Por Betsaida Sarai Adame Acosta, Lizbeth Pineda Zúñiga y María del Carmen Ventura Reyes [Estudiantes de Psicología de la UAA]



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Antes de abordar la relación entre la edad y la inteligencia es necesario precisar el significado de las diferentes nociones de este primer término, así pues tenemos que:

La edad cronológica.- Es la edad del individuo en función del tiempo transcurrido desde el nacimiento (es la edad en años, meses y días);

La edad biológica.- Está basada en lo bien que se mantiene al cuerpo y a la salud;

La edad social.- Hace referencia a los cambios de adaptación del individuo, provocados por el efecto de ciertos fenómenos que tienen que ver con el rol social; y

La edad psicológica.- Está determinada por los rasgos psicológicos de cada grupo de edad, es uno de los conceptos más importantes, puesto que una persona es mayor si se siente mayor.

La noción de "edad cronológica" se destaca entre las demás como índice temporal, ya que permite estudiar las diferencias y los cambios asociados a la edad, tanto en inteligencia como en personalidad.


INTELIGENCIA

Del estudio de las diferencias intergrupales en inteligencia en función de la edad, se concluye que a lo largo de la vida de las personas:

  1. La inteligencia psicométrica (inferida a partir de la fiabilidad test-retest) es estable, es decir, la inteligencia que un niño muestra en la infancia predice en gran medida su rendimiento intelectual en la vida adulta, e incluso en la vejez;
  2. La estructura jerárquica de la inteligencia se mantiene sin variaciones con la edad; y
  3. Las capacidades intelectuales especificas, como la inteligencia fluida y cristalizada, presentan diferentes patrones de desarrollo; en concreto, la inteligencia fluida (capacidad de pensamiento abstracto) se incrementa hasta los 20, 30 o incluso 40 años, y a partir de entonces comienza un patrón de declive, que claramente se agudiza en la vejez; por otra parte, la inteligencia cristalizada (conocimiento adquirido) no sólo permanece estable a lo largo del ciclo vital sino que puede incrementarse con la vejez, y su declive puede comenzar, cuando la persona es muy anciana. En este sentido, resulta interesante la diferenciación que establece John Horn (1989, 1997) entre capacidades vulnerables, es decir, aquellas que se ven afectadas negativamente por la edad (velocidad de procesamiento, procesamiento visual y memoria a corto plazo) y capacidades sostenibles, aquellas que se mantienen estables o que incluso se incrementan con el paso del tiempo (inteligencia cristalizada, memoria a largo plazo y capacidad matemática).


ESTUDIOS TRANSVERSALES Y LONGITUDINALES DE LA INTELIGENCIA

Los estudios sobre los cambios de la inteligencia con la edad se han desarrollado a través los llamados procedimientos longitudinales, transversales y secuenciales-transversales.

Con el diseño transversal, se estudia una misma variable en edades distintas, en un momento temporal.

El diseño longitudinal utiliza grupos de sujetos de la misma edad en estudios continuados sobre las mismas muestras.

El diseño secuencial-transversal es, finalmente, una combinación de los estudios longitudinales y transversales, en el cual, los individuos de diferentes edades son evaluados de forma repetida y simultánea por medio de tests de inteligencia.

Se han realizado diversos estudios que nos permiten tener una imagen clara de los cambios en las aptitudes intelectuales asociadas a la edad. Entre ellos destaca el estudio secuencial-transversal realizado por Schiae y Hertzong en 1983, en el cual se administró el test de PMA de Thurstone a individuos nacidos entre 1889 y 1938, pudiéndose observar en los resultados obtenidos el declive de la mayoría de las capacidades intelectuales en la edad adulta.

Los diversos estudios transversales y longitudinales de la inteligencia han indicado que se presentan diferencias cuantitativas, pero no cualitativas, en el curso de evolución de la inteligencia.

R.B. Cattell propuso un modelo psicométrico de la inteligencia, que hace énfasis en el problema de la edad y las capacidades, y con el cual hizo la distinción entre dos importantes conceptos: la inteligencia fluida (Gf) y la inteligencia cristalizada (Gc).

La inteligencia fluida está conformada por todas las capacidades intelectuales que reflejan el crecimiento, maduración y deterioro de las estructuras neuronales. Esta inteligencia termina con el desarrollo en la juventud. Pasada esta etapa, sufre un mayor declive, así como también tiene menor variabilidad en cada individuo.

