Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
Durante estos últimos días casi todo el mundo reactiva sus propósitos para el año que comienza y lo hacen con la pretensión de que corrijan lo que suponen son errores o deficiencias, sin perjuicio de la mas sana intención de mejorar su situación actual, en los diferentes niveles o áreas de su existencia. Todo ello en virtud, ya sea de imitación de la psicosis colectiva o bien determinaciones tomadas motu proprio. Finalmente se quedan en la expresión: año nuevo, vida nueva, costumbres: las mismas.
Al mismo tiempo, está muy actualizada no solo la expresión sino la intención concomitante de que “ el pasado ya pasó; el futuro todavía no llega, luego hay que vivir el presente a plenitud” O sea vivir el hoy y el ahora.
La expresión tiene su lógica, la cual entendemos de que vivir hacia el pasado, recordar cosas que sucedieron por aquello que hicimos, que dijimos o simplemente que omitimos, definitivamente son irreversibles, ya sucedieron y no se puede hacer algo para remediarlo.
Y por cuanto hace al futuro, en efecto éste todavía no llega y todo lo que se finca en ello puede resultar o no, es decir, todavía no sucede, lo que lo convierte en mera especulación.
De ahí el estar en boga el vivir el presente como una posibilidad de estar actualizado y sacar el mejor provecho de la existencia.
A pesar de la claridad de la propuesta, no la compartimos del todo, habida cuenta de que le faltan algunas consideraciones que entendemos menester para que tengan la contundencia deseada.
En efecto, resulta imprescindible al momento de tomar este tipo de decisiones, hacer un alto en el camino, reflexionar sobre los logros obtenidos pero de una manera trascendental, evaluar todo aquello que nos permitió lograr los cometidos propuestos, así como todo aquello que nos lo impidió.
En nuestra opinión retrotraerse hacia el pasado nos va a permitir forjar los planes para el futuro, toda vez que un futuro sin planificación es un fracaso, sería como actuar como algunos animalitos y algunos bípedos implumes dependientes totalmente de la posición de la luna o de la velocidad del viento. Estarían inhibiendo el ejercicio pleno y responsable de nuestra voluntad decisoria.
Nuestra vida, nuestra existencia está hecha de momentos, de acciones, de decisiones que tomadas nos permiten ser lo que actualmente somos; el saber valorar el pasado, lo hecho o inhibido en él, significará retomar los parámetros válidos para medir nuestra realidad presente y, por ende, planificar con mayor objetividad y certidumbre el futuro.
No se trata de revivir los errores del pasado ni de regodearse de manera masoquista en los fracasos, se trata de valorarlos para ubicarnos en el presente y así, poder planificar mejor nuestro futuro, haciendo de nuestro presente la realización óptima de nuestros sueños y proyectos, los cuales creemos que son realizables a partir de nuestros deseo sincero por lograrlo, pues no hay que olvidar que la dificultad de las cosas no estriba en hacerlas, sino en empezar a hacerlas.
Lo que somos actualmente es consecuencia indiscutible de lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado y su valoración para nuestra realidad, será determinante para la consecución de nuestro futuro , el cual deseamos sea siempre de realizaciones que nos enriquezcan como individuos, que nos permitan seguir soñando para realizar esos sueños, así como proyectar una mejor imagen de nosotros mismos que, desde el fondo de nuestros corazones, se prodigue en amor, en comprensión y en un auténtico perdón para nuestros semejantes. Todo es posible, a pesar de los negros nubarrones que parecen ensombrecer nuestro presente inmediato, pero también somos conscientes de que querer es poder. O usted, entusiasta lector, ¿Qué opina?
Durante estos últimos días casi todo el mundo reactiva sus propósitos para el año que comienza y lo hacen con la pretensión de que corrijan lo que suponen son errores o deficiencias, sin perjuicio de la mas sana intención de mejorar su situación actual, en los diferentes niveles o áreas de su existencia. Todo ello en virtud, ya sea de imitación de la psicosis colectiva o bien determinaciones tomadas motu proprio. Finalmente se quedan en la expresión: año nuevo, vida nueva, costumbres: las mismas.
Al mismo tiempo, está muy actualizada no solo la expresión sino la intención concomitante de que “ el pasado ya pasó; el futuro todavía no llega, luego hay que vivir el presente a plenitud” O sea vivir el hoy y el ahora.
La expresión tiene su lógica, la cual entendemos de que vivir hacia el pasado, recordar cosas que sucedieron por aquello que hicimos, que dijimos o simplemente que omitimos, definitivamente son irreversibles, ya sucedieron y no se puede hacer algo para remediarlo.
Y por cuanto hace al futuro, en efecto éste todavía no llega y todo lo que se finca en ello puede resultar o no, es decir, todavía no sucede, lo que lo convierte en mera especulación.
De ahí el estar en boga el vivir el presente como una posibilidad de estar actualizado y sacar el mejor provecho de la existencia.
A pesar de la claridad de la propuesta, no la compartimos del todo, habida cuenta de que le faltan algunas consideraciones que entendemos menester para que tengan la contundencia deseada.
En efecto, resulta imprescindible al momento de tomar este tipo de decisiones, hacer un alto en el camino, reflexionar sobre los logros obtenidos pero de una manera trascendental, evaluar todo aquello que nos permitió lograr los cometidos propuestos, así como todo aquello que nos lo impidió.
En nuestra opinión retrotraerse hacia el pasado nos va a permitir forjar los planes para el futuro, toda vez que un futuro sin planificación es un fracaso, sería como actuar como algunos animalitos y algunos bípedos implumes dependientes totalmente de la posición de la luna o de la velocidad del viento. Estarían inhibiendo el ejercicio pleno y responsable de nuestra voluntad decisoria.
Nuestra vida, nuestra existencia está hecha de momentos, de acciones, de decisiones que tomadas nos permiten ser lo que actualmente somos; el saber valorar el pasado, lo hecho o inhibido en él, significará retomar los parámetros válidos para medir nuestra realidad presente y, por ende, planificar con mayor objetividad y certidumbre el futuro.
No se trata de revivir los errores del pasado ni de regodearse de manera masoquista en los fracasos, se trata de valorarlos para ubicarnos en el presente y así, poder planificar mejor nuestro futuro, haciendo de nuestro presente la realización óptima de nuestros sueños y proyectos, los cuales creemos que son realizables a partir de nuestros deseo sincero por lograrlo, pues no hay que olvidar que la dificultad de las cosas no estriba en hacerlas, sino en empezar a hacerlas.
Lo que somos actualmente es consecuencia indiscutible de lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado y su valoración para nuestra realidad, será determinante para la consecución de nuestro futuro , el cual deseamos sea siempre de realizaciones que nos enriquezcan como individuos, que nos permitan seguir soñando para realizar esos sueños, así como proyectar una mejor imagen de nosotros mismos que, desde el fondo de nuestros corazones, se prodigue en amor, en comprensión y en un auténtico perdón para nuestros semejantes. Todo es posible, a pesar de los negros nubarrones que parecen ensombrecer nuestro presente inmediato, pero también somos conscientes de que querer es poder. O usted, entusiasta lector, ¿Qué opina?
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