A río revuelto..... 13

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Por el Ing. Sergio A. Amaya S.

El Licenciado se encontraba en su despacho encabezando una reunión de trabajo, afinando los detalles de su inminente campaña electoral. Se sentía cansado y con el cuerpo adolorido, el problema de la fábrica y las implicaciones que ahora le veía en su carrera política; al pensar en esas cosas le había mantenido despierto gran parte de la noche anterior. Su rostro acusaba los efectos de la parranda corrida con Camacho, la desvelada y el posterior viaje desde la Capital, todo esto le había dejado agotado. Literalmente había llegado de la carretera al cuartel general de su campaña. Un analgésico efervescente tomado al llegar, le había proporcionado algo de lucidez para poder participar en la reunión.

Además de sus colaboradores habituales, se encontraba Cándido como representante del Sector Obrero. Un ordinario ex vendedor de birria, de nombre Torcuato, de poco mas de cuarenta años, estatura baja, moreno muy obscuro y vientre abultado; dicho personaje era el representante del Sector Popular. También estaba representado el Sector Campesino en la persona de un ampuloso mequetrefe enfundado en fino traje de casimir, al que todos conocían por el "Licenciado Nato". En realidad su nombre era Donato y no era Licenciado. Era un clásico burócrata de carrera, que por compadrazgos en los altos mandos del Partido, había sido habilitado como líder campesino. El Licenciado estaba hablando:

_Bien señores, espero que todos ustedes tengan bien controlada a su gente, a fin de que la ceremonia de inicio de campaña sea verdadera fiesta cívica. Soy portador de un mensaje de felicitación de parte del C. Doctor, quien en su calidad de Presidente General de nuestro Partido, les reitera su amistad y espera la entusiasta participación de cada uno de los Sectores.

_Gracias a nombre de los campesinos, _se apresuró a responder el Lic. Nato_ como siempre, el Sector Campesino está ansioso por Demostrar su adhesión a la candidatura de usted señor Licenciado.

_Por mi parte, _intervino Torcuato_ tengo perfectamente controlados a los miembros del Sector Popular, aunque no puedo ocultarle que se nos han presentado algunos revoltosos que quieren salirse del huacal, ya sabe usted, Gente "claudicante", antirrevolucionarios y revanchistas, pero se han encontrado con el verdadero sentir del pueblo; además disponemos de "efectivos métodos de convencimiento" y por nuestra parte estamos seguros de que no habrá problemas.

El ultimo en hablar fue Cándido, quien no las traía a todas consigo, en virtud de los últimos acontecimientos de la fábrica, no obstante, de acuerdo a las órdenes que había dado al "Perro", estaba seguro que era cuestión de uno o dos días para que se resolviera este pequeño problema.

_Señor Licenciado, _dijo como sopesando sus palabras_ nuestro Sector está también bajo control, no obstante el pequeño problema de la fábrica; ya he dado instrucciones a mis colaboradores para que de inmediato le busquen solución al "problemilla"

_Mira Cándido, _respondió el Licenciado_ ya sé cuales son tus métodos para solucionar esos "problemillas", como tú les llamas, pero debo advertirte que tengas cuidado, no quiero que surja un mártir el mismo día de mi campaña, así es que más vale que vigiles a tus "colaboradores" ¿está claro?.

_Desde luego que sí, señor Licenciado, _repuso amedrentado el líder_ muy claro les dije a mis muchachos que investiguen en forma cuidadosa y tenga la seguridad de que no habrá problemas.

