De la legalidad...

Por Rodrigo Juárez Ortiz


Todos sabemos o deberíamos saber que cuando una comunidad de personas se reúnen para hacer viable, equilibrada y armoniosa la vida en sociedad, es menester crear normas de conducta , de tal manera que dicha comunidad acepte y acuerde hacerlas valer por parte de quien detente el poder y de que todos, individual o en forma conjunta, las respeten, las obedezcan y, en consecuencia, las cumplan.

Han sido varios los intentos del ser humano por la creación de normas de conducta las cuales, sin embargo, han sido ineficaces para su cometido por ser de carácter subjetivo, pero cuando la comunidad acepta una norma como obligatoria y el poder establecido la impone coactivamente, entonces estamos frente a la norma jurídica es decir, frente al Derecho, entendido como el orden coactivo de la conducta. Así, de manera consuetudinaria, a través de la costumbre se origina el Derecho y dentro de esa creación normativa, cuando la comunidad se pone de acuerdo para constituirse jurídica y políticamente , entonces se crea un documento que, en términos generales , se conoce como Constitución Política adoptando diferentes denominaciones.

De esta guisa la Constitución se convierte en la máxima ley de un país. En México, cuya estructura jurídico- política descansa en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos entendemos que ésta es la máxima ley que nos rige y que está por encima, incluso de los tratados internacionales en donde México es signatario , según lo interpretó la Suprema Corte de Justicia de la Nación; solo en los casos de la disyuntiva de aplicar la norma constitucional o lo dispuesto en un tratado internacional, debe aplicarse lo que beneficie mas al sujeto atendiendo al principio de: in dubio pro personae.

En consecuencia no queda la menor duda. La ley, el Derecho, la Constitución en este país debe ser objeto de acatamiento, debe obedecerse, debe cumplirse tanto por gobernantes como por gobernados.

De ahí que resulta plausible la Iniciativa de la Reforma Integral de la Constitución de Guerrero enviada al Congreso del Estado por parte del titular del Ejecutivo estatal. Seguramente saldrán nuevas luces en el constitucionalismo guerrerense de parte de sus juristas.

Todo ello suena espléndido, suena maravilloso. Sin embargo, si las condiciones sociales, económicas, políticas, educativas, culturales y demás áreas que conforman a una sociedad como la nuestra no están en condiciones de acatar y respetar la ley, a lo cual todo estamos obligados , entonces estamos ante la presencia de un estado fallido, ante la vulnerabilidad de la sociedad frente a las situaciones de hecho las cuales, en los últimos tiempos , han pasado de males a graves y ahora en verdaderamente alarmantes, díganlo si no los múltiples delitos que atentan contra la vida, la integridad física, la propiedad y la seguridad jurídica de la personas , así como las manifestaciones de grupos de todo jaez, incluso de agentes de la autoridad, todos ellos para exigir y presionar al gobierno para que dé respuesta a sus peticiones, pues de manera pacífica y respetuosa que sea su petición y por escrito no tienen resultados. Todos los manifestantes saben que marchando, bloqueando las principales vías de comunicación, asaltando y robando autobuses de pasajeros, en fin todos los desmanes que los medios nos reportan, es como se logra satisfacer sus peticiones haciendo que los gobiernos les den soluciones políticas y económicas a los problemas y todos ellos pasándose por la entrepierna a la Constitución, a las leyes , al imperio del Derecho. ¡Ya basta! Vamos a darle solución jurídica a lo problemas jurídicos. Vamos educarnos para respetar y hacer respetar la ley , cada quien en la esfera de su responsabilidad. Vamos a darle certidumbre a los gobernados atacando de frente a la corrupción y la impunidad de los gobernantes, en su caso. Luchemos por el imperio de la ley. De lo contrario todo parecería una farsa. O usted, cumplido lector, ¿qué opina?