Por Fernando Reyes Baños, Jorge Ramos Sánchez, Teresita De la Torre García, Silvia L. Meléndez Flores y Evelyn M. Delgado Carvajal*


Los Límites del Conocimiento: La Postmodernidad.
Respuesta a la pregunta: Si el mundo postmoderno es rápido, comprimido, complejo e incierto ¿Cuál debe ser el modelo educativo ideal que permita atender en la postmodernidad las necesidades humanas?
La postmodernidad surge como repuesta al fracaso de la modernidad, al no cumplir con las promesas de igualdad, fraternidad, libertad y progreso para todos los seres humanos, proponiendo una renovación radical de todas las formas tradicionales del arte, cultura, pensamiento y vida social. La postmodernidad es una exploración pragmática de la innovación, experimentación autónoma crítica y separación de lo cotidiano, tratando de romper con la razón. Según Bosch (2003), las antiguas certidumbres se rompen y la confianza en la ciencia empieza a desaparecer, originando un mundo fragmentado que tiende hacia el individualismo, generado por la vertiginosa velocidad con la que fluye la información y la forma en que se recibe. Los medios de comunicación masiva proporcionan grandes cantidades de información, lo cual ha hecho que el sujeto se aleje de la convivencia con otros.

Por otra parte, la educación tiene como fin la realización del hombre y de la sociedad, los cuales se van transformando en correlación con las necesidades sociales. La postmodernidad se caracteriza por un proceso educativo integral, donde el individuo desarrolla habilidades y destrezas necesarias para adquirir conocimientos que garanticen una actividad productiva. Sin embargo, no se cuentan con las herramientas necesarias que le permitan contrarrestar el embate tecnológico, ya que se limita a sus viejas prácticas de gestión. Bosch (2003) establece, que se necesita una nueva concepción de lo que es educar y tener claridad en cuáles han de ser sus fines. Ante un mundo rápido, comprimido, complejo e incierto surge la interrogante: ¿Cuál debe ser el modelo educativo ideal que permita atender en la postmodernidad las necesidades humanas?

Dimensión epistemológica

La postmodernidad suele caracterizarse por su acción destructora hacia todo lo concerniente con la modernidad (Calinescu, 1991); sin embargo este último proceso cultural dejó cuentas pendientes en su agenda, lo que para Guadarrama (2009) demanda regresar a las promesas que dejó inconclusas, antes que atender a un paradigma cuyo desarrollo desde los años 70 ha creado desencanto por su falta de unidad y orden (Wikipedia), por lo que la interrogante acerca de cuál podría ser un modelo educativo que le fuera ideal resulta muy pertinente, dilucidando que por ideal se entiende: primero, que sea capaz de responder críticamente a las características particulares de este límite del conocimiento, y segundo, que permita atender, sin exclusión de ninguna especie, a las necesidades humanas.

Por lo anterior parecería que la postmodernidad implica solamente aspectos negativos, apreciación que no sería del todo exacta. Guadarrama (2009) menciona, por ejemplo, que entre las ideas rescatables de su discurso están: el culto a la diferencia, el disenso, la variedad y la tolerancia. Por su parte, Changeux y Ricoeur (2001, p. 273), comentan: “No creo en absoluto que la humanidad esté en marcha hacia una determinada unificación de sus convicciones vitales (…) el problema es el de la paz entre las convicciones, el de su ayuda mutua”; por otro lado, Schumacher coincide con esta postura cuando en 1973 comentó que: “…nuestras técnicas deben subordinarse a nuestras verdaderas necesidades humanas” (citado por Fromm, 1996, p. 157).

Estas ideas implican que los criterios que se usen para calificar un modelo educativo como ideal para el contexto de la postmodernidad, tendrían que relacionarse con los aspectos positivos de ese mismo paradigma y, desde luego, con la integración de tales aspectos en un sistema coherente, lo que demandaría como condición sine qua non la impronta de una postura conciliatoria con el pasado (entiéndase “pasado” como lo referente a la modernidad). En suma, el modelo educativo que idealmente correspondería al contexto de la postmodernidad apostaría por un diálogo reconstructivo con las múltiples interpretaciones del mundo, para llegar a puntos de convergencia que pudieran aportar sentido a cada persona (Eco, 2007), cuya formación tuviera como meta el desarrollo de sí mismos y el de los demás, a través de cierta dosis de disciplina y respeto por la realidad.

¿Cuál sería la intención de un modelo educativo para un mundo postmoderno? Proporcionar elementos básicos de convivencia para que el ciudadano aprenda a convivir y a cuidarse a sí mismo (Schmelkes, 1997), lo que permitiría que las desigualdades generadas por las diferenciaciones económicas y socioculturales no se acentuaran. La importancia que tiene seleccionar un modelo educativo que ayude a lograr tales propósitos, sin descuidar en ningún momento la equidad, es el reto que tiene que asumir el Estado o la sociedad misma.