La inteligencia cristalizada esta conformada por las capacidades intelectuales dependientes de la acumulación de experiencias e información recibida de la educativa formal e informal que sucede a lo largo del tiempo.

Darwin sostenía, entre otras muchas cuestiones, que los hombres (por naturaleza) eran más inteligentes que las mujeres y atribuía esta inteligencia a la división sexual del trabajo y a las funciones sociales desarrolladas históricamente por ambos sexos.

Actualmente con base a las investigaciones científicas realizadas, se cuenta con datos valiosos acerca de las diferencias e igualdades entre sexos en todos los planos de la psicología.


SEXO, GENERO E INTELIGENCIA

Comenzaremos por distinguir, conceptualmente, los términos de “sexo” y “género”, para diferenciar las características propias de hombres y mujeres con el propósito de poderlos relacionar, finalmente, con la variable inteligencia.

Se define por sexo a la forma de categorizar, morfológica y dicotómicamente, a un individuo en masculino y femenino.

El género, en contraposición, tiene que ver con modelos sociales con los que se caracterizan la masculinidad y la femineidad.

Al hablar de diferencias de sexo en la inteligencia general, los datos históricos obtenidos en distintas investigaciones empíricas muestran que no existen diferencias en valores promedio del CI entre ambos grupos, pero las distribuciones de las puntuaciones en un sexo y otro son diferentes ya que los hombres muestran una mayor dispersión que las mujeres.

Otro panorama distinto nos presenta la diferencia de sexo en aptitudes específicas ya que tradicionalmente se ha considerado, desde los trabajos de Maccoby y Jacklin, que en unas aptitudes las mujeres eran superiores a los hombres: capacidad verbal, memoria asociativa y precisión perceptual, mientras que los hombres muestran superioridad en otras aptitudes: capacidad viso-espacial y matemática.

Al analizar las diferencias en inteligencia en función de la edad y del sexo/género se observa que, tanto en los grupos de edad como en los de sexo, las diferencias interindividuales (por ejemplo, entre las personas que pertenecen al grupo de edad de 40 años o las diferencias de las mujeres entre sí, etc.) son mayores que las diferencias intergrupales (por ejemplo, entre hombres y mujeres o entre adolescentes y adultos).


CONCLUSIONES

Con respecto a las diferencias de edad es necesario tener en cuenta que la conducta del ser humano es producto de la interacción entre maduración, de las influencias ambientales provenientes de los procesos de aprendizaje y de la socialización. Asimismo, los teóricos del procesamiento de la información consideran que la naturaleza proporciona las estructuras y las funciones fisiológicas, y que el ambiente ofrece los apoyos ambientales que posibilitan al individuo ganar la mayoría de las estructuras y las funciones existentes; de igual forma, que el tiempo perfecciona las cualidades de ciertos aspectos, por ejemplo, puede mejorar el juicio del hombre.

Finalmente, en cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, no hay que olvidar que las diferencias no son deficiencias. Las investigaciones muestran claramente que hay diversas áreas cognitivas en las que los dos sexos difieren, mientras que hay otras en las que no hay diferencias.

Las conclusiones sobre las diferencias no significan que haya un sexo mejor o más listo. Si la sociedad habitualmente valora aquellos rasgos asociados a un sexo más que aquellos asociados al otro, entonces el problema radica en el valor de las jerarquías que la sociedad otorga y no en el hecho per se de que haya diferencias.


Referencias

1. Papalia, Diane E. (2005). Desarrollo Humano. México, D.F.: McGraw-Hill.

2. Andrés Pueyo, Antonio (1999). Manual de Psicología Diferencial. Madrid: Mc.Graw- Hill

3. Céspedes Valcárcel, Alfredo J. (1995). El meta-análisis. Consultado en octubre 10, 2008 en http://www.bvs.sld.cu/revistas/mil/vol24_2_95/mil11295.htm.

4. Gerontología (2008). Wikipedia, La enciclopedia libre. Consultado en diciembre 21, 2008 en http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Gerontolog%C3%ADa&oldid=21934937.

5. Navaja de Occam (2008). Wikipedia, La enciclopedia libre. Consultado en diciembre 21, 2008 de http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Navaja_de_Occam&oldid=22446943.



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