El hombre de negro 2

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Por Zaidena



Braulio y Zaira entraron. Estaban mojados y temblorosos, pero contentos de haber llegado.

Dieron sus bolsos a Dolores y pasaron a la sala. Al rato ya todos estaban riendo y charlando acaloradamente, pues estaban discutiendo de un tema de suma actualidad, todo estaba en su lugar; ya todos los invitados habían llegado.

Después de media hora de plática, Dolores anunció que la mesa estaba servida y la comida lista.

Apresuradamente, pasaron todos al comedor; realmente tenían mucha hambre.

Estaban sentados y ya habían comenzado a degustar la comida, cuando sonó el timbre insistentemente; Jano se sorprendió y se paró presuroso para abrir; Dolores ya llegaba a la puerta pero él le dijo que se ocupaba.

Cuando abrió se encontró con un hombre elegante, de unos cincuenta y tantos años, calado hasta los huesos y con los zapatos que casi ni se veían del barro que tenían.

__ ¿Señor? __le preguntó Jano__ ¿En qué puedo servirlo?

__ Mucho gusto. Me llamo Vito Mastrangelo y no sé qué le pasa al auto que se paró y no lo puedo hacer arrancar, encima de eso me quedé sin batería en el celular.

__ No se haga problemas, pase hombre, por lo menos no seguirá mojándose, venga, sígame, lo acompaño hasta donde está el teléfono.

__ ¡Gracias, muchísimas gracias!

Tomó el teléfono y marcó el número del taller mecánico de su confianza, pero cuando les dijo el lugar donde se encontraba le dijeron que irían al día siguiente debido a la lluvia y a las condiciones del camino.

Vito iba a decirle a Jano lo que le dijeron los del taller cuando se apagaron las luces; justo en ese momento, pasaba cerca de una ventana y le pareció ver las luces de un auto, pero cuando se acercó no vio nada. “Debió ser una ilusión óptica”, pensó y siguió su camino.

De pronto, apareció Jano con una vela en la mano.

__ ¿Qué pasó Vito? ¿Solucionó el problema?

__No señor Jano, hasta el día de mañana podrán venir, así que me voy a dormir al auto.

__ ¡De ninguna manera! Le presto ropa seca, se cambia y luego viene a cenar con nosotros. Le voy a presentar a mis amigos. Nos conocemos desde hace muchos años y ya casi es un rito el encontrarnos una vez al mes a pasar juntos todo un fin de semana. Dolores lo acompañará al dormitorio, luego lo espero en el comedor.

__Yo no quiero molestar, pero realmente no tengo opciones, gracias, ya estoy con usted.

Vito llegó al comedor. Ya todos sabían de su existencia, Jano los fue presentando y cuando terminó, Vito les dijo:

__ Bueno, ahora es mi turno. Me llamo Vito Mastrángelo, soy viudo, no tengo hijos, sólo un sobrino que se llama Angelo Giacusso, que es como si lo fuera. Me ayuda en mis negocios, me dedico a bienes raíces. Angelo debe estar preocupado si no me comunico, no quería que saliera por la tormenta que se acercaba….debí hacerle caso.

__ ¡No importa Vito! Ha encontrado un grupo en el que podría hacer nuevos amigos, está bajo techo, hay buena comida y buen vino, podría haber sido peor, ¿verdad? Lo reconfortó Jano.

__Si, tiene razón, disfrutaré este momento junto a ustedes y luego le avisaré a Angelo.

La tormenta cada vez arreciaba más. Los relámpagos iluminaban la sala como saetas explosivas. Los truenos parecían roncos y eternos, y el ruido del agua que llevaba el río en su caudal sonaba cada vez más cercano.

Pese a que la conversación era amena, flotaba en el aire un dejo de preocupación. “Ojalá no se den cuenta de que el caudal del río podría llevarse el puente __pensó Jano__ eso sería realmente alarmante, quedaríamos aislados por completo”.

Sonaron las doce campanadas del reloj del comedor. Estaban terminando de tomar un delicioso café cuando decidieron ir a sus habitaciones. Ya la tormenta amainaba.

Cada uno tomó las habitaciones que les asignaron.

Los últimos en retirarse fueron Jano y Berta. Estaban contentos por la velada y más tranquilos porque la tormenta se estaba retirando.

Eran las tres de la mañana. Saúl daba vueltas en la cama por un fuerte dolor de estómago. Dina se despertó malhumorada.

__ ¿Qué te pasa? __le dijo__ ¡Hace como una hora que estás molestando y no me dejás dormir!

__Es que tengo un terrible dolor de estómago, ya no sé cómo acomodarme en la cama.

__ ¿Por qué no le decís a Braulio que te vea? Él te va a dar algo. Sabés que siempre tiene el maletín provisto de toda clase de medicamentos.

__ Sí, tenés razón, eso voy a hacer.

Se puso las chinelas, la bata y salió de la habitación. Dina automáticamente, se quedó dormida.

Unos golpes insistentes en la puerta de la habitación la despertaron más tarde, abrió los ojos, pero la luz que entraba por la ventana hizo que los cerrara nuevamente.

__ ¿Qué pasa? ¿Qué hora es? __miró el reloj, marcaba las 6.30 horas, volteó hacia el costado y no vio a Saúl__ pase, pase __dijo semidormida__ ¿Quién es?

__ Soy yo. Le contestó Berta, todavía llevaba puesto su pijama. Entró, su cara tenía la expresión desfigurada; sus ojos parecían rojizos y llorosos. Se sentó en la cama, Dina vio cómo le temblaban las manos.

__ ¿Qué pasa Berta? Me estas asustando.

__ Sucedió algo terrible. No es fácil lo que tengo que decirte, pero debo hacerlo. Cuando Rina iba al comedor a preparar el desayuno encontró a Saúl tirado en el piso al pie de la escalera central; enseguida nos avisó… llamamos a Braulio, pero lamentablemente ya no se pudo hacer nada.

__ ¿Qué me estás diciendo? Que Saúl...

__Sí, Dina, aparentemente cayó por la escalera y… Berta no pudo terminar.

Dina saltó de la cama y salió corriendo de la habitación, corrió por el pasillo y comenzó a bajar las escaleras, ya en la mitad vio, al pie de la misma, el cuerpo sin vida de Saúl y, a su lado, a Braulio, Zaira, Jano y Dolores.

Sus pasos fueron haciéndose cada vez más pausados, Braulio subió los pocos escalones que los separaba, le pasó la mano por sus hombros y sólo le dijo:

__ ¡Lo lamento!

__ Pero, ¿qué sucedió? __dijo Dina__ ¡Por Dios, que alguien me explique!



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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