Por María Ascensión Rivera Serván
Suspendido el cáliz
se derramaron las gotas
que me diste a beber.
La hiel entró despacio,
arrasando el espacio
y su fuego abrasó
todo lo que se cruzó
en su paso.
Se quemó la piel
y su envoltura,
arañando silencios,
la locura
se quedó dentro.
Los huesos como único bagaje
En un esqueleto vacío,
Inician su movimiento de títere
En la rueda de tu vida,
portando como equipaje
risas en boca de hiena.
Palabras que se pronunciaron
en un ayer ya lejano,
frases sin consistencia
que ante tu presencia,
perdieron su significado.
Ahora sus huellas
las borra ya
la lluvia del recuerdo.
Quizás construyo
un castillo en el aire,
en mi mundo de sueños
pero mientras dure,
tengo rey y tengo reino,
súbditos y lacayos
que me amen.
Y mientras tanto,
tan tólo yo,
¡soy su dueño!
se derramaron las gotas
que me diste a beber.
La hiel entró despacio,
arrasando el espacio
y su fuego abrasó
todo lo que se cruzó
en su paso.
Se quemó la piel
y su envoltura,
arañando silencios,
la locura
se quedó dentro.
Los huesos como único bagaje
En un esqueleto vacío,
Inician su movimiento de títere
En la rueda de tu vida,
portando como equipaje
risas en boca de hiena.
Palabras que se pronunciaron
en un ayer ya lejano,
frases sin consistencia
que ante tu presencia,
perdieron su significado.
Ahora sus huellas
las borra ya
la lluvia del recuerdo.
Quizás construyo
un castillo en el aire,
en mi mundo de sueños
pero mientras dure,
tengo rey y tengo reino,
súbditos y lacayos
que me amen.
Y mientras tanto,
tan tólo yo,
¡soy su dueño!
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