De la imposición…

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Nos queda claro que la imposición es la acción y efecto de imponer o imponerse, y también que imponer, implica obligar a alguien a la aceptación de algo, así como infundir respeto o miedo.

En la especie, a nadie le gusta que le impongan gustos, modas, estilos, ideas, personas y todo aquello que sea susceptible de obligar a los seres humanos a tenerlo, a usarlo o a verlo, en su caso.

La de ahora es una colaboración que lamento sea una variación sobre un mismo tema. Lo que sucede es que no puede uno dejar pasar desapercibido un evento el cual es susceptible de ser visto a la luz de la crítica, que en nuestro caso siempre es propositiva, total completa y absolutamente alejada de la censura per se.

En la especie, se ha ultrasúperarchicomentado el que se haya exhibido, en la principal avenida del puerto, o sea la avenida costera, una escultura con su pedestal que fue una donación del escultor al puerto de Acapulco, por conducto de la autoridad municipal.

Al respecto hemos sido informados que no ha sido muy afortunada esta obra, habida cuenta de que ha sido rechazada, se dice, por varios grupos de personas y, en especial, mujeres costeñas de nuestros lares.

Se ha dicho también, que el escultor entendió las críticas como algo nocivo y dijo que éstas se hacían por envidia, que ofrecía disculpas si había ofendido a alguien con su obra, y que lo único que pretendía era darle un símbolo a nuestro bello Acapulco.

La verdad es que tratándose de obra artística, cualesquiera que ésta sea, sabemos que al hacerla pública, al exhibirla, inmediatamente se sujeta el creador o el intérprete, a la crítica y ésta va a ser consecuencia de algo muy simple, muy sencillo: si gusta o si no gusta. Eso es todo.

No se vale calificar de ignorantes a quienes no gusten de una obra, cuenta habida de que el arte, como una manifestación del sentir, es y será total, completa y absolutamente subjetivo, lo cual carecerá, obviamente, de objetividad, la cual se entiende como aquel conocimiento que tiene necesidad racional y exigibilidad universal, o sea, producto del pensamiento y reconocimiento ecuménico. De esta suerte decimos que la obra en cuestión, el día que por primera vez la vimos, resultó impactante. El tamaño, la forma, el título y sobre todo, el pedestal que se le puso.

No se necesita ser un crítico de arte, ni un especialista para tener derecho a una opinión. Al margen de calificar o descalificar “la belleza” de la obra, surge el comentario sobre el nombre o título, ya que al llamarla la sirena costeña, ipso facto sugirió a todas las bellas costeñas el verse reflejadas en una figura por demás obesa y, desde el punto de vista estético convencional, excedida de peso, casi un émulo de la obra del colombiano Fernando Botero. A muchas mujeres no les gustó el símbolo. Así mismo, la escultura pretende ser una sirena y si observamos, ésta tiene nalgas, pero también sabemos que las sirenas no las tienen, al menos en la difusión que de este ser mitológico se ha dado.

Pero algo que verdaderamente llama la atención y que ya empieza a ser recurrente, son las varias manifestaciones de todo tipo, que se dan en la lucha por la búsqueda de un símbolo para Acapulco.

¿Cuál es el prurito? No lo entendemos. Acapulco no necesita un símbolo como la torre Eiffel en París, el puente de la torre en Londres, la estatua de la libertad en Nueva York o la gran muralla en China.

Acapulco no requiere que se cree algo para simbolizarlo, toda vez que es público y es ampliamente conocido un símbolo que ya tiene, y lo maravilloso es que es natural y a nivel universal le ha dado fama a Acapulco y se llama “La Quebrada”, la cual, acompañada de la efigie de un clavadista lanzándose desde sus altos riscos, tiene una auténtica carta de naturalización que no requiere de ningún símbolo, por muy marítima que sea su representación y por muy costeña que sea su denominación.

Y volviendo a la obra de marras, el pedestal donde se asienta, resulta verdaderamente pueril, elemental, a grado tal que desproporciona el tamaño, la imagen, y la perspectiva de la escultura dando una visión de conjunto de exposición de fin de cursos, de una escuela primaria.

