La oportunidad y el futuro

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Por el Ing. Sergio Amaya Santamaría

Dice un dicho muy viejo que “el hombre es el arquitecto de su propio destino” y tal vez tenga razón, aunque como todo, es relativo. Decimos que es relativo porque todo depende de a quien observemos, pues si preguntamos a una persona del Distrito Federal, nacida y creada en alguna de las colonias residenciales, tal vez veamos a un profesionista próspero, podrá o no tener postgrados, pero sí será exitoso en su desarrollo profesional y en posición económica.


Ahora observemos a otra persona, pero de las zonas deprimidas de cualquier Delegación, tal vez veamos a un obrero con escasa preparación, que sobrevive con su familia en condiciones muy limitadas. Pero aún el D. F. da para más, busquemos ahora a un habitante de las zonas rurales de la periferia del territorio, nos daremos cuenta que sus expectativas son más limitadas.

Será que, en tanto seres pensantes, ¿estas tres personas tendrán diferente visión futura en cuanto a bienestar familiar y social? No lo creo. De manera diferente, los tres quisieran acceder a mejores niveles de vida, como una casa propia, poseer algunos bienes que les hagan más cómoda la vida, etc.

Pero los ejemplos no acaban aquí, vayamos ahora a los Estados de la República, las expectativas de bienestar también tienen diferentes matices, según la cultura de la que se trate. Ante este amplio espectro, predomina un común denominador: la ignorancia. Este ha sido el gran fracaso de los gobiernos de México; no en balde se atribuye a un Presidente surgido de las filas revolucionarias la siguiente frase: “Si quieres mantener sometido a un pueblo, mantenlo en la ignorancia”.

Si esta es la forma, los gobiernos que dejó la Revolución fueron muy eficientes y mucho trabajo y dinero costará revertir esta situación. Aunado a esto, vemos que la falta de oportunidades en las zonas mas alejadas de los centros urbanos, ha dado como resultado un grave empobrecimiento social. Para planear su futuro, el ser humano necesita disponer de una elemental preparación escolar (entre más preparación, mejor) y una posibilidad de oportunidad de trabajo, preferentemente en su propia comunidad. Es posible planear algo a futuro cuando pudiese faltar alguna de las dos condicionantes, pues si falta la preparación escolar, pero hay posibilidades de desarrollo agropecuario o artesanal, el hombre o mujer, pueden planear su futuro en algún sentido; si por el contrario, hay escuelas, pero no oportunidades de trabajo en su medio, más de uno podrán pensar en aventurarse a abandonar el terruño, en aras de un mejor nivel de vida futuro.

Indudablemente, en México se dan ambas carencias, lo que ha propiciado el abandono de las tierras y el crecimiento de las ciudades de miseria que envuelven a las grandes urbes del país. La educación ha sido el gran fracaso de los gobiernos en México, pues han querido hacer un Plan Nacional de Educación similar para todo el país, algo que, dada la diversidad de etnias que existen en México, resulta inoperante, por más que se traduzcan los textos a otras lenguas y que haya algunos maestros bilingües. Imagine lo que pensará un niño tarahumara o un lacandón si en su libro de texto gratuito lee que en el Internet encontrará la biografía de Abelardo L. Rodríguez, o a un estudiante del Distrito Federal que le piden que describa una Ceiba o la casa de un niño de la sierra de Chihuahua. En ambas situaciones, los niños se quedarían, cuando menos, desconcertados, aunque es muy probable que el joven del D.F. tuviese más posibilidades de responder a su tarea, pues él sí dispone de medios para intentar una búsqueda.

Todas estas cosas me llevan a pensar en el México que estamos heredando a nuestros hijos y nietos: un país empobrecido, con más del cuarenta por ciento de la población viviendo en condiciones muy precarias.

Un México incapaz de ofrecer oportunidades de trabajo suficiente a los jóvenes que llegan a la mayoría de edad, particularmente en las áreas rurales del país.

Un México deforestado, expuesto tanto a la escasez de agua, como a las tormentas extraordinarias que en los últimos años se han presentado.

Un gobierno tramposo y egoísta en el que se procuran los beneficios de partido y de grupo, con un congreso absurdo, sobrepoblado y oneroso que legisla a espaldas de sus representados.

Un país tomado por la delincuencia, solapado y protegido por políticos que amasan aberrantes fortunas. Un país en que la ilegalidad campea por sus fueros, utilizada por políticos corruptos, que solamente buscan el encumbramiento personal.

Difícil panorama el que estamos dejando, ¿qué podemos hacer?

No es sencillo, hay dos vías posibles, una lenta y trabajosa: la educación proyectada casi a nivel municipal, con presupuestos suficientes y funcionarios honestos, lo que nos tomará, tal vez, de 25 a 30 años para lograrlo, contando, desde luego, con un programa real de oportunidades de trabajo, aprovechando los recursos naturales y humanos de cada región. Importante es también que todas las comunidades cuenten con caminos transitables en cualquier época del año, a fin de que puedan llevar insumos y enviar sus productos a los mercados nacionales o de exportación.

Desde luego que sin salud, no hay futuro que proyectar, por tanto, los servicios médicos deben estar disponibles en el lugar, sin tener que recorrer grandes distancias para recibir una atención.

Alguno pensará, cómo lograr tantas maravillas si no hay ni energía eléctrica y es cierto, pues México tiene un gran rezago en la producción de energía eléctrica alternativa. Pero esta carencia es solucionable, pues habrá zonas donde la insolación permita generar energía por medio de paneles solares; habrá otras donde la generación eólica sea la más apropiada y, prácticamente en todas partes, la generación de energía eléctrica por utilización de la basura, descomponiendo los orgánicos y obteniendo, además, dos beneficios adicionales: la obtención de gas, utilizable en hogares e industrias y una importante fuente de trabajo en la separación y reciclaje de materiales de desecho, acabando con la anacrónica costumbre de enterrar los desechos urbanos, que tanto han deteriorado las tierras y que cada vez es más lejano el sitio de tiro de tales desperdicios. Estas medidas evitan además, la utilización de combustibles fósiles.

La segunda vía para intentar el cambio, es la menos recomendable, nos referimos a la violencia, a la toma del poder por la fuerza, con el consiguiente riesgo de acabar de arruinar al país y de que finalmente se caiga en una nueva casta de políticos rapaces, pero la posibilidad existe, pues el pueblo ya está cansado de la falta de solución a sus problemas crónicos y algunas actitudes del gobierno alimentan esta situación: la impunidad, la injusticia, legal y social; el abuso de los gobernantes y congresistas, etc.

Triste panorama el que he descrito, más de uno dirá que es exagerado, pero yo les pediría que conocieran un poco más de las regiones rurales del país, se llevarían grandes sorpresas.

Este es el tiempo de los jóvenes que tienen la fortuna de cursar una carrera, estudien y apliquen sus conocimientos para ayudar a resolver su propio futuro. México necesita desarrollo tecnológico y los jóvenes pueden coadyuvar a lograrlo, con su entusiasmo y entrega, empujen al gobierno para que, no obstante su obesidad, se mueva en el sentido del interés nacional, no olvidemos que México es un gran mosaico de etnias, pero todos tienen el derecho de ser “los arquitectos de su propio destino”; hagamos que esta frase tenga un sentido real y que nuestros jóvenes no tengan que abandonar su tierra para sobrevivir. México es tan grande como pueden ser los mexicanos. ¡Adelante!

Diciembre 23 de 2007
Naucalpan, Estado de México



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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