Por Sergio A. Amaya S.


La mañana estaba fresca y luminosa. Los pájaros alborotaban en los árbo1es de la plaza, preparándose para emprender el vuelo en busca del grano de los campos circundantes. Continuamente llegaban a la plaza camiones de redilas cargados de campesinos que portaban grandes mantas para apoyar a "sus" candidatos.

_¿Quien es el güey que vamos a apoyar?, _preguntó alguien.

_Sabe tú, el Delegado nomás nos dijo que teníamos que venir, yo creo que nos tienen qué decir, no la váyanos a regar.

_Orale compa, _dijo otro_ échese un traguito pa'l frío.

_Ni se preocupen por esto, _intervino uno mas_ aquí venimos a echar relajo y a comernos unas tortas que nos otreció el Delegado, después de este desmadre nos vamos al Casino a echarnos unas, ¿qué no?

Desde temprana hora el Licenciado había dado instrucciones al Jefe de Seguridad Pública de que distribuyera a sus hombres, los que eran alrededor de veinte, en lugares estratégicos de la Plaza. Los policías estaban armados con viejos mosquetones de 7 mm, con una dotación de veinte tiros cada uno y una bayoneta para enfrentamientos cuerpo a cuerpo, aunque la verdad sea dicha, por falta de presupuesto unos cuantos habían disparado esas armas una o dos veces, en tiros de práctica, pero la gran mayoría solamente conocía las escopetas "güiloteras" oue usan los campesinos para ahuyentar a las aves de los plantíos. Los edificios que rodeaban la plaza, estaban cubiertos por enormes mantas con leyendas alusivas al acto y fotografías de los políticos mas sobresalientes del Partido, desde los beneméritos hombres del pasado, hasta los ínclitos dirigentes del presente.

En el kiosco de la Plaza, la Banda Municipal tocaba una marcha militar para beneplácito de los presentes, quienes caminaban de un sitio a otro, saludando a sus parientes o conocidos.

En el Palacio Municipal, el Primer Regidor, ahora convertido en Presidente Interino, estaba en constante comunicación con el Licenciado, a fin de mantenerlo al tanto de la concurrencia reunida en la Plaza.

Muy bien sabía el señor Regidor que el Licenciado seguiría siendo su jefe hasta en tanto no se trasladara a la Capital del País. Entonces sí tendría oportunidad, aunque sólo fueran unos cuantos meses.



Por instrucciones de Antonio y Pedro, los trabajadores se habían repartido en grupos; cada grupo era comandado por un guía, de tal manera que no presentaran un solo frente. Para su identificaci6n, Antonio las había comprado paliacates rojos que se colocarían en el cuello antes de entrar a la Plaza. Los grupos arribarían por diferentes calles y se encontrarían precisamente frente al tablado que se había levantado alrededor del kiosco, siempre acompañados por sus familiares y amigos, a fin de lograr un grupo de aproximadamente quinientas personas, entre hombres, mujeres y niños.

Todos llevarían entre sus ropas diferentes armas, desde pistolas, hasta cuchillos y cadenas. Estaban dispuestos a responder golpe por golpe que recibieran. Antonio y Pedro estaban observando los acontecimientos desde lugar seguro, dispuestos a retirarse en cuanto principiaran los desórdenes.

Ramón se encontraba al frente de un grupo de quince hombres, todos ellos jóvenes igual que él. Pensando en su seguridad, Ramón no les avisó a Rosita y a su madre de lo me se proponían hacer. Pensaba que era lo mejor, así no se distraería tratando de protegerlas.

_Ya lo saben muchachos, _les decía_ nosotros no vamos a armar alboroto, solamente queremos que nos escuchen y den solución a nuestras demandas, pero si somos agredidos, responderemos en la misma forma. Ya estuvo bien que nuestros llamados líderes nos utilicen como escalones para alcanzar sus metas personales.

_Claro que sí, _repuso uno_ ya nos dimos cuenta cómo te trataron los guaruras de Cándido y no queremos que eso mismo nos pase a nosotros.

_Recuerden que debemos hacer que todo el pueblo se interese y simpatice con nuestra causa, _continuó Ramón_ por lo tanto, no debemos darles molestias. En contra de lo que dicen otras personas, nuestros enemigos no son los patrones, ellos han invertido su dinero en crear fuentes de trabajo, se basan en lo que las Autoridades les dictan para su trato con los trabajadores y a cambio de ello. reciben una utilidad. De tal manera, nuestra lucha no es contra los patrones, sino contra las Autoridades sinvergüenzas y mentirosas que han utilizado las Leyes Laborales para someter a los trabajadores al control de los Sindicatos. Es contra ellos contra quienes debemos luchar.

Los trabajadores estaban embelezados escuchando a Ramón, nunca habían tenido la oportunidad de oír a alguien que les hablara de esa forma, sobre todo, mostrándoles el "otro lado de la moneda", siempre habían escuchado, a través de todos los medios de información, que los Empresarios eren los villanos en las vidas de los trabajadores, pero así como lo planteaba Ramón, se veía claramente que gente como Cándido eran los responsables de la miseria que cada vez hacía mas difícil la vida de los trabajadores.

En otra parte del pueblo, Pedro daba las últimas instrucciones a Teófilo, quien estaría al frente de otros quince hombres.

_Ya lo sabes Teo, esta es la oportunidad que tienes para convertirte en el nuevo Líder del Sindicato. No debes permitir que los envuelvan con falsas promesas. Deberán aceptar a la vista de todos, que Cándido ya no será reconocido como Secretario General y, lo mas importante, que el nuevo Sindicato se mantendrá independiente de la Central Obrera Nacional, a fin de adherirse a cualquier otra agrupación también independiente.

_De acuerdo Pedro, _repuso Pánfilo_ está bien todo lo que dices, nosotros no queremos que haya problemas, buscamos solamente la solución a nuestras demandas. Si son resueltas alií mismo, nos retiraremos en calma y no haremos ningún escándalo.

_¡Pero de veras eres inocente!, _le dijo Pedro_ ¿de verdad crees que les van a resolver su demanda por el hecho de irlo a pedir a la Plaza? De verdad que no conoces a esta gente, en el momento que digan que se vana salir de la Central, en ese mismo momento les echarán encima a sus matones. Jamás permitirán la independencia de los Sindicatos, pues eso supondría el resquebrajamiento de todo el sistema. Eso es algo que nunca van a permitir. Cuando menos no de forma pacífica.

_Pero entonces van a tratar de disolvemos a cualquier precio, _repuso temeroso Teófilo.

_Por eso es que les pedimos que fueran preparados, _continuó Pedro_ nosotros nunca les dijimos que iba a ser fácil lograr sus propósitos. La única forma de que los trabajadores tomen el poder, es mediante la lucha armada. Tenemos grandes ejemplos a nivel mundial, como el que nos dejó Lenin; la revolución de Mao, la de Castro o la Sandinista. a ellos no les fue fácil, les costó sangre pero valió la pena, pues ahora los trabajadores son los que gobiernan en aquellos países.

Teófilo lo escuchaba embobado, para él, hombre iletrado, lo mismo era que le nombrara a Rusia, Cuba o China; estaban en la misma dimensión que Marte, la luna o la constelación de Andrómeda. Su mente era un mar de confusiones, pero le tenía confianza a Pedro. Hombre de letras, pensaba.

_Dime Pedro, _preguntó Teófilo_ ¿qué significan esos dibujos que pusieron en las mantas de un martillo y una "joz"?

