Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
El presente año, para los mexicanos tiene un gran contenido de tipo histórico, sociológico, económico, político, artístico, agrario, industrial, cultural en general, así como jurídico, entre otros.
Es significativo en tanto que se cumplen 200 años del inicio de la Guerra de Independencia y 100 años del inicio de nuestra Revolución.
Es obvio que se trata de recordar a quienes ofrendaron su vida y arriesgaron sus bienes en aras de lograr mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo el cual , sin reserva alguna, apoyó estos movimientos ante la expectativa de triunfar o morir en el intento, pero el objetivo era, a todas luces, laudatorio: lograr el mejoramiento y superación de los niveles de la calidad de vida de las mayorías depauperadas y necesitadas, dentro del ejercicio de la libertad y de la protección jurídica y, por ende, institucional de la misma.
Pero también debemos de ubicarnos en el contexto de nuestra realidad actual y ver, constatar si esos principios, esos ideales por los que se luchó denodadamente se han o no logrado; si el sacrificio de nuestros próceres y de los millones de connacionales que les siguieron, en esos 200 años retropróximos, obtuvieron el fruto esperado o si se traicionaron esos principios u objetivos, si los habitantes de nuestro país tenemos motivo, ahora sí, de celebrar el inicio de tales acontecimientos.
Desde luego que es importante saber desde qué óptica se analice el problema, cuenta habida de que están ya abundando las reseñas históricas de nuestros ínclitos personajes, de sus acciones y de sus frutos; se están haciendo intentos por desmitificar a nuestros próceres, lo cual en principio es sano, pero cuando se trata de objetivar sus acciones y logros y no mezquinamente de restarle relevancia, cuando entra en juego la ideología o el fanatismo.
Vale, en consecuencia, analizar si nuestra realidad actual, lleva implícitas las bondades y los ideales realizados de quienes nos dieron patria y libertad, ya que si observamos con la mayor objetividad posible, nos asusta el presente lleno de incertidumbre, de falta total de confianza y pérdida total de ella hacia la clase política, la cual nos ha llevado a la triste evidencia de padecer gobiernos carentes totalmente de la capacidad de administrar la cosa pública con eficacia y eficiencia, inclinados a posiciones de extremos, con las fuerzas mas reaccionarias y retrógradas de nuestro país, quienes por cierto fueron los que se opusieron a esos cambios por los que luchó el pueblo de México; de una inseguridad producida por una violencia rampante y sin igual en nuestras comunidades por parte de la delincuencia organizada o no; por la manipulación de que son objeto las masas por los poderes fácticos y los medios comprometidos en ello, para inducirlas hacia los derroteros que a ellos conviene; por la falta de empleos, per se y mejor remunerados para que siquiera alcancen a satisfacer los mínimos requerimientos de los integrantes de cada familia; por el deterioro evidente de nuestro sistema educativo, el cual lleva ya implícito la tendencia hacia la derechización del país; en fin, de un estado actual de cosas que ponen en serio cuestionamiento el hacer de quienes estuvieron y están al frente de la res pública.
En las fiestas del Centenario Porfirio Díaz acuñó una moneda de oro de cincuenta pesos que llevó ese nombre; inauguró la Columna de la Independencia, el Hemiciclo a Juárez, el hospital de La Castañeda, el penal de Lecumberri y otras obras mas en la república, con desfiles, fiestas y jolgorios a pasto.
Pero no solo con obra de ornato se puede conmemorar, sino con medidas relevantes, de fondo, que nos saquen del atraso y deterioro en que gobernantes y gobernados hemos convertido al país, cada quien con sus propias responsabilidades y no con la supuesta Reforma, entre otros, en que se pretende aceptar la reelección; en quitarle poder al Legislativo; y otras medidas azas inadecuadas.
Somos un país fuerte, rico, un pueblo valioso, generoso y noble que merece mejor sino pero con una dirección consciente y responsable que sepa utilizar esas bondades en beneficio y aras de México y su pueblo.
En nuestros días, en las condiciones actuales ¿vamos a celebrar o solo a conmemorar tan fastos acontecimientos?
No le hagamos el caldo gordo a los ísmos. Luchemos, todos, unidos, en los objetivos comunes que a todos nos benefician limando las diferencias. Es lo menos a lo que estamos obligados. O usted, ubicado lector, ¿Qué opina?
