Por el Psic. Fernando Reyes Baños

Catalina M. Alonso, Domingo J. Gallego y Peter Honey, en la búsqueda que realizan en su libro escrito en coautoría para definir el aprendizaje, aluden a la conceptualización que Miguel A. Zabalza hace con relación a este término. Zabalza considera las aportaciones provenientes de todas las teorías del aprendizaje para referirse a varios aspectos del proceso didáctico. De las ideas citadas por Alonso, Gallego y Honey sobre este autor, llamó mi atención (como docente interesado en tales temáticas) una que alude a la importancia de la intervención docente, misma que compartiré brevemente a continuación.

El aprendizaje, concebido dentro del modelo cognitivo como tarea del docente, implica preguntarse por los factores con que intervienen quienes enseñan para generar el aprendizaje en sus estudiantes; en dicho modelo, el docente “(…) pasa de ser el que “enseña” a ser “el que facilita el aprendizaje”, lo cual, tiene interesantes repercusiones, entre ellas, que no basta con que el docente sea técnico, experto o docto en los contenidos que imparta en clases, sino también en las estrategias con las que facilite el aprendizaje y, derivado de lo anterior, la conveniencia de que el docente re-distribuya el tiempo de su clase, por un lado, para enseñar los contenidos de la asignatura, y por otro, para enseñar, de manera directa o indirecta, estrategias de aprendizaje a sus estudiantes.

Conociendo, por mi corta experiencia en la formación de profesores, que para algunos docentes, esto de asumir el aprendizaje de sus estudiantes como parte de lo que deben hacer en el salón de clases, puede resultar “complicado” o “invertir mucho tiempo en algo que otra persona podría hacer en su lugar”, me parece oportuno citar las razones que brindan Alonso, Gallego y Honey para sostener que el aprendizaje de los estudiantes es una tarea del profesor: “las estrategias que los estudiantes aplican a su aprendizaje influyen efectivamente en la calidad de éste, y tales estrategias son aprendibles y mejorables a través de la actuación de un profesor.”

¿Qué significa esto? Que el docente no sólo debe saber de la asignatura y saber enseñar (cuestiones ambas más o menos evidentes), sino también saber cómo enseñar a sus estudiantes a aprender. Que el docente en turno tenga un doctorado, un puesto muy importante en el gobierno o en la iniciativa privada, o gane los dinerales por el ejercicio de su trabajo, no garantiza que tenga y que lleve a la práctica estos tres saberes.

Lo anterior adquiere mayor sentido cuando lo apreciamos a la luz de los cambios que ha traído el modelo cognitivo en la forma cómo se ha concebido hasta ahora el proceso de enseñanza-aprendizaje, entre ellos, que aprender es un proceso activo, cuyo resultado depende de la información que el docente presenta, así como del proceso que sigue el estudiante para procesar esa información, todo lo cual se cristaliza en dos tipos de actividades, mismas que son consideradas como condiciones esenciales para que ocurra el proceso de aprender, por una parte, las estrategias que usa el docente para enseñar (en un tiempo y en una forma determinada) cierto contenido, y por otra, las estrategias que usa el estudiante para aprender, a través de su propia actividad, organizando, elaborando y reproduciendo ese contenido.

El libro de índole teórico-práctica Los estilos de aprendizaje de Alonso, Gallego y Honey, publicado por Ediciones Mensajero, resulta altamente recomendable no sólo para los docentes que están interesados por la medición e investigación psicométrica en torno a los estilos de aprendizaje, sino también para quienes desean ir más allá de estos aspectos, tales como: teorías sobre el aprendizaje, enfoques recientes en educación, acción tutorial y propuestas de mejoramiento respecto a estilos diferentes de aprender, etc.

Cierro esta especie de nota informativa con un contenido para la reflexión de cualquier docente que lea estas líneas presentando, de acuerdo a las ideas de Alonso, Gallego y Honey, algunos de los principios psicológicos básicos que configuran el aprendizaje:

Ley de la intensidad.- Con una experiencia fuerte y dramática se aprende mejor que con una experiencia débil.

Ley del efecto.- Toda persona tiende a repetir las conductas satisfactorias y a evitar las desagradables.

Ley de la prioridad.- Las primeras impresiones tienden a ser más duraderas.

Ley de la novedad.- Todo acontecimiento o conocimiento novedoso e insólito se aprende mejor que lo que sea rutinario o aburrido.

Ley de la pluralidad.- El aprendizaje es más consistente, amplio y duradero cuantos más sentidos (vista, oído, tacto...) estén involucrados en el proceso de aprender.

Ley del ejercicio.- Cuanto más se practica y repite lo aprendido, tanto más se arraiga el contenido del aprendizaje.

Ley del desuso.- Un aprendizaje no evocado o utilizado en mucho tiempo puede llegar a la extinción.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



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