A río revuelto..... 16

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Por Sergio A. Amaya S.

Cándido llegó a la oficina del Licenciado, donde se estaba llevando a cabo la reunión de trabajo. Ya se encontraban reunidos los representantes de los Sectores y, como siempre, cerca del Licenciado estaban Gaitán y Guzmán, cuidando la sombra del amo.

_Pásale Cándido, _dijo el Licenciado al recién llegado_ en estos momentos estamos por iniciar. El compañero Don Nato quiere explicarnos su plan de trabajo.

Contestando los saludos, Cándido tomó asiento, en tanto el Lic. Nato se ponía en pie para dar principio a la exposición de su plan de trabajo.

_Pues bien Licenciado, como le decía hace unos momentos, ya tengo listos los contingentes de apoyo de mi Sector; hemos elaborado unas mantas muy vistosas en las que se han retratado los rostros de nuestros héroes campesinos, complementándolas con frases importantes de nuestra querido Señor Presidente. Estas mantas cubrirán la fachada sur de la Plaza principal, de frente a los balcones de la Presidencia, en ese lugar concentraremos a nuestra gente, hemos mandado hacer "matracas y silbatos con los que acompañarán las "porras" de apoyo a usted señor Licenciado, nuestro Candidato.

_Hemos considerado, _continuó el Lic. Nato_ que con diez autobuses que nos sean proporcionados serán suficientes para transportar a nuestra gente, que empezarán a llegar alrededor de las ocho de la mañana. Espero que se manden a hacer suficientes tortas, pues mis compañeros siempre están con hambre. Dijo lo anterior mientras emitía una ridícula risita que le hacía temblar el sobresaliente vientre.

_Ahora, si usted me lo permite señor Licenciado, me gustaría leerle algunas de las frases que se han pintado en las mantas.

En tanto decía lo anterior, extrajo de la bolsa interior de su saco unas hojas de papel y desdoblándolas inició su lectura, sin esperar la aceptación del Licenciado:


"POR MEDIO DE NUESTRO PARTIDO,
LA REVOLUCIÓN CONTINÚA A CABALLO
AL GRITO DE "TIERRA Y LIBERTAD"

"EL IDEAL DE NUESTROS HÉROES ES MANDATO PARA NUESTRO PARTIDO"

"COMO LO HA EXPRESADO NUESTRO SEÑOR PRESIDENTE,
LOS CAMPESINOS DEFENDEREMOS EL REGIMEN EJIDAL
HASTA CON NUESTRAS VIDAS"

"LA HONRADEZ DE NUESTROS GUÍAS DEL PARTIDO
ES UN COMPROMISO PARA TODOS LOS CAMPESINOS"

"LA SANGRE DE NUESTROS HERMANOS CAMPESINOS
FECUNDA EN LA TIERRA LA SEMILLA DE LA LIBERTAD"


La perorata interminable fue interrumpida por el timbre del teléfono, molesto el Licenciado descolgó y gritó enojado:

_¡Señorita, le dije que no estoy para nadie!

_¿Quien dice que..... ¿está segura señorita?..... pero por el amor de Dios, no lo haga esperar, páselo de inmediato.

La atención de todos se centró en el Licenciado, ante sus evidentes muestras de nerviosismo. Intercambiaban miradas unos con otros como queriendo adivinar quien llamaba.

_Señor Doctor, _dijo al fin aliviado el Licenciado arreglándose el nudo de la corbata_ es un placer oírlo, ¿cómo está usted?.....Sí señor, estamos todos reunidos.....¿Cómo dice señor?.....Sí, claro que sí señor Doctor, permítame pasar al privado....Sí Señor, un momentito.

_A ver Gaitán, _dijo casi en un susurro_ me pasas la llamada y cuelgas, discúlpenme compañeros, _dijo mirando a los reunidos, no tardo, es el señor Doctor_

El Licenciado pasó al privado dejando a todos sumidos en un mar de conjeturas. A qué se debía tanto misterio. ¿Se tratará de otra visita de la "Primera Dama"?, las cuáles generalmente se manejan con mucha discreción, tal vez se trate de una visita del Señor Presidente..... ¿Habrá cambios de última hora en los compañeros de planilla del Licenciado?... Mil y una conjeturas manejaban las mentes de los reunidos en la sala de juntas, Unos a otros se miraban nerviosamente, sin saber en qué ocupar los minutos que se les hacían eternos.