_Muy bien señores, _dijo el Licenciado mirando a cada uno de los asistentes_ como creo que cada uno de ustedes tiene ya listos sus discursos, les leeré algunos párrafos del mío, que como ustedes saben bien, está elaborado de acuerdo a los dictados del Centro; esto es importante para que revisen los de ustedes y no vayamos a caer en contradicciones. Es por demás decirles que la Oposición estará muy pendiente de lo que digamos, a fin de utilizar nuestros errores como armas de ataque. No obstante que tenemos un cierto control sobre la Oposición, ellos no dejarán pasar la oportunidad para hostigarnos. Como les dije, leeré solamente los pasajes mas importantes:

"Señor Representante del Gobierno del Estado, señor Representante Estatal de nuestro Partido, señores representantes de los Sectores Obrero, Campesino y Popular, Conciudadanos del Guayabal:

Es para mí un honor inmerecido el que ustedes, por medio de sus representantes, me hayan elegido como candidato a la Diputación Federal. Gracias, les reitero, por haber depositado su confianza en mi; es en cierta forma, una aceptación del desempeño que hemos tenido al frente de este H. Ayuntamiento. Sé que hemos cometido errores, créanme, han sido involuntarios. Sé que faltan muchas cosas por hacer en el Guayabal, pero sé también que hemos realizado las que en su momento eran de más utilidad para ustedes, mis queridos conciudadanos. Hemos sido escrupulosos en el manejo de los fondos que se nos han proporcionado para la realización de las obras; los libros están a disposición de cualquier ciudadano que desee revisarlos;.....

En tanto el Licenciado daba lectura a su importante documento, su reducido auditorio pensaba diferentes cosas:

“Cándido: -Dígame, Licenciado, ¿en qué benefició al "querido pueblo" del Guayabal el que usted haya mandado pavimentar la entrada a su rancho, con la maquinaria del Municipio?”

“Lic. Nato: Méndigo, si la única calle que pavimentaste y se encuentra iluminada con luz mercurial es donde está tu residencia”.

“Torcuato: Eres un mierda "escrupuloso", a mi me has negado un juego de placas de taxi y en cambio tú ya tienes diez”.

......por eso conciudadanos, si el voto de ustedes me lleva a representarlos, lucharé hasta el final de mis fuerzas, para que sean cumplidos los postulados de nuestra amada Revolución. Trabajaré con tesón para que no haya en el Guayabal un solo campesino sin tierra, Para que en cada poblado o ranchería se construya una escuela y estudiaré concienzudamente para que las Leyes que pasen por la Cámara, sean justas y representen el verdadero sentir popular. No debemos dar oídos a los disidentes de la Revolución, a los vende patrias ni a los traidores que amasan fortunas con el sudor de todos los trabajadores.....

“Cándido: Hablas muy valiente Licenciado, pero ante los Bermúdez te arrastras. ecuerde que mientras más se agache, más se le ve la cola”.

“Torcuato: Nomás que te den el hueso y no te volvemos a ver, en caridad de Dios”.

“Don Nato: Qué fácil es dar tierra a los campesinos, ya deberíamos haber echado el tercer piso a todo el país para cumplir con esta estupidez y lo que más me "jode" es que tenga yo que repetirla”.

.......haciendo eco de nuestro admirable Presidente, repito con lágrimas en los ojos, parafraseando tan admirables pensamientos: El Guayabal vive, el Guayabal vivirá, ¡viva el Guayabal!".

Apenas terminado el discurso, se pusieron en pie los asistentes aplaudiendo rabiosamente, cada uno de ellos queriendo sobresalir de los demás por la fuerza y número de palmadas.

_¡Bravo Licenciado!, _dijo Cándido_ es una pieza oratoria digna de la historia.

_Señor Licenciado, _dijo el Lic. Nato_ ha hecho hervir nuestra sangre por el patriotismo que transmitieron sus palabras.

_Mi querido Licenciado, _dijo al fin Torcuato_ las lágrimas estuvieron a punto de brotarme al escuchar tan magníficas palabras. Le aseguro que después de oírlo, al pueblo se le hará mucho el tiempo para llevar su voto a las urnas.

_Gracias, gracias, _repetía emocionado el Licenciado con los brazos extendidos como queriendo abrazarlos a todos_ solamente estoy transmitiendo el pensamiento de nuestro bienamado guía. Gracias, gracias.




