¿Del fracaso...?

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Todos sabemos que el fracaso es la acción y el efecto de fracasar y equivale a un suceso lastimoso e inopinado, de donde se desprende el término fracasar que significa no conseguir el resultado pretendido y también, frustrarse un proyecto.

En toda acción humana y en algunas especies animales, se da el fenómeno de pretender realizar u obtener ciertos objetivos de cuya realización fáctica depende el éxito o el fracaso, atento a las pretensiones esperadas.

De ahí que las pretensiones, planes, proyectos y cualquier iniciativa, personal o colectiva, en este caso de los seres humanos, las mas de las veces se hacen bajo la hipótesis del triunfo, de la pretendida idea de alcanzar los objetivos propuestos, de lograr, si no a plenitud, cuando menos en lo principal, dichas iniciativas.

Es el caso que México país, los Estados Unidos Mexicanos (nuestro nombre oficial), recién acaba de celebrar (y sigue celebrando) el Bicentenario del inicio de su guerra de Independencia. Evento de trascendental relevancia para cualquier pueblo que lo haya intentado y, sobre todo, que lo haya logrado.

Después de once años de lucha (1810-1821), merced al concurso de acciones de todo tipo, (actos heroicos, de entrega total, de patriotismo, de acrisolada honradez, de valentía, de desprendimiento, así como de traiciones, de ventajismo, de falsedad, de hipocresía, de brutalidad, sanguinarios y/o revanchistas, de venganza y de mezquindad, iniciamos el camino de la libertad, de la realización de sueños largamente acariciados, emprendimos con júbilo y singular alegría la lucha por la consecución de tantos y tantos ideales y que la condición prevaleciente en el país lo impedía.

Mucho esfuerzo y verdadero patriotismo fue menester para ir creando las instituciones que darían estructura a nuestro país; sin embargo se ha tenido que luchar tenaz y sistemáticamente en contra de aquellos que se han opuesto, también sistemáticamente, al progreso y a nuestro desarrollo, grupos de poder que siempre han pretendido y logrado conservar sus privilegios que durante el virreinato tuvieron y que a pesar de eventos trascendentales que minaron levemente sus estructura de poder, siguen gozando de ellos como los plutócratas y el alto clero católico, los conservadores de siempre y los eternos enemigos de las reivindicaciones sociales.

El asunto es que durante los últimos doscientos años ¿qué hemos hecho de nuestro país? ¿Cuáles son las condiciones actuales en las que nos encontramos? ¿Qué tanto hemos avanzado en todos sentidos?

Recuérdese simplemente que aquí se fundó la primera universidad de América, (que por cierto fue suprimida en un día como hoy pero de 1833 por el presidente Valentín Gómez Farías, creándose la Dirección de Instrucción Pública); y también aquí se instaló la primera imprenta del continente, entre otros. Pero el caso es que sin la pretensión de los datos estadísticos y viendo de una manera rapsódica nuestra situación actual, no podemos menos que decir que: seguimos exportando materias primas y pagando en exceso por bienes y servicios de capital extranjero; el agro mexicano no produce lo suficiente para lograr nuestra independencia alimentaria, pues importamos el grano básico de nuestra alimentación aunado a la fuga de nuestros campesinos a trabajar fuera abandonando sus tierras y sujetándose a la mas inicua explotación, discriminación y vejaciones sin par; el desempleo está causando bajas en nuestra planta productiva; el nivel educativo de nuestra niñez y juventud está en niveles de vergüenza, incluso se ha acuñado el mote de nini a aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, haciendo con ellos un plato de cultivo excelente para ser utilizados por la delincuencia organizada; la corrupción galopante se ha acrecentado en la última década en las esferas gubernamentales; mas de 40 millones de connacionales están en la miseria extrema; y un largo etcétera.

No existe la menor duda, sin embargo, de que el nuestro es un gran país, que su pueblo es inteligente, trabajador, productivo, emprendedor, creativo, sensible, generoso, audaz y, en su caso, temerario; noble, cariñoso, alegre, paciente, y lleno de recursos naturales todavía explotables.

Entonces ¿qué es lo que pasa que todo ello no se refleja en el bolsillo de las amas de casa cuando van al mercado a hacer sus compras, o en el pueblo a la hora de pretender satisfacer sus mínimas necesidades? ¿Será entonces por causa de nuestros gobernantes o de nosotros como gobernados? Tenemos que seguir en la brega, sin descanso. O usted, patriota lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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