Cuando el Licenciado volvió a la sala de juntas, su semblante había cambiado; se le notaba reservado y sombrío, llenando de inquietud a los asistentes a la reunión.

_Señores, _se dirigió el Licenciado a los concurrentes_ lamento tener que suspender esta reunión, tengo que atender otros asuntos de vital importancia para nuestro Partido, mientras tanto, les agradeceré que sigan preparando todo lo necesario para la gran concentración. Ms tarde les informaremos cuando nos volveremos a reunir. Buenas tardes.

Los asistentes a la reunión fueron saliendo en forma silenciosa, pero en cuanto estuvieron fuera, se formó un compacto grupo que proponía diferentes hipótesis acerca de la súbita suspensión de tan importante reunión.

El Licenciado volvió a su privado y de inmediato hizo pasar a Gaitán y a Guzmán.

_Vamos a ver, _inició el Licenciado_ ¿cómo está el asunto de unos tales Fermín, Erasmo y Ramón?.

_Bueno Licenciado, _contestó Gaitán_ de Fermín y Erasmo nosotros le informamos, lo detuvimos para investigación, aunque en principio creemos que este par no sabe nada. No pudimos ser mas drásticos en el interrogatorio por atenernos a sus instrucciones, pero podemos intentarlo nuevamente, usted nomás ordene.

_¡No, no!, _repuso enfático el Licenciado_ por el contrario, arregla las cosas para que parezca un interrogatorio por cualquier otra cosa, una denuncia de robo o qué sé yo, Pero arréglalo rápido. ¿Y del tal Ramón, qué sabes?

_Lo único que sabemos, _contestó el agente_ es que la gente de Cándido se nos adelantó. Nosotros lo íbamos a detener por el asunto con Justo, pero les perdimos la pista en el "Casino" y después nos enteramos que mas tarde lo habían detenido "El Perro" y Cuco.

_Pues enhorabuena no lo hicieron ustedes, _dijo aliviado el Licenciado_ me parece que el pinche Cándido se está pasando de rosca: me acaba de llamar el Doctor y teme que por ese incidente podamos tener problemas durante la campaña y de ninguna manera voy a tolerar que ese pendejo me la vaya echar a perder.

_Estos "pinches gachupines", ¡ya me tienen harto, _pensó en voz alta, en tanto se paseaba de un lado a otro de su despacho, pensando en la mejor forma de actuar de acuerdo a lo comunicado por el Doctor. Los agentes permanecían silenciosos, con la mirada al frente, pero sin ver nada en especial, esperando las órdenes que les daría el jefe_

_Mira Gaitán, _le dijo el Licenciado parándose frente a él_ te voy a encargar que me vigiles muy bien a Cándido y a sus “gorilas", no quiero que vayan a tomar represalias contra los trabajadores. Por otra parte, continúa con la investigación, pero mucho cuidado con esos méndigos muchachos. Me informo el Doctor que los trabajadores están siendo asesorados por un partido opositor a nosotros, no están seguros cual es, pero yo creo que son los pinches comunistas.

_Podría ser, _continuó el Licenciado_ que el asunto no sea contra mi, sino que quieran quitarle la silla a Cándido, pues parece que no está muy bien parado en el Partido, a mi de plano me cae mal el tipo, pero no puedo hacer nada. Por lo pronto no lo pierdan de vista, espero sus informes. Ahora a trabajar.

Los dos agentes salieron a toda prisa, a tiempo de ver arrancar el automóvil de Cándido. Abordaron e1 viejo Chevrolet y discretamente se pusieron a seguirlo. En pocos minutos estaban circulando por la carretera norte y de inmediato se dieron cuenta de que Cándido se dirigía a la casa de campo.