En esta época de cambios acelerados y de valores deficitarios es importante reflexionar sobre las formas en que se enseña y se aprende, como también sobre el diseño curricular y la formación de los docentes, para buscar la mejor solución a estos retos, lo que tarde o temprano permitiría generar un movimiento social, que emanciparía a los hombres de esta dinámica desorientada y colmada de incertidumbres.

Foucault (2010) explica que los seres humanos necesitan desempeñar un trabajo creativo, investigar por su cuenta y crear con libertad, sin las limitaciones arbitrarias impuestas por las instituciones en las que están inmersos, por lo que es importante que la sociedad busque desarrollar el máximo de posibilidades para satisfacer estas características humanas fundamentales, evitando aspectos como la represión, la destrucción y la coacción.

Dimensión ética

La postmodernidad parece ser el triunfo del ego de las elites de consumo e intelectuales sobre las masas periféricas, al renunciar a los principios del equilibrio, la armonía, el sosiego, la iluminación, asimilando estos valores pero descalificándolos y estimulando su fragmentación, ruptura y pluralismo, al mismo tiempo que los reanima, como si fuera imposible dejar de ser modernos. El postmodernismo incita a invalidar el poder de la razón y a debilitar el pensamiento, estimulando así la pasividad y renunciando al intento educativo. Su esencia pone en peligro la identidad de los pueblos al pretender homogenizar la vida en todas las sociedades, a través de los medios masivos, imponiendo valores de las sociedades del primer mundo (Guadarrama, 2009).

Eco (2007) describe una situación que, dada su naturaleza, vendría a representar un contraejemplo de lo que un modelo educativo ideal debería fomentar en la postmodernidad: un grupo de padres inmigrantes solicitaron a un instituto de Milán que sus hijos tomaran clases solamente con otros estudiantes musulmanes, imponiendo un aut aut (una situación de “lo uno o lo otro”): o el instituto hacia caso a su demanda o ellos no mandaban a sus hijos a la escuela. El autor repasa las implicaciones para dicho instituto de tomar cualquiera de las dos alternativas: si decían que no, los estudiantes irían a otra parte, lo que sería censurable porque los estarían privando del derecho a una educación completa; y si decían que sí, asumirían una posición triplemente cuestionable, una, porque sería una solución en extremo segregacionista, dos, porque impedirían que esos estudiantes conocieran una cultura diferente a la propia, y tres, porque probablemente fomentaría el aislamiento fundamentalista.

Si está situación se analizara de acuerdo a las características de un modelo educativo ideal postmodernista, es decir, considerando la diferencia, el disenso, la variedad, la tolerancia, la convergencia entre convicciones divergentes y la subordinación a las necesidades humanas, cabría esperar que la solución más razonable sería integrar a los estudiantes musulmanes con la comunidad estudiantil, lo que les permitiría conocer la cultura que los acoge a través de quienes podrían representar en ese momento el papel de mediadores culturales.

Aprender a negociar en un mundo postmoderno será una habilidad cada vez más importante y que su inclusión, como parte del diseño curricular de cualquier escuela, representará una prioridad para un modelo educativo destinado a formar ciudadanos en una sociedad caracterizada por ser cada vez más multicultural, multiétnica, multilingüe, etcétera.

La forma en que los docentes reflexionen sobre su propia práctica es sin duda una oportunidad que puede generar cambios importantes en los sistemas educativos, pues en la medida que su estado emocional esté en orden, podrán ayudar a sus estudiantes (Cohen, 1997). En este sentido se tendrá que reconocer, primero, las necesidades formativas de los agentes de cambio, segundo, los contenidos que los estudiantes necesitan aprender y poner en práctica, y tercero, la participación de los padres de familia en estos procesos, para que se den cuenta cómo y qué aprenderán sus hijos (Cohen,1997).

Dimensión política

Hacia mediados del siglo XIX, se consolidaba la modernidad teniendo como una de sus creencias que la ciencia constituye la única fuente de conocimiento, además de su actitud positivista o el ideal de alcanzar una realidad utópica, todo esto viniéndose abajo al arribar la postmodernidad.

La postmodernidad se ha caracterizado por ser una etapa de cambios, insistiendo en el replanteamiento de casi todo, como lo es la educación, la sociedad, los valores, etc. Pero a pesar de que todo esto pueda ser apreciado por muchos como un caos social, también puede apreciársele como un punto de partida, para ubicar problemas que se deben resolver y retos que se deben lograr.