Se aclara que en este comentario no existe ninguna intención peyorativa. Ni nada personal en contra de nadie, puesto que no conozco al autor de la obra. Es simplemente nuestra opinión. Pero lo que no nos parece democrático ni participativo, es que nuestras autoridades de una manera unilateral y sin conseguir la anuencia de la población, impongan su personal y muy subjetivo sentido “del arte”, como si fuera una purga que se tuviera que tomar a la fuerza. Y ya hay varios ejemplos de ello.

La democracia, ejercida responsablemente, no se merece esto. O usted, artístico lector, ¿Qué opina?

3 Comentarios:

Sergio A. Amaya Santamaría dijo...

Estimado Maestro Juárez, menuda polémica ha usted iniciado y espero que se dé, para beneficio de todos los habitantes del bello Puerto. Como bien dice usted, la belleza en el arte es subjetiva y no depende de cultura, sino de gusto y, dice el dicho: "en gustos se reompen géneros". El artista crea las formas que su imaginación le mande, tal vez "La sirena..." tenga nalgas o tal vez "sean algas", pero al fin ser mitológico, eso es intrascendente. Acepto que la imagen de La Qubrada con el intrépido clavadista en el aire es mundialmente conocida, pero si preguntamos a algunos arquitectos, el paisaje urbano requiere algún elemento que identifique a la ciudad, no solo desde el punto de vista turístico, y tenemos muchos ejemplos: Vemos el Golden Gate y pensamos en San Francisco, la Torre Eiffel nos remonta a París, la Puerta de Brandemburgo lleva nuestro pensamiento a Berlín, La Catedral Metropolitana a la Ciudad de México, en fin, la lista es interminable, luego entonces, ¿por qué no pensar en que Acapulco tenga ese punto urbano de Referencia?. Podríamos pensar que tal vez la Actual Catedral, con sus cúpulas características lo sea y, tal vez con un buen tratamiento arquitectónico y toda proporción guardada, la citada Sirena pudiera ser para Acapulco, lo que la Cibeles es para Madrid. Es mi pobre opinión. Reciba usted un abrazo.

Anónimo dijo...

Creo que el artista debe ser capaz de aceptar criticas a su obra, ya que de ellas puede tomar elementos que le permitan mejorarla; decir que esta obra ya la piden en Turquia o en algun otro punto del mundo,no significa que el que diga que no es de su agrado es un indiorante, el concepto de belleza cambia en las culturas.
En cuanto a si nuestro puerto esta urgido de algun simbolo o emblema,la verdad es que no es así, es decir si se quita la sirena eso ocasionara que dejen de venir los turistas, han venido muchos antes de que estuviera y seguiran llegando este o no esa obra; digo para que le buscan tres pies al gato "El fuerte de San Diego" puede ser nuestro emblema; que les parece "La Casona de Juárez" ahi despacho el cuando era presidente y por eso es Acapulco de Juárez (no por Rene el expresidente municipal), o bueno "el pez vela".
Desde luego que la vía rápida esta totalmente descartada,digo porque es una de las últimas obras.
Es más el tiempo se encargara de poner a cada quien en su lugar

fernando reyes baños dijo...

¡Muchas gracias por tu comentario Biduedos! Yo me haría la siguiente pregunta: ¿Qué opinión habría tenido el pueblo acapulqueño si la sirena costeña hubiera tenido características más parecidas con las de la mujer caucásica y con el estereotipo de la belleza femenina en las modelos que, continuamente, nos presentan los medios? ¿Habría habido no obstante, quién se inconformara con ello? Más aparte: los símbolos son importantes, pero también son importantes las cosas que representan, sean estas ciudades, países, ideas, etc., a lo que voy es que: ¿No nos estaremos preocupando, distrayendo o desatendiendo de más por algo que, importante como es, puede esperar un poco más si lo que deberas importa, aquí y ahora, es el pueblo, la ciudad y el puerto que dicho símbolo pretende representar? ¿Cuánto puede hacer un símbolo por nosotros cuando lo que representa, desmitifica y destruye las expectativas que éste pudiera lograr en quienes lo vieran? Acapulco tiene cosas muy buenas, pero también tiene cosas, muchísimas cosas, que no lo son tanto. Mi conclusión sería: reflexionemos en torno a cuál sería el mejor símbolo que pudiera representarlo, pero no olvidemos que lo representado por ese símbolo es, en última instancia, lo que generará en las personas su buena o mala imagen de Acapulco. Nuevamente, gracias por tu comentario Biduedos



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