Los agentes siguieron de frente cuando Cándido entró en la propiedad; mas adelante salieron de la carretera por un camino que rodeaba la finca. Buscaron un lugar apropiado y se pusieron a observar.

_‘Ora sí que la jodimos, _dijo Guzmán_ no nos dieron tiempo ni de comprar unas tortas y con el hambre que traigo.

_Pues si quieres, _repuso Gaitán_ ve a ver qué compras y yo me quedo vigilando, nada mas no te tardes, pues a mi también ya me anda.

Gaitán descendió del automóvil y se sentó a la sombra de un mezquite, en tanto Guzmán se fue en dirección a la carretera.

Dentro de la casa estaban terminando de preparar la mesa para recibir al Presidente de la Junta. Mientras tanto, Cándido se dirigió a una habitación a la que pomposamente llamaba "el estudio'.

La habitación estaba amueblada con un ostentoso juego de sillones de piel, un escritorio de caoba y un fino sillón giratorio. Una de las paredes estaba ocupada por un librero de fina madera conteniendo unos cuantos libros aún envueltos en papel celofán. El muro de enfrente estaba decorado con algunas fotografías de mujeres desnudas y una amplificación de una fotografía de Cándido recibiendo un abrazo del Líder Nacional. Detrás de su escritorio una ventana dejaba ver la placidez de la campiña.

_A ver "Perro", _dijo imperativo_ sírveme una "cubeta" mientras llega el Presidente, también búscame una botana, pues ya tengo hambre.

A los pocos minutos volvió el ayudante con el pedido de su jefe, permaneciendo respetuosamente junto a la puerta, listo a atender de inmediato cualquier orden.

_Cómo ves, _dijo Cándido, dirigiéndose a su subordinado_ que los babosos trabajadores me quieren desconocer como su representante.

_Nomás dígame quien, _repuso sombrío "El Perro"_ y pa' pronto lo ponemos quieto Don Cándido.

_Todavía no "Perro", _repuso Cándido como para sí mismo, en tanto se llevaba el vaso a los labios_ veamos que nos dice el Presidente y después decidiremos.

_Yo creo que al tal Ramoncito lo debimos haber "enfriado", _contestó muy serio "El Perro"_ ya ve que los muertos no hablan Don Cándido.

_Tienes razón, a veces me paso de buena gente y ya ves como le cargan a uno.

En esas reflexiones se encontraban, cuando Cuco llamó a la puerta para informar que el Presidente estaba llegando, Cándido salió a recibirlo, seguido de cerca por su fiel ayudante. El líder saludó al recién llegado con una amplia sonrisa.

_Adelante señor Presidente, bienvenido a su casa, no sabe qué gusto me da recibir a los amigos.

_Gracias Don Cándido, _repuso medio cohibido el recién llegado_ me vi medio apretado con esta súbita invitación, pero aquí estoy. Conociendo sus espléndidas comidas no era cosa de pensar en dejar pasar la oportunidad de compartir el pan y la sal con tan buen amigo.

El Presidente era un hombre de alrededor de cincuenta años, blanco y bajito, de lentes gruesos y caminar reposado. Treinta años de burócrata lo habían hecho lento en sus movimientos y más aún en sus decisiones; hombre modesto en lo personal, tenía ambiciones para su familia, las que no podía lograr con su escaso sueldo.

Cándido volteó a mirar a su ayudante y guiñándole un ojo le dijo:

_A ver "Perro" sírvele una "buena" a nuestro invitado y yo creo que pasamos a la mesa, pues me supongo que todos tenemos hambre, ¿no es así señor Presidente?

_Claro que sí Don Cándido, _contestó el burócrata_ ¿pero no esperamos más invitados?

_No mi amigo, _le respondió Cándido dándole unas palmadas en la espalda, en tanto lo acompañaba a la mesa_ esta comida es especialmente para usted, así es que sin más ceremonias vamos pasando a sentarnos.