_Pues precisamente, _contestó Pedro_ la fuerza de los trabajadores, tanto de las fábricas, como en el campo. Ahora es cuando las Autoridades deben darse cuenta que los trabajadores del mundo están unidos. Los mismos anhelos, las mismas esperanzas y que están dispuestos a luchar para tener los mismos derechos que sus hermanos de todo el mundo.

_Pedro continuó con su perorata, ente la embobada atención del obrero, sabiendo que la ignorancia y pobreza de los trabajadores eran campo fértil para sus absurdas doctrinas. Buen cuidado tuvo de no decirle que en el sistema que alababa, los trabajadores siempre serían siervos de los políticos poderosos; muy bien ocultaba a los inocentes muchachos el profundo egoísmo de SUS propios intereses. El profundo rencor que sentía por un sistema que no le había dado la oportunidad de probar el "pastel" de la fiesta. Desde luego que tampoco les dijo de su huída rápida y oportuna. No era importante.

_Pero ya, basta de tanta charla, _dijo Pedro_ ve a buscar a tu grupo y hazle ver las cosas como yo te las expuse. Tú estás al frente del grupo de choque y es tu responsabilidad velar por la seguridad de todos tus compañeros. Recuerda que no debes llegar tarde a la Plaza, que todos se pongan el pañuelo en el cuello, es la mejor forma de identificarse entre todos los reunidos en el mitin.

Teófilo salió en busca de sus compañeros que ya lo esperaban. El tiempo de las grandes decisiones había llegado.





A las diez treinta de la mañana, el Licenciado y sus invitados llegaron a la Plaza, precedidos por la Banda de Guerra de la Policía, de inmediato pusieron a funcionar las matracas gigantes, se lanzaron al aire decenas de cohetes y las gargantas enronquecieron de gritar porras al candidato.

El Licenciado subió al estrado, levantando los brazos agradecía a los concurrentes el apoyo que le estaban brindando.

De pronto se olvidó de todos los acarreados que los tres Sectores se habían comprometido a llevar. Estaba seguro, ahora lo sabía, esa gente estaban ahí por él mismo. Lo voceaban a él. Esperaban que él hablara para oír su voz.

Qué lejos habían quedado aquellos años en que era el estudiante pobretón. De su mente se esfumaba el nombre de la casa de huéspedes, o más bien dicho, de las casas de huéspedes en que vivió allá en la Capital del Estado, Aquellos años de privaciones en que se pasaba el día con una torta, estudiando en aquel cuartucho mal iluminado, el gruñir de las tripas que le pedían alimento. Ya no más pantalones raídos ni noches de frío, cuando al fin de no quedarse atrás, acompañaba a sus condiscípulos a las tradicionales callejoneadas, cubierto solamente por una camisa de lana, abrazando ocasionalmente a Teresita, famosa "novia de la Universidad"; ella era la única que aceptaba quitarle el frío o cuando menos hacérselo menos crudo. Las otras jóvenes lo miraban menos, pues no tenía el dinero suficiente para invitarles un café o llevarlas al cine. Y aquel maestro, Don Heliodoro que lo humillaba por sus camisas zurcidas; cómo le gustaría verlo en estos momentos para decirle: "Venga a ver "Don Inodoro", a donde ha quedado aquel "jodido' al que usted no quería darle la mínima calificación para que pudiese terminar sus estudios. Usted "Don Estúpido" que estuvo a punto de privar a la ciudadanía de este líder que estaba esperando. La voz de Don Nato lo bajó de las nubes:

_¡Qué le parece Licenciado!, trajimos gente de todos los rincones del Municipio, todos deseosos de manifestarle su apoyo.

_Gracias, gracias Lic. Nato, _dijo casi con lágrimas en los ojos_ seré el guía que han estado esperando, seré como un padre para ellos, mis pobrecitos. ¿Verdad Lic. Nato que todos me conocen?

_¡Claro que sí Licenciado!, _continuó el adulador_ nosotros nos encargamos de distribuir en todas las comunidades tanto su retrato, como su programa político y realmente nos faltaron camiones para traer a todos los que deseaban venir a conocerlo.

_Pero Lic. Nato, _repuso emocionado_ me lo hubiera comunicado con oportunidad, no debimos privar a esas buenas gentes de venir a recibir personalmente mis muestras de cariño.

_No se preocupe Licenciado, _(estúpido, pensaba, ¿pero de veras te la estás creyendo?)_ los que quedaron realmente fueron los más ancianos, que no era conveniente traerlos a estas aglomeraciones.

Todos los invitados estaban ya en sus lugares, Don Ma1alaquías, con su semblante de esfinge, miraba las mantas que cubrían los edificios frente a ellos: Un retrato monumental del Licenciado y una frase de campaña:

"COMO BUEN GUAYABENSE, CORRE POR MIS VENAS LA SANGRE DE NUESTROS ANTEPASADOS QUE NOS DIERON PATRIA Y ESA NOBLE SANGRE ME IMPULSARÁ A LUCHAR POR LAS REIVINDICACIONES DE MIS CONCIUDADANOS".

En otra enorme manta, dominada por el escudo del Partido, se leía:

"CAMPESINO, EL LICENCIADO ESTA DISPUESTO A DAR SU VIDA PARA QUE CADA UNO DE USTEDES TENGA LA TIERRA SUFICIENTE PARA SER CADA DIA MAS GRNDES, VOTA POR ÉL".

_Grandísimos estúpidos, _pensaba Don Malaquías_ no se dan cuenta de que ofrece imposibles. Yo por eso no me hice líder campesino, que lo pude haber sido, pero veía venir el problema y le saqué el bulto muy a tiempo, cuando aquel Presidente, hombre bueno pero soñador, le dio impulso a la Reforma Agraria. Cómo lloró el hombre cuando, tiempo después, en visita oficial, vio los campos, antes productivos, que ahora se convertían en yermos miserables. En cambio, como líder obrero, siempre he podido recargar la culpa en otros. Pero no aprenden.

Cerca de Don Malaquías, Cándido también estaba absorto en sus propios pensamientos:

_Ojala que no se les ocurra a estos estúpidos venir a hacer el "caldo gordo", pues soy capaz de matar al “Perro" por dejarlos pasar. No señor, el lugar que tengo lo he ganado a pulso y no voy a permitir que ningún infeliz me lo quiera quitar. Después de todo, cuento con el respaldo del pinche viejo de Malaquías y no pierdo la esperanza de llegar a ocupar su lugar cuando él se muera, que pido a Dios no tarde, aunque parece no escuchar mis ruegos. Pero no importa, tengo mucho tiempo por delante y él está rodeado de puros esperpentos, estarían mejor en el Museo del Horror. Se rió dentro de sí por su agudeza de ingenio, debería recordarlo para contarlo en alguna ocasión a sus amigos. Es mas, él mismo podría inaugurar el Museo, o cuando menos proponerlo. Si los deportistas tienen el "Salón de la Fama", pues los políticos podrían tener el "Museo del Horror" y volvió a reír para sí mismo, tanto así que temió que alguien lo hubiera oído.

Por su parte, Torcuato también echaba su "gato a retozar" y pensaba:

De verdad no sé que haría el Licenciado sin el apoyo que le he mandado. No es fácil convencer a esta gente de que tienen que apoyar a tal o cual personaje, pues de inmediato piensan que yo tengo algún interés. Lo que no saben es que yo recibo órdenes del Centro y si quiero seguir en el candelero, pues tengo que obedecer, como es el caso presente.

Este infeliz Licenciado me ganó la carrera por tener más flexible el espinazo. Realmente la mayoría estaría conmigo, pero ahora ni modo, ya me llegará el turno.