Es significativo en tanto que se cumplen 200 años del inicio de la Guerra de Independencia y 100 años del inicio de nuestra Revolución.
Es obvio que se trata de recordar a quienes ofrendaron su vida y arriesgaron sus bienes en aras de lograr mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo el cual , sin reserva alguna, apoyó estos movimientos ante la expectativa de triunfar o morir en el intento, pero el objetivo era, a todas luces, laudatorio: lograr el mejoramiento y superación de los niveles de la calidad de vida de las mayorías depauperadas y necesitadas, dentro del ejercicio de la libertad y de la protección jurídica y, por ende, institucional de la misma.
Pero también debemos de ubicarnos en el contexto de nuestra realidad actual y ver, constatar si esos principios, esos ideales por los que se luchó denodadamente se han o no logrado; si el sacrificio de nuestros próceres y de los millones de connacionales que les siguieron, en esos 200 años retropróximos, obtuvieron el fruto esperado o si se traicionaron esos principios u objetivos, si los habitantes de nuestro país tenemos motivo, ahora sí, de celebrar el inicio de tales acontecimientos.
Desde luego que es importante saber desde qué óptica se analice el problema, cuenta habida de que están ya abundando las reseñas históricas de nuestros ínclitos personajes, de sus acciones y de sus frutos; se están haciendo intentos por desmitificar a nuestros próceres, lo cual en principio es sano, pero cuando se trata de objetivar sus acciones y logros y no mezquinamente de restarle relevancia, cuando entra en juego la ideología o el fanatismo.
Vale, en consecuencia, analizar si nuestra realidad actual, lleva implícitas las bondades y los ideales realizados de quienes nos dieron patria y libertad, ya que si observamos con la mayor objetividad posible, nos asusta el presente lleno de incertidumbre, de falta total de confianza y pérdida total de ella hacia la clase política, la cual nos ha llevado a la triste evidencia de padecer gobiernos carentes totalmente de la capacidad de administrar la cosa pública con eficacia y eficiencia, inclinados a posiciones de extremos, con las fuerzas mas reaccionarias y retrógradas de nuestro país, quienes por cierto fueron los que se opusieron a esos cambios por los que luchó el pueblo de México; de una inseguridad producida por una violencia rampante y sin igual en nuestras comunidades por parte de la delincuencia organizada o no; por la manipulación de que son objeto las masas por los poderes fácticos y los medios comprometidos en ello, para inducirlas hacia los derroteros que a ellos conviene; por la falta de empleos, per se y mejor remunerados para que siquiera alcancen a satisfacer los mínimos requerimientos de los integrantes de cada familia; por el deterioro evidente de nuestro sistema educativo, el cual lleva ya implícito la tendencia hacia la derechización del país; en fin, de un estado actual de cosas que ponen en serio cuestionamiento el hacer de quienes estuvieron y están al frente de la res pública.
En las fiestas del Centenario Porfirio Díaz acuñó una moneda de oro de cincuenta pesos que llevó ese nombre; inauguró la Columna de la Independencia, el Hemiciclo a Juárez, el hospital de La Castañeda, el penal de Lecumberri y otras obras mas en la república, con desfiles, fiestas y jolgorios a pasto.
Pero no solo con obra de ornato se puede conmemorar, sino con medidas relevantes, de fondo, que nos saquen del atraso y deterioro en que gobernantes y gobernados hemos convertido al país, cada quien con sus propias responsabilidades y no con la supuesta Reforma, entre otros, en que se pretende aceptar la reelección; en quitarle poder al Legislativo; y otras medidas azas inadecuadas.
Somos un país fuerte, rico, un pueblo valioso, generoso y noble que merece mejor sino pero con una dirección consciente y responsable que sepa utilizar esas bondades en beneficio y aras de México y su pueblo.
En nuestros días, en las condiciones actuales ¿vamos a celebrar o solo a conmemorar tan fastos acontecimientos?
No le hagamos el caldo gordo a los ísmos. Luchemos, todos, unidos, en los objetivos comunes que a todos nos benefician limando las diferencias. Es lo menos a lo que estamos obligados. O usted, ubicado lector, ¿Qué opina?
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