Conociendo las preferencias de su jefe, "El Perro" había dispuesto una mesa redonda y pequeña a fin de hacer más íntima la reunión de los dos comensales. La mesa había sido vestida por meseros profesionales y las viandas preparadas por un cocinero capacitado; todo el servicio se había contratado en la Capital a fin de atender los múltiples banquetes que el líder acostumbraba ofrecer. Durante la comida, deliberadamente Cándido no externó el verdadero propósito de la invitación, ya que consideraba sería más prudente hacerlo con el estómago lleno y al calor de unas cuantas copas, de tal suerte que ambos comieron casi en silencio, con ocasionales referencias al buen sabor de los platillos o a la excelente calidad de los vinos servidos.

El Presidente, por su parte, trataba de recordar los expedientes que tenía pendientes de resolver, tratando de adivinar si el motivo de la invitación sería lograr la resolución favorable de alguno de ellos.

Realmente nunca le había gustado Cándido, continuaba en sus propios pensamientos, pero no le quedaba más remedio que soportarlo y tratar de servirle, ya que tenía instrucciones precisas de colaborar con los sindicatos afiliados a la poderosa Central Obrera, uno de los fuertes sostenes del Partido que, por lo demás, era el que hacía posible que él estuviera en ese empleo. Su larga carrera como burócrata le había enseñado la importancia de pertenecer al Partido y sobre todo, lo conveniente que era disciplinarse a las altas jerarquías. No obstante su buena posición burocrática, por algunos extraños escrúpulos seguirá siendo un hombre pobre.

Ahora, pensaba el hombre, doblando ya el medio centenar de años, en su jubilación. ¿Qué era lo que le esperaba?; un mísero sueldito como pago a tantos años de trabajos y penurias, ser cada día mas viejo y más pobre. Pero tal vez uno de estos días tuviera el valor de dejar atrás el recuerdo de su finado padre y quizás aún lograra hacerse de un pequeño capitalito que le hiciese más llevadera la ya próxima vida de jubilado. Total, ¿qué perdía?, afortunadamente las Leyes del país eran tan sabias, que bien podían tener dos o más interpretaciones. Lo único que pondría en juego era su conciencia, igual de vieja que él. No le quedaría mucho tiempo para hacerse reproches.

La comida terminó y la voz de Cándido invitándolo a pasar a la sala, lo sacó de sus pensamientos.

_Señor Presidente, _dijo Cándido levantándose_ ¿qué le parece Si pasamos a la sala a tomar nuestro café con un coñaquito?

_Claro que sí, como usted lo prefiera Don Cándido.

Los hombres pasaron a la sala y se pusieron cómodos, en tanto los sirvientes disponían las bebidas para reposar la abundante comida.

_Cuénteme señor Presidente, inició la conversación Cándido he oído por ahí que ya está pensando en su jubilación.

_Bueno Don Cándido, _respondió el hombre con modestia_ usted sabe que ninguno es eterno y yo me siento un poco cansado después de tantos años en las oficinas, pero aún no es algo definitivo, es solo que tengo que pensar con calma.

_Pues ya debe tener un capitalito, _dijo Cándido socarronamente_.

_¡Qué va, _se apresuró a decir el Presidente_ yo soy un hombre que he vivido, o mejor dicho, sobrevivido con mi escaso sueldo. Eso, precisamente, es lo que me ha impedido tomar una decisión.

Cándido rápidamente pensó que ese era el momento de iniciar sus movimientos.

_Pero señor Presidente, _dijo en tono amistoso_ falta de confianza, ¿pues para cuando son los amigos? Mire, precisamente quiero proponerle un negocio.

_Pues usted dirá Don Cándido, contestó ¿para qué soy bueno?. _ya salió el peine, pensó_.

_Señor Presidente, _continuó Cándido acercándose un poco más al visitante_ usted sabe que los que nos dedicamos a servir a nuestros semejantes, siempre adquirimos enemigos; unos porque no obtienen de nosotros lo que pretenden y otros por querer ocupar el sitio que nosotros nos hemos ganado. Precisamente en estos momentos yo estoy previendo que uno de estos enemigos gratuitos me de algunos problemas.

_¿Se trata de alguna demanda?, _preguntó inocente el Abogado_.

_Sí, _repuso Cándido_ aunque no de las que usualmente manejamos, es una demanda. que raramente se ve en nuestro medio.

