Notas sobre la cleptomanía

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Por el Mtro. Fernando Reyes Baños


La cleptomanía es un trastorno poco frecuente. Se estima que es de dos a tres veces más común en mujeres que en hombres. Se presenta en menos del 5% de los ladrones de tiendas identificados, aunque obviamente el robo en tiendas dista mucho de parecerse a la cleptomanía, ya que en el primer caso la persona podría tener alguna clase de necesidad para robar, mientras que en el segundo caso la persona roba objetos sin importar su valor monetario o personal (Podvin, 2011).

El vocablo “cleptomanía” deriva del griego kleptein (robar) y mania (locura). Dicha denominación fue acuñada por Marc y Esquirol, usándosele desde comienzos del siglo XIX como término descriptivo hasta que fue introducido como trastorno psiquiátrico en la tercera edición del DSM. Ahora con el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (2000), los criterios para su diagnóstico han recibido cambios mínimos (Navarro y Cárdenas, 2003).

La cleptomanía se caracteriza por una dificultad recurrente para resistir el impulso de robar objetos que no son necesarios para el uso personal o por su valor monetario (DSM-IV-TR, 2000). Su edad de inicio es variable: puede presentarse en la infancia, la adolescencia o la edad adulta, y algunas veces también a finales de la edad adulta. Aunque la información disponible es escasa (Navarro y Cárdenas, 2003), se han descrito tres cursos típicos:
  • Esporádica. Episodios breves y con largos intervalos de tiempo entre un robo y otro.
  • Episódica. Aparece de una forma más constante en el tiempo, aunque se pueden apreciar remisiones puntuales.
  • Crónica. Se sufre a lo largo de la vida con pequeñas fluctuaciones en su frecuencia y con una dificultad importante para superar el trastorno.

El DSM IV-TR y el CIE 10, según Urbina, Rosales y Valera (2004) plantean para el diagnóstico de F63.2 cleptomanía [312.32] los siguientes criterios:
  • Fracaso recurrente en resistir los impulsos por robar objetos que no son de uso inmediato o que no tienen un especial valor monetario;
  • Sensación progresiva de tensión antes de cometer el acto;
  • Sensación de placer o de alivio en el momento de cometer el robo;
  • El robo no representa cólera o venganza por parte del sujeto, tampoco es la respuesta a una idea delirante o a una alucinación, además de que se ejecuta sin una planificación previa y sin la ayuda o colaboración de otros y
  • El robo no se explica por la presencia de otros trastornos: disocial, episodio maníaco o trastorno antisocial de la personalidad (DSM-IV-TR, 2002).

Según Hormaechea y Salgado (2000) muchos autores (influenciados particularmente por el psicoanálisis) han intentado explicar este problema basándose en la posible existencia de conflictos subyacentes. A pesar de los muchos intentos por sistematizar los hipotéticos perfiles psicológicos característicos de los cleptómanos, las sospechas de que el cuadro no constituye un único síndrome psicopatológico y de que las posibles causas etiológicas son múltiples han ido cobrando cada vez mayor fuerza. Si se toma en cuenta las más recientes publicaciones al respecto, el modelo biopsicosocial (que esgrime la teoría del abuso en la infancia como un posible factor precipitante) ha dejado paso a aquél que incluye esta patología dentro de los llamados Trastornos del Espectro Afectivo. Por otra parte, se ha descrito la aparición del cuadro debido a enfermedades somáticas: alteraciones endocrinas, demencias de diferente naturaleza, hidrocefalia normotensiva, determinados fármacos, abstinencia al diazepam, y secuelas de encefalitis letárgica (Hormaechea & Salgado, 2000).

Ejemplo de un caso:

Encarnación es una mujer de setenta años, desde su niñez vivió situaciones de angustia y estrés, que la llevaron a padecer depresión y ansiedad. Un día al entrar a una tienda, vio una figurita de porcelana; le gustó mucho y sin pensarlo la tomó. Compró lo que tenía que comprar pero al llegar a casa se dio cuenta de que tenía en su bolsillo la figurita, entonces sintió pena y pensó en regresarla, pero la tienda ya estaba cerrada.

A la mañana siguiente fue a la tienda para regresar la figurita o para comprarla; pero al entrar a la tienda se sintió observada y se puso ansiosa. Esperaba un buen momento para poner la figurita en el estante y salir de ahí, pero mientras más esperaba más ansiosa se ponía y no podía dejar de pensar en que le faltaba la estatuita compañera de la que traía en su bolso.

Cuando sintió que ya nadie la observaba, encarnación en lugar de regresar la figura, tomó la otra y salió corriendo de la tienda entre feliz y nerviosa. Cuando regresó a casa se dio cuenta de que había vuelto a robar, se sintió triste y al mismo tiempo liberada, sus tensiones habían desaparecido. Poco a poco cuando sus tensiones la agobiaban sus hurtos la tranquilizaban, para luego volverla a hacer sentir mal formando así un círculo vicioso. Un día por fin los empleados de la tienda se dieron cuenta de que era ella quien desaparecía las figuritas de porcelana y le pidieron que las devolviera o que pagase lo debido. Encarnación decidió entonces pagar todo lo que había robado e ir terapia. Allí le enseñaron a canalizar sus tensiones de forma menos dañina (Morris, 2012).

Como pautas para su tratamiento, se necesita asesoría o terapia que puede realizarse de forma grupal o individual. Generalmente, tiene el objetivo de tratar los problemas psicológicos subyacentes que pueden contribuir a la cleptomanía. También puede abarcar terapia de modificación del comportamiento y terapia familiar.

Es muy significativo que un cleptómano comparta su experiencia vivida con personas que sean de su confianza. De esta forma se comparte el problema y el temor desaparece poco a poco. La hipnosis y las regresiones igualmente son de mucha ayuda y permitirán salir mucho más rápido de esta psicopatología.

Para información adicional sobre la cleptomanía puede consultarse la siguiente dirección: http://desdeeldivan.wordpress.com/2009/03/03/comprendiendo-la-cleptomania/


Referencias
  • Asociación Estadounidense de Psiquiatría. (2000). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto revisado. España: Masson.
  • Hormaechea, J.A. y Salgado, M. (2000). La mente cleptómana: una aproximación basada en la Teoría del pluralismo mental. I Congreso Virtual de Psiquiatría. Recuperado: septiembre 6 del 2012 de http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa53/conferencias/53_ci_e.htm
  • Morris (2012, 14 de mayo). Ejemplo de cleptomanía. Ejemplode.com. Recuperado el 6 de septiembre del 2012 de http://www.ejemplode.com/39-psicologia/2153-ejemplo_de_cleptomania.html
  • Navarro, J. F. y Cárdenas, J. (2003). Cleptomanía. Psiq Biol, 10(02), 53-56.
  • Podvin, L. (2011). Estudio de caso: Aplicación de Terapia Humanista y Danza Primal en una paciente con Trastorno de Depresión Mayor, Duelo y Cleptomanía. Tesis de maestría no publicada. Facultad de Psicología. Universidad San Francisco de Quito.
  • Urbina de Urbina, M. E., Rosales, D. y Valera de Hernández, M. (2004). Evaluación triaxial de un caso de cleptomanía en una niña de 4 años de edad. Reporte de caso. Archivos venezolanos de psiquiatría y neurología, 50(102), 15-19.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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