Cuando ya obscurecía y seguros de que los agentes habrían desistido en su empeño de encontrarlos, los amigos se separaron. Primero lo hizo Pánfilo, quien por vivir fuera del pueblo tenía la necesidad de abordar el último autobús que lo llevaría a su rancho. Cuidadosamente salió por el corral hacia la acequia que corre por la parte trasera de las fincas. Después de un conveniente rodeo, se encaminó a la zona en que abordaría. Tuvo buen cuidado de ver en todas direcciones y al no ver a sus perseguidores, se fue tranquilo a descansar.

Ramón y Tomás permanecieron más tiempo en la casa, a fin de tener mayor seguridad, pues dado que ellos vivían en el pueblo, cabía la posibilidad de que se encontraran con los agentes.

_Oye Ramón, _dijo Tomás_ si estos desgraciados te andan buscando, debe ser por el asunto de Justo, por lo que creo que no deberías ir a tu casa; si tú quieres, le mandamos un recado a tu mamá para que no esté preocupada y te quedas a dormir aquí o en mi casa, que está cerca.

_Te lo agradezco Tomás, _repuso el joven_ pero yo creo que debo hacer frente a mis propios problemas, total, si solo se trata de eso, pues no debe haber mayor problema, me llevarán a la Comandancia y mediante una multa me dejarán libre.

_Creo Que ya es tiempo de que me vaya, _continuó Ramón_ ya mañana nos veremos y con toda seguridad que no habrá pasado nada. Hasta mañana Tomás, me despides de tu madrina, _dijo mientras salía rombo a le acequia, perdiéndose entre las sombras de la noche.

Ramón conocía muy bien el pueblo, solamente tenía que pasar la zona centro, el Barrio de la Cruz y en seguida llegaría a la Concha. Todo el trayecto lo haría por la acequia y saldría a una cuadra de su casa, ya que la vecindad en que vivía había sido cortada de una propiedad mayor, por lo que se había cerrado el paso hacia la acequia.

El joven pensaba que si le daba tiempo, iría a visitar a Rosita, a fin de contarle los últimos sucesos de la fábrica. Caminaba lento para no despertar sospechas, saludando por su nombre a los vecinos que conocía o simplemente con un "buenas noches" a los que le eran desconocidos, tratando en lo posible de no ser molestado por los perros que vigilaban las viviendas.

Cerca ya de las nueve de la noche, Ramón salió de la acequia rumbo a su casa; antes de llegar y bajo el último farol, fue interceptado por dos hombres: El "Perro" y Cuco, quienes lo estaban esperando.

_Buenas Ramón, _dijo “El Perro"_ ¿donde te habías metido?, te traemos un recado de Don Cándido.

-Buenas muchachos, _contestó Ramón mientras sentía que un extraño frío le recorría la espalda_ me quedé platicando con unos amigos, ¿de qué se trata?

_El Jefe quiere verte, _repuso sombrío 'El Perro"_ quiere que te llévemos a verlo ahora mismo.

_Está bueno muchachos, _dijo nervioso Ramón_ solo déjenme avisarle a la jefa y ahorita salgo.

_Creo que no entendió este, _dijo Cuco_ el Jefe dijo ahora, así que no hay tiempo de que le avises a nadie.

Los hombres lo sujetaron por los brazos y lo hicieron subir al auto que estaba estacionado junto a la acera, solamente un perro que husmeaba entre los desperdicios del basurero, los miró tímidamente, con el rabo entre las patas. El auto partió velozmente y se perdió en la noche.

A Ramón lo habían tirado en el piso del auto, entre el asiento trasero y los respaldos del asiento delantero. Cuco conducía en silencio y "El Perro" le tenía puesto un pie sobre la espalda, a fin de que no levantara la cabeza. Ramón sentía un frío nervioso que le recorría el cuerpo de arriba a abajo; trataba por puro instinto de conservación de saber hacia donde lo llevaban. Por la direcci6n en que estaba estacionado el auto y por las vueltas que había dado, estaba seguro que se dirigían hacia la salida norte del pueblo; estaba seguro de que por ahí no irían a ver a Cándido. Pensó en las recomendaciones de su madre y de Rosita, de que se mantuviera alejado de los problemas de la fábrica. Lamentaba no haberlo hecho por las inquietudes que despertaría en ellas, pero no podía vivir ajeno a los problemas de sus compañeros y de él mismo. Ahora debía ser fuerte y tratar de no hablar de sus compañeros implicados en el movimiento.