Después de todo, continuaron sus pensamientos, no me ha ido tan mal, realmente parece que fue ayer cuando estaba vendiendo birria en el mercado. ¡Ah, qué buenas broncas nos aventamos con los Inspectores de Salubridad y con los de Mercados!, de no haber sido porque nos unimos, no sé qué hubiera pasado y todo porque no le queríamos entrar parejo con el Presidente. Ahora que también yo le eché valor al asunto, no pocas veces tuve que dormir en el "bote" por meterle sus madrizas a más de un Inspector abusivo y arbitrario. Con el que sí me mandé fue con aquel pobre hombre, creo que se me pasó la mano con los piquetes que le di y no aguantó. Después de éso, como nunca lograron saber quien había sido, las Autoridades nos empezaron a tener un poco mas de respeto. Como yo era el más hablador, me llamaron y llegamos a un acuerdo: Yo controlaría a los locatarios del mercado como Delegado del Sector Popular a cambio de que no hubiera más problemas y todos se pusieran parejos con la cuota.

De ahí en adelante ya no me fue tan difícil, solo tuve que mostrar que tenía mas güevos que los demás para hacerme respetar. Claro que tuve que partir unas cuantas "madres", pero nada es fácil en vida.

La voz del Licenciado a través de los altoparlantes lo sacó de sus pensamientos.

_Queridos conciudadanos, _inició con un brillo de iluminado en los ojos_ estoy sumamente emocionado por esta muestra de apoyo que están brindando a este humilde servidor público. La larga jornada que me espera a fin de visitar todas y cada una de las comunidades del Municipio, es el acicate que me impulsa a continuar en esta pesada labor que es el Servicio Público. El deseo de ir a convivir con ustedes a sus propias casas, para conocer directamente cuáles son sus inquietudes y cuáles sus carencias, es el faro que guía mis pasos por la senda del servicio a mis conciudadanos. (Pensando que en cualquier momento sufriría la transfiguración, el Licenciado continuo su mesiánico discurso).

_El discurrir de nuestra historia nos ha enseñado que solamente los valerosos pasan a formar parte de sus doradas páginas; yo no sé si soy valeroso, eso lo dirán ustedes, pero si sé que no le tengo miedo a los contratiempos, si estos son el camino para la redención del pueblo.

_En esta etapa coyuntural de nuestra historia, _continuó_ en que es imprescindible el esfuerzo nacional, es necesario demostrar nuestro nacionalismo revolucionario, marchando todos unidos hacia arriba y adelante, que la solución somos todos. Por lo tanto, amados conciudadanos, esta espontánea muestra de apoyo, me impulsa a pensar que, si llego a la Cámara de Diputados, me convertiré en portavoz de todos ustedes y propondré la formación de una Comisión, es mas, de un Fideicomiso para el estudio de las necesidades revolucionarias.

Al terminar estas palabras, el Secretario de Propaganda puso a funcionar un disco con aplausos grabados, incitando a toda la concurrencia a hacer lo mismo, acompañados por el alegre sonido de las matracas de madera. Una descarga de cohetes rubricó el momento. El Licenciado, plenamente seguro de la espontaneidad de los aplausos, se sentía poco menos que investido por la gracia Divina, convencido de que era él el enviado por los dioses a guiar ese hermoso rebaño de fieles seguidores.

Después de tomar un respiro y unos sorbos de agua, continuó:

_Amados hermanos, _dijo con voz grave abriendo los brazos como queriendo abarcarlos a todos_ como dice nuestro sacrosanto guía, "la revolución no se ha bajado del caballo"; efectivamente, al verlos reunidos en torno al verdadero Partido Nacional, me doy cuenta de cuan veraces son estas inteligentes palabras. La Revolución aún cabalga y lo seguirá haciendo en tanto exista un campesino sin tierra; continuará a caballo en tanto haya un trabajador que no gane lo justo para atender a las necesidades de su familia; en tanto existan patrones que exploten el trabajo de los hijos de nuestra Patria, la Revolución no se apeará de su cabalgadura.

La perorata continuaba, entre el aburrimiento y la incomprensión de los asistentes a la Plaza. Los hermanos Bermúdez, que escuchaban el acto sentados en la sala de un paisano abarrotero, comentaban:

_iCoño!, _decía exasperado Cástulo_ pero es inaudito la sarta de estupideces que está diciendo este pequeño chupatintas.

_Que yo se los dije a vosotros, _acotó el abarrotero_ nunca me gustó la ayuda que le habéis brindao.

_No lo toméis muy a pecho, _terció Cipriano_ lo que pasa es que, en cuanto toman el micrófono, se sienten los sopladores de las trompetas de Jericó, pero una vez que se encuentran con sus superiores, son mas inofensivos que un gusano.

En la Pieza, los cansados visitantes se aburrían de lo lindo, unos tirados en los prados jugaban a les cartas. Otros se entretenían leyendo el diario deportivo para enterarse cómo estarían los juegos ese día. En fin, la mayoría no sabia ni qué hacer.

_¿Pos qué tanto dice este güey'?, _preguntó alguno.

_Sabe tú, _repuso otro_ 'ta hable y hable de caballos, yo creo que va'ber algún jaripeo, ¿qué no?.

_Por qué no nos vamos a echar unas frías, _propuso otro_ al cabo si nos vamos no se dará cuenta nadie.

_'tos que María, _galanteaba otro_ ¿no vamos al cine?.

_'Tate sosiego Remigio, no ves que ai'ta mi tata si nos ve le va'dar bien harta muina.

_Por eso compañeros, _continuaba la verborragia del Licenciado_ debemos continuar con la misión revolucionaria de nuestros antepasados, de ellos que ofrendaron su sangre por una Patria mejor. El Panteón de nuestros Héroes es la antorcha que ilumina el sendero del Partido, a fin de alcanzar las metas de justicia y libertad que ellos vislumbraron para todos nosotros.....




En tanto continuaba el Licenciado, por las calles adyacentes se fueron acercando diferentes grupos con pañuelos anudados al cuello, las pancartas y mantas que llevaban, hablaban de la emancipación de las masas, de la toma del poder por los trabajadores. Había citas y fotografías del "Che" Guevara, de Fidel Castro y de Lenin.

Poco a poco se fueron adentrando en el jardín, hasta casi llegar al estrado en que el Licenciado se encontraba disertando. Al verlos llegar, el Licenciado se quedó mudo, el color se le fué del rostro y volteó a ver a sus compañeros como pidiendo ayuda.

_Qué...qué pasa...., ¿quienes son ustedes?.... y esos letreros... es un absurdo que vengan a "mi" mitin....no tienen derecho.

_¡Gaitán, Gaitán!, _gritaba el Licenciado cubriendo con la mano el micrófono_ ¿quienes son estas personas?, sácalas de aquí.

_¡"Perro", "Perro"!, _gritaba Cándido_ son la gente de la fábrica, llévatelos de aquí y diles que yo los alcanzo donde quieran, que no vayan a hacer bulla.

Don Malaquías, inmóvil, presenciaba esa intromisión, de reojo miraba a Cándido y al Licenciado. A una señal suya, sus "ayudantes" se colocaron a sus lados, dispuestos a defender al jefe de cualquier agresión.

El grupo de Teófilo había llegado por delante, formado por fuertes jóvenes que demostraban en sus rostros la decisión de seguir adelante con sus planes.

Los grupos comandados por Ramón, Tomás y Fermín, también habían llegado y formaban una compacta masa que se enfrentaba hostilmente a la gente que presidía el acto.

La gente que había asistido al mitin del Licenciado, se fueron interesando cada vez mas por el motivo de la llegada de los nuevos grupos, sobre todo que entre los recién llegados se encontraban parientes, amigos o conocidos y rápidamente se iban pasando, de persona a persona, el motivo de la intromisión.

