De la salud...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


“Quien hace ejercicio compra salud”, dice un viejo refrán el cual, por estar sancionado por el transcurso del tiempo, goza de toda credibilidad, cuenta habida de que los pueblos han acuñado siempre este tipo de sentencias, basados en la experiencia y la repetición, ad nauseam, de todo tipo de fenómenos cuya realización fáctica no puede ni debe desdeñarse, por lo acertado de sus resultados.

No podemos aceptar, en consecuencia, un concepto de salud como la simpleza de decir que es solo la ausencia de enfermedades, ya que nos dice lo que no es, pero no lo que sí es, de ahí que podamos entenderla como el estado físico de un ser orgánico en condiciones plenas de bienestar.

Esto viene a colación porque  en alguna entrega anterior hablamos sobre la obesidad y abundamos en cifras estadísticas acerca de la obesidad en nuestros niños y la gran y grave influencia que tiene en ello la televisión comercial, así como el expendio de todas esas bolsitas, paquetitos y refrescos conteniendo productos repletos de grasas, de harinas y de azúcares  cuyo resultado es, en parte, la causa de la obesidad en nuestra población, en especial, la infantil y las graves consecuencias que se reflejan en enfermedades crónicas, degenerativas y mortales que además de perjudicar la salud de nuestra niñez y juventud, (también los adultos cuentan), ocasionan la erogación de cientos de millones de pesos en el presupuesto de las instituciones de salud pública en el tratamiento de dichas enfermedades, es decir, ya es un problema de salud pública.

Decíamos, entonces, que es plausible el haber consignado algunas reformas en la Ley General de Salud Pública al respecto, pero aún faltan muchas cosas que pienso quedaron en el tintero, toda vez que no es suficiente con prohibir el expendio de la llamada “comida chatarra” en los puestos o cooperativas escolares para tener una solución integral para resolver el problema, ni practicar 30 minutos de ejercicio físico en las escuelas.

En efecto, en nuestra opinión, hará falta la creación y la instrumentación de políticas públicas, políticas de estado, para llevar al cabo esta protección de la salud de nuestra población y, en especial, la infantil y juvenil.  ¿Cómo?  Bueno pues, entre otros, contar con la participación tripartita del gobierno (de sus tres niveles) por conducto, de manera principal, de los profesores; realizar campañas preventivas en contra de la ingesta de este tipo de productos, pues el simple hecho de impedir su venta en las escuelas no evita que fuera de ellas los puedan adquirir, sin perjuicio de que estamos en un país de libre mercado y libre competencia, así como la difusión de información suficiente hablando de las bondades de una comida realmente nutritiva y no necesariamente cara; debe propiciarse la cultura del deporte, del ejercicio físico para lo cual también se requiere la participación de los padres al substituir las prolongadísimas sesiones frente al televisor en posiciones que van de la sedente a la yacente, y viceversa, sin perjuicio, una vez mas, de la ingesta de chatarra en las mismas y, al mismo tiempo, proporcionar a sus hijos una alimentación sana y rica en nutrientes y esto no es siempre la ,mas cara, o sea, crear una cultura del comer nutritivamente y esto no está peleado con la sabrosura.

Deben, también, invertirse grandes sumas de dinero (que al parecer no se tiene) en la creación y adaptación de espacios deportivos en las escuelas, cuenta habida de que aproximadamente el 75 por ciento de las mismas carecen de éstos y si bien es cierto que los niños gastan muchas energías en los llamados “recreos” no por ello también lo es que esto no es suficiente, por la falta de disciplina y especificidad en el tipo de ejercicio (aun cuando tampoco hay recursos para instrumentar estos programas), sin contar con la dificultad que implica el realizar la obligatoriedad de los 30 minutos de ejercicio. Aunado a lo anterior, en las escuelas en donde se reparten desayunos (que deben ser calientes), evitar, precisamente, que éstos se integren con productos chatarra.

En suma, la actividad concomitante de gobierno (en sus tres niveles), de docentes y de padres de familia, en seguimiento a programas de políticas públicas, a pesar de estar viviendo en un país de libre mercado, será un factor determinante para que nuestros connacionales tengan una mejor y mayor salud por la ingesta de una comida sana, acompañada del ejercicio necesario para gozar de una vida plena, longeva y sin achaques, para realizar toda nuestra potencialidad de seres humanos. Es lo deseable. O usted, sano lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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