De la pederastia...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

Las llamadas  por las sociedades de todos los tiempos, desviaciones sexuales, han sido motivo de crítica, de repudio y, por ende, de sanción por parte del conglomerado humano organizado.

Dichas desviaciones, asimismo, han sido llamadas, además, pecados, delitos, inmoralidades, etc., según sea el punto de vista desde el cual se les enfoque.

En la especie, la pederastia es una de ellas, dígalo si no su concepto: “homosexualidad practicada con los niños” y también, “homosexualidad masculina”. En cuanto a la primera definición a todas luces resulta aberrante e inconcebible, además de denigrante para la víctima y el victimario, su consecución.

Se necesita ser un desquiciado, degenerado, concupiscente, para realizar tamaña felonía.
Y mas grave resulta cuando lo practica una persona que tiene ascendiente espiritual sobre su víctima en tratándose de niños.

Últimamente se ha desatado una conmoción a nivel mundial por los escándalos que ha suscitado la serie de denuncias en contra de sacerdotes católicos por haber violado y abusado sexualmente de niños cuyos padres se los confiaron tanto en seminarios, como en escuelas y coros de las mismas, entre otros, sin perjuicio de que ahora la Iglesia Católica recién empieza a reconocer la magnitud del abuso de niños tolerado en muchas parroquias. Recordemos que el escándalo pasó en los años ochenta de Canadá a Australia, y de los noventa a Irlanda, para llegar a los EUA a finales del siglo pasado, hasta lo de Alemania e Italia en estos últimos tiempos. El escándalo es universal por lo impactante y grave que resulta.

Sin embargo, ahora el mismo Papa se ha disculpado con Irlanda y pretende resolverlo con frases de arrepentimiento y de perdón (para dejarlo en el ámbito religioso) que muchos católicos ofendidos reclaman por no considerarlas veraces ni auténticas y por no llevar estos casos a los tribunales del orden común exigiendo, además, la reparación del daño como sucedió en EUA y donde actualmente se sigue el juicio que se está dando en Florida contra un religioso cubano, expulsado de la Isla por lo mismo, sin perjuicio de la no aceptación inicial de estos desmanes y, sobre todo, a décadas de encubrimiento apañados por el Vaticano, tal es el caso ominoso del sacerdote católico, Marcial Maciel Degollado, Fundador de la Orden de los Legionarios de Cristo que tiene ramificaciones en varios países y cuya conducta, descubierta y denunciada por sus propios hijos víctimas de su violación y la de muchos seminaristas y estudiantes de sus escuelas a todas luces reprobable, por decir lo menos, fue encubierta por la Santa Sede por “ciertas complicidades dentro de la institución, que pueden ir desde la complicidad abierta, consciente, hasta la negligente”, señaló un ofendido.

Pero el quid del problema (de por sí gravísimo) es la práctica del celibato, el que los sacerdotes no tengan consorte, así como el voto de castidad lo cual ha tenido un desarrollo ambivalente en la historia eclesiástica, cuenta habida de que en los primeros tiempos, los sacerdotes sí eran casados pero en el devenir de la institución varios Papas lo prohibieron y luego fue aceptado hasta que en nuestros días ya no lo autorizan y el resultado es que se trata de un acto total y completamente antinatural toda vez que los humanos estamos dotados, naturalmente, de los órganos reproductores necesarios para que no se extinga la especie y por ello el deseo sexual es obvio y los malos sacerdotes descargan la lívido aprovechándose de los niños que padres de familia devotos creyentes les confían a ojos cerrados.

Se tergiversa el sentido del sacerdocio que tenía San Juan María Vianney, citado por el Papa cuando escribía: “…El sacerdote tiene la llave de los tesoros de los cielos: es el que abre la puerta, es el mayordomo del buen Dios, el administrador de sus bienes.” Y la triste realidad es que se conculcaron los sagrados derechos de los niños violados y abusados sexualmente por estos pederastas, dejando en evidencia a su institución y lo que es más significativo: la pérdida de la confianza en los sacerdotes los cuales se vieron cuestionados salvo las excepciones de siempre y que las hay. Es decir, la institución eclesiástica ha perdido credibilidad y se correría el riesgo de perder, también, adeptos. La situación merece una consideración especial, es decir, permitir que los sacerdotes contraigan nupcias para que la sexualidad natural de la cual estamos dotados, se desahogue también, en completa naturalidad. O usted, creyente lector, ¿Qué opina?

1 Comentario:

fernando reyes baños dijo...

Perdón, pero... ¿Las expresiones “homosexualidad practicada con los niños” y “homosexualidad masculina” son "conceptos" de pederastia? Me parece que no. Sigiendo la lógica del artículo, creo que la pretención del Mtro. Juárez era que tales expresiones sirvieran para definir tal término, pero de ellas sólo la primera, logra cumplir apenas con ese objetivo, al precisar a grosso modo el significado de éste. No es mi intención por supuesto, corregir al maestro en sus siempre invaluables opiniones semanales, pero, al margen de esta observación, me parece que debería haber tomado en cuenta también otras denominaciones para esta parafilia, por ejemplo, aquellas alternativas que pretenden dar cuanta de la pedofilia de una manera objetiva que, exentas de valoraciones subjetivas, aportan elementos interesantes para su análisis; póngase por caso, la información que puede consultarse en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), el cual por cierto, ya puede descargarse desde la barra lateral de este blog, en la sección "Libros en línea". Todo lo anterior, insisto, dicho con todo respeto y concordando con la interesante propuesta con la que termina el artículo el Mtro. Juárez, con la cual quizá, la iglesia católica dejaría de perder tantos adeptos debido a lo que representa uno, que no el único, de sus aspectos más vergonzosos en lo que lleva de existencia. ¡Saludos!



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