De la vergüenza…

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Es cierto que durante muchos años tuvimos en nuestro país gobiernos, que si bien nos dieron instituciones, paz social y un progreso evidente, no por ello es menos cierto que se cometieron excesos, abusos y extremos tales en el uso y el abuso del poder, que devino en un hastío y un rechazo evidente de nuestro pueblo, que se reflejó en las urnas en el año 2000, dándose el fenómeno insólito de que accediera al poder un partido político que siempre había estado en la oposición, como arma de las clases conservadoras tradicionales de la burguesía, el clero católico y las fuerzas extremas de la derecha mexicana encabezadas por quien parecía un individuo campante y echado pa´delante y que, merced a la mercadotecnia (la que lo vendió como un buen producto de consumo), así como el dinero en exceso que se gastó en dicha campaña y otros elementos de todos conocidos, devino, finalmente, en alguien anodino, ignorante, irreflexivo, torpe, obtuso en cuanto a visión de Estado y otras “chuladas” de todos conocidas, sin perjuicio de que hay ingenuos que todavía lo catalogan como un “tipo de buena fe”.

El fenómeno se repitió y en este nuevo período constitucional, se consumó una elección presidencial muy discutida y objetada, lo que se consiguió merced a maniobras denunciadas y reconocidas por el propio expresidente Fox, con lo que su “candidez” no deja lugar a dudas.

Recuerdo que se propaló “ad nauseam” por el ahora partido en el poder, la especie de que lo hecho por gobiernos anteriores era espeluznante, insólito y altamente reprobable, se criticó la corrupción, la impunidad, el tráfico de influencias, la intromisión del gobierno en las elecciones, y toda una jerga de descalificaciones y también por parte del otro partido opositor.

Es el caso, sin embargo, que la cruda realidad nos enseñó que el ahora partido en el poder, a través de sus gobernantes, no solo cometió las mismas conductas que criticaron, sino que las aumentaron y con creces, con la consabida vergüenza ajena que esto conlleva, díganlo si no, las investigaciones que una comisión de la Cámara de Diputados está haciendo sobre la fortuna hecha por los Fox durante su encargo o la fortuna “tan de repente” de los hijos de su esposa Martha, así como la falta de explicación del destino de miles de millones de pesos que no aparecen en sus cuentas de entrega, sin perjuicio de que organismos internacionales han calificado que en México aumentó la corrupción, considerablemente, en el sexenio de 2000 al 2006, precisamente el de Fox.

Lo anterior sin perjuicio de que: “a nivel internacional, México ocupa el primer lugar en agresiones y robos con violencia cometidos con arma de fuego; su tasa de victimización general es tres por ciento superior a la del promedio mundial; alcanzó las tasas más altas en porcentaje de delitos no denunciados y se subraya que sus estadísticas oficiales no son confiables para estimar la magnitud de la delincuencia”. ¡Qué vergüenza!

Pero del otro partido de oposición, tampoco se tienen datos halagüeños, cuenta habida de que las elecciones internas que han tenido para elegir a su presidente no se ha resuelto aún y de todos es conocido el tenebroso proceso por el que están atravesando, sin perjuicio de las “tomas” de las tribunas de ambas Cámaras legislativas de la República, en contra de toda norma de derecho, y en un país que se jacta de estar en el ejercicio de una incipiente democracia.

Pero como cerecita del pastel, acabamos de enterarnos del léxico florido, de la actitud desafiante, procaz y retadora de quien, en ejercicio del poder, una vez más, comete los excesos que antes criticó de los gobiernos que nos precedieron. Obviamente nos referimos al gobernador panista de Jalisco, Emilio González Márquez, quien en días anteriores, en un acto público, micrófono en mano y frente a un cardenal católico dijo que: “le vale madre” lo que unos pocos digan sobre su donativo de 90 millones de pesos al Santuario de los Mártires y que “chinguen a su madre…”, porque él sabe, como mandatario, lo que quieren los jaliscienses.”

Ello ocurrió cuando hacía un nuevo donativo por 15 millones de pesos para el Banco Diocesano de Alimentos. Y si bien es cierto que después se disculpó, no por ello resulta menos gravoso el acto de plena desfachatez y prepotencia de alguien que accedió al poder por el voto ciudadano al cual defraudó notablemente, y ese es “el gobierno del cambio”, el que nos quieren hacer creer que es impoluto, y que va a acabar con los excesos y los vicios de gobiernos anteriores.¡ Me doy!

Puras vergüenzas y para el colmo, ajenas.

No digamos el terrible dato que nos reporta la UNICEF, en el sentido de que: “En México, el 47 por ciento de la población infantil menor de 14 años subsiste en condiciones de pobreza, siendo la principal víctima de la violencia física, explotación laboral y abuso sexual, situación que se traduce en una adolescencia con traumas psicológicos y comportamientos antisociales y criminales”.

Más claro ni el agua. Eso explica, que no justifica, lo que sucede en todo el país con una juventud y ahora una niñez adicta a las drogas y en nuestro puerto en las colonias de la zona periférica de la ciudad, v. gr.: Renacimiento y la Zapata, por sólo mencionar las más conocidas en la incidencia delictiva por parte de pandillas y bandas de adolescentes ignaros y abandonados por la educación, ya no digamos por los principios y los valores de nuestra escala axiológica. Y ayer “celebramos” el Día del Niño. ¡Qué vergüenza! ¡Hagamos cada quien lo que nos corresponde! O usted, avergonzado lector, ¿qué opina?

1 Comentario:

Sergio A. Amaya Santamaría dijo...

Cuanta realidad hay en lo escrito, en realidad nos apena, como mexicanos, aceptar que tenemos estos gobiernos y yo no estoy de acuerdo en aquello de que "los pueblos tienen los gobiernos que merecen", pues finalmente los pueblos son el resultado de las politicas gubernamentales. Me refiero a la educacion o la falta de ella, lo que ha propiciado el estado de dejadez del pueblo; pero yo insisto, la comunidad universitaria, por ser la mas preparada, cuando menos en teoria, tiene la ob ligacion de buscar revertir esta situacion. Los Maestros tienen la obligacion de ir despertando conciencias, pero sin inducciones particulares, que cada persona busque sus propios caminos, pero que al final llegue a la trinchera que haya elegido y este dispuesto a trabajar por la superacion del pueblo.



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