De Leopoldo Parra Ocampo...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


A la muerte la entendemos, clínicamente, como la cesación de las funciones vitales de una persona. Aunado a ello, sin embargo, también nos hemos ocupado y preocupado, como seres humanos, para no aceptar el hecho de que al morir ya todo acabó, es decir, no se resiste la idea de que todo el esfuerzo de una vida simplemente termine, acabe, se finiquite, se extinga y ya.

Para ello se han creado una serie incontable de teorías, tesis, propuestas, inclinaciones, proclividades, unas de tipo religioso y otras no, e incluso se han y se siguen dando testimonios múltiples, incontrovertibles, después de pasar por el tamiz de la lógica, de la existencia de vida después de la muerte.

Se habla de reencarnación, de karmas, de otras dimensiones, en fin, de otros mundos, de otras vivencias, de una continuidad, pero en planos diferentes, después de dejar el vehículo que utilizamos en nuestra vida que fue nuestro cuerpo, entendido así, simplemente como un vehículo, un continente que finiquitado su tiempo terrenal, se extingue, pero el hecho, nos transporta a otros niveles de conciencia y nos hace participar de otra vida, pero en una perspectiva de mejor y mayor plenitud.

Al margen de estas consideraciones, sin embargo, cuando un ser de dimensiones que rebasan la media muere, y lo cual nos impone un serio pesar, estamos conscientes de que su muerte no solo es el finiquito de sus vida biológica, sino que trasciende en su descendencia y en sus logros personales, y mas, cuando éstos son el producto del esfuerzo, de la tenacidad, de la constancia, de la disciplina, de unas férrea voluntad y de un afán evidente por ser mejor cada día y evidenciarlo hacia su fuero familiar y hacia su entorno social.

Es el caso de nuestro ínclito personaje que nos permitimos reseñar por sus caracteres de superación personal para darse a la colectividad en donde se hizo y que lo estimuló para ello. Estamos hablando de Don Leopoldo Parra Ocampo, “Polo” Parra para sus amigos y para quienes les daba un trato cariñoso y amable.

Polo Parra acaba de ser inhumado el día domingo próximo pasado en el panteón de Chilpancingo, la capital del estado. Le acompañaron, además de su viuda, abnegada mujer, madre y esposa, Doña Violeta Carolina Reygada Del Río, sus hijos, nietos y familiares cercanos, así como personajes del foro y de la sociedad guerrerense, en un acto de solidaridad, respeto y reconocimiento a su obra personal.

El hecho de que Don Leopoldo Parra Ocampo haya sido oriundo del estado de Michoacán, acrecienta su participación en la vida de la sociedad guerrerense, a la que tanto quiso y a la que tanto le debió, pero también le dio.

Egresado de la, ahora, Universidad Autónoma de Guerrero, compensó con sus vastos conocimientos en la esfera jurídica, lo que recibió de su Alma Mater, toda vez que, entre otras, impartió las cátedras de Práctica Forense Civil, Práctica Forense Mercantil, Fideicomiso, Derecho Procesal Civil, en donde obtuvo el reconocimiento y respeto de sus alumnos por su seriedad y conocimiento que tenía del derecho.

Yo tuve el gusto enorme de conocerlo cuando empezaba a litigar en este puerto y él ocupaba el cargo de secretario del Juzgado de Primera Instancia del Ramo Civil, en el Distrito Judicial de Tabares, puesto con el que empezó una carrera en la judicatura del estado, habida cuenta de que la culminó como Magistrado del Tribunal Superior de Justicia, sin perjuicio de que también en la procuración de justicia, ejerció como agente del Ministerio Público, así como Sub-Procurador de Justicia del estado, y actualmente se desempeñaba como Notario Público en la ciudad de Iguala de la Independencia. Todo ello, es decir, su amplia carrera en la procuración e impartición de justicia, así como en la docencia y la fe pública, le calificaron para ser honrado con el premio “Lic. Alberto Saavedra Torija”, premio que se instituyó para honrar a los abogados que se hayan distinguido en el ejercicio profesional y que le fue entregado de manos del gobernador del estado en la ceremonia anual del Día del Abogado, en este puerto, el 12 de julio de 2009.

Nos deja como lección de vida su espíritu de lucha, su constancia, su tenacidad, así como la dureza de su carácter (lo que le permitió salir adelante), que tuvo que evidenciar en la formación de sus hijos, en su relación de familia, pero que merced a ello logró formar gente de valía y con responsabilidad, vivo ejemplo de ello es su hija la Lic. Violeta Parra Reynada a quien le expresamos nuestra solidaridad y respeto, así como a su familia toda. Un hasta luego a Polo Parra. Por ahí todos nos encontraremos. O usted, solidario lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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