Del paradigma...

Por Rodrigo Juárez Ortiz


Queda claro que el uso constante de ciertas palabras en nuestro idioma nos dan un conocimiento mejor sobre su etimología y su semántica, así como la utilización mas adecuada al momento de hablarlo o de escribirlo.

De ahí, el término paradigma, muy usado en los ambientes universitarios, profesionales, académicos, incluso políticos, nos llevan a su connotación mas aceptada que es la de ser: ejemplo que sirve de norma y paradigmático como sinónimo de ejemplar.

De esta manera son múltiples los paradigmas que constituyen nuestra escala valorativa en la civilización occidental y, en especial, en nuestro país. Estos paradigmas cambian, las mas de las veces, en función de los tiempos que se viven, del lugar donde se implantan, de las corrientes ideológicas que predominen o del sistema jurídico- político imperante.

Sin perjuicio de lo anterior, existe en nuestra nación, igual que en todo el orbe, un paradigma universal, un ejemplo a seguir, una conducta ejemplar que sobrepasa los parámetros de lo razonable y ello es el amor de madre.

Poetas, literatos, artistas, estadistas, guerreros, obreros, campesinos, toda la gama de clases, categorías, niveles, capacidades y dimensiones de los seres humanos han exaltado, sin límite, el ejemplo amoroso a seguir de una madre por su progenie.

Dedicación, amor inconmensurable, entrega total, sacrificios, penurias, dolor, fatiga, desprendimiento de lo propio, generosidad, incluso la vida misma, son algunos de los elementos que en la historia de la humanidad han caracterizado a la relación de una madre para con su(s) hijo (s), lo que las convierte en un verdadero paradigma a seguir.

Todo ello, desde luego, sabemos que es genético, que se trae integrado en la naturaleza humana, habida cuenta de que cuando nacemos somos los seres mas vulnerables de la creación y requerimos de cuidados especiales que solamente una madre nos puede proporcionar sin mezquindades, sin reservas, sin limitaciones y con amor y ternuras inconmensurables, una de las razones naturales para que no se extinga la especie.

Sin embargo existe otra realidad, que no por ser negativa, el no mencionarlo no significa que no existe y aquí es donde el paradigma imputable a las madres se tergiversa, se pierde, se desintegra y es que aun en contra del instinto maternal que prodiga la naturaleza, existen bípedos implumes, seres desnaturalizados que en seguimiento a cartabones sociales y culturales, llenos de prejuicios, dogmas, y un sinfín de taras impuestas por su entorno, estos especímenes, mujeres que dan a luz hijos no deseados, muchas veces con la complicidad de sus parejas o sin ellos, matan al fruto de su mera satisfacción sexual, al momento de nacer o simplemente lo abandonan en donde pueden, dando origen, entre otros, al síndrome de niños en condición de calle, los cuales también son las víctimas de maltrato familiar, de abusos sexuales del padrastro o la madrastra, de la ignorancia, la brutalidad, la miseria (en todos sentidos) y la promiscuidad. Y así nos vemos rodeados también, de gente que en sus casas (que no hogares) carecieron de la calidez y seguridad que proporciona el amor de una madre.

Es por eso que mañana, 10 de Mayo, fecha en que celebramos el Día de la Madre, envío mi reconocimiento y felicitaciones a todas aquellas madres que han sabido serlo un amoroso recuerdo a mi madre que nos dejó físicamente en Octubre de 2011 pero conservamos el paradigma de su ejemplo de bondad, de amor, de ternura, de valores que supo inculcarnos y de seguridad en nosotros mismos.

Se los deseo de todo corazón. O usted, paradigmática lectora, ¿qué opina?