Por el Mtro. Fernando Reyes Baños


Atendiendo a los aportes que la antropología y el feminismo constructivista han hecho puede afirmarse que: no hay una sola manera de ser hombre, ni natural ni culturalmente hablando, sino una diversidad de expresiones masculinas… pero si esto es así, si resulta más preciso referirse a las masculinidades, ¿por qué se sigue considerando, de manera más o menos generalizada en la sociedad justamente lo contrario, es decir, que sólo hay una manera de ser hombre y que ésta sólo puede construirse teniendo como materia prima aspectos tales como el poder, la dominación, la competencia y el control? Porque entre todas ellas, hay una que ocupa una posición dominante en el sistema sexo/género de cualquier cultura en un momento histórico dado: la masculinidad hegemónica, estereotipo que al presentarse ante la sociedad como una norma, impone atributos como la destreza física, una postura específica, ejercicio del control y la agresión, los cuales serán incorporados a las subjetividades de hombres y mujeres, destacándose socialmente por encima de cualquier otra forma que los hombres puedan asumir para su masculinización; su construcción además, se refuerza por la comparación que hacen quienes se adhieren a este estereotipo con los demás, sobre todo, con aquellos a quienes se percibe como poco agraciados con respecto a tales atributos.

La masculinidad hegemónica además, promueve su reproducción, exhibiéndose como la forma "natural" de lo masculino a través de dispositivos cuyo objetivo es legitimar su dominio (Ramírez & García, 2002). Un aspecto relacionado con este dominio que la masculinidad hegemónica busca mantener es la heterosexualidad normativa, caracterización sexual que se identifica como básica en el sentido de que se atribuye a sí misma las cualidades de sexualidad "normal" y "naturalmente dada", por lo que el hombre en tanto ser masculino y heterosexual puede (“y debe”) estigmatizar como minoría a todos los que no caigan dentro de esa misma categoría (Figueroa, Hernández, Lamas y Perelman, 2001). En tales términos, el heterosexual piensa que su sexualidad se corresponde con la sexualidad normativa o que ésta debe corresponder con esa sexualidad: "(...) el heterosexual considera que existe una verdadera sexualidad, y una sexualidad 'anormativa' realizada por unos personajes más o menos depravados o extravagantes a los que, en el mejor de los casos, hay que 'tolerar' y, en el peor, hay que exterminar" (Valcuende, 2006, p. 127-128).

De acuerdo a Valcuende (2006), la heterosexualidad normativa atiende a una serie de ideas que, aparentemente, la "naturalizan" y "normativizan" (no en balde la tradición católica influyó para que sexualidad y reproducción se mantuvieran ligadas), aunque con la lectura de tales ideas se hace evidente lo problemático que resultan la mayoría de ellas para todas las personas, peor aún si se les toma como verdades absolutas, estas ideas son: la verdadera sexualidad es la que está vinculada a las prácticas reproductivas, éstas deben ir ligadas a la pareja heterosexual, ésta representa el marco donde debe producirse la verdadera sexualidad, ésta debe estar siempre unida al amor y, finalmente, éste dura toda la vida.

Ya se había comentado empero, que la socialización basada en las concepciones de género no ocurren uniformemente y que los sujetos reaccionan de formas diversas ante la asunción de éstas, por lo que la masculinidad hegemónica siempre deberá hacer frente a quienes resistan o busquen, incluso, impugnar su dominio.

Ramírez y García (2002), partiendo de las relaciones de complicidad y subordinación establecidas por Connell en 1995 con relación a la masculinidad hegemónica, proponen un modelo que, además de considerar los planteamientos de este autor, complementa su propuesta al identificar otras dos masculinidades: la contestaria y la hipermasculinidad; de todas ellas, una que resulta sumamente interesante es la masculinidad subordinada, pues ésta contiene a quienes la masculinidad hegemónica margina y devalúa por no cumplir con sus exigencias.


Referencias

Figueroa, J. G., Hernández Forcada, R., Lamas, M. y Perelman Javnozon, L. (abril, 2001). Tolerancia y ejercicio sexual de los varones: tensión entre minorías y hegemonías. Mesa redonda presentada en el Seminario Internacional sobre Tolerancia, Ciudad de México, México.
Ramírez, R. y García Toro, V. (2002). Masculinidad hegemónica, sexualidad y transgresión [Versión impresa]. Centro Journal, 14(1), 5-25.
Valcuende del Río, J. M. (2006). De la heterosexualidad a la ciudadanía [Versión impresa]. AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, 1(01), 125-142.



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