¿De la solución?...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Resulta realmente dramático, angustiante y produce una incertidumbre total, el tiempo actual que como seres humanos estamos padeciendo.

La cantaleta es interminable: falta de ofertas de empleo, inseguridad, miseria, analfabetismo, ignorancia, corrupción galopante, impunidad, sin perjuicio del deterioro de los salarios y demás desgracias que todos conocemos y sobre todo ello, la violencia, la violencia en su forma mas descarnada, cruel, atemorizante y aniquiladora, destructiva, feroz, consecuencia del actuar de la delincuencia organizada o no, dedicada al narcotráfico, trata de personas y contrabando de armas.

Son muchos los analistas, politólogos, sociólogos, juristas, servidores públicos, periodistas, sólo por mencionar algunos y ciudadanos en general, quienes han elaborado diagnósticos, unos muy certeros y otros no tanto, sobre las causas, los orígenes, el desenvolvimiento y desenlace de estos problemas y, en especial, el del narcotráfico y su secuela de violencia, sólo que el apuntamiento de soluciones, al menos para éste, son muy pocas o casi inexistentes, amén de irrealizables , en el mejor de los casos.

Al respecto, cabe decir que los acontecimientos cotidianos de violencia extrema que se dan en diferentes partes de la república, como los últimos sucedidos en Michoacán, nos evidencian que la población en general está en una vulnerabilidad total frente a los ataques armados de los malos de la película, así como por parte de las fuerzas gubernamentales encargadas de su combate.

Causa especial atención un detalle sucedido en nuestro estado, en virtud del cual fueron atacados por delincuentes organizados ( por el uso de autos de modelo reciente, armas de alto poder y tácticas para taponar las salidas y/o entradas de un pueblo cercano a Chichihualco), gente que estaba en el templo del lugar en sus oficios religiosos propios de estas fechas. Lo interesante es que “ los habitantes repelieron la agresión e hirieron al menos a dos presuntos sicarios; un hombre fue encontrado muerto en el camino”, nos dicen los medios.

Es decir, nos encontramos ante el hecho de que el pueblo se defendió de la agresión, por propia mano, al ir a buscar a su domicilio sus armas para este efecto y sostienen que cuando participaron a las autoridades, éstas llegaron al día siguiente aduciendo que se equivocaron en la localización de la población. Sin perjuicio de que también ya es público que las autoridades llegan después de media hora o mas de recibir las llamadas de auxilio de la población de que se trate y nunca aparecen los malos, salvo con las excepciones de siempre.

Se ha llegado a estos extremos porque es público y notorio que las autoridades que se encargan de estos menesteres, en los tres niveles de gobierno, han resultado incapaces de resolver estos problemas, a pesar del esfuerzo que realizan.

Sin embargo, el gobierno federal, por voz de su titular nos habla de un país que no concuerda con la realidad y nos hace recordar al anterior cuando nos hablaba de “foxilandia”. Cuánta incongruencia.

Pero el quid está en las posibles soluciones. Se dice que hay que actuar unidos. Que demostremos patriotismo y solidaridad social. Que juntos lo haremos mejor y otra serie de presuntas soluciones. Pero entonces surgen preguntas elementales a propuestas concretas: ¿Quién va a formular un programa de acción? ¿ Quién va a convocar a la ciudadanía? ¿Quién va a aportar los recursos humanos, financieros y materiales para ello? ¿Quién es el guapo que va a robarle los huevos al águila? La respuesta correcta sería: el gobierno, pero es el caso que ya estamos viendo que esto no es respuesta válida, habida cuenta de los resultados obvios, amén de los “daños colaterales” (muerte de civiles, niños, mujeres y hombres) que ellos así les llaman. Ergo ¿cuál es la solución y quién la llevará a cabo? O usted, participativo lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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