Del 13 de Septiembre...

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Por el Rodrigo Juárez Ortiz


Conscientes de que las efemérides, en términos generales, son aquellos sucesos notables ocurridos en diferentes épocas, o su persistencia en el recuerdo, es de sana memoria recordar algunos eventos que tuvieron realización en nuestro país y cuya especial trascendencia nos motiva a recordarlos y no permitir que queden en el olvido, a pesar de quienes haciendo gala de un pragmatismo excepcional, sostienen que todo ello ya pasó y que hay que preocuparse y ocuparse del presente con todo y sus grandes y graves dificultades que en la actualidad se padecen. Es cierto, sí, que el pasado ya pasó, que el futuro aún no llega y que el presente es y debe ser el que concentre el foco de nuestra atención, el cual hay que vivir intensamente.

Sin embargo, somos de la opinión de que ese presente tan vital y tan cercano, si no está sostenido por aquellas acciones y eventos que nos precedieron y que fueron el fruto de grandes y profundas cavilaciones, así como de extraordinarias muestras de amor y patriotismo hacia el terruño y de una gran conciencia social, en su caso, no se tendrían parámetros válidos para saber y conocer de nuestro rumbo, de nuestro derrotero, así como de nuestras aspiraciones, objetivos y fines a los que deseamos alcanzar como país y como nación.

Es Septiembre llamado el mes patrio en función de los grandes eventos que se sucedieron en su transcurso, pero en diferentes años.

De ellos solo querríamos mencionar que un día como antier, 13 de Septiembre, pero de 1813, el ínclito prócer de nuestra Independencia, Don José María Morelos y Pavón, reunió en Chilpancingo, ahora capital del estado de Guerrero, al Primer Congreso de Anahuac, para crear una Constitución que sentara los pródromos de una nación con una estructura jurídica y política, acorde con los requerimientos de su época y que evidenció un profundo sentido de política social. Y estos pensamientos de una gran validez universal (salvo los motivados por su fe religiosa), los plasmó en 23 puntos en el documento que presentó al Congreso al día siguiente (14), y que llamó “Sentimientos de la Nación”, sin perjuicio de que solo hasta 1814 devino en Constitución en Apatzingán.

También fue un 13 de Septiembre pero de 1847 cuando los cadetes del Colegio Militar defendieron heroicamente la plaza de Chapultepec ofrendando su propia vida ante el avance avasallador del ejército invasor, a todas luces superior en tropa y armamento, ya que “ …se dio la invasión de México ordenada por el presidente James K. Polk al ejército de los Estados Unidos, cuyo comandante era el general Winfield Scott. Sus tropas llegaron a la ciudad de México por la ruta de Cortés. Sometió a los bravos habitantes y la bandera del país agresor fue izada sobre el Palacio nacional en el Zócalo, el 14 de septiembre de ese año a las 7:05 am. El sargento Benjamín S. Roberts arrió nuestro lábaro patrio e izó el suyo, antes de caer fulminado por la certera bala de un francotirador mexicano con tino y con honor. La bandera de las barras y las estrellas flotó en su asta mexicana hasta el 12 de junio de 1848. No se contabilizó el enorme número de muertos civiles que intentaron defender su ciudad con palos y machetes y fueron arrasados por el ejército norteamericano. Los velaron las mujeres y los niños al día siguiente en la más triste “fiesta” nacional, el 15 de septiembre de 1847. El general Winfield Scott dio la orden de derribar con artillería las puertas de toda casa de donde saliera un disparo.y (sic) de asesinar a todos los habitantes que dentro estuviesen. Así lo hicieron en varios casos…” como lo escribe nuestra querida amiga, escritora y periodista Manú Dornbierer en la primera de forros de su libro “NO COMO NI PAN NI CIRCO”.

Un recuerdo de la ignominia, para que no vuelva a repetirse, a pesar de los vende patrias que, como antaño, siguen soñando con su sometimiento a los bárbaros del norte.

Y también un 13 de Septiembre pero de 1968 se llevó al cabo una Marcha del Silencio contra la represión que fue convocada por el Consejo Nacional de Huelga durante el movimiento estudiantil, en la que se calcula que participaron medio millón de personas, cifra insólita para esos tiempos no convocada por el gobierno, y movimiento que todos sabemos fue aniquilado por el autoritarismo imperante, en la trágica masacre del 2 de octubre en Tlaltelolco. Evento ampliamente discutido y sabido por México y el mundo.

No olvidemos que existe nuestra memoria histórica que no debemos desconocer para no caer en la incertidumbre, la ignorancia y en la deriva histórica. Y sin jingoísmos, ni patrioterías baratas, celebremos los acontecimientos históricos que nos han dado patria y libertad, con responsabilidad y rumbo, para darle continuidad a nuestra forja nacional. O usted, patriota lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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