De la triste realidad...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Anteayer se celebró, con bombo y platillo (por lo menos en establecimientos escolares y también por algunos organismos públicos y privados) el Día del Niño, festejo al que, por supuesto, no se le debe escatimar merecimiento alguno, cuenta habida de que en la etapa de desenvolvimiento del ser humano la niñez ocupa un lugar trascendental, esto es, de primerísima importancia toda vez de que en los primeros 5 años de existencia el ser humano desarrolla a la par que un crecimiento gradual de sus características físicas, también el porcentaje mayoritario de su nivel de inteligencia y de ahí pa´l real, como dicen en mi pueblo.

Es obvio que si nos ocupáramos mejor en la formación, alimentación y educación de nuestros hijos, mayor será el beneficio para ellos y, por ende, para nuestra nación. Vamos, en todos los pueblos de la tierra y en todos los tiempos, la estructuración deseable de los niños es, ha sido y será un motivo de primerísimo nivel, ya que siempre se cuenta, con un exagerado optimismo, con la ilusión de que ellos serán mejores que nosotros y aprovecharán mejor las oportunidades que la vida en su entorno y en su tiempo les ofrecen.

Para ello tanto los organismos públicos como privados se llenan de ofertas, de planes, de proyectos, de programas, así como se crean días nacionales y mundiales de celebraciones tendentes a esos propósitos. Una vez mas, sin embargo, la triste realidad es otra.

Es el caso, por ejemplo, de que recién se acaba de celebrar el Día Mundial del Libro con el propósito de, entre otros, contribuir a la formación intelectual y emocional de los lectores y que les permitan conocer otras culturas a través de la literatura, sin embargo, en la Encuesta Nacional de Lectura de 2012 nos enteramos que los mexicanos leen apenas, en promedio 2.93 libros por año.¿ Es así que vamos a sacar de la ignorancia a nuestra niñez? La realidad nos muestra un deterioro notable en la formación de nuestros niños, pero no solo se debe a múltiples factores internacionales ( el neoliberalismo económico impuesto por los grandes capitales mundiales vía la Globalización), sino también nacionales ( el aumento galopante de la pobreza, así como el de los precios que forman la canasta básica; la depreciación de los salarios y las malas condiciones laborales; la discriminación, la falta de oportunidades en la educación, la insuficiente protección social ) y locales ( la falta de ofertas de trabajo, la incidencia en las actividades delictivas, el narco tráfico y el consumo ascendente de psicotrópicos en los que va disminuyendo la edad de los consumidores, como también una violencia delictiva nunca vista antes), sin perjuicio de la incapacidad de los mentores (que por fortuna son los menos) para calificarse, prepararse y desempeñar sus obligaciones docentes, para evitar los bochornosos, pedestres y salvajes espectáculos que sedicentes “maestros “ de la CETEG han evidenciado ante el mundo entero.

Todo ello ha traído como consecuencia -nos dice la UNICEF- en el marco del Día del Niño, que los padres manden a sus hijos a trabajar y así, 3 millones 15 mil niños trabajan en México, siendo los estados con mayor tasa de trabajo infantil Guerrero con 17.6 por ciento, Nayarit con 16.7, Zacatecas con 16.3, Colima con 15.8, Puebla con 15.1 y Oaxaca con 14.8 puntos porcentuales, agregando que trabajan todos los días y sus edades fluctúan entre los 5 y los 17 años ( en el mundo son 215 millones los menores que trabajan).

Y como cerecita del pastel tenemos como resultado una gran violencia en los jóvenes de los niveles medio y superior en nuestras escuelas manifestada en acosos, abusos, riñas e, incluso, comisión de actos delictivos como el consumo y venta en narco menudeo (por esta actividad fueron detenidos en esta ciudad, solo en el mes de Abril, 35 menores de edad en colonias populares, especialmente en La Zapata), pero las causas principales de ello se dan en el seno familiar y no tanto por la inseguridad que se vive en las calles, como en los problemas que se viven en el entorno familiar, como la falta de recursos económicos y de valores que generan violencia en su contra por parte de sus tutores nos dice una psicóloga de la UAG. La triste realidad es que con la desnutrición crónica, con el veneno que nos venden las transnacionales como Monsanto del maíz transgénico y la “comida” chatarra, así como los refrescos embotellados; con la violencia galopante, la corrupción y la impunidad ya irresistible estamos celebrando el Día del Niño. Sin embargo somos optimistas y pensamos que los niños seguirán siendo la esperanza de un futuro promisorio, si nos ocupamos, responsablemente, de ello. O usted, consciente lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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