Del terremoto...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Dicen que recordar es vivir y ello implica tanto las cosas, acciones u omisiones que tuvimos que hacer o no hacer, según nuestro deber, como las que nos produjeron felicidad o desgracia, en fin, toda la gama de emociones y percepciones a las que es susceptible el ser humano.

Ello me recuerda que un día como ayer, 19 de Septiembre pero de 1985, tuvo efecto un terrible y espeluznante terremoto que produjo una verdadera catástrofe en el centro y sur de nuestro país y en especial en la ciudad de México, capital de la república.

En ese entonces vivía con mi esposa y mi menor hijo en Tlacopac, una zona que implicaba un oasis en el barullo de la ciudad, cercana a dos grandes vías de comunicación y rodeada de inmensos eucaliptos, con calles empedradas, como paisaje urbano de la época virreinal, aledaña a San Ángel, en el sur de la capital.

Ese día, como práctica cotidiana de llevar a mi hijo al kindergarten donde estudiaba, en Coyoacán, por la radio del coche escuché en las noticias lo mas siniestro que podía haber escuchado, algo que rompía con ese ambiente de paz y tranquilidad, se hablaba de un intenso temblor que en realidad era un terremoto que había azotado a la ciudad de México. esta noticia y las demás que se siguieron dando las recibí casi al llegar a la escuela, pero al ver que la barda exterior de la misma estaba caída ( y aunque no lo hubiera sido) de inmediato regresé a la casa para ver si había pasado algo pero por fortuna todo estaba sin nada que reportar.

De inmediato me puse en contacto con personal de mi oficina pues detentaba, entonces, un cargo público de responsabilidad y me enteré que el edificio donde laborábamos en Plaza de la República, 4 pisos (de un edificio de 9) se habían caído en el 5º. piso que es donde estaban nuestras oficinas por lo que procedí a dar las indicaciones pertinentes y por fortuna, por la hora del evento no había nadie que hubiera sido víctima mortal de tal catástrofe. Posteriormente en junta con los directivos de la institución se dieron las acciones a seguir y se obtuvieron logros importantes de rescate no solo en nuestras oficinas sino en diferentes inmuebles que se colapsaron y que de alguna manera nos competían.

Todos recordamos que este fatídico evento tuvo, grosso modo, un impacto de mas de 100 edificios caídos, 700 fueron ruina y mas de 300 no resistieron en pie, sin perjuicio de que se habló de mas de 10, 000 muertos, 50 mil heridos y desaparecidos, en fin, una verdadera tragedia, la mas grande de la historia del país en este renglón. Cómo no si la energía liberada equivalió a 1114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una.

Pero esta tragedia dejó muchas enseñanzas. La necesidad hizo que se despertaran las grandes dotes de solidaridad y humanitarismo de nuestro pueblo. Ante la lentitud o nula participación de los agentes gubernamentales ( tal es el caso del rechazo a la ayuda internacional que el gobierno no permitía, tratando de ocultar la magnitud de la tragedia), hasta que se dio cuenta de la gravedad de la situación, la comunidad se dedicó a sacar heridos, remover escombros, llevando comida y apoyo voluntariamente a los socorristas; se creó la Brigada de Rescate Topos de Tlatelolco; artistas y comunicadores también formaron parte de los brigadistas; aprendimos a darle el paso preferente a las ambulancias con solo oír el ulular de las sirenas; se compartieron espacios particulares para alojar a los damnificados ; en fin se creó un ambiente de solidaridad social y apoyo mutuo que todavía subsiste, al menos en la gente de la ciudad de México quienes vivimos directamente la tragedia.

Pero nosotros debemos de aprender de las desgracias como el evento del Paulina. No olvidemos que estamos en el Pacífico, donde hay dos brechas sísmicas, la de Michoacán (que provocó el terremoto) y la de Guerrero, Necesitamos reforzar nuestras prácticas y cultura de protección civil para salir lo mejor librados ante sucesos de esta naturaleza, de los cuales no estamos exentos. Ya sea por terremoto o por maremoto (los extranjerizantes le dicen tsunami). Reforcemos, pues, nuestra solidaridad social. O usted, solidario lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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