De la estulticia...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


La ética, rama de la filosofía que se encarga del estudio del sentido de la conducta, ha sido motivo de constantes y profundas consideraciones en el ámbito cultural de la humanidad.

Las mas de las veces se ha dado en identificarla con la moral, la cual es considerada con distintas acepciones tales como : lo relativo a las costumbres o las reglas de conducta; que es conforme o favorable a las buenas costumbres; como un conjunto de reglas de conducta propuestas por una determinada doctrina o inherentes a una determinada condición, etc. lo cual la convierte en un concepto de lo mas subjetivo del mundo de la cultura y cuya instrumentación ha provocado las mas dispares medidas para su realización.

En efecto quién nos puede hablar, objetivamente, del bien o del mal, habida cuenta de que lo que para unos algo es bueno, para otros es malo y así, la historia está llena de estos extremos, ad nauseam.

De esta guisa la humanidad ha estado pendiente de un movimiento pendular; en algunos casos en medidas extremas y en otros media entre ambas posiciones las cuales a veces se juntan en sus extremos.

En efecto, siempre han existido individuos, grupos, organizaciones e, incluso, instituciones como las llamadas iglesias, que han adoptado posiciones que pretenden regular la moral pública e, incluso la privada (qué cosa mas siniestra) en un intento por convertirse en árbitros de la moralidad con base en sus especiales ideologías y creencias (totalmente subjetivas).

Recordemos a Catón, llamado el Viejo o el censor, famoso estadista romano quien atacó acremente el lujo y las costumbres griegas en Roma por considerar que la denigraban.

Cómo no recordar las férreas restricciones de la Iglesia católica sobre la moralidad durante todo el medioevo y sus castigos, pretendidamente ejemplares, a quienes las transgredían.

O qué decir de la moralidad victoriana, en extremo represora de las mas elementales reacciones naturales ante el estímulo del sexo, por mencionar alguna.
En fin que siempre hay quien o quienes se pretenden erigir en defensores de la moralidad pública en afanes de protagonismo o simplemente por ser víctimas de faltantes de fósforo en su cavidad craneana.

Todo ello viene a colación porque un caso difundido en los medios, causó mi asombro superlativo, juzgue usted mismo: “Alcalde de Navolato prohíbe minifaldas para evitar embarazos no deseados”

¿Se dan cuenta de semejante estulticia? Es el caso de que este alcalde sinaloense, sumó a la iniciativa del goberna- dor de la entidad sobre la prohibición de los “ narco- corri- dos”, la de la prohibición del uso de la minifalda, aduciendo que “estas acciones vendrán a mantener los valores morales que toda sociedad debe tener” ¿Cómo?

El quid, sin embargo, es el asunto de las minifaldas.

Siguió diciendo que por su cargo: “…está obligado a actuar y a tomar medidas que ayuden a conservar los valores sociales y morales”, sin perjuicio de que si bien es un tema que atenta contra la libertad, se está en riesgo de caer en el libertinaje, lo cual no se debe permitir – dijo.

¿Cómo pretenderá conciliar su estulticia con lo dispuesto en el tercer párrafo del Art. 1º, de la Constitución Federal?

Y para terminar dijo que el uso de la minifalda es causa de embarazos no deseados entre las jovencitas y que al no poder haber una prohibición total en extremo, si se permitiría lo que es la falda a media pierna. ¡Me doy!

¿Qué el alcalde de marras ignora que los seres humanos estamos dotados de un mecanismo natural que nos permite la procreación para evitar que se extinga la especie? Ignora, desde luego, que los embarazos no deseados se dan por el intercurso sexual, entre los jóvenes, también, por falta de precauciones en las medidas profilácticas que existen en la actualidad, que son múltiples, pero que la Iglesia católica prohíbe su uso. ¿será acaso este alcalde miembro de la Cofradía de la Rodilla Ensangrentada y por eso pretende prohibir la minifalda? Desde luego que ignora, también, que entre los casos de embarazos no deseados están los producidos por la violación y que ésta se da no por la vestimenta de las víctimas, sino por las circunstancias de tiempo, modo y lugar, abundando las víctimas que abren establecimientos al inicio de las mañanas o en la noches en lugares apartados y solitarios, aunque vengan vestidas de largo. Estamos frente a una costumbre de moda, de época, además muy atractiva, y para quienes les guste, al margen de algunas a quienes los pelafustanes les gritan: “ Ya bájate del pollo”. O usted, liberado lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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