El Maestro

Por el Ing. Sergio Amaya Santamaría

Quince de mayo de 2008, día del Maestro. En realidad no sé cuando se haya instituido este día para homenajear a esos hombres y mujeres que han dedicado su vida a educarnos. Todos, aún el más ingrato, tenemos en mente a algún maestro que dejó huella en nosotros en alguna etapa de nuestra vida.

Aquellos humildes y abnegados profesores rurales que tenían que caminar en veredas polvorientas para llegar a sus aulas, generalmente mal construidas, pero llenas de chiquillos ruidosos que esperaban la enseñanza del maestro; ese ser, hombre o mujer, que a cambio de un salario magro, estaba dispuesto a llevar las luces del conocimiento hasta los últimos rincones de la patria. Personas humildes, pero generosas, con una enorme vocación de servicio, egresados de las escuelas normales de los estados, en muchas ocasiones a impartir clases debajo de un árbol, sin tomar en cuenta las inclemencias del tiempo. Maestros de aquellos tiempos, en que los caminos eran pocos y malos, pero que gracias a su entusiasmo surgieron jóvenes deseosos de continuar sus estudios en los pueblos más grandes. Permítaseme aquí rendir honor a dos queridos primos y, junto con ellos, a toda una generación de auténticos apóstoles de la enseñanza, que en más de una ocasión fueron el detonante para que un pueblo tuviera una escuela bien construida.

Maestros ejemplares que fueron escalando el escalafón hasta lograr las direcciones de escuelas que ellos mismos habían creado. Maestros que al pasar los años se llenaban de orgullo al encontrarse con antiguos discípulos que ya ostentaban títulos universitarios y se desempeñaban en puestos públicos o en la iniciativa privada y que siempre trataron con cariño y respeto a ese hombre que abrió sus mentes al conocimiento.

Que lejos nos queda esa imagen de algunos maestros que ya no tienen esa voluntad de servir a esta patria nuestra, tan necesitada de auténticos maestros, que en las aulas tengan su tribuna y alienten a los educandos a alcanzar metas grandiosas para hacer crecer al país. Maestros que no hagan grilla en las marchas, dejándose guiar como corderos por algunos líderes disfrazados de corderos, que no den el mal ejemplo de falta de civismo al hacer pintas en la vía pública y se olviden por meses de lo que es su verdadera obligación: la educación de los niños.

Pero son infinitamente más los verdaderos maestros, vaya para ellos un sincero y agradecido abrazo por la enorme paciencia desplegada para lograr hacernos entender que la vida es más sencilla si nos valemos del conocimiento. Maestros que dieron su vida toda en las aulas y que al final de sus vidas sonrieron de satisfacción al constatar sus logros, tal vez viviendo con míseras pensiones. Sirvan de ejemplo estos maestros a las nuevas generaciones de Profesores que hoy enseñan a nuestros hijos o nietos. Que la patria los recuerde en letras de oro. FELICIDADES EN SU DIA.

Mayo 15, 2008 – Paso del Norte