“Juventud, divino tesoro…” dice el poeta, engarzando frases y metáforas a un estado del ser humano rico en posibilidades, en potencialidades, en sueños y en realizaciones. Pero también, igualmente rico en fracasos, frustraciones, decepciones e ilusiones rotas. La juventud es un estadio fundamental de nuestra vida que, quien está en él, piensa, siente y dice que: “se me hace chico el mar, para echarme un buche de agua”.
Pero no solo es un asunto de cronología, sino de actitud, habida cuenta de que conocemos a muchos jóvenes que actúan sin espíritu de lucha, sin sueños, derrotados de antemano ante la perspectiva de vivir y a muchos adultos con un ánimo, sueños e ilusiones, luchando por ello y en camino de lograrlos, sin descanso y con toda la vehemencia que les da su fe inquebrantable para lograrlo.Si se trata entonces de que los jóvenes tengan derecho a un futuro mejor, es obligación de los adultos proporcionarles los medios para que logren el desarrollo pleno de su condición humana y satisfagan todos sus requerimientos para ese efecto.
Cada quien debe hacerlo en la esfera de su competencia, pero siempre en auxilio y en apoyo de lograr una mejoría en su calidad de vida y en otorgarles un abanico cada vez mayor de oportunidades de todo tipo, v.gr.: laborales, económicas, deportivas, educativas, culturales, artísticas, etc., pero siempre en la consecución de objetivos viables personales y para su comunidad.
En este sentido estamos observando el fracaso de nuestros gobernantes (a pesar de algunos esfuerzos positivos, aunque escasos, realizados al respecto), para crear esas plataformas de despegue para nuestros jóvenes.
En efecto, dice un especialista que “de continuar la actual situación económica y financiera en el mundo, México podría perder, tan solo en el primer año de crisis, hasta un millón de empleos, equivalentes al 0.5 % del total de la fuente de trabajo existente”, lo que evidencia una crisis de dimensiones históricas, por lo que no se generarán las 500 mil plazas anuales que se nos habían prometido, ello sin perjuicio del desempleo que tenemos por fallas estructurales rezagadas, que explica el hecho de que más del 50% de la población económicamente activa (PEA) no trabaje de manera formal.
Esto trae, como consecuencia, que el mercado de trabajo para los jóvenes estreche sus puertas, ya que siempre los empleadores exigen previa experiencia para contratarlos. Y si bien los que estudian carreras profesionales y técnicas podrían poner sus propios negocios o despachos, está cuesta arriba y prefieren emplearse en trabajos remunerados, lo que trae como consecuencia, en todos los niveles de edad y de actividad laboral, el que emigren buscando mejores perspectivas en lo económico y, por ende, en lo personal, lo cual pone en desventaja a los jóvenes y a las mujeres.
Pero ello trae aparejados peligros graves, como es el caso de que en los E.U.A., según informes del F.B.I., crecen 133 % los crímenes en contra de mexicanos, con respecto al año 2004. Se dice que este sentimiento anti-inmigrante, además de la xenofobia y racismo de ese país, se debe a la presión por emplearse de los propios estadounidenses, ante la crisis financiera que están viviendo, aunado al incremento de nuestros paisanos que intentan llegar a ese país, huyendo del hambre y la falta de oportunidades de empleo, en el nuestro. Ello sin contar el aumento del 100% de muertes al intentar cruzar la frontera. Y como cerecita de pastel, el Southern Poverty Law Center (SPLC) reporta que en los últimos 3 años, han surgido 300 grupos anti-inmigrantes en el país, dando el más reciente conteo de estas agrupaciones, reconocidas por su intolerancia y agresividad, la suma de 888, contra las 620 reportadas hace 4 años.
Nuestra juventud está siendo invadida por la pobreza económica y también por la pobreza moral. La desintegración familiar es propicia para quitarle arrestos a los jóvenes, la baja autoestima y la inseguridad se apodera de ellos. Se vuelven muy dependientes de sus padres (los que los tienen) o son presa fácil de la drogodependencia, del alcoholismo, el tabaquismo y otras adicciones, tal parece que no tiene para donde correr.
De ahí de exigir a los adultos, en su esfera de competencia y en especial a nuestros gobernantes, de los tres órdenes de gobierno, políticas públicas para resolver tan trascendental problemática. O usted, preocupado lector, ¿qué opina?
