Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
Atento a lo dispuesto por el artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la máxima ley de nuestro país, jerárquicamente hablando, que a la letra dice: “En la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo de cada año de ejercicio del Congreso, el Presidente de la República presentará un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país…”, el titular del Ejecutivo Federal está obligado a ello.
Habiendo tenido esta disposición, inicialmente la prerrogativa del Congreso para exigirle cuentas a dicho titular, con el tiempo devino en una “fiesta cívica” llamada del “ día del presidente”, por ser aprovechado por éste para, además de informar sobre su gestión, dar un mensaje político a la nación y resaltar cierta acción o acciones de su gobierno.
Es decir, que la obligación sólo es la de presentarlo por escrito, sin necesidad de su comparecencia, pero la comparecencia se hizo casi indispensable para promoverse políticamente, aun cuando coloquial e irónicamente el pueblo lo llamaba “ la danza de los millones”.
Es el caso de que en el sexenio anterior, la incapacidad demostrada por el titular del Ejecutivo, motivó a que se llegara al extremo de que no le permitieran el acceso a Fox, al recinto parlamentario a leerlo y menos a dejar su mensaje político y toda vez que en dichas comparecencias se increpa al Presidente, ahora ya solamente se sigue con el formulismo legal para cumplir con ese requisito constitucional. Tal es el caso de que ayer, primero de septiembre, día en que se abrieron las sesiones del Congreso de la Unión para su primer período ordinario, se designó al secretario de Gobernación a entregar el documento escrito de tal informe.
Y ahora, en substitución a ello, en todos los medios posibles, prensa escrita, televisiva, radio y, el colmo, vía telefónica, invadiendo la privacidad de las personas, aun cuando el número sea privado, se atosiga a la población, ad nauseam, con mensajes sobre los “logros” de la gestión gubernamental del presidente en turno. Y como cerecita del pastel, en el Palacio Nacional, el día de hoy se llevará al cabo un evento para “sustituir”, de alguna manera, el ritual de loas al presidente.
El problema que salta a la vista es que la mayoría de la población está desencantada por las deficiencias de los gobiernos panistas, desde el año dos mil en que accedieron al poder, hasta nuestros días, es decir, diez años de actos de “gobierno” erráticos, carentes de visión de Estado, así como de políticas públicas tendentes al auténtico avance social, al abatimiento de la pobreza, al combate a la corrupción, a la disminución del analfabetismo, a la apertura de condiciones para la creación de fuentes de trabajo, al fortalecimiento de la actividad agropecuaria, al avance en la actividad pesquera la cual a pesar de tener amplios litorales en el Golfo de México y en el Océano Pacífico, es insignificante; a permitir el acceso de los jóvenes con instrucción media superior o superior, a las actividades productivas, ( para dejar de ser ninis); a crear las condiciones para que nuestros paisanos dejen de emigrar al extranjero en donde son víctimas de racismo, xenofobía, discriminación, trato denigrante y desprecio por parte de los estadounidenses, por decir algo, sin perjuicio del problema lacerante de la seguridad pública que ya se ha convertido en un problema de seguridad nacional.
No omitimos el hecho de que la mayoría de nuestros problemas datan de varias décadas anteriores y de que pasarán otras tantas antes de erradicarlos, pero nadie podrá negar que en esta última década se han acrecentado, como es el caso de la corrupción galopante en las áreas administrativas, policiales y en varios rubros de la administración federal, según reportes de organismos internacionales, así como los atentados en contra de los llamados derechos humanos, al grado de que al no ser resueltas las recomendaciones de los organismos de derechos humanos locales, se ha recurrido a organismos internacionales para encontrar solución y respuesta.
En suma, parece que no coincide la visión presidencial sobre nuestro país con la viva realidad que estamos padeciendo en varios rubros. Alguien debe tener una visión y perspectiva mas objetiva, O usted, crítico lector, ¿qué opina?