Rápidamente llegó el Comandante de la Policía y se colocó a un lado del Licenciado, a fin de brindarle su protección y poder recibir directamente sus órdenes. Al verlo, el Licenciado se sintió mas aliviado y le dijo al oído:

_Estos son los cabrones de la fábrica, esté pendiente porque en cualquier momento podemos necesitar a sus hombres.

Dándose valor, el Licenciado hizo frente a los manifestantes.

_Vamos a ver señores, ¿con qué derecho vienen a interrumpir un acto, legalmente realizado?.

Al instante se oyeron infinidad de voces que gritaban sus demandas:

_¡Queremos que nos escuchen!

_¡Abajo Cándido, no lo reconocemos como nuestro representante!

_¡Momento, momento!, _gritaba el Licenciado tratando de hacerse oír sobre el alboroto_ que hable uno solo a la vez, así no nos entenderemos.

_¡Queremos que atiendan nuestras demandas!, _dijo Ramón dando un paso al frente_ desconocemos a Cándido como Secretario General y como nuevo Sindicato, nos desafiliamos de la Central Obrera Nacional.

_A partir de este momento somos un Sindicato Independiente.

_Pero muchachos, _repuso el Licenciado en tono conciliador_ para eso hay medios legales.

_Ya conocemos sus medios legales, _repuso Teófilo_ aquí no hay mas legalidad que la voluntad de la mayoría de los trabajadores.

_No es posible que se haga de esa manera, _contestó el Licenciado_ si todos actuáramos así, el País caería en la anarquía.

_Miren compañeros, _intervino Cándido_ si gustan vamos a hablar a otra parte y dejen que continúe el mitin del Licenciado. Esto lo reglaremos entre nosotros.

_¡Ya conocemos tus arreglos!, _gritó Ramón con odio_, pregúntale a tu "Perro" cómo me dejó por instrucciones tuyas.

_Yo oreo que hay un mal entendido, _continuó Cándido tratando de calmar los ánimos_ si es verdad que mis hombres te agredieron, serán castigados de acuerdo a la Ley.

_No nos interesa hablar contigo, _habló Tomás_ por mayoría, todos los trabajadores te hemos desconocido.

Don Malaquías se levantó de su asiento y discretamente se bajó del estrado, protegido por sus guardaespaldas. Al verlo, Cándido se sintió desamparado y corrió tras el Líder. Los fotógrafos de los diarios imprimían sus placas a toda velocidad, a fin de no perder detalle de los acontecimientos. Los reporteros trataban infructuosamente de acercarse a Don Malaquías para entrevistarlo; con brusquedad los guardaespaldas los hacían a un lado indicándoles que no habría ninguna entrevista. Cándido lo alcanzó corriendo.

_¡Don Malaquías, Don Malaquías, no se vaya!, verá que ahora arreglo todo.

_El que yo permanezca aquí, _repuso el Líder_ no te ayudará a resolver este problema, por el contrario, pienso que al estar aquí me podría comprometer a dar alguna opinión y eso es algo que no estoy dispuesto a hacer. Infórmale al Licenciado que estaré en el hotel en espera de novedades.

Don Malaquías continuó su salida protegido por sus hombres, penetró al edificio de la Presidencia Municipal y salió discretamente en su automóvil por una puerta lateral. En tanto el Licenciado no sabía qué debería hacer, sentía que por momentos la gente se empezaba a mover peligrosamente, pudiendo ocasionar fricciones entre los grupos manifestantes. Volviendo la vista hacia sus acompañantes, se dirigió a ellos, notando de inmediato la ausencia de Don Malaquías.

_¡Don Nato!, _se dirigió al líder campesino_ ¿qué pasó con Don Malaquías?, ¿dónde se metió?.

_Creo que prefirió retirarse Licenciado, no creyó conveniente permanecer aquí.

A la mente del Licenciado vinieron recuerdos de su vida estudiantil, cuando por una alza a los precios de los pasajes de autobús, se había lanzado a la calle en una manifestación general de los estudiantes Universitarios, protestando por el alza que vendría a menguar sus, ya de por sí, escasos recursos. En aquella ocasión, después de dos días de manifestaciones callejeras y "pintas" de muros y a petición de los comerciantes organizados, los estudiantes habían sido recibidos por el Gobernador del Estado. Una comisión estudiantil acudió al llamado y después de doce horas de deliberaciones habían dado por terminado el movimiento, a cambio de aceptar los permisionarios de autobuses el continuar cobrando la tarifa anterior a los estudiantes con credencial. Los trabajadores no habían quedado de acuerdo, pero al faltarles el apoyo Universitario, su protesta se fue apagando poco a poco.

Tiempo después se habían enterado que a dos de los principales dirigentes del movimiento, estudiantes del último año de la carrera, les habían proporcionado buenos puestos en el Gobierno del Estado.


Pasados los años y ya en el ejercicio de su carrera, pero mas bien, a través de su carrera política, se había dado cuenta de que era práctica común el hecho de "divide y vencerás" La mejor forma de dividir un grupo de oposición es dando a los líderes la oportunidad de unirse a la causa por la cual protesten, porque las mas de las veces la protesta no es por la injusticia en sí, sino porque no se les ha dado oportunidad de compartir con los injustos. Entonces, ¿cómo se puede dividir un movimiento?: Dando al líder una tajada del "pastel" Ahora que, si en realidad es una persona honesta la que encabeza dicho movimiento, solo quedan dos caminos: o negociar un trato equitativo o destruir bruscamente el foco de protesta. Para lograr una buena posición en el primer caso, es necesario tener enfrente una persona de criterio abierto al diálogo, lo cual es difícil conseguir por la presión que está recibiendo el líder en cuestión, sin contar con el sentido de justicia que el individuo tenga. El segundo camino, el drástico, está lleno abrojos y accidentes; es necesario contar con un buen respaldo y buenas excusas, de tal manera que podamos descargar parte de las culpas en otras personas o grupos, pero lo definitivo es contar con buenos respaldos. Estos pensamientos trajeron al Licenciado una serie de alternativas que podría utilizar, una de ellas era la gente del Lic. Nato, si el líder campesino pudiera lograr que su propia gente iniciara la agresión, ellos podrían argumentar provocaciones de los manifestantes hacia los campesinos, con lo que podrían, en determinado momento, sacarle el bulto a las responsabilidades, para lo cual el Licenciado contaba con que el Doctor lo respaldaría plenamente; no en balde el Licenciado le había demostrado su incondicional apoyo y absoluta sumisión. Pensando esto se dirigió al Lic. Nato:

_Lic. Nato, _le dijo tratando de no ser oído por otras personas_ qué tanto apoyo tiene usted con su gente, ¿podemos contar con ellos?

_Desde luego que sí Licenciado, _repuso arrogante_ si estamos pensando lo mismo, solo es cosa de que usted me de la orden.

_Muy bien, _repuso el Licenciado_ déjeme ver si los puedo convencer de que se retiren, de la contrario, tiene usted mi autorización para utilizar a su gente.

_¡Gaitán!, _gritó llamando a su ayudante_ tú y Guzmán permanezcan a mi lado, si esto se pone feo tendremos que salir de aquí. Estén pendientes.

Haciendo acopio de valor, el Licenciado volvió a enfrentarse a los manifestantes.

_Vamos a ver señores, quienes son los representantes de su grupo, hablaremos con ellas pero los demás deberán desalojar la Plaza para que pueda continuar el acto.

_Los representantes somos Ramón, Teófilo, Fermín y yo, dijo Tomás y lo que tengamos que hablar se hará frente a todos los compañeros.