Por fin el auto se detuvo, la obscuridad era completa, cuando salió del auto no reconoció el lugar en que se encontraban, solamente un fuerte olor a excremento de vacas le indicó que en las cercanías habría un establo. Rápidamente trató de ubicar el lugar en que se hallaba, pero la tensión nerviosa le impedía razonar con claridad.

_¡Vamos!, _le dijo Cuco empujándolo_ ¡camina!

Ramón caminó con cuidado, pues la obscuridad le impedía ver donde pisaba, tropezando con unas piedras, pero sin perder el equilibrio. Después de unos treinta pasos vio que habían llegado a una casa rústica encalada de blanco. Uno de los hombres abrió la puerta y de un fuerte empujón hicieron entrar al muchacho, quien perdió el equilibrio y cayó de bruces en el piso de tierra. Rápidamente se puso en pie como para hacer frente a la agresión que sentía inminente.

No bien se había levantado cuando una manaza se estrelló en su rostro, haciéndolo caer de espaldas contra unos costales apilados en un rincón. Su cabeza daba vueltas y no lograba precisar el lugar en que se encontraban sus agresores.

Mientras tanto, "El Perro" encendió un quinqué, por lo que Ramón se pudo dar cuenta de que era un cuarto muy pequeño, utilizado como bodega de granos y costales; no tenía ventanas. Escuchó la voz del "Perro":

_Qui'ubo Ramoncito, ¿todavía eres tan valiente como cuando te enfrentaste a Justo? El Jefe quiere saber cómo está eso de los volantes, ¿tú nos puedes decir algo?

_Yo no sé nada, _repuso tartamudeante Ramón, mientras se limpiaba un pequeño hilillo de sangre que le escurría por la comisura de la boca_ mi problema fue con Justo porque siempre ha sido muy abusivo con todos nosotros, además él me agredió primero.

Por toda respuesta, Cuco le golpeó en el estómago, haciéndolo caer nuevamente, abriendo desesperadamente la boca tratando de reponer el aire que el golpe le había sacado; sentía mareos y parecía que la casa se le venía encima. Volvió a escuchar la voz del "Perro":

_Vale mas que nos digas la verdad Ramón, esto no es un juego, recuerda que a Don Cándido no le gustan los traidores, él ha trabajado por ustedes y no le gustan los ingratos. Dime, ¿quien reparte esos volantes?.

_De verdad, _repuso gimoteando el muchacho_ no sé quien los reparte, simplemente cuando llegamos a trabajar ya estén allí. Violentamente "Cuco" lo levantó y lo sentó sobre los costales; jalándolo de la ropa lo atrajo hacia él y le dijo:

_Mira muchacho, yo estoy perdiendo la paciencia, más vale que "cantes" y todos nos podremos ir a descansar, ¿cómo la ves?.

_Pero qué les puedo decir si yo no sé nada.

Nuevamente la manaza se estrelló contra la oreja izquierda del muchacho, quien sintió que le estallaba la cabeza y cayó a un pozo negro y sin fondo. El "Perro" gritó enojado:

_¡Ya se te pasó la mano güey!, de plano noqueaste a este baboso y ahora ¿cómo le sacamos la verdad?

_Si le pegué quedito, _dijo Cuco como apenado_ lo que pasa es que este no aguanta nada, no sé cómo le rompió la madre al pinche Justo.

Cuco trataba de reanimar al muchacho dándole palmadas en las mejillas.

_Bueno vámonos, _dijo "El Perro"_ ojalá le sirva de lección y se deje ya de estupideces, no sea que se vaya a "enfriar" y entonces sí que la jodimos, a ver mañana qué le decimos a Don Cándido.