Atento a lo dispuesto por el artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la máxima ley de nuestro país, jerárquicamente hablando, que a la letra dice: “En la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo de cada año de ejercicio del Congreso, el Presidente de la República presentará un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país…”, el titular del Ejecutivo Federal está obligado a ello.
Habiendo tenido esta disposición, inicialmente la prerrogativa del Congreso para exigirle cuentas a dicho titular, con el tiempo devino en una “fiesta cívica” llamada del “ día del presidente”, por ser aprovechado por éste para, además de informar sobre su gestión, dar un mensaje político a la nación y resaltar cierta acción o acciones de su gobierno.
Es decir, que la obligación sólo es la de presentarlo por escrito, sin necesidad de su comparecencia, pero la comparecencia se hizo casi indispensable para promoverse políticamente, aun cuando coloquial e irónicamente el pueblo lo llamaba “ la danza de los millones”.
Es el caso de que en el sexenio anterior, la incapacidad demostrada por el titular del Ejecutivo, motivó a que se llegara al extremo de que no le permitieran el acceso a Fox, al recinto parlamentario a leerlo y menos a dejar su mensaje político y toda vez que en dichas comparecencias se increpa al Presidente, ahora ya solamente se sigue con el formulismo legal para cumplir con ese requisito constitucional. Tal es el caso de que ayer, primero de septiembre, día en que se abrieron las sesiones del Congreso de la Unión para su primer período ordinario, se designó al secretario de Gobernación a entregar el documento escrito de tal informe.
Y ahora, en substitución a ello, en todos los medios posibles, prensa escrita, televisiva, radio y, el colmo, vía telefónica, invadiendo la privacidad de las personas, aun cuando el número sea privado, se atosiga a la población, ad nauseam, con mensajes sobre los “logros” de la gestión gubernamental del presidente en turno. Y como cerecita del pastel, en el Palacio Nacional, el día de hoy se llevará al cabo un evento para “sustituir”, de alguna manera, el ritual de loas al presidente.
El problema que salta a la vista es que la mayoría de la población está desencantada por las deficiencias de los gobiernos panistas, desde el año dos mil en que accedieron al poder, hasta nuestros días, es decir, diez años de actos de “gobierno” erráticos, carentes de visión de Estado, así como de políticas públicas tendentes al auténtico avance social, al abatimiento de la pobreza, al combate a la corrupción, a la disminución del analfabetismo, a la apertura de condiciones para la creación de fuentes de trabajo, al fortalecimiento de la actividad agropecuaria, al avance en la actividad pesquera la cual a pesar de tener amplios litorales en el Golfo de México y en el Océano Pacífico, es insignificante; a permitir el acceso de los jóvenes con instrucción media superior o superior, a las actividades productivas, ( para dejar de ser ninis); a crear las condiciones para que nuestros paisanos dejen de emigrar al extranjero en donde son víctimas de racismo, xenofobía, discriminación, trato denigrante y desprecio por parte de los estadounidenses, por decir algo, sin perjuicio del problema lacerante de la seguridad pública que ya se ha convertido en un problema de seguridad nacional.
No omitimos el hecho de que la mayoría de nuestros problemas datan de varias décadas anteriores y de que pasarán otras tantas antes de erradicarlos, pero nadie podrá negar que en esta última década se han acrecentado, como es el caso de la corrupción galopante en las áreas administrativas, policiales y en varios rubros de la administración federal, según reportes de organismos internacionales, así como los atentados en contra de los llamados derechos humanos, al grado de que al no ser resueltas las recomendaciones de los organismos de derechos humanos locales, se ha recurrido a organismos internacionales para encontrar solución y respuesta.
En suma, parece que no coincide la visión presidencial sobre nuestro país con la viva realidad que estamos padeciendo en varios rubros. Alguien debe tener una visión y perspectiva mas objetiva, O usted, crítico lector, ¿qué opina?
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