_¡Sí, sí!, _gritaron a coro_ arriba Tomás y el Sindicato Independiente.

_Pero comprendan muchachos, _dijo el Licenciado_ aquí no nos es posible hablar, hay demasiados gritos, no nos podremos poner de acuerdo.

_Comprendan compañeros, _intervino Cándido_ lo que les propone el Licenciado está bien, hablemos en otra parte.

_Tú no tienes nada que hablar Cándido, _gritó alguien_ ya no eres nuestro Representante.

La multitud seguía empujando peligrosamente. Por momentos parecía que el tablado se vendría abajo. El resto de los invitados se fueron retirando, temiendo que en cualquier momento se iniciara el combate. El Licenciado comprendió que era por demás tratar de dialogar con la mult1tud; se dirigió al Lic. Nato y al Comandante de la Policía para darles la orden.

_Lic. Nato, que proceda con su gente y vamos a ver qué pasa, dijo disgustado.

_De acuerdo Licenciado, _contestó el líder_ solamente debo recordarle que una vez iniciado ya no es posible pararlos. Cuento con usted para evitar implicaciones.

_Desde luego que sí Lic. Nato, _repuso el candidato_ en la misma forma que yo estoy en sus manos. Ni usted ni yo sabemos cómo empezó esto. Lo espero en la Presidencia.

Con el rostro tenso, pero decidido a castigar a aquellos que le habían arruinado su campaña electoral, el Licenciado se dirigió al Comandante de la Policía.

_Comandante, Prevenga a su gente. Me interesan los manifestantes del pañuelo en el cuello, procuren no intervenir a menos que se vea que los manifestantes vayan ganando. Nos retiraremos al interior de la Presidencia y ahí esperaré sus novedades.

_¡Guzmán!, _llamó a su ayudante para seguir impartiendo órdenes_ quiero que me detengan a los pinches lidercillos esos.

Sin hacer gran alboroto, quiero que destruyas las películas de los fotógrafos ya con lo que digan vamos a tener bastantes problemas para todavía permitir que publiquen escenas de este desmadre.

En tanto el Licenciado se retiraba protegido por Gaytán y precedido por Cándido y sus "guaruras", Tomás y Ramón se treparon al estrado y empezaron a hablar, utilizando el equipo de sonido que aún no desconectaban. Tomó la palabra Tomás:

_¡Compañeros trabajadores y vecinos del Guayabal les quiero infomar que estamos aquí para exigir el respeto a la decisión de la mayoría de trabajadores de la fábrica, hemos tratado de resolver nuestros problemas por los medios legales y no obtuvimos resultados. La Asamblea de trabajadores aprobó por mayoría el desconocimiento de Cándido como Secretario General de nuestro Sindicato, pero en contubernio con las Autoridades, pretenden desconocer esta decisión mayoritaria, por lo que hemos escogido este día para aprovechar que estarían reunidas todas las Autoridades. Nuestra intención no fue interrumpir este acto público, sino buscar la solución a nuestras demandas.

_¡Bravo, bravo por Tomás!, _gritaban los manifestantes_. La multitud, entre la cual se encontraban parientes y conocidos de los trabajadores, estaban inclinando sus simpatías hacia los manifestantes, uniendo sus gritos y aplausos de apoyo a los de aquellos.

En tanto Tomás y Ramón se dirigían al publico, el Lic. Nato llegó hasta un grupo de "campesinos" que habían permanecido expectantes cerca del estrado. Se dirigió a uno de ellos.

_Bueno muchachos, vamos a desquitar la paga, procuren no ser demasiado rudos, de preferencia no queremos muertos, solamente sáquenlos de aquí. Todos los que traen el pañuelo al cuello y los de las banderas coloradas son nuestros enemigos. Si cumplen bien les prometo mas "yerba"

Al oír esa promesa, los "campesinos" sacaron las cachiporras que llevaban ocultas entre sus ropas y de inmediato dio principio el zafarrancho. La gente corría tratando de ponerse a salvo de los sicarios de Lic. Nato, en su carrera atropellaban lo mismo a mujeres que a niños. Dándose cuenta de la agresión, Teófilo y su grupo se enfrentaron a sus atacantes, utilizando las armas que llevaban.

En tanto se generalizaba el combate, Guzmán, al frente de agentes vestidos de civil, golpeaban y atrapaban a los manifestantes que tenían cerca. Uno de los primeros en ser detenidos fué Fermín, viejo conocido de Guzmán, quien al verlo exclamó:

_¡Ahora sí te fregaste, flaco "hijo de tal!, vas a ver cómo te voy a quitar lo sabroso. Le dijo lo anterior al momento que le daba un golpe en la cabeza con su pistola. Arrastrando al muchacho lo llevó hasta la puerta de la Presidencia, donde lo entregó al guardia que cuidaba la entrada.

_Ahí te encargo a este güey, _le dijo al guardia_ mándalo a los separos.

Detrás de Fermín llegaron otros agentes conduciendo a dos trabajadores con las caras cubiertas de sangre y aferrados a sus pancartas, como tratando de protegerse con ellas.

Mientras tanto, el Comandante estaba al frente de los Policías, a quienes había dado la orden de no intervenir hasta que él lo ordenara. Como se diera cuenta que la gente del Lic. Nato estaba siendo superada por el número de los manifestantes, dio a sus hombres la orden de cargar, procurando no disparar a fin de evitar los "mártires".

Se oyeron disparos de arma de fuego, por breves instantes se detuvo la pelea, como tratando de adivinar de donde procedían los disparos. Algunos cuerpos cayeron, de inmediato se reinició el enfrentamiento, Ramón y Tomás se bajaron del estrado a fin de ayudar a sus compañeros. Al fragor de la pelea los amigos se separaron, de pronto se oyó una detonación y Ramón cayó llevándose las manos al pecho, las que de inmediato se le cubrieron de sangre, el joven quedó tendido muy cerca del estrado, siendo pisado por la gente que luchaba cuerpo a cuerpo. Casi de inmediato, un grupo de trabajadores arremetió contra Guzmán, quien aún tuvo tiempo de herir a otro muchacho, antes de caer abatido a cadenazos, propinados por los enardecidos trabajadores. En otro punto de la Plaza, Tomás y Lupe alcanzaron a ver a “El Perro”, quien estaba tundiendo a uno de sus compañeros, atacando a tubazos al odiado guarura, quien cayó al piso con la cabeza abierta, entre impresionantes convulsiones. Los manifestantes le habían pasado la factura por todas las ofensas recibidas.



En medio de la confusión del zafarrancho, Antonio y Pedro salieron de un edificio, desde cuya azotea habían estado observando los acontecimientos, no sin antes lanzar al viento cientos de volantes en que se manifestaba el repudio de la ciudadanía al Régimen en el poder y enalteciendo las bondades de su Partido. Los amigos corrieron hacia donde tenían estacionado su auto, a sus espaldas se oían los gritos de dolor y los aislados disparos de las armas de fuego, todo confundido entre el ulular de las sirenas de las ambulancias que llegaban al lugar del zafarrancho. En las calles la gente corría en todas direcciones, unos acercándose a la Plaza para ver que ocurría y otros huyendo despavoridos, algunos inclusive con heridas y contusiones, con las ropas hechas jirones y ensangrentados. El pánico pintaba sus rostros, corriendo sin reconocer a nadie.