2 Comentarios:
Maestro Juárez:
Terrible el panorama que parece estar sobre nosotros los mexicanos y muy difícil y lejana parece la solución, pero a fin de hacerla menos onerosa para todos, debemos trabajar con mas ahinco, a fin de dar oportunidad a los jóvenes, sin embargo, es menester que dichos jóvenes tengan espíritu de lucha, de superación y de entrega; desafortunadamente estas características parecen estar ausentes de una gran mayoría. Mucho trabajo habrá que hacer en las escuelas de todos los niveles, pero mucho mas a nivel del ciudadano, pues el gobierno ha demostrado su ineptitud para resolverlo.
Reciba usted un abrazo de este preocupado viejo.
Hola: Me parece comprensible que los mayores y muy mayores tengan esta preocupación por cómo son, hoy en día, los jóvenes y por lo mucho que debe hacerse todavía para que las cosas sean diferentes, pero... ¿Qué si los jóvenes, con todas esas actitudes que parecen indicar, metafóricamente hablando, una "baja batería" y "una brújula con una dirección poco definida", son tan sólo un espejo para ese sector de los adultos que miran con preocupación su forma de lidiar con la realidad social? Ahora: no todos los jóvenes son así, hay quienes se preparan con seriedad y compromiso para vivir lo mejor posible en un futuro poco predecible, así como seguramente también hay muchos adultos, unos todavía jóvenes y otros ya muy mayores, que pasan la vida sobreviviendo o pensando, a esas alturas de la vida, que la vida les debe algo o que el mundo les debe mucho y que, por eso, tienen el derecho de hacer y deshacer muy a su personal forma de ver las cosas. Lastimosamente también, y hay que decirlo, hay un sector de adultos que no se preocupan, ni siquiera un poquito, sobre las broncas por las que puedan estar pasando muchos jóvenes en un país que, como el nuestro, está controlado tiránicamente por unos cuantos con relación a otros muchos. Para muestra un botón (dicen): véase el caso de los maestros que protestan, desde hace alrededor de dos meses, en contra de la Alianza por la Calidad de la Educación. ¿Cómo enseñaban en clase a sus estudiantes estas personas que, ante una eventualidad como ésta, se comportan ahora peor que unos vándalos, bloqueando casetas en las carreteras, robando (que no cobrando "cuota de recuperación") a quienes pasan por ahí con sus coches, dejando a tantos niños y adolescentes sin clase (cuando ya de por sí muchos de ellos, tan pronto entraban a clases, en cuestión de un rato ya estaban en la calle porque sus maestros faltaban por una razón o por otra), etc., etc. y etc.? ¿Qué clase de procesos educativos espera la sociedad que genere esta gente cuando al fin se les antoje regresar a sus labores? ¿Qué aprenden nuestros jóvenes de eso? ¿Qué están aprendiendo ahora mismo de nuestras autoridades incompetentes, convenencieras y de poco carácter? ¿Qué están aprendiendo, aquí y ahora, de todos los adultos que están esperando cruzados de brazos que las cosas se solucionen de un modo u otro? Repito: ¿Y si lo que algunos adultos encuentran de preocupante en los jóvenes no es tan sólo un reflejo de las cuestiones preocupantes que ellos mismos contribuyeron a formar? No estoy quitándole responsabilidad a los jóvenes: ellos cargan sobre sus hombros, sin saberlo o sin querer atender a ello, su propio costal de ladrillos. Sólo quiero hacer presente la siguiente cuestión: ¿y qué pasa con todos esos adultos que no les preocupa o no les importa (un cacahuate) lo que está pasando actualmente con los jóvenes? ¿No deberían ser ellos también motivo de preocupación para esos adultos preocupones, más aún cuando esos adultos valemadristas (y perdón por mi léxico nada elegante) son maestros de tiempo completo para miles de jóvenes que, a diario, interactúan con ellos y aprenden con ellos a hacer tranzas, a dañar al prójimo, a actuar con los genitales y no con la cabeza, etc.? Como es posible deducir: siempre será necesario comprender primero en qué consiste el problema (o por lo menos adquirir conciencia acerca de toda su magnitud), antes que dirigir la brújula de nuestra mente a una dirección con la que corramos el riesgo de descargar, rápidamente, nuestra bateria intelectual. ¡Saludos y gracias por comentar!
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