Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
En términos generales, el optimismo es una actitud de los que afirman la bondad fundamental del mundo, o que el conjunto del bien supera al del mal y también es una tendencia a tomarse las cosas en su aspecto más favorable, a confiar en el porvenir.
Actualmente estamos viviendo a nivel universal y, obviamente, a nivel nacional, estatal y municipal, situaciones extremas que nunca antes habíamos padecido.Es cierto que durante nuestras guerras fratricidas, nuestras revoluciones, nuestras asonadas, revueltas. motines, y demás desajustes de nuestro orden establecido, han producido situaciones de inseguridad, de vulnerabilidad, de hambre, de enfermedades y, obviamente, condiciones de angustia, miedo, pánico e inseguridad, entre otros, pero todo ello fue en aras de conseguir las libertades que como pueblo nos merecemos: independencia, abolición de la esclavitud, seguridad y garantía en nuestros mas elementales derechos, que como seres humanos merecemos y por ello alcanzar los niveles de vida dignos y adecuados para todo ser humano.
Sin embargo, en la actualidad, estamos viviendo otras luchas fratricidas, pero los malos de la película ya no están luchando por principios, por ideologías políticas (aún equivocadas y extremas), por posiciones tendentes a lograr las mas sagradas libertades del hombre sino que, por el contrario, la lucha está llena de mezquindades, de intereses espurios, de ambición desmedida y de crímenes mil que incluyen el asesinato, el secuestro, la decapitación y lo más nefasto, el ataque sistemático a nuestra juventud y ahora a nuestra niñez con el consumo de drogas, enervantes, y lamentablemente, que causan una terrible adicción produciendo un deterioro físico y mental en los drogo dependientes.
Mercado que se ha acrecentado por las multimillonarias ganancias que en dólares propician su producción, su transportación, incluso internacional, así como su distribución y consumo y mientras nuestros vecinos del norte, los E.U.A sigan siendo el principal consumidor de droga, no cesarán las mafias encargadas de tan siniestro mercado.
Lo anterior lógicamente causa resultados nefastos por cuanto a la competencia por el apoderamiento de zonas y espacios dentro de nuestras comunidades, lo que ha obligado a nuestros gobiernos a una actitud de reacción (tardía, insuficiente y poco efectiva) que no se soluciona con equipamiento y entrenamiento de las policías de los tres ordenes de gobierno y menos si estas se hallan infiltradas, en los altos mandos por los narco dólares.
De especial pronunciamiento resulta la actitud, a todas luces prepotente del asesinato y decapitación de nueve miembros del ejercito mexicano y que por las fotografías vestidos de civiles no fue en combate, los medios mencionan que fue una reacción de la delincuencia organizada por la muerte de alguno de sus miembros en un operativo anterior.
Resulta indignante, pero a la vez preocupante el reto abierto y descarado que ello implica. Obviamente la reacción no se ha dejado esperar. Sin embargo mientras la delincuencia actúa con impunidad, tomando por sorpresa a todo mundo, nuestras fuerzas policiales y armadas tienen que hacerlo necesariamente dentro del marco de la ley, bajo el imperio del derecho, sin iniciar una cacería de brujas y con el cuidado que requiere no cometer abusos, arbitrariedades ni conculcar garantías individuales de gente que no tenga ninguna responsabilidad en los ilícitos perseguidos. Lo anterior significa un negro panorama.
Pero también tenemos la negrura inevitable de la recesión económica; del alza de precios, de intereses altos de la banca extranjera y usurera, del ridículo aumento al salario mínimo, de la falta de seguridad en las calles y en los propios domicilios y otras lindezas por el estilo que nos esperan para el próximo año. A pesar de todo, es con optimismo, con una fe inquebrantable en nosotros mismos, con coraje y con un deseo indiscutible de superar este reto vital, como vamos a vencer todas estas adversidades en la unión, en la responsabilidad, en el perdón y en el amor a nosotros mismos y hacia todo nuestros semejantes. En la conciencia colectiva de no sucumbir ante la adversidad, actuando sin egoísmos ni mezquindades. Estas fechas nos impulsan y motivan a lograrlo. No podemos ni debemos tirar la toalla. No hay que darse. O usted, optimista lector, ¿Qué opina?
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