Una vez en su automóvil, Pedro lo puso en marcha y apresuradamente enfilaron hacia la salida sur del pueblo. Poco a poco la ciudad se fue notando más tranquila aunque un extraño silencio envolvía las calles que transitaban. Los amigos viajaban en silencio, los rostros tensos pero la mirada serena, sabiendo exactamente lo que habían hecho y lo que tenían qué hacer a fin de ponerse a salvo. Poco a poco, la placidez del paisaje rural les fue devolviendo la tranquilidad. Al fin habló Pedro:

_Pues ya se armó la "bronca", se me hace que se va a poner feo, vi bastantes heridos y por lo menos cayeron diez o quince que se deben haber enfriado. Los pañuelos rojos no solamente les sirvieron para identificarse entre ellos, sino para que fuesen localizados por la gente del Licenciado, pobres amigos.

_Ni modo hermano, _contestó Antonio un tanto nervioso_ es la única forma de lograr un cambio favorable al pueblo. Los pinches políticos no se dan cuenta de que están apretando demasiado el pescuezo al pobre; o patalea o se ahoga, no tiene remedio.

_En parte tienes razón, _dijo Pedro_ pero yo no estoy tan seguro de que sea la mejor forma. Últimamente he leído algunas cosas sobre Rusia y Cuba y la verdad, me da mucho qué pensar.

_Esa es propaganda Capitalista, _contestó violento Antonio_ nuestros jefes, que sí han viajado a esos países, nos dicen que realmente son los trabajadores los que dirigen la política. Todos tienen trabajo, educación, comida y vestido, realmente están en la Gloria.

_Pues te repito que yo ya ni sé, _volvió a hablar Pedro_ más cuando veo cómo utilizamos a esa pobre gente. Ellos nada saben de Cuba, Rusia o la fregada, lo único que buscan es poder llenar el estómago y que sus hijos tengan mejores expectativas de vida. ¿Realmente es necesario llegar a estos extremos?. Te lo digo aquí en confianza, ves que yo cumplí mis órdenes, pero la verdad no sé si le vaya a seguir o pronto me raje.

_¡Ah que mi "Perico"!, lo que pasa es que estás "achicopalado" porque te estabas encariñando con los muchachos, pero no la friegues, vas a ver que cuando estés mas tranquilo y volvamos a hablar con nuestros superiores, volverás a tener fe en lo que nos han enseñado.

_Puede ser...., _repuso Pedro como queriendo dar fin a esa plática, comprendiendo que podría ser peligroso_.

_¡Caray!, _dijo Antonio satisfecho_ yo creo que después de este numerito, el Partido en el poder va a quedar muy mal parado. Si los muchachos de Propaganda aprovechan bien esta oportunidad, aumentarán los afiliados a nuestra causa y entonces sí, ni modo que nos sigan negando el famoso Registro.

_Yo la veo muy difícil, _contestó Pedro_ las Autoridades van salir con el cuento de que los comunistas agredieron a las "hermanas de la Caridad", tú sabes que siempre nos culpan de sus errores, ahora con esas pancartas y volantes, tienen en qué apoyarse.

_Cual apoyarse, _contestó Antonio con una sonrisa_ ninguno de los obreros está afiliado a ningún Partido de izquierda; por el contrario, se darán cuenta de que los trabajadores ya no creen en el dichoso Partido y que están buscando opciones entre los verdaderos guías.

_Pero en fin, _continuó Antonio_ vamos a ver qué pasa, mientras tanto yo me voy a echar un sueñito pues me siento muy cansado, me hablas cuando lleguemos.

Antonio se acomodó en el asiento y cerró los ojos, con la tranquilidad que da el saber que se ha cumplido con el trabajo. El auto se perdió en las curvas de la carretera, dejando atrás El Guayabal, lugar que era solamente un punto más en la "Gran Conspiración"


El Licenciado se paseaba nervioso por el despacho, había pedido a su secretaria que lo comunicara al Centro, con el Director del Interior, tenía que reportar los acontecimientos. En la Presidencia Municipal todo era confusión, hasta el despacho llegaban las voces y gritos de los guardias, entremezclados con los detenidos. De la calle llegaban los sonidos de la pelea y las sirenas de ambulancias y patrullas. Cuando la comunicación estuvo lista se apresuró a descolgar el teléfono y habló, tratando de mantenerse tranquilo:

-Señor Director, le molesto para informarle que se han suscitado algunos problemas durante el inicio de mi campaña.... sí Señor Director, hubo un enfrentamiento..... como siempre Señor Director, fueron los comunistas...... si Señor Director, es un poco grave,.... ¿ya está usted enterado, señor Director?...... pues qué bueno que Don Malaquías me hizo favor de avisarle Señor Director...... (maldita la hora en que invité al pinche vejestorio ese).....sí Señor Director, hemos detenido a algunas personas...... son comunistas Señor Director, les detuvimos algunas mantas y propaganda...... si Señor Director, estaban armados...... desde luego Señor Director, ellos agredieron a los compañeros campesinos que habían venido a apoyar a nuestro Partido...... bien Señor Director, esperamos a sus investigadores...... desde luego Señor Director, le mantendré informado...... gracias Señor Director y hasta luego.

El Licenciado colgó el auricular y permaneció sentado en su sillón, el rostro se le veía envejecido por la tensión nerviosa. La puerta del despacho se abrió y entró Gaitán, con la pistola en la mano, la camisa manchada de sangre. Informó a su jefe:

_Guzmán fue herido en la cabeza y está en el hospital, al parecer también "El Perro" resultó lesionado, parece que él sí murió.

_Pues ni modo, _repuso indolente el Licenciado_ alguien tiene qué morir en estas situaciones, ya habrá tiempo de que veas cómo está tu compañero, por lo pronto, ¿cómo van las cosas?

_Sus órdenes están cumplidas Licenciado, tenemos a los cabecillas detenidos, listos para interrogarlos cuando usted lo ordene. Además Licenciado, no habrá fotografías, convencimos a los compañeros de los diarios que no era conveniente.

Una sonrisa de satisfacción le iluminó el rostro al Licenciado.

_Bien, dijo secamente el Licenciado, los interrogatorios se harán cuando lleguen las gentes del Centro. Por lo pronto, _dijo dirigiéndose a Gaitán_ pero sin mirarlo de frente, ve que todos los cadáveres se depositen en el sótano del edificio, consigan suficiente hielo para preservarlos; luego se van a todos los hospitales y se cercioran de que sólo haya heridos, los que hayan fallecido o estén a punto de hacerlo, deberán ser trasladados de inmediato a este edificio. Por ninguna razón los hospitales deberán dar información acerca de los ingresados. Tú verás cómo le haces, dijo señalando a Gaitán, en eso nos va el futuro...



En tanto el Licenciado impartía sus órdenes, Cándido se había escabullido en busca de Don Malaquías, quien encerrado en su suite del hotel, recibía constante información por medio de sus agentes, quienes iban y venían de la Plaza al hotel. Cuando le anunciaron a Cándido lo hizo pasar de inmediato. El líder se encontraba bastante descompuesto por lo que Don Malaquías le invitó un cognac en tanto le hablaba.

_Y bien Cándido, qué es lo que vamos a decir ahora.

_No sé ni qué decirle Don Malaquías, desde luego que el el pleito lo iniciaron los comunistas infiltrados entre las filas de "mis" trabajadores.

_Ya no son "tus" trabajadores Cándido, _dijo mientras fumaba su pipa_ además el problema se inició por tu falta de pericia.

_Pero Don Malaquías, cómo iba yo a permitir que me desconocieran.

_¡Cándido, Cándido!, _dijo como aburrido Don Malaquías_ ¿es posible que todavía no aprendas?. Deberías haberte olvidado del famoso desconocimiento y concentrarte en ganarte a los líderes. Se te olvida que es mas importante la Confederación que cada uno de nosotros por separado.