_Los trabajadores de la fábrica piensan desconocerme como su representante y, lo que es más grave, constituirse en Sindicato independiente. ¿Se da usted cuenta de la gravedad del asunto? No me importa que me desconozcan a mi, dijo fingiendo humildad, pero no podemos permitir que sean independientes, sería un precedente que de cundir, poco a poco iría minando la "unidad nacional"; ¿se da cuenta de los alcances de este asunto?, nos mandaría directos a las manos de los comunistas.

_¡Claro que me doy cuenta!, _repuso el invitado_ es un asunto muy grave. (Qué desinteresado te has vuelto, pensó el hombre, como si te importara tanto la "unidad nacional"). Y ¿qué es lo que desea que haga?

_Bien señor Presidente, _continuó Cándido_ usted sabe manejar la Ley, solamente entreténgalos.

_Bueno Don Cándido, _repuso audaz el Presidente_ usted habló de un negocio y por lo que veo es un asunto normal.

_¡Caramba señor Presidente!, _dijo Cándido sorprendido_ lo que deseo es que no sea un asunto normal. Mire, si usted logra que no avance la petición de los trabajadores, me dará tiempo de platicar con los interesados. A cambio de ese servicio yo le entregaré a usted una respetable cantidad que le haga ver mejor su jubilación. ¿me entiende?

_Perfectamente Don Cándido, _contestó nervioso el Presidente_ pero usted sabe que yo nunca he aceptado este tipo de arreglos, no quisiera que un asunto de esta naturaleza pudiera empañar mi hoja de servicios, poniendo en peligro, inclusive, mi plan de jubilación, ya que de trascender este asunto, podría perder mi empleo. En el mejor de los casos.

_Me doy perfecta cuenta de ello, _contestó Cándido_ no debe preocuparse, recuerde que en última instancia yo también estaría implicado y me podría traer graves consecuencias. Así que ambos mantendremos este asunto como algo estrictamente personal.

_Pero no me responda en este momento, _continuó Cándido_ lo hará antes de irse, mientras tanto le tengo una sorpresa.

Dándole una amistosa palmadita en la rodilla y guiñándole un ojo, Cándido se levantó y llegando a la puerta de la sala llamó a su Ayudante:

_¡Perro!, _gritó Cándido_ que pasen las muchachas y te traes unas botellas de vino.

Momentos después entraron a la sala dos jóvenes ataviadas con pequeños vestidos que dejaban al descubierto sus bien torneadas piernas y de inmediato se sentaron a hacer compañía a los dos hombres.

_Cómo la ve señor Presidente, _dijo ufano Cándido_ ¿le gusta la señorita que lo acompaña?

_Claro que me gusta, _repuso tímido el invitado_ es muy boni ta, pero me siento un poco apenado, yo ya no tengo edad para estas cosas Cándido y las muchachas rieron estruendosamente, en tanto su pareja le hacía caricias al Presidente.

_Ja..ja..ja, qué señor Presidente, _esto le hará ver mejor las cosas, le ayudará a tomar una buena decisión_.

Afuera de la casa, en su lugar de observación, Gaitán y Guzmán se paseaban a fin de contrarrestar el frío de la noche.

_Pinche Cándido, _decía enojado Guzmán_ él muy calientito con las viejas y a nosotros ya nos mata este "mula" frío.

_No te quejes compañero, _contestó bromista Gaitán_ es nuestra "chamba" y ni remedio, pero en cuanto regresemos nos echamos "unas" para entrar en calor.

Las horas pasaron, lentas y frías para los observadores y cálidas y alegres para las dos parejas que despreocupados bailaban semidesnudos en la sala de la casa de campo. Cerca ya de las tres de la mañana, los autos salieron de la finca y tomaron rumbo al pueblo. Los agentes abordaron el suyo y ya mas tranquilos enfilaron a la primera Cantina que encontraron abierta. Ese día había terminado y ya mañana harían su informe para el Licenciado.

Una espesa capa de niebla cubría ya las calles del pueblo. Todos dormían plácidamente, esperando el nuevo amanecer.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



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