Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
No sé si llamar dramática, siniestra, espeluznante, fatal, terrible, vergonzosa, vergonzante, horripilante, malhadada, increíble, a la inconsciencia que muestran grandes capas de la población y, en especial, los jóvenes “estudiantes” respecto al panorama nada halagüeño que nos depara ya no el lejano porvenir, sino el inevitable presente aquí, en nuestro país y no en alguno de ultramar, o simplemente se trata de mis doloridos nervios.
En efecto, se necesitaría ser un topo (mis respetos a estos animalitos), para no darse cuenta del flagelo mundial que significa el encarecimiento brutal de productos agrícolas, granos y semillas, como el maíz, el trigo, el fríjol, así como el azúcar. No debe olvidarse que estamos frente a una especulación, que podríamos llamar criminal, promovida por las grandes trasnacionales merced a la especulación financiera en el mercado de los alimentos. Ya sabemos que existe un alza en el precio de estos granos básicos pero, también sabemos que no es debido a una escasez de ellos producidas por sequías o catástrofes naturales ni tampoco se trata de un aumento real en su demanda, habida cuenta de que la producción de alimentos así como su demanda, es fundamentalmente la misma, de esta suerte se ha dicho: “…lo que ha ocurrido es que las personas que manejan los grandes fondos de inversión no saben que hacer con ese dinero y tienen que rendirle cuentas a los ahorradores, por lo que están dispuestos a pagar más a futuro, por la misma cantidad de trigo, maíz o arroz, de manera que le aumentan artificialmente el precio y el valor de la supuesta inversión sube también en razón del incremento alcanzado por medio de la especulación”.También se aduce las necesidades alimentarias de países emergentes como China e India que tienen necesidad de aumentar el acervo alimenticio de su población. Por lo que respecta a México no es suficiente haber abierto la importación de granos, ni subsidiar a las familias de los más pobres con el Programa federal impuesto por el Presidente, ya que lo obvio y evidente es que hay una carestía rampante de estos productos y tan esto es así que la SAGARPA reconoce que la carestía es por culpa de acaparadores; asimismo, hay un creciente rechazo a la Iniciativa Mérida por parte de diputados y senadores, así como ONG’s y gente pensante de este país porque aceptarla implicaría la pérdida de soberanía el permitir que el Senado de E. U. A. condicione la entrega de 350 millones de dólares a cambio de supervisar la aplicación de esa iniciativa que incluye, entre otros, la certificación de las policías y el ejercito mexicano de no haber cometido atentados en contra de los derechos humanos, como si los E.U.A. se tentaran el corazón a la hora de cometer las tropelías y asesinatos masivos que hacen en sus guerras de conquista, precisamente en contra de los nacionales del país conquistado. Pero no sólo eso, sino la pretendida reforma energética también del Poder Ejecutivo Federal, que lejos de resolver el problema energético de nuestro país, en especial, de Petróleos Mexicanos, lo agrava al concesionar la exploración, explotación, conducción y refinación de nuestros recursos petroleros, merced a contratos de riesgo que en el sexenio pasado proliferaron favoreciendo a los familiares presidenciales y amigos aledaños.
Sin perjuicio de lo anterior, el problema del narco, el cual representa utilidades económicas de miles de millones de dólares para sus operadores, también significa un problema gravísimo de salud, en especial de los jóvenes y ahora lamentablemente, de los niños también.
Y son precisamente estos niños, adolescentes y jóvenes “estudiantes” a quienes les importa un bledo si es que lo conocen, el calentamiento global del planeta y lo que les depara, como consecuencia, el futuro; sin perjuicio de todas las maniobras mediáticas para crear estos climas de insuficiencia, para beneficiar una vez más, a los dueños del dinero y del poder.
Fue lastimoso enterarnos recién, que en este puerto existen discotecas que abren de 9:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 20:00 horas en donde reciben a jóvenes secundarianos, cuyas féminas debajo de sus uniformes llevan su ropa para bailar y cuya preocupación fundamental es vestir la ropa de moda, la ropa que llaman “de marca”, consumiendo productos chatarra y viendo como pueden engañar a sus padres para obtener mayor “diversión”. Nótese que el horario coincide plenamente con el de las clases y la mayoría de los parroquianos proviene de las colonias proletarias del otro lado de la bahía de Acapulco y todo ello con una plena, total y absoluta inconsciencia de la negrura del futuro que les espera, el cual obligadamente debemos de revertir si no queremos adelantar el desastre que se avecina. Estamos hablando de nuestro futuro. O usted previsor lector, ¿Qué opina?
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