_Pues sinceramente sí Don Malaquías, _repuso compungido_ pero le aseguro que yo pensaba en usted, nunca fue por traicionarlo.

_De eso estoy seguro Cándido, _repuso serio el viejo_ de 1o contrario no esterías aquí. Pero te has equivocado en tu forma de actuar, te has dado al lujo y al derroche y esa no es la imagen de un líder obrero, o ¿es que yo te he dado ese ejemplo?

_No, Don Malaquías, desde luego que no, pero usted sabe, los amigos, los compromisos y esas cosas...

_Vaya con Don Cándido, ¿qué vamos a hacer con usted?, dijo como para sí mismo Don Malaquías.

El viejo líder estaba parado frente a una ventana, con las manos cruzadas en la espalda; fumaba plácidamente su pipa mirando a lo lejos los lentos movimientos del ganado que pastaba. El viento mecía con suavidad las ramas de los árboles. Cándido, sentado en un sillón, se mantenía sumiso, sabía que no debería hablar hasta que su amo lo hiciera; esos momentos de recogimiento en sí mismo, eran frecuentes en Don Malaquías, principalmente cuando tenía que tomar una decisión importante. Al fin se volvió hacia el subordinado y tranquilamente le dijo:

_Cándido, toma una habitación en el hotel y permanece aquí, es conveniente que te vean en el pueblo. Mandaremos a alguien por tus cosas y viajarás conmigo al Centro. Dejaremos que las aguas recobren la calma y después veremos qué hacer contigo.

_Pero Don Malaquías, _dijo casi sollozante_ ¿vamos a dejar qu se salgan con la Suya?

_Cándido, _contestó paternal el viejo_ recuerda que nosotros debemos "acatar la voluntad de los trabajadores" Los dejaremos hacer durante un tiempo, después, ya nos veremos, les haremos ver a los muchachos la conveniencia de permanecer a nuestro lado, todo está en conocer a los nuevos líderes y encontraremos la forma. No te preocupes y confía en la experiencia de este viejo.

En el transcurso de la tarde, Cuco informó a cándido de la muerte de "El Perro", en principio le dolió al líder, pero luego recapacitó y simplemente comentó: él se lo buscó, pues fue un cabrón con la gente y alguien se la cobró. Enseguida dio instrucciones a Cuco para que empezara a buscar un compañero y le comunicó que se irían a la capital, para que estuviera preparado.

Al día siguiente, ya con la ciudad en calma, partieron silenciosamente los invitados del Licenciado. no hubo ceremonias ni entrevistas. Los Agentes de la Dirección del Interior habían llegado y ellos tenían el control de la situación.

El primer acto que realizaron los Agentes llegados del Centro, fue la elaboración del Parte Oficial para la Prensa Nacional; después de un concienzudo análisis, se llegó a la conclusión de que se darían únicamente el número de muertos de los manifestantes y del cuerpo de Policía, los primeros para acallar las protestas y los segundos para demostrar que los servidores públicos habían caído en el cumplimiento de su deber, al hacer frente a la agresión de los comunistas, de tal forma que el Parte decía lo siguiente:

"Con profunda pena, las Autoridades Municipales, Estatales y Federales, hacen del conocimiento de la ciudadanía que con motivo de la provocación que la extrema izquierda hizo en el acto político que se realizó el pasado domingo en la Plaza principal de El Guayabal, la ciudadanía en general repelió la agresión de las fuerzas revanchistas y retrógradas que no conciben que el pueblo libremente demuestre a sus verdaderos líderes el cariño y el apoyo que siente por ellos. De tal enfrentamiento, resultaron las siguientes cifras:

Siete muertos, entre los cuales se cuenta a dos cumplidos Policías Municipales que han dejado en el desamparo y la orfandad a siete pequeños hijos y dos madres viudas. Cuarenta lesionados, dos de los cuales presentan heridas de relativa gravedad provocadas por arma blanca. Cincuenta detenidos que están siendo interrogados para determinar su grado de culpa y castigar con todo el rigor de la Ley a los responsables de este lamentable atentado. El resultado de las averiguaciones será dado a conocer a la ciudadanía por medio de la Prensa Nacional”

El escueto comunicado fue entregado dos días después de los hechos a los reporteros que insistentemente pedían la información. Desde luego que no se les permitió pasar a los separos de la Policía, ni dieron cuenta que a primera hora del día siguiente al zafarrancho, estuvieron saliendo varios camiones del Municipio con carga indeterminada y cubiertos con lonas, los que llevaban su extraña carga a un paraje apartado donde afanosamente trabajaban unas máquinas excavadoras.

Mientras tanto, en los separos de la Comandancia, los agentes se encontraban interrogando a los detenidos. Uno de los primeros y ser conocido de los agentes del Licenciado, fue Fermín, a quien tenían sentado entre cuatro personas, a quienes no había visto nunca. Se veía sucio y macilento, las ropas desgarradas y manchadas de sangre. La herida que tenía en la cabeza, causada por la pistola de Guzmán, había sido curada de cualquier manera. El muchacho tenía fiebre, ocasionada por la infección que tenía en la herida. Los agentes le preguntaban:

_Vamos a ver muchacho, _preguntó uno_ dices que te llamas Fermín y que eres trabajador de la fábrica de los señores Bermúdez, muy bien. Ahora dime, ¿quienes fueron las personas que les trajeron los volantes y estas pancartas?, ¿desde cuando eres comunista?

_No sé que sea eso señor, _contestó intimidado Fermín_ yo lo único que sé es que los papeles los traía un hombre llamado Antonio, pero eso que dice que "comunista", pus no se ni qué sea.

_¿Así que no sabes?, _continuó_ y estas banderas rojas, ¿Por qué las traían?,

_Pus yo qué voy a saber, solamente nos dijeron que ‘quesque revolucionarios y como siempre 'tamos oyendo que la Revolución pa'cá, que la Revolución pa'lla, pus yo creía que era de eso.

_Bueno, _dijo resignado el Agente_ no creo que podamos sacarle nada, en concreto, son unos pobres ignorantes que han sido manipulados utilizando sus propias inquietudes. Voy a recomendar que se les ponga en libertad, cuando menos a los que no portaban armas al momento de ser detenidos, de lo contrario este asunto se va a alargar demasiado y levantará más polvo. Vale más que los dejen en paz, previamente amonestados para que no hagan más ruido. Llévense a este muchacho a la enfermería, no se vaya a morir antes de salir.

Efectivamente, después de rendir su informe, los agentes volvieron al Centro. A partir de ese día y siempre a hora avanzada de la noche para evitar a los curiosos, los detenidos fueron siendo puestos en libertad, poco a poco, haciéndoles la advertencia de que no provocaran desórdenes, pues de lo contrario podrían acarrearse males mayores. Los cuerpos de las muertos anunciados, fueron entregados a sus deudos después de practicarles las autopsias respectivas.

Nunca se dio a conocer que los manifestantes habían muerto por balas calibre '45. El Parte invariablemente mencionaba muerto por arma blanca o por golpes contusos o por cualquier otra cosa", menos la verdad.

El cuerpo de Ramón lo entregaron el jueves. Tomás, Teófilo y Lupe acompañaron a Doña Lupita a recoger el cadáver. Los trabajadores hicieron una colecta para reunir fondos y poder comprar los cinco féretros.

Era una tarde fría y húmeda, Rosita y Doña Lupita caminaban al frente del pequeño Cortejo, atrás, en hombros de sus amigos, venía el féretro que contenía los restos de Ramón, unos cuantos compañeros lo acompañaban. A su paso los vecinos se santiguaban, bajando la cabeza con sincero pesar. Unos porque habían conocido a Ramón o a su madre y otros porque sabían el sacrificio de los trabajadores de la fábrica.

