De lo ignominioso…

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Solo para aclarar, la ignominia es la situación de una persona que por sus actos o conducta deshonrosa ha perdido el respeto de los demás.

El comentario que antecede obedece a que recién acabo de leer, en el diario El Sol de Acapulco que: “Por ser Agente de la Policía Ministerial del Estado, a…” “… no le vendieron a crédito un automóvil en una agencia automotriz. Le dijeron que no les dan crédito a los policías ni a los licenciados en derecho”. ¡Me doy!

¡Es el colmo! ¡No lo puedo creer! No puede existir algo tan aberrante como lo comentado.

La discriminación, en nuestro país está prohibida, atento a lo dispuesto por el artículo 1o., tercer párrafo, de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que a la letra dice: “Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.”

Y el artículo 5º. Dice: “A ninguna persona se le podrá impedir que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode siendo lícitos”.

Más claro ni el agua.

Recién, el pasado 12 de julio, se celebró, en todo el país, con bombo y platillo, el Día del Abogado y entre nosotros, el titular del Ejecutivo estatal, otorgó un premio a un abogado distinguido, por el ejercicio honesto de su profesión, así como el suscrito, por parte de su organización profesional, la Barra de Acapulco, Colegio de Abogados, A.C., recibió de manos del Secretario General de Gobierno y con la representación personal del C. gobernador del Estado, un reconocimiento Al Mérito Jurídico “Lic. Nicolás Salinas Sotelo”, instituido por la propia Barra para premiar y distinguir a sus miembros que tengan los méritos para ese efecto.

No olvidemos que la abogacía se ejerce para defender a la población en general, de los abusos de terceros, de las autoridades, de las iniquidades, del aprovechamiento de los más fuertes en contra de los más débiles y siempre en pos del imperio de la ley y la consecución de la justicia, cuyo perfil se encuentra perfectamente delineado en los Mandamientos del Abogado de Eduardo. J. Couture y los policías se enfrentan cotidianamente con la delincuencia para salvaguardar la vida, la integridad física, los bienes y los derechos de la población.

Hurgando entonces en los pródromos de esta terrible discriminación, nos encontramos con ciertas evidencias que, lamentablemente, le dan cierta vigencia.

En efecto se dan, en antecedentes, casos graves de corrupción y abuso, así como de brutalidad, en las filas de las policías. En la jerga popular han sido llamados “la tira”, “los perjudiciales”, “los acólitos del diablo” y los abogados como “ leguleyos”, “abogangsters” y otras lindezas por el estilo, como “entre abogados te veas”. Por desgracia es en todas las actividades humanas donde se dan actos de deshonestidad y abuso, no sólo en determinadas profesiones, lo que indica que el problema es del género humano y en nuestro país, por la falta de cultura cívica y en general, por la falta de educación, la falta de ética, el sometimiento ignominioso al poder del dinero, no importa de donde provenga, ni cómo se obtenga; la falta de moral individual y pública, la falta de responsabilidad y solidaridad social. Con qué autoridad moral los expendedores de esta agencia de automóviles, que espero no sean todos, al vender productos de mala calidad, al engañar al cliente con ventajas y promociones que faltan a la veracidad, juzgan al cliente y le niegan el crédito, aun cuando llene los requisitos de marras. El león cree que todos son de su condición. Razón de más para la colegiación obligatoria de los abogados para que sus colegios sean garantes de su capacidad y honestidad. De su certificación, así como de las Academias de Policías y de cursos especiales para los investigadores y persecutores de los delincuentes.

Exijamos más profesionalismo en la enseñanza y praxis del Derecho y en la formación de policías. Evitemos las escuelas “nopalito, a.c.”. Ya son nueve escuelas y facultades de Derecho en Acapulco, incluyendo las buenas, y es aquí el mercado de trabajo que escogen los egresados, sin contar los del resto del estado, más los “coyotes” que nunca faltan y, en su caso, “las madrinas”. Acapulco merece otra suerte. O usted, justiciero lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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