Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
En alguna colaboración anterior, usé el tema de la paz como columna vertebral para evidenciar la necesidad de su instauración en nuestro medio. Al respecto sí creo necesario hacer un recordatorio de algunos conceptos vertidos al respecto.
En efecto, dijimos que “el concepto, la idea de la paz no debe ser considerado solo desde un punto de vista simplista entendida como la ausencia de guerra ( como el concepto de salud que no es la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar), sino con una perspectiva positiva, es decir, como un estado de concordia, una situación de acuerdo dentro de un grupo, así como su concomitante sensación de sosiego, como el estado de la persona no agitada, en suma, como una situación de calma, de silencio y de reposo “.
De esta guisa, la paz ha sido, es y será siempre un parámetro válido para el hacer de los seres humanos, habida cuenta de que en la paz es en el único medio en que se pueden pergeñar, crear, realizar, todos los sentimientos, pensamientos y voliciones de los seres humanos, dentro de la positividad y dentro de los valores de la escala axiológica escogida por el pensamiento occidental y que atañe a toda la humanidad.
Es en un estado de paz cuando se pueden realizar todas las potencialidades de los seres humanos, habida cuenta de que se cuentan con los estados de ánimo mínimos menester para realizar, a plenitud, todas sus potencialidades que como tal, estamos investidos.
En nuestro país, en los últimos tiempos, especialmente en la presente década estamos siendo testigos de una violencia sin precedente. No estamos en una revolución armada en la conquista de reivindicaciones sociales, económicas o políticas; no estamos en alguna asonada de carácter político en la lucha por el poder como en el siglo XIX; no estamos enfrentando a grupos guerrilleros que en su desesperación por la lentitud u omisión de las acciones gubernamentales para menguar los extremos de la distribución de la riqueza, ni banderías que propongan un nuevo sistema de gobierno. No.
Estamos frente a grupos delincuenciales que al contar con el poder inmenso que les da el ingreso por el tráfico de estupefacientes para el mayor mercado de consumidores que es el pueblo estadounidense, han penetrado a diferentes niveles de los organismos gubernamentales encargados de su combate, así como de las instituciones policiales y armadas, según nos reportan los medios. De esta guisa, la violencia, la corrupción y la clandestinidad, en consecuencia, sientan sus reales en nuestro país el cual ya está no solo harto, sino temeroso y paralizado ante el clima de violencia que se ve aumentado por la delincuencia común que a río revuelto, está haciendo su agosto.
Es urgente pues, que ante la incapacidad manifiesta de los organismos encargados de proporcionar la seguridad que se requiere, se dé la participación ciudadana, que la sociedad se organice para su defensa y en coordinación con los órganos gubernamentales, se realicen todo tipo de eventos tendentes al logro de acciones inteligentes, factibles y positivas, para lograr un entorno que nos devuelva la paz y la tranquilidad perdidas, para lograr nuestras metas que como pueblo hemos escogido.
Por cierto es plausible que precisamente el día de hoy jueves, a las 17:00 hrs, en el Grand Hotel Acapulco, (antes Hyatt), en el Salón Cabaret, en el marco de los Diálogos por la Paz y la Convivencia en Acapulco, se realizará un panel de análisis para abordar la Construcción de la Paz a partir de los siguientes temas: Fortalecimiento de la Seguridad Pública; Procuración y Administración de Justicia; Combate a la trata de personas; Reconstrucción del tejido social; Estrategia de Reactivación Económica; así como la Recuperación de Instrumentos legales para la participación y fiscalización ciudadana. Y se contará para ello con la participación de María Elena Morera, quien presidió al organismo México Unido contra la Delincuencia, A.C. y Emilio Álvarez Icaza, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, entre otros.
El motivo lo vale. Ahí nos vemos. O usted, interesadísimo lector, ¿qué opina?
En alguna colaboración anterior, usé el tema de la paz como columna vertebral para evidenciar la necesidad de su instauración en nuestro medio. Al respecto sí creo necesario hacer un recordatorio de algunos conceptos vertidos al respecto.
En efecto, dijimos que “el concepto, la idea de la paz no debe ser considerado solo desde un punto de vista simplista entendida como la ausencia de guerra ( como el concepto de salud que no es la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar), sino con una perspectiva positiva, es decir, como un estado de concordia, una situación de acuerdo dentro de un grupo, así como su concomitante sensación de sosiego, como el estado de la persona no agitada, en suma, como una situación de calma, de silencio y de reposo “.
De esta guisa, la paz ha sido, es y será siempre un parámetro válido para el hacer de los seres humanos, habida cuenta de que en la paz es en el único medio en que se pueden pergeñar, crear, realizar, todos los sentimientos, pensamientos y voliciones de los seres humanos, dentro de la positividad y dentro de los valores de la escala axiológica escogida por el pensamiento occidental y que atañe a toda la humanidad.
Es en un estado de paz cuando se pueden realizar todas las potencialidades de los seres humanos, habida cuenta de que se cuentan con los estados de ánimo mínimos menester para realizar, a plenitud, todas sus potencialidades que como tal, estamos investidos.
En nuestro país, en los últimos tiempos, especialmente en la presente década estamos siendo testigos de una violencia sin precedente. No estamos en una revolución armada en la conquista de reivindicaciones sociales, económicas o políticas; no estamos en alguna asonada de carácter político en la lucha por el poder como en el siglo XIX; no estamos enfrentando a grupos guerrilleros que en su desesperación por la lentitud u omisión de las acciones gubernamentales para menguar los extremos de la distribución de la riqueza, ni banderías que propongan un nuevo sistema de gobierno. No.
Estamos frente a grupos delincuenciales que al contar con el poder inmenso que les da el ingreso por el tráfico de estupefacientes para el mayor mercado de consumidores que es el pueblo estadounidense, han penetrado a diferentes niveles de los organismos gubernamentales encargados de su combate, así como de las instituciones policiales y armadas, según nos reportan los medios. De esta guisa, la violencia, la corrupción y la clandestinidad, en consecuencia, sientan sus reales en nuestro país el cual ya está no solo harto, sino temeroso y paralizado ante el clima de violencia que se ve aumentado por la delincuencia común que a río revuelto, está haciendo su agosto.
Es urgente pues, que ante la incapacidad manifiesta de los organismos encargados de proporcionar la seguridad que se requiere, se dé la participación ciudadana, que la sociedad se organice para su defensa y en coordinación con los órganos gubernamentales, se realicen todo tipo de eventos tendentes al logro de acciones inteligentes, factibles y positivas, para lograr un entorno que nos devuelva la paz y la tranquilidad perdidas, para lograr nuestras metas que como pueblo hemos escogido.
Por cierto es plausible que precisamente el día de hoy jueves, a las 17:00 hrs, en el Grand Hotel Acapulco, (antes Hyatt), en el Salón Cabaret, en el marco de los Diálogos por la Paz y la Convivencia en Acapulco, se realizará un panel de análisis para abordar la Construcción de la Paz a partir de los siguientes temas: Fortalecimiento de la Seguridad Pública; Procuración y Administración de Justicia; Combate a la trata de personas; Reconstrucción del tejido social; Estrategia de Reactivación Económica; así como la Recuperación de Instrumentos legales para la participación y fiscalización ciudadana. Y se contará para ello con la participación de María Elena Morera, quien presidió al organismo México Unido contra la Delincuencia, A.C. y Emilio Álvarez Icaza, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, entre otros.
El motivo lo vale. Ahí nos vemos. O usted, interesadísimo lector, ¿qué opina?
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