hacen referencia a los “atletas espirituales”, personas con buenas intenciones pero que dedican horas de esfuerzo regular y consistente para alcanzar, más que efectos psíquicos saludables, una serie de “efectos especiales” al más puro estilo de Hollywood. En ese sentido es que Thomas Merton hace referencia a uno de los mayores obstáculos que nuestra cultura opone a las prácticas contemplativas y al desarrollo interior. Este obstáculo consiste en la creencia de que, ocurra lo que ocurra, debe ocurrir súbitamente y en seguida, y que si un determinado tipo de meditación no produce estos resultados, debe ser suspendido para comenzar otro.

Es difícil definir o exponer la experiencia de la meditación. En los primeros meses de práctica resulta un trabajo difícil y a veces hasta poco satisfactorio; sin embargo con el paso del tiempo, al correr de los años, el practicante de la meditación dirá que es algo así como “tener intimidad con el yo interior”. Difícil de comprender, ¿Verdad? Quizá es más fácil decir que, como efecto secundario a una práctica regular y paciente de la meditación, lo que se observará es un incremento considerable de la capacidad de concentración, una presencia saludable, serena y asertiva y, sobre todo, un cambio radical en la forma de percibir el mundo.

III. Los efectos de la meditación

Una de las prácticas iniciales (y que usted puede practicar con seguridad y a manera de introducción) en el arte de la meditación es la siguiente: en primer lugar, tomar una posición cómoda, de preferencia sentado con la espalda recta e iniciar un proceso de relajación con los ojos cerrados y las extremidades en posición de descanso (puede ocuparnos de 2 a 4 minutos), posteriormente, pasar a un proceso de atención profunda sobre el ritmo e intensidad de la propia respiración, en una actitud mental neutra, sin juzgar, sin criticar, sin comparar, simplemente enfocando la atención en la respiración. Algunos autores dirán “concentrar una inocente atención en la respiración”, frase muy bien lograda si consideramos que justamente debe ser así, una inocente y candida atención que no busca nada, que no espera nada, que simplemente se enfoca en atender a la respiración. Después de 10 minutos de esta atención sostenida, se pasa a una actitud de “retorno al aquí y al ahora”, se decide reiniciar la actividad muscular, lentamente se mueven las extremidades y se abren los ojos. Finalmente, se toma conciencia del mundo y se da por concluida está sencilla, pero efectiva practica contemplativa (que no debió tomarnos más de 15 minutos en total).

¿Qué fue lo que sucedió? Al principio simplemente se toma una posición relajada, lo cual, favorece el trabajo de ubicar a la mente y de ponerla en disposición para estar concentrada. Después, el esfuerzo sostenido de enfocarse solo en la respiración parecerá algo simplista y hasta fácil, pero cualquiera que lo intenté se dará cuenta que de fácil o simple no tiene nada, al contrario, el primer contratiempo al que uno se enfrenta es con la enorme dificultad de mantener la mente concentrada. La mayor parte de los practicantes se percatan que les resulta extremadamente difícil mantener la atención ¡al menos 30 segundos!

Acto seguido, viene toda una serie de ideas e imágenes, sobre las cuales, el cerebro tiene interés en mantener el pensamiento. Estas imágenes y pensamientos son un estorbo en el trabajo contemplativo, se les debe dejar pasar, pues constituyen parte del murmullo incesante de la mente que nos impide ver con claridad. Si logramos al menos mantener la mente enfocada y concentrada SOLO EN LA RESPIRACIÓN por lo menos un minuto, mucho se ha avanzado en el arduo camino de entrenar la mente (lograr una atención total durante 15 minutos ya lo coloca en un nivel avanzado en la práctica).

Finalmente, intentando cerrar algunas de las ideas expresadas, diremos que la meditación es una metodología simple y a la vez sofisticada de entrenamiento mental. La idea básica es centrar con suavidad y candidez la atención, tratando de que la mente se relaje y deje pasar el “ruido mental” que engaña y aturde los sentidos; para que al final, después de un tiempo de práctica regular y de manera sostenida, se empiecen a visualizar los resultados tan anhelados: la serenidad, la sensatez, la capacidad de vivir en el “aquí y ahora”, aprendiendo a vivir el sabor de cada minuto de la existencia, reestructurando nuestra organización psíquica, alcanzando efectividad en nuestra vida emocional y material, lo que habíamos definido de manera simple como “volver a casa”.
Aún hay muchos efectos positivos en la práctica de la meditación, pero eso ya es otra historia y que en una ocasión posterior abordaremos.

2 Comentarios:

Guillermo E. TibaldO dijo...

Muy bueno!

Me encanta lo respectivo a meditaciòn. He leido algo y con el tiempo se logra profundizar bastante bien. Mas precisamente la autohipnosis (que viene a ser un estado relajado, siendo el caso)es otra forma de conseguir esto.

Con las cartas del Tarot tambièn hay formas de meditación para descansar la mente y renovar ciertas ideas que no sabemos como resolver

Muy bueno. Te queria preguntar, vos no leiste un libro del Psicologo Brian Weiss? Se llama muchas vidas, muchos maestros. Creo que te puede interesar

Un abrazo grande

Francisco Reyes dijo...

@Guillermo E. TibaldO
Gracias por tu comentario. Efectivamente, Weiss es lectura obligada en el tema, corresponde al grupo de científicos que reconocen que los fenómenos de la mente son amplios y aun por descubrir.
Recibe un abrazo de vuelta. Saludos



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