Doña Lupita se mostraba fuerte, no lloraba, en el fondo se sentía orgullosa de que su hijo hubiese participado en ese movimiento, aunque le hubiera costado la vida. Estaba segura que no sería en vano el sacrificio de cinco hombres, en alguna forma haría despertar la conciencia de las gentes. Prefería un hijo muerto en la lucha que un hijo vivo de rodillas ante las injusticias.

Rosita por su parte lloraba en silencio, con la cabeza muy erguida y la mirada al frente, las lágrimas escurrían lentamente por sus mejillas, pero su brazo era fuertes pora ayudar a caminar a aquella valerosa mujer a la que ya no podría decir "madre". Sólo Dios sabía por qué sucedían las cosas.

Recordaba muy bien que Ramoncito le decía que los problemas de la fábrica, lo eran también de él. Y hasta qué punto fue cierto. También venían a su memoria los planes que hacían para casarse. Ramón se daba cuenta que en las condiciones que estaba no podría hacerle frente a ese compromiso, ni podía permitir que sus hijos vivieran en la misma forma que él había vivido. Por eso había luchado. Por eso había muerto. En adelante las cosas no volverían a ser iguales. El pueblo de El Guayabal había sido removido desde lo más profundo de sus raíces, eso les haría ver la vida social y política desde un diferente ángulo.

El cortejo llegó a la vecindad en el Barrio de la Concha, en la parte superior del pórtico, algún vecino piadoso había colocado un festón de luto. La vecindad había sido barrida y no se veía ropa tendida en los tendederos. Los vecinos estaban guardando un respetuoso silencio. Se alineaban junto a las paredes. Todos reflejaban en el rostro un sentimiento de pena que los embargaba, pues Ramón había sido un hombre querido por todos; desde niño se distinguió por atento y respetuoso, lo que le granjeaba el cariño del vecindario.

El humilde cuarto que era la vivienda de Doña Lupita, había sido barrido y despejado al centro, para colocar el féretro. Alguien había llevado cuatro candelabros y los cirios estaban listos para ser encendidos. Afuera de la vivienda estaban colocados los ramos de flores que los amigos y conocidos habían enviado, destacando una gran corona de flores con una banda morada que en letras de oro decía:

"A LA GLORIA DE RAMON JIMENEZ, MÁRTIR FUNDADOR DEL SINDICATO INDEPENDIENTE. LOS TRABAJADORES TEXTILES DE EL GUAYABAL. CON LA GRATITUD DE TODOS".

El féretro fue colocado en su sitio, se encendieron los cirios y se colocó un crucifijo sobre el ataúd. Las mujeres iniciaron el rezo de las jaculatorias del Santo Rosario, hincadas alrededor de la madre. Doña Lupita lo dirigía.

...Santa María, madre de Dios, ruega por él y por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.



Epílogo

Han pasado mas de dos años después de aquellos acontecimientos, El Guayabal vive en esa tranquilidad de los pueblos de provincia, con una mediana actividad por la mañana; adormilados por la siesta después de la comida y por la tarde una ligera actividad que anuncia el descanso de la noche.

La Presidencia Municipal la dirige ahora un viejo Médico muy querido por la población y su administración ha sido aceptable. El Licenciado obtuvo la Diputación y no se ha vuelto a parar por El Guayabal, igual que sucede con todos los “representantes” populares. Su futuro político se centra en la Capital, no pueden perder el tiempo escuchando peticiones tontas de esta gente pueblerina. El agente Judicial José Gaitán sigue al lado del Licenciado, tal vez haya habilitado a otro elemento como ”madrina” para que lo acompañe. De su antiguo compañero Fidel Guzmán, ya no se acuerda, aunque por el jardín principal anda un limosnero que en sus desvaríos habla de haber sido guarura del Licenciado, aunque quienes desconocen el asunto, le dicen “el loquito” y le dan algunas monedas para que se coma un taco.

Los hermanos Bermúdez continúan con su fábrica de telas. En algún momento accedieron de buen grado a proporcionar a los trabajadores un local para que fuese la sede del Sindicato de Trabajadores Independientes de El Guayabal, afiliado a otra Central Obrera, que no está dispuesta a soltar para que vuelvan a la antigua Confederación. El local del sindicato fue bautizado con el nombre de “Ramón Jiménez”, en memoria de ese compañero que dio su vida por un ideal. El actual Secretario General es Don Tomás Zúñiga, acompañado por Teófilo Martínez. A pedido del actual Sindicato, Justo Herrejón, el Capataz, fue transferido a otra factoría que tienen los Bermúdez en otra ciudad y su cargo le fue conferido a un primo de los Bermúdez, recién llegado de la península y que ha caído bien a los trabajadores, quienes ahora, a base de incentivos económicos, han aumentado la producción, para beneplácito de los dueños.

De Cándido no se ha vuelto a saber, pues desde que Don Malaquías se lo llevó a la Capital, no ha vuelto, con él se llevó a Cuco, de tal suerte que, por ese lado, los trabajadores están mas tranquilos. En alguna ocasión se han presentado por la fábrica algunos enviados de la Confederación, quienes tratan de acercarse a los actuales dirigentes Sindicales, pero han sido rechazados de manera enérgica, aunque cortés.

Doña Lupita sigue viviendo en el Barrio de La Concha y para subsistir tiene un expendio de comida a la puerta de la vecindad; diariamente saca una mesa y dos bancas corridas y a muy temprana hora ya está vendiendo tamales y atole por la mañana; comida casera a medio día y tacos de cabeza de res por la noche. La viejecita es muy querida en el barrio y tiene una venta suficiente para sostenerse y pagar una muchacha que le ayude en las labores de cocina. Una o dos veces por semana, Rosita pasa a visitarla, ambas mujeres juntan sus recuerdos y añoranzas por el ser amado. Las dos lo recuerdan con orgullo y se ha convertido en un ejemplo para los jóvenes. A la entrada de la vecindad hay colgada una fotografía del muchacho y nunca falta una veladora encendida en su memoria. Rosita sigue siendo dependienta en “La Giralda” y es la empleada mas famosa y requerida del lugar, pues todo el pueblo sabe que era la novia de Ramón. Esa simpatía hacia la muchacha, le ha redituado bien a Don Venancio, el dueño de la tienda.

De Antonio y Pedro no volvieron a tener noticias, demasiado tarde se habían dado cuenta que estas personas solamente los habían utilizado, aunque no tenían muy claro con qué fines. Meses después se enteraron en los periódicos que un par de hombres habían sido detenidos en el interior de una fábrica de máquinas de coser en la cercana ciudad de Querétaro, acusados de difundir propaganda subversiva, ambos fueron acusados de “allanamiento de morada” y se encontraban en el Cereso de aquella ciudad. Tal vez fueran los mismos, pensaba Tomás cuando leyó la nota, allá ellos y su conciencia y cerró el diario.

Al caer la noche, las calles del barrio, de clásico empedrado, se van quedando solas. Allá a lo lejos se ve un foco encendido, todos saben que es el merendero de Doña Lupita, la madre de Ramón Jiménez.




FIN



Irapuato, Gto. 1985

1 Comentario:

Anónimo dijo...

Una maravilla la novela, digna de usted Sergio que nos ha regalado gota a gota esta excelente narracion que concuerda con sus sentimientos y su capacidad.
Recuerde que ...El Monje de la Cruz tambien es una maravilla y podría ir regalandonoslo
Gracias
cariños
zaidena



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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