Cuco apagó el quinqué y los dos hombres salieron, dejando a Ramón desmayado sobre los costales. Un hilo de sangre corría de su oído izquierdo y goteaba lentamente sobre los costales.

Pasaron varias horas, el frío de la madrugada fue reanimando a Ramón, quien mareado y con un fuerte dolor de cabeza se fue incorporando, no se oía nada, solamente el canto de los grillos y de vez en cuando el ladrido de los perros, allá, a lo lejos. El muchacho trataba de pararse, pero las débiles piernas no lo sostenían. Al fin, después de varios intentos logró levantarse y dando traspiés alcanzó la puerta, al abrirla, el aire fresco acabó de devolverle sus sentidos. Caminó inseguro rumbo a la carretera y más por instinto que conocimiento, se puso a caminar. A lo lejos se veían unas luces y supuso que se trataba del pueblo. Agotado y sangrante llegó a una estación de gasolina, donde estaba cargando un taxi, al verlo el despachador exclamó:

_¡En la madre!, mira como dejaron a este "cuate".

El chofer del auto fue en auxilio de Ramón.

_¿Qué te pasó compa?, mira nomás cómo vienes, ¿qué te pasó?

_Me asaltaron, _mintió Ramón_ pero me defendí y creo que no me quitaron nada, ¿donde estoy?

_En la orilla del Guayabal, ¿quieres que te lleve a la Comandancia a que hagas la denuncia?

_No, gracias, mejor llévame a mi casa, allá por la Concha.

_Claro que sí, _contestó solícito el chofer abriendo la portezuela del auto para que subiera Ramón.

Ramón no entendía todo lo que le iba diciendo el chofer, solamente tuvo conciencia cuando llegaron a su casa y pagó la dejada.

Como un autómata caminó hasta la puerta de su vivienda. Al entrar Doña Lupita se abalanzó a él, haciéndole mil preguntas. Entonces se dio cuenta que su madre estaba acompañada por Rosita y Don Efrén.

_Pero muchacho, _dijo su madre_ ¿dónde te has metido?, mira cómo vienes, ¿pues qué te paso? Mira nomás, creo que se te reventó el oído, a ver, déjame ver. No te hayas peleado muchacho. Ave María Purísima.

_Ramoncito, _dijo Rosita abrazando al joven_ ¿qué te pasó?, nos tenías muy preocupados. Un par de hombres muy feos me detuvieron antes de llegar a mi casa y me preguntaron por ti. Me dio mucho miedo.

_No se preocupen, lo que pasa es que me asaltaron, _dijo Ramón, mientras las piernas nuevamente se le quedaban sin fuerzas y cayó sobre la cama. Un profundo sopor lo envolvió y ya no supo más.

Su madre y su novia, llorosas lo atendían, ayudadas por Don Efrén que, preocupado, guardaba silencio, imaginando cuales eran los problemas que tenía el muchacho.

Gruesas lágrimas corrían por el arrugado rostro de la madre, mientras pensaba, “yo sabía que había parido un hombre, pero ahora veo que realmente es un "hombre". No dejes que esos desgraciados te doblen, hijo mío, tu padre estaría orgulloso de ti”

Después de acomodar al muchacho, Doña Lupita acompañó a la puerta a Rosita y a su padre, recibiendo la promesa de que al otro día irían a enterarse de la salud de Ramón y a hacerle compañía.

La anciana cerró la puerta de su humilde vivienda y llorosa se hincó ante el pequeño altar, rezando casi en susurros.

_Virgencita de Guadalupe, cuídame a mi muchacho y dale fuerzas para luchar contra las injusticias. Ilumínalo Madre Adorada para que siempre actúe por el camino del bien y hágase la voluntad de Dios nuestro Señor. Amen.

La dolorida madre se acostó y pronto quedó dormida, soñando en un mundo donde no hubiera injusticias y donde la actitud varonil fuese recompensada y no perseguida y castigada. Bendito sueño que nos hace olvidar temporalmente los sinsabores de la vida. Mañana ya Dios dirá que haremos.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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