De la incógnita...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Nadie podrá dudar de la buena fe y de la auténtica intención de Emiliano Zapata por reivindicar los derechos agrarios de los campesinos de nuestro país.

Ya sabemos que es común decir y hacer alabanzas de algunas figuras de la historia de los países, así como la denostación de otras, según se haya estado en el grupo de los vencedores o de los vencidos, dentro de las facciones en pugna.

Quienes tuvimos todavía la suerte de ser educados en las materias de civismo y de historia de nuestro país, con perspectiva social y nacional, desde la primaria se nos enseñó a reconocer y a respetar la memoria de aquellas personas quienes con su valor, su entrega, su verticalidad, su hombría de bien, lucharon por reivindicar las causas populares para que se dieran mejores y mayores oportunidades a nuestro pueblo, para mejorar sus niveles de vida y se dieran los elementos menester para realizar, a plenitud, todo lo posible sus facultades que como seres humanos tenemos, en la consecución legítima de sus objetivos para obtener elevados niveles de bienestar, así como el logro de la tan anhelada felicidad dentro del marco de la justicia social.

Lamentablemente, con motivo de la celebración del Centenario del inicio de nuestra Revolución y al darse, dentro del marco de libertades que nuestro sistema jurídico nos otorga, la expresión de nuestros puntos de vista, los miembros de las clases mas reaccionarias y retrógradas de nuestro país se han solazado en tratar de desprestigiar a nuestros auténticos próceres, al mostrar o señalar, lo que llaman sus grandes “defectos” que como humanos, todos tenemos, habida cuenta de que no somos espíritus puros, pero al margen de ello, si se les homenajea y respeta es por las acciones patrióticas que tuvieron en la lucha por las libertades de esta patria nuestra y una sola de estas acciones, sería suficiente para justificar su reconocimiento, sin que las mezquindades de quienes pretenden inútilmente restarles méritos, tengan relevancia alguna.

En consecuencia, al margen de las contingencias biológicas que como humano tuvo Emiliano Zapata, nadie podrá hurtarle el mérito de haber participado activamente en el período revolucionario de nuestra patria, no solo con las armas en la mano, sino con propuestas concretas para reivindicar a la gente del campo. Veamos si no.

Nacido en el seno de una familia campesina en Anenecuilco, Morelos, en 1883, con escasa instrucción tuvo, sin embargo, la confianza de su pueblo para la reivindicación de sus tierras de manos de los latifundistas porfirianos y despojadas desde la conquista europea. Se unió a Madero y se convirtió en el líder del movimiento revolucionario del Sur; triunfando Madero dejó las armas en 1911, pero volvió a tomarlas ante el incumplimiento de éste; suscribió el Plan de Ayala exigiendo la repartición de las tierras, pero fue reprimido por el gobierno y tuvo que desplazarse a Guerrero, pero ante el asesinato de Madero por Huerta, reorganizó a sus fuerzas y se unió a Carranza y a Villa para derrotar al chacal, al cual vencieron, pero después del fracaso de la Convención de Aguas Calientes, rompió con Carranza y luego con Villa, lo cual lo aisló.

Inició una contraofensiva sustentada en ideas políticas revolucionarias y finalmente fue traicionado por un coronel carrancista (Jesús Guajardo) de la gente de Pablo González, siendo asesinado en la Hacienda de Chinameca, en Cuautla, el 10 de abril de 1919.

Entonces surge la incógnita de porqué el Ayuntamiento de Chilpancingo, su presidente, sus síndicos y regidores (ni siquiera del PRD) no autorizaron a la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos (LCASC) su propuesta (por segundo año consecutivo) para la colocación de un busto del General Zapata, en el centro de la ciudad, precisamente en el recién remodelado andador Emiliano Zapata, habida cuenta de que existen en Chilpancingo mas de 25 ejidos agrarios sustentados en la defensa de las tierras que realizó el Caudillo del Sur y que ésta es la única capital en el país que no tiene algún monumento para honrar al caudillo revolucionario.

En cambio, el comité de Bienes Comunales de Zumpango va a conceder una hectárea, por el distribuidor vial, para levantar una estatua al héroe, de no menos de dos metros de altura, con la esperanza de realizarla el 8 de agosto, aniversario del natalicio de éste sí, verdadero luchador social.

Hay que despejar la incógnita. Sí hay méritos suficientes para el reconocimiento y si ya los peticionarios tienen el busto, ¿será que el pedestal costará muy caro? Y, en su caso, vale la pena exigir una explicación por la negativa. O usted, sorprendido lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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