De los "grillos"...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Cuando estudiaba la Preparatoria supe por primera vez de los “grillos”. Con este apelativo se señalaba, peyorativamente, a aquellos jóvenes que en duplos o en pequeños grupitos se reunían por los patios o los rincones del monumental edificio de San Ildefonso, de la UNAM, en la ciudad de México, cuchicheando (cuyo sonido que producían se acercaba al agudo y monótono creado con el roce de los élitros de los machos de este insecto ortóptero cavador), mirando de soslayo, intrigando, urdiendo traiciones y mil formas mas de participar, pero en forma vil, en las actividades políticas de la Escuela, que se traducían en las elecciones de los consejeros técnicos o universitarios, así como de la Sociedad de Alumnos.

Luego, por extensión, se adjudicó a todos aquellos que se dedican a estos menesteres, pero en la lucha por el poder, a cualquier precio, dentro o fuera de los partidos políticos.

De esta guisa se ha acuñado el término “grilla” como actividad política, principalmente la que implica deshonestidad o intrigas, así como el verbo “grillar”, como la acción de intrigar con fines políticos.

Es el caso que la actividad desarrollada por estos especimenes les ha permitido acceder al poder, en los tres órdenes de gobierno de nuestro país, con las consabidas consecuencias siniestras y deleznables.

Es vox populi que estos bípedos implumes no solo creen, sino que tienen la plena, firme y total convicción de que en la actividad que ellos le llaman “política”, para ascender en la escala de puestos, para acceder a cualquier nivel, hay que ser deshonestos, corruptos, hipócritas, falsos, traidores, “chaqueteros” (que cambian de grupo o partido político, según su mezquina conveniencia, al margen de su ideología, que no la tienen, como si fueran chaquetas), inmorales (condicionan el ascenso de sus correligionarios por todo tipo de favores, incluyendo los sexuales), oportunistas, listos para la foto y publicitarse, demagogos, falaces, cínicos, ignorantes, palurdos y toda una gama de características que no hacen sino evidenciar las peores lacras del ser humano y cuyo ejercicio los cínicos le llaman ser “prácticos”. Todo por acceder al poder para servirse de él para su propia y mezquina conveniencia a sabiendas de la impunidad que prohíjan, ya que cuando son descubiertas sus pillerías, saben que lo único que les puede pasar es que los despidan y entonces se la “juegan”, cuando lo procedente es, además de despedirlos, procesarlos y obligarlos a devolver lo mal habido.

Lamentablemente todo esto lo han hecho público y notorio, logrando que la ciudadanía se harte de ellos, quienes ya no soportan la continuidad de este tipo de “personajes” los cuales le han dado a la clase “política” un nivel y un papel denigrante y denigrado, depauperizado y paupérrimo, caótico e indeseable, lleno de ineptitudes, ineficacias e ineficiencias, en suma: han logrado el hartazgo de la población. Lo grave es que esto tiene un costo y ya se está reflejando en las urnas a través de un galopante abstencionismo. La gente ya no acude a votar con lo cual manifiestan su descontento y su rechazo a este estado de cosas.

Urge, en consecuencia, que se lancen a la palestra verdaderos políticos, políticos que tengan visión de Estado, que conozcan, entiendan, comprendan, expliquen y justifiquen el significado de la Política, que al margen de sus múltiples definiciones, se percaten que la diferencia entre Política y Ética no es de género a especie; que aquélla no existe separada de ésta, sino que es un capítulo de la Ética, la cual se define como la ciencia de la voluntad y de las acciones ya que examina la estructura de la voluntad y de la conducta, pero como la voluntad se manifiesta de múltiples formas, es menester enjuiciar lo que tiene de especial cada tipo de acción, en consecuencia deben aplicarse los principios éticos de lo que es común al ethos, el campo jurídico social y así surge la Ética como Política, ergo, la Política es aquel capítulo de la Ética que se ocupa de los fines de la sociedad y de la organización jurídica estatal. pero debe quedar bien claro que los políticos deben ajustar sus actos al imperio de la ley, que deben buscar y lograr el bienestar de la población, que deben dar transparencia y honradez al manejo de los recursos públicos, que evidencien una auténtica solidaridad social y que sus logros sean de fondo y no solo de relumbrón. Ahora existe la gran oportunidad de educar a los jóvenes en la proposición de la verdadera política y no en la “política “ aldeana a la que están acostumbrados. No se vale salir con la derrotista expresión de que ya no se puede hacer nada, que intentar otra cosa es ilusorio, idealista e imposible. Son los idealistas quienes han transformado el mundo. Aún es tiempo. O usted, idealista lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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