Vivir en una sociedad en donde se hiperboliza lo tecnológico no ha hecho más que marcar aún más la diferencia de clases sociales. Díaz (citado en De Alba, 1998) menciona que “el pensamiento posmoderno enfatiza que la evolución de los sistemas de información en las sociedades posindustriales modifican el estatuto del saber” (p. 23). La inercia de los países desarrollados en este sentido es continuar con este tan marcado mundo desproporcionado.

La diferencia de clases sociales dentro de los mismos países, según Díaz (citado en De Alba, 1998), se desarrolla porque existen universidades privadas que pueden adquirir tecnología que las escuelas públicas no pueden. Además las fuentes de información y la cantidad de información están desproporcionadas en el campo y en la ciudad.

En general, cabría preguntarse: ¿cómo podría una propuesta surgida desde el ámbito educativo representar algún beneficio para las personas en un mundo rápido, comprimido, complejo e incierto como es el postmoderno? No tanto porque la educación tenga por sí sola la capacidad de transformar la sociedad o porque sea un instrumento poderoso para su perfeccionamiento, sino porque puede diversificar sus objetivos, preparando personas que sean capaces de tener una calidad de vida integral, de participar social y políticamente por quienes han sido menos favorecidos en el desarrollo, para convivir armoniosamente con quienes sean diferentes a ellos mismos.

Conclusión

Los modos de vida en la postmodernidad apuntan hacia un escenario que a la sociedad no le conviene seguir, por sus efectos más evidentes: rapidez, complejidad, incertidumbre y desencanto. Se tendrán que asegurar criterios de inclusión para que sean consecuentes con las necesidades de los seres humanos, proporcionando seguimiento a la anterior idea de mejorar la realidad, que permita resolver sus pendientes, donde la postmodernidad sea concebida sin tantos cuestionamientos, como un periodo de transición caracterizado por grandes altibajos. Tales reflexiones requieren reformas serias en los modelos educativos, existiendo complicaciones sociales que a veces resultan increíbles por la incidencia social que se observa. Para Suárez (2010), la finalidad de dichos modelos es formar personas que desarrollen su pensamiento complejo, que permita lograr un futuro viable en el mundo con saberes pertinentes, sobre el conocimiento de la condición humana y sus contextos, enseñar a convivir con valores e incertidumbre.

Se vislumbra entonces, la necesidad de construir estrategias educativas que atiendan e incidan ante estas demandas, que cambien el enfoque materialista por uno más digno a la raza humana y su entorno. Como lo explica Díaz (2010): frente a una escuela de desesperanza es necesario refundarla, para darle esa esperanza, optimismo, alegría y credibilidad para que cumpla con su labor de humanización, que se promueva contra todo tipo de violencia y que practique la pedagogía del amor y la ternura.

En esta búsqueda de construir un modelo educativo ideal que atienda las necesidades humanas, se propone un sistema educativo basado en la democracia que busque una transformación, pero sin oponerse a la razón como fuente del conocimiento. Las tecnologías de la información y comunicación constituyen un eje fundamental para el desarrollo de los sistemas educativos, pero será importante evaluar el beneficio real y justo que tendrán para la formación integral, con el fin de evitar la dominación del ser humano por la tecnología y los medios.

Referencias

Bosch, C. C. (2003). El reto de la escuela postmoderna. El papel de la educación en la era de la información. Recuperado el 30 de junio de 2011 de: http://www.ugr.es/~icem2002/Ponencias/BoschCaballeroCarmen.PDF.

Calinescu, M. (1991). Cinco caras de la modernidad. España: Tecnos.

Cohen, D., H. (1997) Como aprenden los niños. México: SEP

Changeux, J. P. y Ricoeur, P. (2001). La naturaleza y la norma: lo que nos hace pensar. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.

De alba, A. (1998). Posmodernidad y Educación. México: Pórrua.

Díaz, M. C. (2010). A refundar la escuela. México: Pelicanus

Eco, U. (2007). A paso de Cangrejo. México: Debate.

Foucault, M. (2010) Grandes pensadores. Foucault. Recuperado el 27 de junio de 2011 de http://www.youtube.com/watch?v=-IMj8-x84mI.

Fromm, E. (1996). ¿Tener o ser? México: Fondo de Cultura Económica

Guadarrama, P. (2009). Crítica del paradigma posmodernista en su impacto educativo y comunicativo. Recuperado el 27 de junio de 2011 de http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/Critica-al-posmodernismo-en-su-impacto-educativo-y-comunic.pdf.

Posmodernidad. En Wikipedia. Recuperado el 1 de julio del 2011, de http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Posmodernidad&oldid=47205555.

Schmelkes, S. (1997). La calidad en la educación primaria. Un estudio de caso. México: Biblioteca normalista.

Suárez, R. (2010). La educación. Estrategias de enseñanza aprendizaje. Teorías Educativas. México: Trillas.



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