De lo obsoleto...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Es triste admitir cómo el desenvolvimiento de nuestras vidas, dentro de la cotidianeidad que nos envuelve, ha vuelto a las personas mas distantes de sí mismas, de su familia, de sus grupos sociales, a pesar de que el ser humano es gregario por excelencia, pero los tiempos que corren lo han hecho ensimismarse, y en localidades en donde la violencia ha campeado, en donde los actos delictivos se han caracterizado por su crueldad extrema, hacen que la gente se llene de temor, de pánico, por la inseguridad en que se vive, por la pérdida de espacios públicos en donde antes se desenvolvían en sus actividades cotidianas, por la falta de tranquilidad, por los enfrentamientos entre las bandas rivales que se pelean las plazas y con las autoridades del ramo que tienen la obligación, jurídicamente contraída, de proteger a la población y proporcionar seguridad, la cual es tan endeble que muchas personas inocentes mueren al quedar atrapadas en el fuego cruzado que resulta de estos enfrentamientos.

Esto produce ciudades fantasmas, en donde la gente de bien y emprendedora, generadores de oportunidades para todos, así como quienes quieren proteger a sus familias, o gente de escasos recursos económicos que buscan mejores oportunidades de trabajo y lugares mas seguros para atender a la escolaridad de sus hijos, ya empiezan a abandonarlas, en donde después de las diez de la noche ya casi nadie o muy contadas personas, por cuestiones de necesidad, transitan por las calles y avenidas desiertas, produciéndose de facto el equivalente a un toque de queda, propio de dictaduras o de situaciones extremas como las que se viven en la actualidad, pero que evidentemente resultan inconcebibles e inaceptables, tanto por su condición a todas luces absurda, desquiciante, como por su desmesura, así como por su antijuridicidad y sus resultados de caos, de anarquía y de ingobernabilidad, en su caso, y que devienen en un lamentable ¡ sálvese quien pueda ¡ a pesar de las participaciones, aunque muy magras en sus resultados, de las corporaciones obligadas a proporcionar esa seguridad tan añorada.

A pesar de esa violencia desatada y los altos grados de inseguridad que se viven, no debemos jamás de perder la brújula del destino de nuestra patria. No olvidemos que somos un país de instituciones democráticas, a pesar de lo incipiente de nuestra democracia. Y tampoco debemos de olvidar los hechos, los actos heroicos de nuestros verdaderos próceres, esos sí, auténticos luchadores sociales que arriesgaron y ofrendaron todo por darnos patria y libertad, las cuales se nos están diluyendo entre las manos de gobiernos incapaces, ineficientes e ineficaces, como lo demuestran los hechos que nos agobian.

Ya dentro de esta vorágine de violencia e inseguridad, pudiera tener una explicación, que jamás una justificación, la omisión de la celebración de un acontecimiento histórico, de repercusión nacional que iniciado en nuestro puerto, y que resultó de trascendental importancia para la vida institucional de nuestro país.

Es una obligación histórica recordar que el día 20 de agosto (que fue el sábado retropróximo) pero de 1813, Don José María Teclo Morelos Pérez y Pavón, hijo del humilde carpintero José Manuel Morelos y de Juana María Guadalupe Pérez y Pavón, tomó el Castillo de San Diego (asistido como siempre por el insigne Don Hermenegildo Galeana), la fortaleza en donde se habían refugiado los españoles radicados en Acapulco al ser tomada la plaza en abril de ese año y que resistió hasta agosto en que capituló, lo cual le permitió a Morelos, en la cuarta campaña de la guerra de Independencia, escoger a Chilpancingo para la reunión del 1er. Congreso de Anahuac el 13 de Septiembre de ese año de 1813, en donde presentó Los Sentimientos de la Nación que sirvieron de base para la primera Constitución de nuestra patria promulgada en Apatzingán en 1814, que aun cuando solo fue vigente en el territorio dominado por los insurgentes, sí se aplicó y fue obedecida.

Sin embargo no se notó ni se supo de alguna ceremonia conmemorativa al respecto, en los tres niveles de gobierno (salvo prueba en contrario), que nos permitan sentir que los gestos patrios no se han vuelto obsoletos en su recuerdo y mucho menos en su celebración, toda vez que lo obsoleto lo entendemos como lo anticuado o lo caído en desuso, lo que sería mas grave.

Es necesario tener vigentes estas fechas para recordarnos que nuestra patria fue y está hecha de gestas productoras de instituciones que son el cauce civilizado para la conducción de los pueblos al logro de su felicidad. O usted, actualizado lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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